jueves, 22 de marzo de 2012

DON BIBIANO


Don Bibiano Morcillo teniente del Ejército Popular de la República, fallecido recientemente, en una fotografía tomada el pasado 17 de julio de 2011 durante el acto de conmemoración del 75 aniversario de los sucesos del Cuartel de la Montaña.(Al final de esta crónica podrán encontrar información sobre el homenaje que en fechas próximas se celebrará en su memoria).

DON BIBIANO

El pasado sábado 17 de marzo fallecía a los 97 años de edad en el Hospital Clínico de Madrid Don Bibiano Morcillo, teniente del Ejército Popular de la República. Antes de continuar, desde estas líneas queremos hacer llegar el más sentido pésame de esta redacción a sus familiares y allegados.

Muchos de nuestros lectores es posible que no hayan oído hablar de Don Bibiano, a pesar de que hace unos meses le dedicamos una crónica de título “CUANDO TE HABLA LA HISTORIA”, una crónica con la que seguramente nunca hayamos estado tan acertados en la elección del título como en aquella ocasión. Los que tuvieron el privilegio de conocerle, coincidirán sin duda en que se trataba de una persona entrañable, sencilla, humilde y trabajadora, al igual que la gran mayoría de los españoles que un día se vieron inmersos en aquella vorágine de sinrazón y muerte que fue la Guerra de España. Pero Don Bibiano tenía algo que le hacía diferente, y era por un lado el hecho de haber sido uno de los testigos y protagonistas de aquel día que habría de cambiar el mundo, pero sobre todo lo que le hacía especial era su empeño en que su testimonio no se perdiera.

Don Bibiano Morcillo (derecha) junto a José Luis Rodríguez Viñals, que combatiría en el ejército del general Franco, durante el acto celebrado el 15 de julio de 2006.

Personalmente he de agradecer a Don Bibiano mi afición por la Historia de la Guerra Civil. Fue un caluroso domingo de julio de hace unos años. Movido por la curiosidad me acerqué a un grupo de personas que rodeaban a un anciano que en ese momento comenzaba a hablar. Y fue así como conocí la vivencia de Don Bibiano en aquel mismo lugar en el que en aquel momento nos hallábamos, de lo que le ocurrió en una también calurosa mañana de Julio de hacía ya muchos años. Su narración tenía algo que la hacía especial, casi mágico, su mirada perdida, sus manos señalando hacia lugares vecinos donde un día hubo algo, sus gestos, su entonación, su énfasis en algunas frases… Todo hacía sentir que aquel hombre vivía nuevamente aquellos acontecimientos como si volvieran a estar ocurriendo en aquel preciso momento, y a la vez sus palabras llevaban ese presente ya pretérito, a los que asombrados le escuchábamos. Tal era la pasión y entrega que ponía en su emotivo relato, que cualquier persona que haya tenido el inmenso privilegio de asistir a alguna de estas jornadas, a las que año tras año Don Bibiano no dejó nunca de asistir, estoy seguro de que coincidirá conmigo en esta apreciación.

Don Bibiano junto a su hijo Antonio Morcillo, Presidente de Gefrema, durante la conmemoración del 17 de julio de 2007.

Don Bibiano comenzaba siempre su relato como era él, con sencillez y humildad, y no dejaba de disculparse por si su cada vez más débil memoria le hacía omitir algún pasaje, así como por si con sus palabras podía incomodar a alguien, o incluso llegar a aburrirle. Tras ello iniciaba su relato, pausado, recreándose en el detalle, remarcando con el tono y la intensidad de su voz cada uno de los momentos que vivió en aquellos días de Julio. Comenzaba narrando como el oficial a su cargo le ordenaba presentarse uniformado en el cuartel, porque “esa tarde iban a tomar Madrid”. Tras ello, su periplo por diversos lugares de la ciudad tratando de advertir del peligro que se cernía sobre la población. Continuaba contando su regreso forzoso al cuartel, donde también comenzaron a llegar falangistas y civiles a los que vistieron con ropas militares. El ambiente que allí dentro se vivía, las arengas, los primeros disparos, el primer vuelo de aquel avión que arrojó octavillas en las que se les informaba a los soldados que habían sido licenciados. El segundo vuelo del avión que esta vez ya no arrojaba octavillas si no bombas, los primeros cañonazos, los primeros muertos, el asalto, aquella puerta que el propio Bibiano abrió, el combate, los asesinatos, los suicidios, los cadáveres… Un relato único, inigualable e impagable de un testigo y protagonista de aquella jornada que algunos denominaron como “el día del festín de las moscas”.

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Poder compartir al lado de Don Bibiano su testimonio era algo exclusivo, cuyo verdadero valor no podía tener precio, un raro privilegio al alcance de unos pocos elegidos. El año pasado le comenté a mi hijo, que en aquel momento tenía 12 años recién cumplidos, la posibilidad de asistir a aquel acontecimiento, haciéndole ver que se podía tratar de una oportunidad única, algo que lamentablemente el tiempo se ha encargado de confirmar. No sé si por verdadero interés o por complacerme, aquella mañana de domingo mi hijo madrugó para acompañarme hasta el Templo de Debod, el lugar donde se levantaba 75 años atrás el Cuartel de la Montaña, para poder escuchar el relato de Don Bibiano. Cuando regresábamos a casa me confesó entusiasmado el interés que aquella narración había despertado en él, y me hizo un buen número de preguntas relacionadas con aquellos acontecimientos. A pesar de que entre ellos dos había varias generaciones de por medio, nuevamente el apasionado relato de Don Bibiano había conseguido su objetivo: que su testimonio no se perdiera para siempre.

Don Bibiano escenificaba su relato como si lo estuviera viviendo nuevamente, como podemos apreciar en esta fotografía tomada durante su narración del 19 de julio de 2009.

Aquel día del caluroso verano de Julio de 1936, cuando Don Bibiano abandonó el Cuartel de la Montaña, se dirigió para ayudar a reducir los últimos focos de resistencia de los rebeldes en Campamento. Tras ello se incorporaría a las filas de los defensores de la República completamente convencido de lo que hacía, según sus propias palabras: «Si me hubiera tocado el otro bando habría intentado pasarme. Yo quería estar al lado del Gobierno que había votado libremente el pueblo español». Tras ascender rápidamente a oficial de artillería, comenzaría un largo periplo por la mayoría de los frentes más importantes de aquella guerra, participando en muchas de las principales batallas: El Escorial, Peguerinos, Guadarrama, Valdemorillo, Brunete, Teruel, Zaragoza…, batallas donde viviría dramáticos momentos, como aquel combate en la Casa de los Llanos donde: «tuvimos una batalla tan tremenda que toda la montaña parecía un volcán. Amargaba la respiración y se masticaba la saliva». Finalizada la guerra, con la derrota llegaría la cárcel y después el silencio. Pero Don Bibiano supo esperar, y con el tiempo nos dejó su apasionado relato a todo aquel que quisiera escucharlo, para que de esta forma su inigualable testimonio no se perdiera nunca.

Un grupo de amigos rodean a Don Bibiano Morcillo el pasado 17 de julio de 2011.

Pero la relación de Don Bibiano con la Guerra Civil no terminaría el doloroso día de la derrota, si no que de alguna forma quedaría ligada al resto de sus días, como a los de otros muchos españoles que les tocó vivir aquello. Tan ligada, que el caprichoso destino quiso que sus días acabaran en otro de los lugares emblemáticos de aquel episodio: el Hospital Clínico de Madrid. El compromiso de Don Bibiano con los valores que él había defendido, le acompañaría durante toda su vida, aunque ello no impedía que fuera un firme partidario de la reconciliación entre todos los españoles, su espíritu conciliador tuvo oportunidad de ponerlo de manifiesto en muchas ocasiones y entre sus amigos se contaban también veteranos del otro lado de las trincheras, con los que compartía una gran amistad más allá de ideologías. Hace pocos meses cuando se celebraron las elecciones generales, se encontraba ya ingresado en el Clínico en un estado muy delicado, aún así pidió permiso a los médicos para que le dejaran salir del hospital a votar, lo que le fue permitido tras mucho insistir. Don Bibiano era consciente del valor de un voto, y sabía como nadie cuanto dolor y cuanta sangre costó defenderlo en su momento, por ello, ejemplos como este deberían hacer reflexionar a los que opinan, entre ellos muchos jóvenes, que el votar y la democracia no sirven para mucho. Si algún día llegaran a conocer el ejemplo y el testimonio vital que nos ha legado Don Bibiano, seguramente pensarían de otra manera.

Pasarán muchos años, posiblemente tantos que ninguno de nosotros ya estaremos aquí, y entonces un día quizá algún joven, ya sin los perjuicios que ahora nos atenazan, se asomará a los libros de historia queriendo profundizar en lo que ocurrió la mañana de aquel día que habría de cambiar el mundo, y seguramente descubrirá el relato apasionado de aquel otro joven, de Don Bibiano, que aquella calurosa mañana de Julio se encontraba en el interior del madrileño Cuartel de la Montaña y fue testigo y protagonista de aquel histórico acontecimiento. Podrá así conocer el testimonio de aquel joven soldado que cuando llegó a anciano quiso que su experiencia fuera recordada por siempre.

Don Bibiano nos dejó la madrugada del que sería un soleado sábado primaveral, pero seguirá para siempre con nosotros, porque Don Bibiano ya es inmortal, porque Don Bibiano ya forma parte de La Historia.

Muchas gracias por todo amigo Bibiano. Hasta siempre.

Florentino Areneros.

Don Bibiano Morcillo abandona el parque del Templo de Debod en el pasado mes de julio de 2011,última ocasión en la que tuvimos el privilegio de poder escuchar su inigualable relato.

ACTO DE HOMENAJE A DON BIBIANO MORCILLO GARCÍA

La Junta Directiva de Gefrema quiere homenajear a Don Bibiano con un acto a desarrollar en el Salón de Actos del Colegio Lourdes donde reproduciremos filmaciones, fotos y compartiremos recuerdos de esta persona tan entrañable.

Día: Martes 27 de marzo de 2012
Hora: 19 h.
Lugar: Colegio Lourdes.
C/ San Roberto 8 duplicado.
Metro: Casa de Campo.


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