El gran torero cordobés Rafael Molina Sánchez "Lagartijo", también conocido como "Lagartijo el Grande" (1841-1900) en el solemne momento de cortarse la coleta. (Haga Click en cualquiera de las imágenes para ampliarlas).
Por Florentino areneros
En diferentes crónicas hemos visto como lo taurino y su mundo se hunden en lo más profundo de la historia, no solo española si no europea. Y también como algunos de esos ritos y costumbres han perdurado hasta nuestros días. Cuando nos acercábamos hace unos meses hasta Cartagena a visitar su histórica y más que centenaria plaza, descubríamos que se encontraba ubicada nada más y nada menos que sobre el antiguo anfiteatro romano de Cartago Nova, menuda herencia y menuda continuidad, quien les iba a decir a aquellos canteros romanos que construyeron el anfiteatro, que dos mil años mas tarde allí mismo donde se cortaban brazos, piernas y cabezas, se cortarían orejas y rabos( "Pulse AQUÍ para ir a la crónica de CARTAGENA I"). Aunque no debemos olvidar que en los circos romanos ya se practicaba el noble arte de la tauromaquia, que en griego viene a decir algo así como lucha de toros, y era habitual ver a nobles romanos dándoles muerte en la arena, o bien como sacrificio a los dioses. También fueron los romanos los precursores de lo que hoy conocemos como suelta de vaquillas, cuando tras llenar el ruedo de cristianos soltaban unos cuantos enfurecidos uros, para jolgorio y disfrute de los graderios, hay que ver como las gastaban estos romanos, que chispa. Lo malo es que alguno empezó soltando vaquillas y acabó pegándole fuego a la ciudad. Claro, se les consiente desde pequeñitos y luego de mayores ya no hay quien haga carrera de ellos, un cachete a tiempo por muy imperial que sea el trasero a veces no viene mal. Recuerdo una escena de una película de romanos, creo recordar que era Quo Vadis ("¿Ande vas?" en versión subtitulada), en la que un fornido cristiano se enfrenta solo con sus manos, cual luso forçado, a un "fiero" toro. Escena que no dudamos causaría gran impacto en Hollywood pero que no transmitió en los tendidos de las salas cinematográficas españolas, donde hasta los niños de pecho ya sabían que aquello era una vaquilla, que además estaba afeitada, y lo que es peor, era de encaste Domecq.
Pero hoy quiero hablarles de los que sin duda eran las estrellas de los espectáculos del circo romano, de los gladiadores, que a veces debían de enfrentarse a fieros morlacos, antecedente indiscutible del actual matador. Pues bien amigos lectores, las similitudes entre gladiador y torero van mucho más allá llegando incluso a señas de identidad características que inexplicablemente han perdurado durante milenios manteniendo su simbología. Dentro de los gladiadores, encontrábamos diferentes tipos, dependiendo de las armas y atuendos que utilizaran. La figura del gladiador ha sido un referente iconográfico prácticamente desde su aparición, es extensa toda la literatura y bibliografía que podemos encontrar, asi como un buen número de películas. ¿Quien no conoce a Espartaco?, al de Roma no al diestro de Espartinas, seguramente todos ustedes hayan oído hablar de él, al igual que habrán visto la película protagonizada por Kirk Douglas, o la reciente "Gladiator" protagonizada por Russell Crowe, que tanto gusta a Pep Guardiola, la película por supuesto. Tanto, que utilizaba su banda sonora para motivar a sus bravos jugadores antes de los partidos. Aunque por rumores llegados a nuestra redacción parece ser que esto terminó cuando Joan Laporta se enteró de que el protagonista, "El Hispano", era de Mérida, y montó en cólera. ¿Como era posible que se utilizara como símbolo a un extremeño, a un charnego?, hasta ahí podríamos llegar en Camp Barça, ya era suficiente con que sus estrellas fueran de Rosario, de Fuentealbilla o de Canarias, para ahora encima tener que idolatrar a un bizarro emeritense. Sea cierto o no esta historia, lo que si es cierto es que esta temporada Guardiola ha tenido que cambiar el CD y ahora les pone una tierna melodía descafeinada del grupo británico Coldplay, en concreto "viva la vida", con la que parece que la ternura y buen rollito han entrado en el vestuario( "Pulse AQUÍ para ver el buen rollito en el vestuario azulgrana"), pero sin alcanzar los resultados deportivos que alcanzaron con la música del bravo gladiador de la bella ciudad de Mérida, donde casualmente siglos después nacería otro culé de pro, el ínclito Rodríguez Ibarra, para mayor tormento de Don Joan que seguramente hubiera preferido que este político hubiera elegido otros colores, o mejor otro color.
Por Florentino areneros
En diferentes crónicas hemos visto como lo taurino y su mundo se hunden en lo más profundo de la historia, no solo española si no europea. Y también como algunos de esos ritos y costumbres han perdurado hasta nuestros días. Cuando nos acercábamos hace unos meses hasta Cartagena a visitar su histórica y más que centenaria plaza, descubríamos que se encontraba ubicada nada más y nada menos que sobre el antiguo anfiteatro romano de Cartago Nova, menuda herencia y menuda continuidad, quien les iba a decir a aquellos canteros romanos que construyeron el anfiteatro, que dos mil años mas tarde allí mismo donde se cortaban brazos, piernas y cabezas, se cortarían orejas y rabos( "Pulse AQUÍ para ir a la crónica de CARTAGENA I"). Aunque no debemos olvidar que en los circos romanos ya se practicaba el noble arte de la tauromaquia, que en griego viene a decir algo así como lucha de toros, y era habitual ver a nobles romanos dándoles muerte en la arena, o bien como sacrificio a los dioses. También fueron los romanos los precursores de lo que hoy conocemos como suelta de vaquillas, cuando tras llenar el ruedo de cristianos soltaban unos cuantos enfurecidos uros, para jolgorio y disfrute de los graderios, hay que ver como las gastaban estos romanos, que chispa. Lo malo es que alguno empezó soltando vaquillas y acabó pegándole fuego a la ciudad. Claro, se les consiente desde pequeñitos y luego de mayores ya no hay quien haga carrera de ellos, un cachete a tiempo por muy imperial que sea el trasero a veces no viene mal. Recuerdo una escena de una película de romanos, creo recordar que era Quo Vadis ("¿Ande vas?" en versión subtitulada), en la que un fornido cristiano se enfrenta solo con sus manos, cual luso forçado, a un "fiero" toro. Escena que no dudamos causaría gran impacto en Hollywood pero que no transmitió en los tendidos de las salas cinematográficas españolas, donde hasta los niños de pecho ya sabían que aquello era una vaquilla, que además estaba afeitada, y lo que es peor, era de encaste Domecq.
Pero hoy quiero hablarles de los que sin duda eran las estrellas de los espectáculos del circo romano, de los gladiadores, que a veces debían de enfrentarse a fieros morlacos, antecedente indiscutible del actual matador. Pues bien amigos lectores, las similitudes entre gladiador y torero van mucho más allá llegando incluso a señas de identidad características que inexplicablemente han perdurado durante milenios manteniendo su simbología. Dentro de los gladiadores, encontrábamos diferentes tipos, dependiendo de las armas y atuendos que utilizaran. La figura del gladiador ha sido un referente iconográfico prácticamente desde su aparición, es extensa toda la literatura y bibliografía que podemos encontrar, asi como un buen número de películas. ¿Quien no conoce a Espartaco?, al de Roma no al diestro de Espartinas, seguramente todos ustedes hayan oído hablar de él, al igual que habrán visto la película protagonizada por Kirk Douglas, o la reciente "Gladiator" protagonizada por Russell Crowe, que tanto gusta a Pep Guardiola, la película por supuesto. Tanto, que utilizaba su banda sonora para motivar a sus bravos jugadores antes de los partidos. Aunque por rumores llegados a nuestra redacción parece ser que esto terminó cuando Joan Laporta se enteró de que el protagonista, "El Hispano", era de Mérida, y montó en cólera. ¿Como era posible que se utilizara como símbolo a un extremeño, a un charnego?, hasta ahí podríamos llegar en Camp Barça, ya era suficiente con que sus estrellas fueran de Rosario, de Fuentealbilla o de Canarias, para ahora encima tener que idolatrar a un bizarro emeritense. Sea cierto o no esta historia, lo que si es cierto es que esta temporada Guardiola ha tenido que cambiar el CD y ahora les pone una tierna melodía descafeinada del grupo británico Coldplay, en concreto "viva la vida", con la que parece que la ternura y buen rollito han entrado en el vestuario( "Pulse AQUÍ para ver el buen rollito en el vestuario azulgrana"), pero sin alcanzar los resultados deportivos que alcanzaron con la música del bravo gladiador de la bella ciudad de Mérida, donde casualmente siglos después nacería otro culé de pro, el ínclito Rodríguez Ibarra, para mayor tormento de Don Joan que seguramente hubiera preferido que este político hubiera elegido otros colores, o mejor otro color.
Pero volvamos a hablar de cosas serias, de lo que nos incumbe, que no es otra cosa que la Fiesta. Como decíamos anteriormente algunos símbolos identitarios han perdurado, o se han transmitido desde los gladiadores hasta los matadores y no me estoy refiriendo al estoque. Por si ustedes no lo sabían los gladiadores portaban un signo de su condición de tal, y ese símbolo era el "cirrus". El cirrus era una especie de coleta o moño que los gladiadores tenían el honor de portar en su cabello y que indicaba inequívocamente a quien lo contemplaba el que se hallaba delante de un gladiador. Cuando un gladiador se retiraba de la arena del circo, muchos de ellos al convertirse en libertos o por graves lesiones y heridas que le impedían seguir ejerciendo, o simplemente por la edad, se cortaban desde ese momento el cirrus. Al igual que los gladiadores, y no podemos afirmar si por herencia de aquellos, los matadores de toros portan también una coleta, recogida en un pequeño moño, en la parte posterior de la cabeza. Coleta que en sus orígenes era del propio cabello del torero, pero que en la actualidad se trata de un postizo de quita y pon en la gran mayoría de los casos. Cuando un torero se retira, la tradición y las leyes no escritas de la tauromaquia, obligan al torero a desprenderse de este símbolo que lo identificaba como matador de toros. Al igual que otros muchos aspectos de la tauromaquia, la liturgia y el rito son de extremada importancia, y este acto simbólico se realiza en una solemne ceremonia generalmente oficiada por el subalterno de mayor rango y confianza de la cuadrilla del maestro o bien por su apoderado, que en la misma plaza de toros y delante de todos los aficionados que ejercen de testigos, corta la coleta del maestro en un trascendente y emotivo momento. Es tal la carga simbólica de este momento, que la expresión “cortarse la coleta” es de uso común en la lengua de Cervantes, utilizada coloquialmente en múltiples ocasiones para referirse al hecho de que una persona ha dejado de desarrollar alguna actividad, o incluso para indicar que alguien se ha hecho una vasectomía.
Hace unos días en la redacción de Sol y Moscas, mientras reordenaba el archivo fotográfico, encontré unas fotos que me recordaron este atávico rito taurino. Se trata de unas imágenes del verano de 1936, durante el asedio de El Alcázar, en ellas podemos apreciar como unos milicianos que parecen estar en un ambiente distendido se rasuran el cabello dejándose solamente un pequeño peñacho a forma de coleta, como si estuvieran preparándose para algo, tal vez para iniciar un asalto a la fortaleza.
Hace unos días en la redacción de Sol y Moscas, mientras reordenaba el archivo fotográfico, encontré unas fotos que me recordaron este atávico rito taurino. Se trata de unas imágenes del verano de 1936, durante el asedio de El Alcázar, en ellas podemos apreciar como unos milicianos que parecen estar en un ambiente distendido se rasuran el cabello dejándose solamente un pequeño peñacho a forma de coleta, como si estuvieran preparándose para algo, tal vez para iniciar un asalto a la fortaleza.
Unos milicianos se cortan el pelo, o la coleta, durante el asedio de El Alcázar de Toledo en 1936.
Estos intentos de asalto serían narrados por uno de los personajes más enigmáticos de la guerra civil, el corresponsal ruso del diario Pravda, Mijail Koltsov. Se ha escrito mucho sobre la figura de este periodista, pero son muchas las sombras que todavía quedan sobre su paso por España. En lo que parecen estar de acuerdo la mayoría de las versiones, es en el hecho de que Koltsov era mucho más que un periodista, llegando incluso a señalársele como enviado directo de Stalin, al que facilitaría información de primera mano, y del que recibiría también ordenes directas. Son muchas las pistas que involucran directamente a Mijail Koltsov en diferentes episodios oscuros, entre ellos las sacas de Paracuellos. Mijail Fridliand, ese era su verdadero nombre, también nos dejaría uno de los libros más interesantes que se han escrito sobre este periodo histórico, su “Diario de la guerra española”, donde repasa sus vivencias en España. En sus diarios aparece recurrentemente la figura del revolucionario mejicano Miguel Martínez, un hombre de acción que casi todo el mundo identifica con el propio Koltsov, y que casualmente realiza todas las acciones que si Koltsov las hubiera realizado, habrían superado su condición de simple periodista, es decir todo lo que atribuye a Martínez fue realizado por el propio Koltsov. Sin embargo el periodista acabaría siendo víctima de la purgas estalinistas, y aunque no se conocen los detalles de su muerte posiblemente fuera ejecutado en algún gulag siberiano. Pero volvamos al indispensable relato de este “corresponsal”, y a lo que nos cuenta que ocurrió el 21 de septiembre de 1936:
Mijail Koltsov (con gafas) junto a su compatriota el cineasta Roman Karmen (con cámara) durante el asedio al Alcázar de Toledo.
"...Los facciosos han abandonado estas ruinas y aún no se han percatado que entre ellas hay soldados republicanos. En un cuarto de hora , con estos breves saltos hemos subido unos ciento cincuenta pasos. De la academia militar disparan por encima de nosotros hacia abajo, hacia la casa del gobernador militar donde se combate...”, continua el relato narrando como medio centenar de personas consiguen llegar hasta las ruinas de una construcción todavía humeante de la que han sido desalojados anteriormente fuerzas franquistas, “...De abajo trepan otros. Uno de los nuestros se encaramó sobre la pared y llama a los de abajo, agitamdo una bandera. Imbécil nos está descubriendo.
No sé si los de abajo han visto la bandera. Los de arriba, sí. Disparan contra nuestro montón directamente, no hay tejado. Se oyen gemidos y lamentos ya hay dos muertos. Esto se convierte en el brete de un matadero”...”De pronto algo me golpea en los oídos y en los ojos. Caigo de bruces sobre gentes: no podía caer sobre otra cosa. Otro también caen sobre mí. Algo terrible, sin nombre algo repelente y húmedo me da en la cara. La sangre me tapa la cara, el mundo, el sol. Es sangre ajena en los cristales de las gafas. En el rincón izquierdo del matadero se remueve un montón de carne humana muerta o viva. El estallido fue breve, pero el clamor de la gente continua. Medio minuto después, cuando nos sentimos más holgados, los que quedan sienten vergüenza ante los muertos y heridos. Son cinco muertos y dos heridos: hay que sacarlos de aquí. Fue la mina de un mortero ligero que tienen los del Alcázar. ¡Que pronto lograron dar en el blanco!. Ahora caerá la segunda mina, seguramente estén cargando el mortero. Alguien tapono con su cuerpo la entrada, y todos saltan la pared. También por encima de la pared ¡como se les ocurre! Voltean a los heridos.”. Continúa el relato de cómo se abandona la posición dejando allí a los muertos, y como el propio Miguel Martínez pistola en mano tiene que detener la desbandada de los soldados que tratan de ponerse a salvo apuntandoles en el pecho.
Un cadaver con una especie de coleta o cresta, fotografiado por el fotógrafo alemán Erich Andrés junto a las ruinas del Alcázar tras la entrada de las tropas del Ejercito Africano al mando del general Franco en la capital manchega.
Jornadas más tarde, el Ejercito de África al mando de Franco tomaría la ciudad poniendo fin al asedio. Junto a los soldados llegaría el fotógrafo alemán Erich Andrés que tomaría las inquietantes fotografías que podemos contemplar a continuación, en las que distinguimos los cadáveres de unos jóvenes con el pelo rasurado, posiblemente algunos de los que alegremente se rasuraban en las fotos anteriores. En otra instantánea vemos el embudo de una mina en la que a modo de fosa común han sido arrojados un buen número de cadáveres, casi con total seguridad soldados republicanos, aunque según algunos testimonios también serían ejecutados algunos rehenes que permanecieron retenidos por los sublevados dentro del Alcázar durante el asedio. No sabemos si esos cuerpos serían desenterrados posteriormente o todavía permanecen en ese lugar.
Dos imágenes de uno de los conos provocados por la explosión de una mina. En la segunda podemos observar como el hueco ha sido aprovechado como improvisada fosa común para enterrar a un buen número de cadaveres.
Llegados a este punto queridos lectores, recordarán que terminé mi anterior crónica en la que recogía el apoteósico triunfo de El Zubi y Moncloveño en el monumental coso de Blanquerna, anunciándoles que tendría que darles una triste noticia. Me tiembla la estilográfica de la emoción al tener que comunicarles que ese pedazo de diestro, esa figura indiscutible de la tauromaquia guerracivilera, ese portento físico y humano, ese adalid de la gefremaquia, ese sublime artista que no es otro que el genial Moncloveño, se corta la coleta. La pasada noche, tras abandonar a hombros de los aficionados la plaza por la puerta grande, me confesó en privado la triste nueva. Después de meditarlo durante mucho tiempo el joven diestro ha decidido retirarse ahora que ha alcanzado la cumbre, y en plenitud de condiciones para poder dedicar más tiempo a la familia y sus negocios inmobiliarios y de merchandising financiero. Me pide que desde estas líneas transmita un sincero, emocionado y cálido abrazo a todos los aficionados que le han seguido y apoyado durante todo este tiempo. A mi me faltan las palabras, lo que desconozco es si encontraré valor para comunicárselo a Lagartija.
Que retumbe la copla: “En un desierto de arena...”
Florentino Areneros.
Estos intentos de asalto serían narrados por uno de los personajes más enigmáticos de la guerra civil, el corresponsal ruso del diario Pravda, Mijail Koltsov. Se ha escrito mucho sobre la figura de este periodista, pero son muchas las sombras que todavía quedan sobre su paso por España. En lo que parecen estar de acuerdo la mayoría de las versiones, es en el hecho de que Koltsov era mucho más que un periodista, llegando incluso a señalársele como enviado directo de Stalin, al que facilitaría información de primera mano, y del que recibiría también ordenes directas. Son muchas las pistas que involucran directamente a Mijail Koltsov en diferentes episodios oscuros, entre ellos las sacas de Paracuellos. Mijail Fridliand, ese era su verdadero nombre, también nos dejaría uno de los libros más interesantes que se han escrito sobre este periodo histórico, su “Diario de la guerra española”, donde repasa sus vivencias en España. En sus diarios aparece recurrentemente la figura del revolucionario mejicano Miguel Martínez, un hombre de acción que casi todo el mundo identifica con el propio Koltsov, y que casualmente realiza todas las acciones que si Koltsov las hubiera realizado, habrían superado su condición de simple periodista, es decir todo lo que atribuye a Martínez fue realizado por el propio Koltsov. Sin embargo el periodista acabaría siendo víctima de la purgas estalinistas, y aunque no se conocen los detalles de su muerte posiblemente fuera ejecutado en algún gulag siberiano. Pero volvamos al indispensable relato de este “corresponsal”, y a lo que nos cuenta que ocurrió el 21 de septiembre de 1936:
Mijail Koltsov (con gafas) junto a su compatriota el cineasta Roman Karmen (con cámara) durante el asedio al Alcázar de Toledo.
"...Los facciosos han abandonado estas ruinas y aún no se han percatado que entre ellas hay soldados republicanos. En un cuarto de hora , con estos breves saltos hemos subido unos ciento cincuenta pasos. De la academia militar disparan por encima de nosotros hacia abajo, hacia la casa del gobernador militar donde se combate...”, continua el relato narrando como medio centenar de personas consiguen llegar hasta las ruinas de una construcción todavía humeante de la que han sido desalojados anteriormente fuerzas franquistas, “...De abajo trepan otros. Uno de los nuestros se encaramó sobre la pared y llama a los de abajo, agitamdo una bandera. Imbécil nos está descubriendo.
No sé si los de abajo han visto la bandera. Los de arriba, sí. Disparan contra nuestro montón directamente, no hay tejado. Se oyen gemidos y lamentos ya hay dos muertos. Esto se convierte en el brete de un matadero”...”De pronto algo me golpea en los oídos y en los ojos. Caigo de bruces sobre gentes: no podía caer sobre otra cosa. Otro también caen sobre mí. Algo terrible, sin nombre algo repelente y húmedo me da en la cara. La sangre me tapa la cara, el mundo, el sol. Es sangre ajena en los cristales de las gafas. En el rincón izquierdo del matadero se remueve un montón de carne humana muerta o viva. El estallido fue breve, pero el clamor de la gente continua. Medio minuto después, cuando nos sentimos más holgados, los que quedan sienten vergüenza ante los muertos y heridos. Son cinco muertos y dos heridos: hay que sacarlos de aquí. Fue la mina de un mortero ligero que tienen los del Alcázar. ¡Que pronto lograron dar en el blanco!. Ahora caerá la segunda mina, seguramente estén cargando el mortero. Alguien tapono con su cuerpo la entrada, y todos saltan la pared. También por encima de la pared ¡como se les ocurre! Voltean a los heridos.”. Continúa el relato de cómo se abandona la posición dejando allí a los muertos, y como el propio Miguel Martínez pistola en mano tiene que detener la desbandada de los soldados que tratan de ponerse a salvo apuntandoles en el pecho.
Un cadaver con una especie de coleta o cresta, fotografiado por el fotógrafo alemán Erich Andrés junto a las ruinas del Alcázar tras la entrada de las tropas del Ejercito Africano al mando del general Franco en la capital manchega.
Jornadas más tarde, el Ejercito de África al mando de Franco tomaría la ciudad poniendo fin al asedio. Junto a los soldados llegaría el fotógrafo alemán Erich Andrés que tomaría las inquietantes fotografías que podemos contemplar a continuación, en las que distinguimos los cadáveres de unos jóvenes con el pelo rasurado, posiblemente algunos de los que alegremente se rasuraban en las fotos anteriores. En otra instantánea vemos el embudo de una mina en la que a modo de fosa común han sido arrojados un buen número de cadáveres, casi con total seguridad soldados republicanos, aunque según algunos testimonios también serían ejecutados algunos rehenes que permanecieron retenidos por los sublevados dentro del Alcázar durante el asedio. No sabemos si esos cuerpos serían desenterrados posteriormente o todavía permanecen en ese lugar.
Dos imágenes de uno de los conos provocados por la explosión de una mina. En la segunda podemos observar como el hueco ha sido aprovechado como improvisada fosa común para enterrar a un buen número de cadaveres.
Llegados a este punto queridos lectores, recordarán que terminé mi anterior crónica en la que recogía el apoteósico triunfo de El Zubi y Moncloveño en el monumental coso de Blanquerna, anunciándoles que tendría que darles una triste noticia. Me tiembla la estilográfica de la emoción al tener que comunicarles que ese pedazo de diestro, esa figura indiscutible de la tauromaquia guerracivilera, ese portento físico y humano, ese adalid de la gefremaquia, ese sublime artista que no es otro que el genial Moncloveño, se corta la coleta. La pasada noche, tras abandonar a hombros de los aficionados la plaza por la puerta grande, me confesó en privado la triste nueva. Después de meditarlo durante mucho tiempo el joven diestro ha decidido retirarse ahora que ha alcanzado la cumbre, y en plenitud de condiciones para poder dedicar más tiempo a la familia y sus negocios inmobiliarios y de merchandising financiero. Me pide que desde estas líneas transmita un sincero, emocionado y cálido abrazo a todos los aficionados que le han seguido y apoyado durante todo este tiempo. A mi me faltan las palabras, lo que desconozco es si encontraré valor para comunicárselo a Lagartija.
Que retumbe la copla: “En un desierto de arena...”
Florentino Areneros.
1º la foto que se ampliaba , no se amplía, es falso el tamaño sigue siendo el mismo.
ResponderEliminar2º el cronista rezuma envidia cochina a un equipazo que para si quisiese él.
3º a las malévolas insinuaciones sobre el gusto del gran Pep , tengo que decirle que los verdaderos demócratas, respetamos muy mucho todas las orientaciones sexuales.
4º que a mi gran Pep cuando pisa los campos de futbol no es a él precisamente a quién gritan,¡... maricón, maricón¡
5º que parece que no puede olvidar que su equipo no gana ná, y mi Barsa casi tó.
6º que los millones de seguidores de Moncloveño no nos creemos los infundios relacionados con su supuesta retirada y que estamos seguros de que nos seguirá deleitando con sus hazañas y sin llevárselo muerto, no como otros espadas de muchísima menos valia.
Los grandes toreros dicen que se retiran, que se cortan la coleta, que es el final de su carrera. Pero en poco tiempo, reaparecen para intentar seguir dando grandes tardes a la afición.
ResponderEliminarEspero que sea el caso, y la amenaza de Moncloveño de retirarse de los ruedos, sea sólo eso, una amenaza.
Por el bien de la Fiesta.
Estimados amigos en primer lugar quisiera agradecerles el que visiten este humilde blog. Le haré llegar al ex-diestro Moncloveño sus mensajes, aunque como apoderado suyo y conociéndole bien, dudo que modifique su firme decisión. Aunque bien es cierto que desde este modesto semanario intentaremos continuar ofreciendo semanalmente, a poder ser los miércoles, artículos e información taurina de interés para nuestros lectores.
ResponderEliminarEn cuanto a las puntualizaciones que manifiesta el Presidente de la Peña Taurina Casado,turbio personaje que responde al nombre de Sandoval,quisiera matizar sus afirmaciones:
1º En lo referente al tema del tamaño y su importancia, he de manifestar que tanto a otros lectores como a mi mismo si que se nos agranda al incidir sobre la misma. Desconozco si el problema reside en saber diferenciar entre lo que es grande y lo que es pequeña, o a que como buen culé ha optado por el navegador Mozilla (que merendilla) que es por la patilla, y puede tener alguna carencia de prestaciones sobre otros de pago.
2º Envidia ninguna, nosotros la tenemos más grande. La sala de trofeos por supuesto, que usted siempre esta pensando mal.
3ºy 4º Me parece que se vuelve a equivocar, no es su Pep quien aparece en melosona pose en la imagen si no Ibrahimovic y Piqué. Tengo que darle la razón en sus referencias a los verdaderos demócratas, año tras año podemos oír esos gritos de “Guti, Guti, Guti, ma....chote”, no como en otros campos del centro peninsular que incluso aplauden a Ronaldinho, que vergüenza.
5º Algunos años no ganamos ná, efectivamente, pero no por ello ponemos los aspersores ni agredimos entrenadores. Algo que distingue a los grandes, saber ganar y saber perder. Al igual que a las figuras del toreo.