Desde el mismo día de la liberación, el episodio del Alcázar de Toledo se convirtió en símbolo y mito del ideario del franquismo. El eco de aquella gesta llegaría hasta el celuloide y en 1940 el italiano Augusto Genina dirigiría en los estudios Cineccita de Roma la filmación de “Sin Novedad en el Alcázar”.
Tras el paréntesis de la temeraria (para la reputación de esta redacción) publicación de la crónica sobre asedios históricos, perpetrada por el incalificable Abilio Ovejero, retomamos nuevamente la senda del rigor y la ortodoxia histórica que caracterizan a esta publicación para narrarles los hechos que tuvieron lugar en la imperial ciudad de Toledo hace ahora 75 años. Un episodio mitificado durante mucho tiempo, pero que para algunos autores ofrece algunas zonas de sombra. En esta crónica repasaremos la versión más conocida de aquellos hechos y también las opiniones de diversos autores que ponen en duda algunos puntos de esa versión y añaden otros hechos que han sido silenciados en la mayoría de las narraciones de aquel episodio.
Como recordarán terminábamos la crónica de la serie TRES DIAS DE JULIO dedicada al 20 de ese mes, con una reunión en el Ministerio de la Guerra, entre el general Castelló, Ministro de la Guerra en ese momento, con el también general Riquelme, al que el Ministro informa de que la situación en Toledo es preocupante, se ha requerido en varias ocasiones el envío de municiones desde la Fabrica de Armas, a lo que el Gobernador Militar, Coronel Moscardó, se ha negado. Se teme desde el Gobierno que la plaza se halle en manos de los rebeldes y Castelló le pide a Riquelme que acuda al frente de una columna a restablecer la legalidad.
El general Moscardó fotografiado en las ruinas del Alcázar de Toledo una vez finalizada la guerra.
Las sospechas del Gobierno sobre la situación en Toledo se confirman, y así el martes 21 a las siete de la mañana se declara el estado de guerra en Toledo y en la provincia, en una declaración leída por el capitán Vela Hidalgo en la Plaza del Zocodover. Al mando de los sublevados se encuentra el coronel Moscardó, comandante militar de la plaza. Temiendo la más que probable reacción del Gobierno, Moscardó concentra a sus hombres en El Alcázar, una imponente fortaleza situada en lo más alto de la ciudad, y algunos edificios anejos. A las cinco de la tarde hace su aparición la columna al mando del general Riquelme que se dirige a reducir a los rebeldes. Parte de ella se dirige hacia la Fabrica de Armas, por lo que Moscardó ordena trasladar toda la munición allí almacenada al Alcazar, lo que se realiza en varios camiones.
El capitán Vela Hidalgo da lectura en el interior del Alcázar a un escrito por el que se informa de la declaración del estado de guerra.
Desde ese momento se puede considerar que El Alcázar se encuentra sitiado. En su interior se encuentra un numeroso grupo de personas, compuesto aproximadamente por unos mil cien militares, acompañados alguno de ellos por sus familias y por otros civiles que decidieron refugiarse junto a ellos por temor a las posibles represalias, que harían un total aproximado de 650 personas, la mayoría mujeres y niños, es decir estaríamos hablando que dentro del Alcázar se encontraba un número cercano a las 1800 personas. Están bien armados y disponen de abundante munición, sin embargo las reservas de alimentos son escasas para este número de personas si el asedio se prolonga.
Entre las fuerzas que se encerraron destaca la presencia de la Guardia Civil, con cerca de 700 efectivos, un número que era la práctica totalidad de la plantilla del cuerpo en la provincia. El mérito de este éxito hay que atribuírselo al teniente coronel Romero Basart, el cual un mes antes había entregado en cada dependencia de la Guardia Civil en la provincia un sobre lacrado, que no podían abrir hasta recibir la consigna “Siempre fiel a su deber”. En el interior del sobre figuraban una serie de instrucciones, fechadas curiosamente el 30 de marzo, que tenían como objetivo que todas las fuerzas se concentraran en Toledo a la mayor brevedad. El papel del teniente coronel Romero Basart resultaría eclipsado con el tiempo por la figura de Moscardó, sin embargo no cabe duda de la importancia de su papel en el éxito de la rebelión en la provincia, así como el la defensa de El Alcázar, ya que para algunos autores era él quien dirigía realmente las operaciones militares, en vez de Moscardó.
Un heterogéneo grupo de milicianos en las cercanías de la plaza del Zocodover. (Colección V. Doherty.)
Por su parte las fuerzas republicanas en esos primeros momentos estaban compuestas por unos 2.500 hombres, de origen muy heterogéneo, desde unidades de las fuerzas de seguridad, hasta grupos de milicianos de los más diversos orígenes. Sin olvidar lo que podríamos denominar “turismo guerrero”, una práctica consistente en desplazarse a la capital manchega a dar unos tiros durante el día, regresando a Madrid al caer la noche y de paso narrar las hazañas realizadas.
Otro grupo de milicianos posa para el fotógrafo. (Colección V. Doherty.)
Desde el primer momento El Alcázar se convirtió en un objetivo prioritario para los republicanos, algo bastante discutible desde el punto de vista militar y estratégico, ya que las fuerzas allí refugiadas no constituían ningún peligro inminente y la ciudad tampoco tenía un gran valor estratégico. Sin embargo se dedicó un gran esfuerzo tanto humano como material para forzar la rendición de la fortaleza, empleando hombres y materiales que hubieran sido de mucha más utilidad en otros frentes. Seguramente hubiera sido más inteligente, destinar el contingente necesario para mantener el cerco de una manera pasiva, sin embargo la toma de la fortaleza se convirtió en una obsesión.
Tras varios parlamentos y en vista de que la situación no tiene vuelta atrás, a partir del día 22 se van a registrar fuertes ataques artilleros y bombardeos aéreos, pero las características del edifico, tanto por su ubicación como por su construcción, permiten a los asediados ofrecer una tenaz resistencia. Tras varios días de infructuosa lucha se establece un cerco más severo sobre el recinto, se instalan ametralladoras en puntos estratégicos, así como morteros y reflectores para disuadir de cualquier maniobra nocturna a los sitiados.
El asedio del Alcázar se prolongó durante 78 días, en esta imagen los sitiadores parecen tomarselo con tranquilidad. (Colección V. Doherty.)
El día 23 de julio se va a producir uno de los acontecimientos más conocidos de todo este episodio histórico, un momento mitificado y glorificado posteriormente por la historiografía franquista. En la mañana de ese día el jefe de las Milicias, el abogado de Izquierda Republicana Cándido Cabello, se pone en contacto con el coronel Moscardó, informándole de que tienen en su poder a su hijo Luis. Dan al coronel diez minutos para rendir la posición, bajo la amenaza de que de no hacerlo fusilaran a su hijo inmediatamente. Si recuerdan ustedes nuestra anterior crónica firmada por Abilio Ovejero (en todo mal libro siempre hay alguna línea buena, o algo parecido, ya saben ustedes) se mencionaba la gesta de Guzmán el Bueno en el asedio de Tarifa, los sitiadores habían capturado al hijo de este y amenazaron con matarlo si no rendía la plaza, la respuesta de Guzmán el Bueno fue entregarles su propio cuchillo para cumplir la amenaza. Moscardó, actuaría igual que Guzmán el Bueno siglos antes, y se negaría a entregar El Alcazar. A continuación pueden ustedes ver la trascripción de aquella conversación que ha llegado hasta nuestros días:
Cándido Cabello, Jefe de Milicias : Son Vds. responsables de los crímenes y de todo lo que está ocurriendo en Toledo y le doy un plazo de diez minutos para que rinda el Alcázar y de no hacerlo, fusilaré a su hijo Luís que lo tengo aquí a mi lado.
D. José Moscardó : ¡Lo creo!
Jefe de Milicias: Y para que vea que es verdad, ahora se pone al aparato
Luis Moscardó: !Papá¡
D. José Moscardó : ¿Que hay, hijo mío?
Luis Moscardó : Nada, que dicen que me van a fusilar si el Alcázar no se rinde, pero no te preocupes por mí.
D. José Moscardó : Si es cierto encomienda tu alma a Dios, da un viva a España y serás un héroe que muere por ella. ¡Adiós hijo mío, un beso muy fuerte!
Luis Moscardó : ¡Adiós papá, un beso muy fuerte!
D. José Moscardó : Puede ahorrarse el plazo que me ha dado y fusilar a mi hijo, el Alcázar no se rendirá jamás.
Fragmento de la película “Sin novedad en el Alcazar” dirigida por el italiano Augusto Genina. En este emotivo corte se recrea el dialogo mantenido por el coronel Moscardó con su hijo que había sido capturado por los sitiadores.
Tras este episodio, sin ninguna duda cargado de épica y tremenda emoción, el asedio continuaría con gran intensidad, bombardeos aéreos, fuego artillero, disparos continuos de fusilería y múltiples intentos de asalto, todos ellos fracasado. En nuestra crónica CORTARSE LA COLETA ya vimos la narración que de uno de estos intentos, en el que participó el mismo Mijail Koltsov, tal como dejó plasmado en su “Diario de la Guerra de España” en la entrada correspondiente al 21 de septiembre.
El Presidente Largo Caballero se desplazó hasta Toledo para presenciar la voladura de una de las diferentes minas que construyeron los sitiadores. En la imagen le vemos observando el momento de la detonación, tras Largo Caballero se distingue a quien parece ser Ricardo Burillo, y a la derecha con prismáticos distinguimos a Álvarez del Vayo. A la izquierda de los binoculares por los que observa Largo Caballero, vemos a una persona en quien creemos adivinar a Enrique Castro Delgado. Esperamos la opinión de nuestros fisonomistas de cabecera para confirmarlo.
Ante la dificultad de asaltar el edificio, los sitiadores también hicieron uso de la guerra de minas, así el día 18 de Septiembre y con presencia del Presidente de Gobierno Largo Caballero se hacen detonar dos minas de gran potencia que causan grandes daños al edificio, aunque no consiguen los objetivos. Los sitiados conscientes del peligro habían tomado medidas desalojando las zonas donde estimaban se producirían las explosiones, por lo que solo sufrieron cuatro bajas. El asalto posterior fracasó nuevamente. Otra mina haría explosión el 20 de Septiembre, y otra el día 27, cuando ya se combatía en las proximidades de Toledo.
Imagen de la tremenda deflagración de una de las minas. Los sitiados realizaron un detallado seguimiento de los trabajos de perforación, lo que les permitió tomar medidas que evitaron que las pérdidas fueran mayores.
Pero por si todo esto hubiera sido poco, también se intentaron soluciones diplomáticas, así el día 9 de Septiembre, el entonces comandante Vicente Rojo (que había sido profesor en aquella Academia y posteriormente sería principal artífice de la defensa de Madrid) se entrevistaría con los sitiados, instándoles a rendirse, o cuando menos permitiendo la salida de la mujeres y los niños. Posteriormente, y a raíz de una petición efectuada a Vicente Rojo, visitó El Alcázar un sacerdote, el padre Vázquez Camarasa, que celebraría una misa y volvería a pedir la rendición o la salida de mujeres y niños, lo que fue nuevamente rechazado. Tras estos dos fallidos intentos, lo intentaría el decano del Cuerpo Diplomático, el embajador chileno Núñez Morgado, también sin resultados.
El tiempo se agotaba para los sitiadores, ya que el Ejército de Africa del general Franco que avanza imparable desde que CRUZÓ EL ESTRECHO hacia Madrid, se ha desviado de su camino y ahora se dirige hacia la ciudad de Toledo para socorrer a los asediados del Alcázar. Toda la resistencia que oponen las fuerzas republicanas es inútil, y finalmente en la tarde del 27 de septiembre una sección de regulares mandada por el teniente Lahuerta y la 19ª Cia. de La Legión al mando del capitán Tiede Zedem consiguen llegar hasta El Alcázar, donde se producen escenas de enorme júbilo en el encuentro con los asediados. Al día siguiente, se produciría otro momento muy emotivo, el general Valera, al mando de las tropas que han tomado Toledo, entra en El Alcázar, donde le recibe un depauperado coronel Moscardó, que marcialmente saluda a Varela y pronuncia otra de las frases míticas que más se han repetido hasta nuestros días: “Mi general. Sin novedad en El Alcázar”.
El coronel Moscardó(d) junto a Franco(c) y Varela(i) tras la liberación del Alcázar.
Las penalidades habían sido muchas, pero finalmente habían conseguido su objetivo. Terminaban así 78 días de asedio, en durísimas condiciones, para los que habían sobrevivido, de todo el personal que se encontraba dentro de El Alcazar, fallecerían 107 personas durante el asedio y 14 más posteriormente a causa de las heridas, también durante ese periodo nacerían dos niños entre sus muros. Como dato anecdótico comentarles que uno de los dos niños que nacieron en el Alcazar, de nombre Restituto Valero Ramos,hijo del guardia civil Ángel Valero, se decidió por la carrera militar, y por avatares del destino en los últimos años del franquismo formaba parte de la Unión Militar Democrática(UMD), fue expulsado del ejército y tuvo que emigrar a Venezuela. A principios de los años 80 sería rehabilitado, recuperando su condición de militar. En el momento de abandonar el ejército se encontraba en posesión de la Laureada Colectiva de San Fernando gracias al hecho de haber nacido en El Alcázar.
El ya general Moscardo sostiene en brazos a Restituto Valero (también conocido por Restituto Alcázar Valero), uno de los dos niños que nacieron en el interior del Alcázar durante el asedio.
En febrero de 2010 la Ministra de Defensa Carmen Chacón condecoraba con la Cruz del Merito Militar a los 14 militares que fundaron en 1974 la Unión Militar Democrática(UMD), entre ellos Restituto Valero, el niño del Alcázar, que en la fotografía anterior aparece en brazos de Moscardó siendo niño. No sabemos cual de las personas que rodean a la Ministra es el Sr. Valero, aunque nos consta por las noticias publicadas que asistió a la entrega.
Un episodio de estas características heroicas sería ensalzado por la hagiografía franquista desde el mismo momento de producirse, adquiriendo un carácter legendario. Acababa de nacer el mito de El Alcazar. Para que ustedes se hagan una idea de cual era el espíritu que emanaba de aquellas ruinas, les traigo aquí las palabras de Don Manuel Aznar Zubigaray (abuelo del ex Presidente de Gobierno José María Aznar), cargadas de épica y sentimiento:
Lector: vamos a entrar en un recinto sacratísimo, no sólo para los españoles, sino para todo hombre civilizado. Estamos ante el Alcázar de Toledo. La pluma tiembla y el ánimo vacila antes de iniciar los relatos del fabuloso heroísmo y de la universal hazaña que entre los muros del Alcázar tuvieron su escenario. No se sabe aún, ni se sabrá jamás, cómo pudo suceder aquello. Un puñado de españoles superaron durante sesenta y ocho días todos los esfuerzos y sacrificios de que es capaz la humana especie. Ni en la historia de los tiempos pasados ni en las crónicas de los presentes se ha escrito página más extraordinaria. Y no ha de escribirse en los venideros otra que tenga más brillo ni mayor hondura. (...) Ante el Alcázar de Toledo, la rodilla se dobla y la frente se inclina reverente hacia la tierra. De aquellos muros destrozados nace un raro fulgor celeste que ciega e ilumina al mismo tiempo. En estos tiempos de bajo vuelo de las almas, el Alcázar de Toledo es para toda la Humanidad un lugar de ejemplo y de redención. ¡Honor y veneración a los héroes, por los siglos de los siglos!
El general Moscardó fotografiado sobre las ruinas del Alcazar.
Pero como todas las acciones humanas que acaban alcanzando la categoría de legendarias, siempre hay alguien que plantea dudas y pone algún que otro pero, y el Sitio de El Alcázar no podía ser menos, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de la información que ha llegado hasta nosotros de aquellos momentos procede de testimonios, y la documentación es escasa. En estas situaciones es bastante habitual el que se exageren los méritos, y se excusen o se escondan directamente los defectos por ambas partes. Por este motivo hay autores que cuestionan algunos episodios, o bien ofrecen distintas versiones. Vamos a conocer alguna de ellas.
El teléfono utilizado por el coronel Moscardó durante la conversación con su hijo y sus captores.
Como hemos visto anteriormente uno de los momentos más épicos y emotivos es el de la conversación telefónica de Moscardó con su hijo Luis. La trascripción de la conversación ha llegado hasta nosotros por los testigos que se encontraban junto a Moscardó en ese momento, y fue corroborada por el testimonio, aparecido mediados los años 60, del operador de la centralita de El Alcázar que habría estado oyendo la conversación. Sin embargo hasta nosotros ha llegado el testimonio de una persona que se encontraba al otro lado del auricular, junto al hijo de Moscardó. Se trata del testimonio de Bernardino García-Rojo recogido por Isabelo Herreros en su libro El Alcázar de Toledo. Mitología de la cruzada de Franco, según este testigo la conversación fue así:
LUIS: Papá, piensa bien en lo que estás diciendo y haz caso de sus indicaciones, pues me pueden matar a mí.
MOSCARDÓ: Pues bien, es lo que haría yo con los cobardes como tú, Luis, y me quedaría el recuerdo de que por cobarde te han matado.
Bernardino García-Rojo dice a continuación: “El muchacho comenzó a llorar y yo le dije que se tranquilizara, que no se preocupase porque no le iba a suceder nada, que con todo lo que creyera su padre, no le pasaría nada y que ni a él ni a nadie íbamos a matar”
Según la versión oficial que los hagiógrafos franquistas se encargarían de difundir posteriormente, el hijo del coronel Moscardó sería fusilado tras la conversación, incluso algunos autores sostienen de que antes de que Moscardó terminara la conversación se oiría un disparo. Al igual que Guzmán el Bueno, Moscardó habría puesto por delante su deber, a salvar la vida de su hijo. Había nacido el mito.
Tarjeta de identificación de la Escuela de Ayudantes de Obras Públicas perteneciente a Luís Moscardó.
Independientemente de que la conversación fuera una u otra Luis Moscardó sería fusilado, pero un mes más tarde. Tras la conversación telefónica, Luis Moscardó sería conducido a la cárcel, lugar en donde se encontraba el 23 de agosto de 1936. Ese día se produjo un bombardeo de la aviación nacionalista sobre la ciudad de Toledo en el que hubo numerosas víctimas civiles, tras esta acción la cárcel sería asaltada por incontrolados, y como “represalia” por el ataque aéreo muchos de los presos fueron sacados y fusilados en los muros de la Sinagoga del Tránsito, entre ellos Luis Moscardó. Si nos hacemos caso de esta versión, la causa de la muerte del hijo de Moscardó, totalmente condenable e injustificada desde cualquier perspectiva, no obedecería a la negativa de su padre de rendir El Alcazar. Según los autores que defienden esta teoría, las causas y la fecha en que Luis Moscardó fue fusilado, eran de sobra conocidas pero se ocultaron para favorecer el nacimiento del mito y de la leyenda.
Otra de las polémicas surgidas a raíz de este episodio histórico es la de la existencia de un grupo de rehenes capturados por las fuerzas de Moscardó antes de encerrarse en El Alcazar, y que serían fusilados posteriormente, tal como defiende Luis Quintanilla en su obra “Los rehenes del Alcázar de Toledo”, entre otros autores.
Secuencia de fotografías en las que podemos ver como el embudo de una mina sirve, tras la liberación de la fortaleza,de improvisada fosa común para un buen número de cadáveres.
También, al igual que ocurrió con la toma de Badajoz, se acusaría a las tropas que ocuparon Toledo, concretamente a las tropas marroquíes mandadas por el coronel Mohamed Mizzian, de ejercitar una brutalidad desmedida. El jesuita Alberto Risco, en su libro “La epopeya del Alcázar de Toledo” lo describe así: “Con el aliento de la venganza de Dios sobre las puntas de sus machetes persiguen, destrozan, matan y embriagados con la sangre la columna avanza”. Entre las acusaciones que se realizaron se encuentre la de rematar a los heridos que se encontraban internados en el hospital de San Juan Bautista y que no pudieron ser evacuados, John Whitaker, periodista e historiador norteamericano, recoge en la revista Foreign Affairs, en octubre de 1942, sus conversaciones con oficiales del Ejército español que le reconocen que los rifeños de Mizzian mataron a los heridos republicanos del hospital toledano de San Juan Bautista. "Presumían de la manera en que habían lanzado granadas sobre 200 hombres indefensos y aterrados", según otros testimonios también serían fusiladas varias mujeres embarazadas que se encontraban ingresadas. Entre la toma de la ciudad y el 13 de octubre, en el registro del Cementerio Municipal de Toledo se recoge la inhumación de 727 cadáveres que figuran como “desconocidos”, según algunos autores muchos de estos cuerpos corresponderían a víctimas de la represión posterior a la toma de la ciudad.
El general Franco junto a Millán Astray en el interior del liberado Alcazar. (Foro el Gran Capitán)
Millan Astray junto a Mohamed el Mizzian. (Foro el Gran Capitán)
Hasta aquí el relato de los hechos ocurridos hace ahora 75 años, tanto la versión que pudiéramos denominar como “oficial” (al ser la conocida mayoritariamente), así como alguna de las versiones de otros autores que difieren de ella. Sobre este episodio histórico se han vertido ríos de tinta, y cualquiera de ustedes si está interesado en el tema puede encontrar abundante bibliografía sobre el mismo. Como comentábamos anteriormente, en un episodio de estas características la subjetividad, tanto en unas como en otras versiones, puede acabar por transformar o modificar el relato. Existen muchos trabajos, defendiendo unas versiones y atacando a otras, que aportan cada una de ellas diferentes pruebas y niegan a su vez las aportadas en otros trabajos, desde esta redacción en la que nuestro principal interés es la divulgación histórica (dentro de la modestia de nuestros medios y capacidades) no pretendemos entrar, ni mediar en estas polémicas, solamente darlas a conocer a nuestros lectores, y a partir de ahí que cada uno profundice hasta donde considere oportuno en este apasionante tema.
Tras la guerra el dirigente nazi Heinrich Himmler visitaría las ruinas del Alcázar acompañado por el general Moscardó.
Pero si me permiten hacer un poco de historia ficción (ucronía que dicen los entendidos), si que quisiera destacar la importancia que la toma (o la no toma) del Alcázar tuvieron (o hubieran podido tener) tanto en el desarrollo de la guerra como en la posterior Historia de España. Cuando el Ejército de África al mando del general Franco llegó hasta Talavera, Franco tomó la decisión de detener su avance hacia Madrid y dirigir sus fuerzas hacia Toledo para liberar a los sitiados. A ello se opuso el general Yagüe, lo que le supondría ser relevado por el general Varela al frente del mando de operaciones. Esta decisión y la posterior liberación de los sitiados, aumentaría enormemente el prestigio del general Franco, que pocos días después sería proclamado Generalísimo con plenos poderes, tal como recogíamos en otra crónica, venciendo las reticencias que otros generales tenían tanto hacia su persona, como a otorgarle poder absoluto. Este cambio de dirección, produjo un retraso en el avance sobre Madrid, lo que permitiría a las fuerzas republicanas preparar más intensamente la defensa de la capital, de tal forma que impedirían la toma de la ciudad por las fuerzas sublevadas, lo que supuso un giro radical en el desarrollo de la guerra y un reequilibro que haría que la guerra se prolongara en el tiempo.
El general Moscardó sería enterrado en la cripta del Alcázar, donde se encuentran enterrados los defensores que fallecieron durante el asedio.(Foro el Gran Capitán)
Si se hubiera proseguido el avance hacia Madrid, y aquí entramos en el terreno de la historia ficción, seguramente el poder no se habría concentrado exclusivamente en el general Franco, posiblemente se habría optado por otra formula, tal vez un triunvirato, y siempre hasta la finalización de la contienda, como se imaginarán ustedes seguramente la posguerra habría sido diferente, y no hubiera habido cuarenta años de poder absoluto del general Franco. Y también con mucha probabilidad, si Madrid hubiera sido tomada en octubre la guerra no se hubiera alargado durante tres años, con todo lo que ello supondría, ahí pueden ustedes hacer todas las cábalas que quieran. Como ven, un episodio concreto y puntual como fue el asedio y liberación del Alcázar de Toledo, ha podido influir en el devenir histórico de España durante décadas, aunque como les digo estos son solo hipótesis más cercanas a las crónicas (por llamarlas de alguna forma) de nuestro colaborador Abilio Ovejero, que a la objetividad y el rigor que tratamos de mantener en la páginas de esta modesta publicación.
Florentino Areneros.
ANEXO FOTOGRÁFICO:
A continuación pueden encontrar ustedes diferentes direcciones de Internet donde contemplar un gran número de fotografías relacionadas con el asedio y liberación del Alcázar de Toledo, algunas de las cuales se han utilizado para ilustrar esta crónica. Existen muchas fotografías relacionadas con este episodio, así como un buen número de páginas, donde podrán encontrar mucha y más detallada información de este episodio de la Guerra Civil.
COLECCIÓN VICENT DOHERTY AYUNTAMIENTO DE TOLEDO
EL GRAN CAPITAN, FOTOGRAFÍAS Y VÍDEOS MILITARES
COLECCIÓN IMÁGENES DIGITALIZADAS DEL AYUNTAMIENTO DE TOLEDO
BLOG TOLEDO OLVIDADO
EL ALCAZAR DE TOLEDO
Tras el paréntesis de la temeraria (para la reputación de esta redacción) publicación de la crónica sobre asedios históricos, perpetrada por el incalificable Abilio Ovejero, retomamos nuevamente la senda del rigor y la ortodoxia histórica que caracterizan a esta publicación para narrarles los hechos que tuvieron lugar en la imperial ciudad de Toledo hace ahora 75 años. Un episodio mitificado durante mucho tiempo, pero que para algunos autores ofrece algunas zonas de sombra. En esta crónica repasaremos la versión más conocida de aquellos hechos y también las opiniones de diversos autores que ponen en duda algunos puntos de esa versión y añaden otros hechos que han sido silenciados en la mayoría de las narraciones de aquel episodio.
Como recordarán terminábamos la crónica de la serie TRES DIAS DE JULIO dedicada al 20 de ese mes, con una reunión en el Ministerio de la Guerra, entre el general Castelló, Ministro de la Guerra en ese momento, con el también general Riquelme, al que el Ministro informa de que la situación en Toledo es preocupante, se ha requerido en varias ocasiones el envío de municiones desde la Fabrica de Armas, a lo que el Gobernador Militar, Coronel Moscardó, se ha negado. Se teme desde el Gobierno que la plaza se halle en manos de los rebeldes y Castelló le pide a Riquelme que acuda al frente de una columna a restablecer la legalidad.
El general Moscardó fotografiado en las ruinas del Alcázar de Toledo una vez finalizada la guerra.
Las sospechas del Gobierno sobre la situación en Toledo se confirman, y así el martes 21 a las siete de la mañana se declara el estado de guerra en Toledo y en la provincia, en una declaración leída por el capitán Vela Hidalgo en la Plaza del Zocodover. Al mando de los sublevados se encuentra el coronel Moscardó, comandante militar de la plaza. Temiendo la más que probable reacción del Gobierno, Moscardó concentra a sus hombres en El Alcázar, una imponente fortaleza situada en lo más alto de la ciudad, y algunos edificios anejos. A las cinco de la tarde hace su aparición la columna al mando del general Riquelme que se dirige a reducir a los rebeldes. Parte de ella se dirige hacia la Fabrica de Armas, por lo que Moscardó ordena trasladar toda la munición allí almacenada al Alcazar, lo que se realiza en varios camiones.
El capitán Vela Hidalgo da lectura en el interior del Alcázar a un escrito por el que se informa de la declaración del estado de guerra.
Desde ese momento se puede considerar que El Alcázar se encuentra sitiado. En su interior se encuentra un numeroso grupo de personas, compuesto aproximadamente por unos mil cien militares, acompañados alguno de ellos por sus familias y por otros civiles que decidieron refugiarse junto a ellos por temor a las posibles represalias, que harían un total aproximado de 650 personas, la mayoría mujeres y niños, es decir estaríamos hablando que dentro del Alcázar se encontraba un número cercano a las 1800 personas. Están bien armados y disponen de abundante munición, sin embargo las reservas de alimentos son escasas para este número de personas si el asedio se prolonga.
Entre las fuerzas que se encerraron destaca la presencia de la Guardia Civil, con cerca de 700 efectivos, un número que era la práctica totalidad de la plantilla del cuerpo en la provincia. El mérito de este éxito hay que atribuírselo al teniente coronel Romero Basart, el cual un mes antes había entregado en cada dependencia de la Guardia Civil en la provincia un sobre lacrado, que no podían abrir hasta recibir la consigna “Siempre fiel a su deber”. En el interior del sobre figuraban una serie de instrucciones, fechadas curiosamente el 30 de marzo, que tenían como objetivo que todas las fuerzas se concentraran en Toledo a la mayor brevedad. El papel del teniente coronel Romero Basart resultaría eclipsado con el tiempo por la figura de Moscardó, sin embargo no cabe duda de la importancia de su papel en el éxito de la rebelión en la provincia, así como el la defensa de El Alcázar, ya que para algunos autores era él quien dirigía realmente las operaciones militares, en vez de Moscardó.
Un heterogéneo grupo de milicianos en las cercanías de la plaza del Zocodover. (Colección V. Doherty.)
Por su parte las fuerzas republicanas en esos primeros momentos estaban compuestas por unos 2.500 hombres, de origen muy heterogéneo, desde unidades de las fuerzas de seguridad, hasta grupos de milicianos de los más diversos orígenes. Sin olvidar lo que podríamos denominar “turismo guerrero”, una práctica consistente en desplazarse a la capital manchega a dar unos tiros durante el día, regresando a Madrid al caer la noche y de paso narrar las hazañas realizadas.
Otro grupo de milicianos posa para el fotógrafo. (Colección V. Doherty.)
Desde el primer momento El Alcázar se convirtió en un objetivo prioritario para los republicanos, algo bastante discutible desde el punto de vista militar y estratégico, ya que las fuerzas allí refugiadas no constituían ningún peligro inminente y la ciudad tampoco tenía un gran valor estratégico. Sin embargo se dedicó un gran esfuerzo tanto humano como material para forzar la rendición de la fortaleza, empleando hombres y materiales que hubieran sido de mucha más utilidad en otros frentes. Seguramente hubiera sido más inteligente, destinar el contingente necesario para mantener el cerco de una manera pasiva, sin embargo la toma de la fortaleza se convirtió en una obsesión.
Tras varios parlamentos y en vista de que la situación no tiene vuelta atrás, a partir del día 22 se van a registrar fuertes ataques artilleros y bombardeos aéreos, pero las características del edifico, tanto por su ubicación como por su construcción, permiten a los asediados ofrecer una tenaz resistencia. Tras varios días de infructuosa lucha se establece un cerco más severo sobre el recinto, se instalan ametralladoras en puntos estratégicos, así como morteros y reflectores para disuadir de cualquier maniobra nocturna a los sitiados.
El asedio del Alcázar se prolongó durante 78 días, en esta imagen los sitiadores parecen tomarselo con tranquilidad. (Colección V. Doherty.)
El día 23 de julio se va a producir uno de los acontecimientos más conocidos de todo este episodio histórico, un momento mitificado y glorificado posteriormente por la historiografía franquista. En la mañana de ese día el jefe de las Milicias, el abogado de Izquierda Republicana Cándido Cabello, se pone en contacto con el coronel Moscardó, informándole de que tienen en su poder a su hijo Luis. Dan al coronel diez minutos para rendir la posición, bajo la amenaza de que de no hacerlo fusilaran a su hijo inmediatamente. Si recuerdan ustedes nuestra anterior crónica firmada por Abilio Ovejero (en todo mal libro siempre hay alguna línea buena, o algo parecido, ya saben ustedes) se mencionaba la gesta de Guzmán el Bueno en el asedio de Tarifa, los sitiadores habían capturado al hijo de este y amenazaron con matarlo si no rendía la plaza, la respuesta de Guzmán el Bueno fue entregarles su propio cuchillo para cumplir la amenaza. Moscardó, actuaría igual que Guzmán el Bueno siglos antes, y se negaría a entregar El Alcazar. A continuación pueden ustedes ver la trascripción de aquella conversación que ha llegado hasta nuestros días:
Haga clic en la imagen para ir a la página de Madrid en Guerra.
Cándido Cabello, Jefe de Milicias : Son Vds. responsables de los crímenes y de todo lo que está ocurriendo en Toledo y le doy un plazo de diez minutos para que rinda el Alcázar y de no hacerlo, fusilaré a su hijo Luís que lo tengo aquí a mi lado.
D. José Moscardó : ¡Lo creo!
Jefe de Milicias: Y para que vea que es verdad, ahora se pone al aparato
Luis Moscardó: !Papá¡
D. José Moscardó : ¿Que hay, hijo mío?
Luis Moscardó : Nada, que dicen que me van a fusilar si el Alcázar no se rinde, pero no te preocupes por mí.
D. José Moscardó : Si es cierto encomienda tu alma a Dios, da un viva a España y serás un héroe que muere por ella. ¡Adiós hijo mío, un beso muy fuerte!
Luis Moscardó : ¡Adiós papá, un beso muy fuerte!
D. José Moscardó : Puede ahorrarse el plazo que me ha dado y fusilar a mi hijo, el Alcázar no se rendirá jamás.
Fragmento de la película “Sin novedad en el Alcazar” dirigida por el italiano Augusto Genina. En este emotivo corte se recrea el dialogo mantenido por el coronel Moscardó con su hijo que había sido capturado por los sitiadores.
Tras este episodio, sin ninguna duda cargado de épica y tremenda emoción, el asedio continuaría con gran intensidad, bombardeos aéreos, fuego artillero, disparos continuos de fusilería y múltiples intentos de asalto, todos ellos fracasado. En nuestra crónica CORTARSE LA COLETA ya vimos la narración que de uno de estos intentos, en el que participó el mismo Mijail Koltsov, tal como dejó plasmado en su “Diario de la Guerra de España” en la entrada correspondiente al 21 de septiembre.
El Presidente Largo Caballero se desplazó hasta Toledo para presenciar la voladura de una de las diferentes minas que construyeron los sitiadores. En la imagen le vemos observando el momento de la detonación, tras Largo Caballero se distingue a quien parece ser Ricardo Burillo, y a la derecha con prismáticos distinguimos a Álvarez del Vayo. A la izquierda de los binoculares por los que observa Largo Caballero, vemos a una persona en quien creemos adivinar a Enrique Castro Delgado. Esperamos la opinión de nuestros fisonomistas de cabecera para confirmarlo.
Ante la dificultad de asaltar el edificio, los sitiadores también hicieron uso de la guerra de minas, así el día 18 de Septiembre y con presencia del Presidente de Gobierno Largo Caballero se hacen detonar dos minas de gran potencia que causan grandes daños al edificio, aunque no consiguen los objetivos. Los sitiados conscientes del peligro habían tomado medidas desalojando las zonas donde estimaban se producirían las explosiones, por lo que solo sufrieron cuatro bajas. El asalto posterior fracasó nuevamente. Otra mina haría explosión el 20 de Septiembre, y otra el día 27, cuando ya se combatía en las proximidades de Toledo.
Imagen de la tremenda deflagración de una de las minas. Los sitiados realizaron un detallado seguimiento de los trabajos de perforación, lo que les permitió tomar medidas que evitaron que las pérdidas fueran mayores.
Pero por si todo esto hubiera sido poco, también se intentaron soluciones diplomáticas, así el día 9 de Septiembre, el entonces comandante Vicente Rojo (que había sido profesor en aquella Academia y posteriormente sería principal artífice de la defensa de Madrid) se entrevistaría con los sitiados, instándoles a rendirse, o cuando menos permitiendo la salida de la mujeres y los niños. Posteriormente, y a raíz de una petición efectuada a Vicente Rojo, visitó El Alcázar un sacerdote, el padre Vázquez Camarasa, que celebraría una misa y volvería a pedir la rendición o la salida de mujeres y niños, lo que fue nuevamente rechazado. Tras estos dos fallidos intentos, lo intentaría el decano del Cuerpo Diplomático, el embajador chileno Núñez Morgado, también sin resultados.
El tiempo se agotaba para los sitiadores, ya que el Ejército de Africa del general Franco que avanza imparable desde que CRUZÓ EL ESTRECHO hacia Madrid, se ha desviado de su camino y ahora se dirige hacia la ciudad de Toledo para socorrer a los asediados del Alcázar. Toda la resistencia que oponen las fuerzas republicanas es inútil, y finalmente en la tarde del 27 de septiembre una sección de regulares mandada por el teniente Lahuerta y la 19ª Cia. de La Legión al mando del capitán Tiede Zedem consiguen llegar hasta El Alcázar, donde se producen escenas de enorme júbilo en el encuentro con los asediados. Al día siguiente, se produciría otro momento muy emotivo, el general Valera, al mando de las tropas que han tomado Toledo, entra en El Alcázar, donde le recibe un depauperado coronel Moscardó, que marcialmente saluda a Varela y pronuncia otra de las frases míticas que más se han repetido hasta nuestros días: “Mi general. Sin novedad en El Alcázar”.
El coronel Moscardó(d) junto a Franco(c) y Varela(i) tras la liberación del Alcázar.
Las penalidades habían sido muchas, pero finalmente habían conseguido su objetivo. Terminaban así 78 días de asedio, en durísimas condiciones, para los que habían sobrevivido, de todo el personal que se encontraba dentro de El Alcazar, fallecerían 107 personas durante el asedio y 14 más posteriormente a causa de las heridas, también durante ese periodo nacerían dos niños entre sus muros. Como dato anecdótico comentarles que uno de los dos niños que nacieron en el Alcazar, de nombre Restituto Valero Ramos,hijo del guardia civil Ángel Valero, se decidió por la carrera militar, y por avatares del destino en los últimos años del franquismo formaba parte de la Unión Militar Democrática(UMD), fue expulsado del ejército y tuvo que emigrar a Venezuela. A principios de los años 80 sería rehabilitado, recuperando su condición de militar. En el momento de abandonar el ejército se encontraba en posesión de la Laureada Colectiva de San Fernando gracias al hecho de haber nacido en El Alcázar.
El ya general Moscardo sostiene en brazos a Restituto Valero (también conocido por Restituto Alcázar Valero), uno de los dos niños que nacieron en el interior del Alcázar durante el asedio.
En febrero de 2010 la Ministra de Defensa Carmen Chacón condecoraba con la Cruz del Merito Militar a los 14 militares que fundaron en 1974 la Unión Militar Democrática(UMD), entre ellos Restituto Valero, el niño del Alcázar, que en la fotografía anterior aparece en brazos de Moscardó siendo niño. No sabemos cual de las personas que rodean a la Ministra es el Sr. Valero, aunque nos consta por las noticias publicadas que asistió a la entrega.
Un episodio de estas características heroicas sería ensalzado por la hagiografía franquista desde el mismo momento de producirse, adquiriendo un carácter legendario. Acababa de nacer el mito de El Alcazar. Para que ustedes se hagan una idea de cual era el espíritu que emanaba de aquellas ruinas, les traigo aquí las palabras de Don Manuel Aznar Zubigaray (abuelo del ex Presidente de Gobierno José María Aznar), cargadas de épica y sentimiento:
Lector: vamos a entrar en un recinto sacratísimo, no sólo para los españoles, sino para todo hombre civilizado. Estamos ante el Alcázar de Toledo. La pluma tiembla y el ánimo vacila antes de iniciar los relatos del fabuloso heroísmo y de la universal hazaña que entre los muros del Alcázar tuvieron su escenario. No se sabe aún, ni se sabrá jamás, cómo pudo suceder aquello. Un puñado de españoles superaron durante sesenta y ocho días todos los esfuerzos y sacrificios de que es capaz la humana especie. Ni en la historia de los tiempos pasados ni en las crónicas de los presentes se ha escrito página más extraordinaria. Y no ha de escribirse en los venideros otra que tenga más brillo ni mayor hondura. (...) Ante el Alcázar de Toledo, la rodilla se dobla y la frente se inclina reverente hacia la tierra. De aquellos muros destrozados nace un raro fulgor celeste que ciega e ilumina al mismo tiempo. En estos tiempos de bajo vuelo de las almas, el Alcázar de Toledo es para toda la Humanidad un lugar de ejemplo y de redención. ¡Honor y veneración a los héroes, por los siglos de los siglos!
El general Moscardó fotografiado sobre las ruinas del Alcazar.
Pero como todas las acciones humanas que acaban alcanzando la categoría de legendarias, siempre hay alguien que plantea dudas y pone algún que otro pero, y el Sitio de El Alcázar no podía ser menos, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de la información que ha llegado hasta nosotros de aquellos momentos procede de testimonios, y la documentación es escasa. En estas situaciones es bastante habitual el que se exageren los méritos, y se excusen o se escondan directamente los defectos por ambas partes. Por este motivo hay autores que cuestionan algunos episodios, o bien ofrecen distintas versiones. Vamos a conocer alguna de ellas.
El teléfono utilizado por el coronel Moscardó durante la conversación con su hijo y sus captores.
Como hemos visto anteriormente uno de los momentos más épicos y emotivos es el de la conversación telefónica de Moscardó con su hijo Luis. La trascripción de la conversación ha llegado hasta nosotros por los testigos que se encontraban junto a Moscardó en ese momento, y fue corroborada por el testimonio, aparecido mediados los años 60, del operador de la centralita de El Alcázar que habría estado oyendo la conversación. Sin embargo hasta nosotros ha llegado el testimonio de una persona que se encontraba al otro lado del auricular, junto al hijo de Moscardó. Se trata del testimonio de Bernardino García-Rojo recogido por Isabelo Herreros en su libro El Alcázar de Toledo. Mitología de la cruzada de Franco, según este testigo la conversación fue así:
LUIS: Papá, piensa bien en lo que estás diciendo y haz caso de sus indicaciones, pues me pueden matar a mí.
MOSCARDÓ: Pues bien, es lo que haría yo con los cobardes como tú, Luis, y me quedaría el recuerdo de que por cobarde te han matado.
Bernardino García-Rojo dice a continuación: “El muchacho comenzó a llorar y yo le dije que se tranquilizara, que no se preocupase porque no le iba a suceder nada, que con todo lo que creyera su padre, no le pasaría nada y que ni a él ni a nadie íbamos a matar”
Según la versión oficial que los hagiógrafos franquistas se encargarían de difundir posteriormente, el hijo del coronel Moscardó sería fusilado tras la conversación, incluso algunos autores sostienen de que antes de que Moscardó terminara la conversación se oiría un disparo. Al igual que Guzmán el Bueno, Moscardó habría puesto por delante su deber, a salvar la vida de su hijo. Había nacido el mito.
Tarjeta de identificación de la Escuela de Ayudantes de Obras Públicas perteneciente a Luís Moscardó.
Independientemente de que la conversación fuera una u otra Luis Moscardó sería fusilado, pero un mes más tarde. Tras la conversación telefónica, Luis Moscardó sería conducido a la cárcel, lugar en donde se encontraba el 23 de agosto de 1936. Ese día se produjo un bombardeo de la aviación nacionalista sobre la ciudad de Toledo en el que hubo numerosas víctimas civiles, tras esta acción la cárcel sería asaltada por incontrolados, y como “represalia” por el ataque aéreo muchos de los presos fueron sacados y fusilados en los muros de la Sinagoga del Tránsito, entre ellos Luis Moscardó. Si nos hacemos caso de esta versión, la causa de la muerte del hijo de Moscardó, totalmente condenable e injustificada desde cualquier perspectiva, no obedecería a la negativa de su padre de rendir El Alcazar. Según los autores que defienden esta teoría, las causas y la fecha en que Luis Moscardó fue fusilado, eran de sobra conocidas pero se ocultaron para favorecer el nacimiento del mito y de la leyenda.
Otra de las polémicas surgidas a raíz de este episodio histórico es la de la existencia de un grupo de rehenes capturados por las fuerzas de Moscardó antes de encerrarse en El Alcazar, y que serían fusilados posteriormente, tal como defiende Luis Quintanilla en su obra “Los rehenes del Alcázar de Toledo”, entre otros autores.
Secuencia de fotografías en las que podemos ver como el embudo de una mina sirve, tras la liberación de la fortaleza,de improvisada fosa común para un buen número de cadáveres.
También, al igual que ocurrió con la toma de Badajoz, se acusaría a las tropas que ocuparon Toledo, concretamente a las tropas marroquíes mandadas por el coronel Mohamed Mizzian, de ejercitar una brutalidad desmedida. El jesuita Alberto Risco, en su libro “La epopeya del Alcázar de Toledo” lo describe así: “Con el aliento de la venganza de Dios sobre las puntas de sus machetes persiguen, destrozan, matan y embriagados con la sangre la columna avanza”. Entre las acusaciones que se realizaron se encuentre la de rematar a los heridos que se encontraban internados en el hospital de San Juan Bautista y que no pudieron ser evacuados, John Whitaker, periodista e historiador norteamericano, recoge en la revista Foreign Affairs, en octubre de 1942, sus conversaciones con oficiales del Ejército español que le reconocen que los rifeños de Mizzian mataron a los heridos republicanos del hospital toledano de San Juan Bautista. "Presumían de la manera en que habían lanzado granadas sobre 200 hombres indefensos y aterrados", según otros testimonios también serían fusiladas varias mujeres embarazadas que se encontraban ingresadas. Entre la toma de la ciudad y el 13 de octubre, en el registro del Cementerio Municipal de Toledo se recoge la inhumación de 727 cadáveres que figuran como “desconocidos”, según algunos autores muchos de estos cuerpos corresponderían a víctimas de la represión posterior a la toma de la ciudad.
El general Franco junto a Millán Astray en el interior del liberado Alcazar. (Foro el Gran Capitán)
Millan Astray junto a Mohamed el Mizzian. (Foro el Gran Capitán)
Hasta aquí el relato de los hechos ocurridos hace ahora 75 años, tanto la versión que pudiéramos denominar como “oficial” (al ser la conocida mayoritariamente), así como alguna de las versiones de otros autores que difieren de ella. Sobre este episodio histórico se han vertido ríos de tinta, y cualquiera de ustedes si está interesado en el tema puede encontrar abundante bibliografía sobre el mismo. Como comentábamos anteriormente, en un episodio de estas características la subjetividad, tanto en unas como en otras versiones, puede acabar por transformar o modificar el relato. Existen muchos trabajos, defendiendo unas versiones y atacando a otras, que aportan cada una de ellas diferentes pruebas y niegan a su vez las aportadas en otros trabajos, desde esta redacción en la que nuestro principal interés es la divulgación histórica (dentro de la modestia de nuestros medios y capacidades) no pretendemos entrar, ni mediar en estas polémicas, solamente darlas a conocer a nuestros lectores, y a partir de ahí que cada uno profundice hasta donde considere oportuno en este apasionante tema.
Tras la guerra el dirigente nazi Heinrich Himmler visitaría las ruinas del Alcázar acompañado por el general Moscardó.
Pero si me permiten hacer un poco de historia ficción (ucronía que dicen los entendidos), si que quisiera destacar la importancia que la toma (o la no toma) del Alcázar tuvieron (o hubieran podido tener) tanto en el desarrollo de la guerra como en la posterior Historia de España. Cuando el Ejército de África al mando del general Franco llegó hasta Talavera, Franco tomó la decisión de detener su avance hacia Madrid y dirigir sus fuerzas hacia Toledo para liberar a los sitiados. A ello se opuso el general Yagüe, lo que le supondría ser relevado por el general Varela al frente del mando de operaciones. Esta decisión y la posterior liberación de los sitiados, aumentaría enormemente el prestigio del general Franco, que pocos días después sería proclamado Generalísimo con plenos poderes, tal como recogíamos en otra crónica, venciendo las reticencias que otros generales tenían tanto hacia su persona, como a otorgarle poder absoluto. Este cambio de dirección, produjo un retraso en el avance sobre Madrid, lo que permitiría a las fuerzas republicanas preparar más intensamente la defensa de la capital, de tal forma que impedirían la toma de la ciudad por las fuerzas sublevadas, lo que supuso un giro radical en el desarrollo de la guerra y un reequilibro que haría que la guerra se prolongara en el tiempo.
El general Moscardó sería enterrado en la cripta del Alcázar, donde se encuentran enterrados los defensores que fallecieron durante el asedio.(Foro el Gran Capitán)
Si se hubiera proseguido el avance hacia Madrid, y aquí entramos en el terreno de la historia ficción, seguramente el poder no se habría concentrado exclusivamente en el general Franco, posiblemente se habría optado por otra formula, tal vez un triunvirato, y siempre hasta la finalización de la contienda, como se imaginarán ustedes seguramente la posguerra habría sido diferente, y no hubiera habido cuarenta años de poder absoluto del general Franco. Y también con mucha probabilidad, si Madrid hubiera sido tomada en octubre la guerra no se hubiera alargado durante tres años, con todo lo que ello supondría, ahí pueden ustedes hacer todas las cábalas que quieran. Como ven, un episodio concreto y puntual como fue el asedio y liberación del Alcázar de Toledo, ha podido influir en el devenir histórico de España durante décadas, aunque como les digo estos son solo hipótesis más cercanas a las crónicas (por llamarlas de alguna forma) de nuestro colaborador Abilio Ovejero, que a la objetividad y el rigor que tratamos de mantener en la páginas de esta modesta publicación.
Florentino Areneros.
ANEXO FOTOGRÁFICO:
A continuación pueden encontrar ustedes diferentes direcciones de Internet donde contemplar un gran número de fotografías relacionadas con el asedio y liberación del Alcázar de Toledo, algunas de las cuales se han utilizado para ilustrar esta crónica. Existen muchas fotografías relacionadas con este episodio, así como un buen número de páginas, donde podrán encontrar mucha y más detallada información de este episodio de la Guerra Civil.
COLECCIÓN VICENT DOHERTY AYUNTAMIENTO DE TOLEDO
EL GRAN CAPITAN, FOTOGRAFÍAS Y VÍDEOS MILITARES
COLECCIÓN IMÁGENES DIGITALIZADAS DEL AYUNTAMIENTO DE TOLEDO
BLOG TOLEDO OLVIDADO
Impresionante, Florentino. Un trabajo magnífico.
ResponderEliminarMuchas gracias maestro Bremaneur.
ResponderEliminarAprovecho que se asoma usted al burladero, para solicitar su experta opinión sobre si la persona que aparece en la fotografía junto a Largo Caballero mirando por los binoculares es Enrique Castro Delgado, o bien se trata de otra con un cierto parecido.
La fotografía es un fotograma de una filmación, por lo que es más que probable, que aparezca en otras tomas. Habrá que revisar el reportaje completo.
Florentino, no creo que sea Castro. Tampoco me consta que Castro coincidiera con Largo Caballero.
ResponderEliminarEnhorabuena Florentino por tan extraordinario trabajo, con amena lectura aprendemos de ti.
ResponderEliminarsaludos
Estimado Florentino,
ResponderEliminarNo porque una versión haya sido repetida más veces (durante 40 años otras versiones estaban totalmente prohibidas) ésta se convierte en más veraz o correcta. Quiero lanzar un mensaje de recuerdo y homenaje a todos los que fueron asesinados por las tropas de Varela, bien sean los rehenes en el interior del alcázar o los centenares que fueron asesinados en distintos puntos de la ciudad. Recientemente apareció una foto con uno de los muchos montones de cadáveres de estos centenares de asesinados, cuyo número total debe de estar en alrededor de mil personas, ya que muchos cadáveres fueron quemados y éstos no figuran en los listados del cementerio de Toledo. Si quiere le puedo enviar la foto a la dirección electrónica que me dé.
Un abrazo,
Javier de la Puerta
Muchas gracias por visitar el blog Javier y por su certero comentario.
ResponderEliminarRealmente queda mucho por conocer más allá de la historia "oficial" de los hechos, aunque me temo que el tiempo juega en contra y dificilmente se podrá conocer toda la verdad.
Un abrazo.
Florentino Areneros.
Como dato anecdótico decir que en mi familia se ha hablado de ésto muchas veces porque el niño nacido en el alcázar y que aparece en la foto es primo de mi madre y tenemos relación con él (su padre el guardia civil era primo hermano de mi abuelo). Dar las gracias porque no es fácil encontrar tantos datos como aquí. Un saludo
ResponderEliminarMuchas gracias por su comentario y por visitar el blog.
EliminarSaludos.
--Confirmar que, en la fotografía correspondiente a la visita que Largo Caballero hizo a Toledo para asistir a la voladura de una de las minas, efectivamente es Enrique Castro Delgado quien aparece a la izquierda del trípode del binocular.
ResponderEliminar--En la fotografía correspondiente al acto presidido por la entonces ministra de Defensa, Sra. Chacón, para rendir homenaje a los ex militares de la UMD, el capitán Restituto Valero es el que asoma, precisamente, por detrás de la señora ministra.
Muchas gracias Anónimo por su aportación.
EliminarConsulté con Bremaneur (de la Biblioteca Fantasma), que lleva tras la pista de Enrique Castro mucho tiempo, ha publicado varios artículos sobre él y creo que está apunto de publicar un libro sobre Castro, y según él, cree que no se trata de Castro. Puede encontrar su comentario un poco más arriba.
La fotografía creo que pertenece a una filmación, si sabe cual es le agradecería que nos lo comunicara, así como cualquier otro dato sobre la fotografía y la identificación de Castro.
Gracias también por identificar a Restituto Valero en la fotografía.
Un saludo.
Florentino Areneros.
"centenares de asesinados", dice. ¡Pero hombre de Dios¡ eso ya no cuela, tenías que haber escrito "cientos de miles asesinados". Kakoi disastr.
ResponderEliminar¡A noi¡
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSegún "el gallo" (Noviembre. 2015) -en artículo sin firmar- no se produjo la conversación telefónica que instaba al General. Moscardó a rendir el Alcázar para evitar el fusilamiento de su hijo.
ResponderEliminarK.R.
Hola Florentino.Hace años vi una película sobre el asalto del Hospital San Juan Bautista por parte de los regulares.Sabrias el título?Es que no lo recuerdo.
ResponderEliminarGracias anticipadas
Pues la verdad es que no recuerdo ni siquiera película, me temo que no te puedo ayudar. Miraré a ver si encuentro algo sobre esta película que me dices.
EliminarUn saludo.
No estoy seguro si era serie o pelicula pero el asalto era espeluznante.Recuerdo como la unidad asaltante fusila sobre la cama a los heridos o los pasa a bayoneta e incluso les tiran granadas debajo de la cama. No olvide aquello y más cuando supe que el suceso había sido verdad.
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