Tras el golpe militar de julio de 1936 que desencadenaría la Guerra Civil, numerosas iglesias y edificios religiosos serían atacados por grupos de incontrolados. Algunos sería incendiados y destruidos, como fue el caso de la Catedral de San Isidro en la calle Toledo que vemos en esta imagen tomada el día 19 o 20 de julio de 1936. Fotografía: portal Pares del Ministerio de Cultura. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
SAN ISIDRO: JULIO DE 1936 (I)
Por Inés Tremis y Florentino Areneros
El domingo 19 de julio de 1936 el caos se apoderaba de Madrid. La ciudad es un hervidero de gente y la confusión es absoluta. Las noticias y los rumores se entremezclan y transforman constantemente, generando en ocasiones combinaciones explosivas. Son muy pocos, por no decir ninguno, quienes saben lo que realmente está sucediendo, nadie controla la situación. Lo único claro es que ha habido un golpe militar que ha tenido éxito en algunas zonas de España, en Madrid varios cuarteles con sus dotaciones se han unido a los golpistas, desde el norte fuerzas al mando del general Mola se dirigen hacia la capital. El gobierno (sería más acertado decir los gobiernos ya que se han sucedido varios en pocas horas) desbordado por los acontecimientos se ve incapaz de controlar la situación con los pocos medios de que dispone y decide finalmente repartir armas entre la población. Muchos civiles se preparan para la lucha y comienzan a organizarse. Las fuerzas del orden y militares que permanecen leales al gobierno son destinados en su mayoría a neutralizar y enfrentarse a los sublevados, mientras que grupos de civiles armados toman el control de las calles. En medio de tanta confusión, muchos comienzan a aplicar su “justicia”. La tensión, el odio y la rabia, acumulados durante tanto tiempo se desbordan, noticias y rumores que llegan de todos los lados avivan todavía más estos sentimientos. La Iglesia, a la que muchos sitúan al lado de los golpistas, será uno de los principales objetivos de estos grupos de incontrolados. Muchos templos y edificios propiedad de la Iglesia serán destruidos en ese día, entre ellos la catedral de San Isidro en la calle Toledo que será devorada por las llamas. Reconstruido tras la guerra, en el templo todavía podemos contemplar algunas curiosidades relacionadas con aquellos días que recordaremos en esta crónica, como la presencia de un escudo de la familia real británica que preside una de las capillas, o la milagrosa aparición del cuerpo incorrupto del Santo que no fue afectado por las llamas.
La Iglesia española no gozaba de muchas simpatías en amplios sectores sociales. Acusada de apoyar y promover la sublevación militar de 1936, tanto la institución como sus miembros serían perseguidos tras producirse el golpe. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
Durante el Siglo XIX van a ser muchas las voces que señalen a la Iglesia española como uno de los estamentos responsables del inmovilismo y atraso secular que sufre España. Desde el regreso de Fernando VII hasta final del siglo, la Iglesia ejerce un gran protagonismo en los ámbitos político, económico y social. Durante este periodo muchos políticos, pensadores, artistas, etc... van a acusar al estamento eclesiástico de apoyar, cuando no dirigir desde la sombra, a las opciones políticas más conservadoras, oponiéndose a la vez a todo lo que pueda suponer cualquier cambio o evolución. Este posicionamiento al lado de una oligarquía en el poder, ajena a los cambios que se están produciendo en el resto de Europa, va a granjear a la Iglesia la animadversión de gran parte de la sociedad española, incluyendo a las clases más pobres y desfavorecidas, que ven como la Iglesia apuntala un sistema que les condena a la pobreza.
En esta situación tanto la Iglesia como los sacerdotes van a ser objetivo de las iras populares en diferentes momentos a lo largo del siglo. En una crónica de Sol y Moscas titulada “la matanza de frailes” ya narramos un trágico episodio ocurrido también en el mes de julio, concretamente el día 17 pero de 1834, y casualmente también en la catedral de San Isidro, donde varios frailes serían asesinados tras ser asaltado el templo por una enfurecida riada humana (haga clic sobre este texto para ir a la crónica).
Prácticamente un siglo antes, en julio de 1834, la iglesia de San Isidro también sería atacada violentamente por grupos de incontrolados que asesinarían a varios curas. Tras declararse una epidemia de cólera en la ciudad, los frailes serían acusados de haber envenenado las aguas, episodio que ya tratamos en una crónica de Sol Y Moscas (haga clic sobre este texto para ir a la crónica). (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
En el Siglo XX la situación permanece prácticamente igual, y la Iglesia continúa ejerciendo una enorme influencia a todos los niveles. Los nuevos movimientos sociales y los diferentes grupos que piden una regeneración del país, siguen señalando a la Iglesia como un estamento opuesto a los cambios que persiguen, la brecha entre ellos y el estamento religioso sigue creciendo. Así, a pocos días de proclamarse la II República en mayo de 1931, una serie de disturbios en Madrid desembocan en el incendio de varios edificios religiosos, episodio al que dedicamos una crónica de título “la quema de conventos” (haga clic sobre este texto para ir a la crónica). Desde ese momento la hostilidad hacia Iglesia por parte de diferentes colectivos será una constante hasta el golpe militar de julio de 1936 que provocaría la Guerra Civil. A partir de ese momento se va a desencadenar una violenta persecución religiosa. Muchos templos y edificios religiosos serían destruidos durante la contienda, incluyendo en la mayoría de los casos el rico patrimonio cultural y artístico que en ellos se atesoraba, pero sin ninguna duda la principal e injustificable pérdida fue la muerte violenta de miles de religiosos, un eslabón más en la cadena de brutalidades que se sucedieron en ambas retaguardias durante toda la guerra, que tendrían continuidad una vez finalizada la contienda con la no menos injustificable muerte de miles de personas del bando derrotado. Una trágica enseñanza, que después de tanto tiempo transcurrido debería invitar a una serena reflexión.
Haga clic en la imagen para ir a la página de Madrid en Guerra.
Pero volvamos al 19 de Julio de 1936. Como comentábamos en la introducción de esta crónica la situación era caótica en las calles de la ciudad de Madrid, grupos de incontrolados comenzaban a hacerse dueños de las calles. Seguramente una de los mejores libros escritos sobre la Guerra Civil sea “La Llama” de Arturo Barea, tercera parte de la trilogía publicada bajo el título “La forja de un rebelde”. En esta obra indispensable, Barea nos relata sus propias vivencias durante aquellos momentos, un testimonio en primera persona de indudable interés. Veamos algo de lo que nos relata Barea sobre lo sucedido aquel domingo de julio.
En la fotografía superior vemos la calle Toledo esquina a la de Tintoreros (continuación de la calle Segovia) en la tarde del 19 o el 20 de julio de 1936. Distinguimos la zapatería “Calzados Lobo”, fundada en 1897, todavía se mantiene en el mismo lugar. En la imagen inferior vemos la misma esquina en la actualidad. Fotografía: portal Pares del Ministerio de Cultura y Foto JAZ. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
«Las calles alrededor de Antón Martín estaban abarrotadas de gente y llenas de un humo denso y agrio. Olía por todas partes a madera quemada y a metal caliente. La iglesia de San Nicolás estaba ardiendo. Vi los ventanales de la cúpula saltar explosivos, y chorros de plomo incandescente deslizarse por el tejado. La media naranja era una bola gigantesca de fuego furioso, crujiendo y retorciéndose bajo las llamas. Por un instante, el incendio pareció extinguirse y la enorme cúpula se abrió con una grieta roja.
Las gentes se dispersaron gritando:
-¡Se hunde!
Se hundió la cúpula con un chasquido y un golpazo sordo, tragada por las paredes exteriores de la iglesia. De dentro brincó a lo alto una masa silbante de polvo, cenizas, humo y chispas. De pronto, entre esta nube de cataclismo, surgió la figura de un bombero en lo alto de una escala que se balanceaba en el aire, perdido el apoyo de la cúpula; el hombre, en lo alto, seguía dirigiendo el chorro de agua de su manga sobre los puestos del mercado de la calle de Santa Isabel y las paredes del cinema a espaldas de la iglesia. Era como si Arlequín se hubiera quedado de repente solo en la escena, ridículo y desnudo. Las gentes aplaudían, no sé si al derrumbamiento de la cúpula o a la figurilla grotesca allá en lo alto. El fuego seguía rugiendo sordamente dentro de las paredes de piedra.
Entré en la taberna de Serafín. Toda la familia estaba agrupada en la trastienda, la madre y una de las hermanas completamente histéricas, y la taberna estaba llena de gente. Serafín corría de los clientes a su madre y hermana y de éstas a aquellos, tratando de atender a todos, su cara redonda empapada de sudor, dando, atontado, tropezones a cada paso.
En la imagen vemos la iglesia de San Andrés destruida por un incendio provocado tras ser asaltado el templo por grupos de incontrolados. Fotografía: portal Pares del Ministerio de Cultura. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
-¡Arturo, Arturo! ¡Esto es terrible! ¿Qué va a pasar aquí? Han quemado San Nicolás y todas las otras iglesias de Madrid: San Cayetano, San Lorenzo, San Andrés, la escuela Pía...
-¡Bah! No te apures -interrumpió un parroquiano con pistola a la cintura y un pañuelo rojo y negro liado al cuello-. Sobran tantas cucarachas.
El nombre de la escuela Pía me había impresionado: mi vieja escuela estaba ardiendo. Me fui rápidamente, calle del Ave María abajo, y me encontré a Aurelia y los chicos en la calle, mezclados con los vecinos. Me recibieron a gritos:
-¿Dónde has estado?
-Trabajando todo el día. ¿Qué es lo que pasa aquí?
Veinte vecinos comenzaron a la vez a darme explicaciones: los fascistas habían disparado sobre las gentes desde las torres de las iglesias y las gentes las habían asaltado. Todo estaba ardiendo...
El barrio entero olía a quemado y caía una lluvia finísima de cenizas. Quería verlo yo mismo.
Fotografía de la calle Embajadores en la tarde del 19 de julio de 1936. Al fondo distinguimos la cúpula de la iglesia de San Cayetano y una columna de humo provocada por el incendio del templo. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
La iglesia de San Cayetano era una masa de llamas. Cientos de personas vecinas de las casas adyacentes habían sacado a la calle sus muebles y los habían amontonado lejos del incendio que amenazaba sus hogares. Guardaban sus propiedades y contemplaban silenciosas el incendio. Una de las torres gemelas comenzó a oscilar. La multitud gritó: si la torre caía sobre sus casas, sería el fin. El bloque de piedra y ladrillo se estrelló en mitad de la calle.
Enfrente de la iglesia de San Lorenzo, una multitud frenética aullaba y danzaba casi en las mismas llamas.
La escuela Pía estaba ardiendo por dentro. Parecía como si hubiera sido sacudida por un terremoto. La larga fachada de la calle del Sombrerete, con sus cien ventanas correspondientes a las clases y a las celdas de los padres, estaba lamida por las lenguas de fuego que surgían a través de las rejas. La fachada principal estaba derruida, una de las torres caída, el atrio de la iglesia demolido. Por una puertecilla lateral -la entrada de los chicos pobres- bomberos y milicianos entraban y salían sin cesar. El resplandor del fuego interno en el enorme edificio brillaba a través de cada orificio.»
Las Escuelas Pías de San Fernando del barrio de Lavapiés, serían atacadas e incendiadas el 19 de julio de 1936. Tanto la iglesia como el colegio serían destruidos completamente. Sobre sus ruinas se construiría la sede de la Universidad Nacional de Educación a Distancia. En los restos que se conservan todavía se pueden apreciar las huella de aquel incendio. El reloj se paró a la una menos diez. Foto JAZ. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
Las Escuelas Pías de San Fernando se ubicaban en el barrio de Lavapiés, entre las calles Sombrerete, Mesón de Paredes, Tribulete y Embajadores, en la actualidad se han recuperado las ruinas de aquel edificio destruido el 19 de julio de 1936 para construir sobre ellas la sede de la Universidad de Educación a Distancia. Arturo Barea había sido alumno de aquel centenario colegio, de ahí la importancia que le otorga en su relato. Retomamos el texto mientras habla con una mujer que le relata lo ocurrido:
«...Los escolapios, ¿sabe usted?, eran buena gente, y ya le digo que no me gustan las sotanas, pero fueron y se juntaron a una de esas asociaciones de las escuelas católicas, algo que lo llamaban así, que todo estaba manejado por los jesuitas. Usted se acordará cómo era cuando el padre prefecto venía a la plaza de Lavapiés y nos daba perras y hasta mi madre iba y le besaba la mano. Pero todo esto se acabó cuando vinieron los jesuitas. ¡Empezaron eso que llaman la adoración de Dios! Se ponían a hacer la instrucción en el patio con fusiles, que todos los veíamos desde los balcones. Y luego, aunque no lo crea, esta mañana empezaron con una ametralladora en la torre esa que han tirado, y se oía en todo el barrio.
-¿Y han herido a alguien? -pregunté.
-A cuatro o cinco aquí en Mesón de Paredes y en la calle de Embajadores. Uno se quedó muerto en la acera y a los otros se los llevaron en seguida.
Me fui a casa profundamente emocionado. Sentía un peso en la boca del estómago como si quisiera llorar sin poder. Surgían visiones de mi infancia y tenía la sensación de sentir y de oler cosas que había querido y cosas que había odiado. Me senté en el balcón de casa sin ver la gente que pasaba por la calle o que se enracimaba en grupos, hablando a gritos. Traté de aclarar el conflicto dentro de mí. Me era imposible aplaudir la violencia. Estaba convencido de que la Iglesia en España era un daño que había que corregir, pero a la vez me rebelaba contra esta destrucción estúpida. ¿Qué habría ocurrido a la biblioteca del colegio con sus viejos libros iluminados, con sus manuscritos únicos? ¿Qué habría ocurrido a las salas de física y de historia natural, tan espléndidas, tan escasas en España? ¡Y toda la riqueza destruida en material de enseñanza! ¿Era posible que estos curas y estos señoritos de la Falange hubieran sido realmente tan estúpidos como para creer que el colegio iba a ser una fortaleza contra un pueblo enfurecido?
Había visto demasiado de sus preparaciones para no creer que habían usado las iglesias y los conventos como almacenes de guerra. Pero a pesar de ello, odiaba la destrucción, tanto como odiaba a los que habían llevado al pueblo a ella. Por un momento pensé dónde estaría el padre Ayala y si le satisfacía el resultado de su silencioso trabajo.
¿Qué hubiera ocurrido si nuestro antiguo padre prefecto hubiera abierto de par en par las puertas de la iglesia y del colegio y se hubiera quedado él allí, bajo el dintel, frente a frente al populacho, erguido, con su cabeza alta, con sus cabellos de plata azotados al viento? ¡Oh!, no le hubieran atacado, estaba seguro.
Más tarde aprendí que esta ilusión mía no era vana: el cura párroco de la iglesia de la Paloma -la más popular de todo Madrid- había puesto las llaves de la iglesia en manos de las milicias, y su iglesia y las obras de arte que encerraba fueron salvadas y respetadas, aunque demolieron los santos de cartón piedra y se llevaron los candeleros de latón para hacer cartuchos. Y lo mismo pasó con San Sebastián, con San Ginés y con docenas de otras iglesias que se habían mantenido intactas, algunas de ellas en espera de las bombas que iban a caer.»
Fotografía de la “sala de lunchs San Isidro” en el número 32 de la calle Toledo, frente a la Catedral de San Isidro. Nuevamente el fotógrafo se centra en la miliciana del mono y la pistola. En la imagen inferior vemos el mismo edificio en la actualidad y apreciamos otro de los horribles y numerosos atentados urbanísticos cometidos en la ciudad con el permiso del Ayuntamiento. Fotografía: portal Pares del Ministerio de Cultura y Foto JAZ. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
En este relato Arturo Barea nos ofrece su visión particular de cómo se desarrollaron aquellos acontecimientos, donde destaca el testimonio de algunos testigos que le relatan como los edificios religiosos fueron utilizados por personas que apoyaban el golpe militar, haciéndose fuerte en ellos y llegando a abrir fuego desde sus torres.Una visión diametralmente opuesta de aquellos acontecimientos nos la ofrece Joaquí Arrarás Iribarren en su “Historia de la Cruzada Española”. En el tomo XVIII del volumen IV, Arrarás detalla (con su característico tono narrativo que no escatima adjetivos para describir a la “chusma”), como fueron los asaltos a las iglesias de Madrid y otras atrocidades cometidas en aquel día. Hay que tener en cuenta que Arrarás no fue testigo de los hechos y sus textos tienen un fuerte componente de propaganda del Régimen franquista por lo que hay que tomarlos con mucha cautela. Comienza Arrarás su relato sobre el asalto a la catedral de San Isidro haciendo un repaso de la historia de este emblemático templo madrileño y continua describiendo con gran lujo de detalles la riqueza patrimonial que se encontraba en este lugar, la mayoría de la cual se perdería tras el asalto, entre ellas sus reliquias: «Y tenía sobre todo la Catedral el valor inestimable de sus preciadas reliquias. La más venerada era la del Santo Patrono de Madrid, devoción principalísima en la historia religiosa de la capital de España a partir de 1622. Guardábase el cuerpo incorrupto del Santo envuelto en fino sudario y encerrado en una urna dentro de otra caja con tres llaves: una que poseía el Obispado, otra el Ayuntamiento y otra los descendientes de los Vargas. Nadie temió por las reliquias del Santo hasta que la República de 1931 descubrió su propio origen masónico y sus métodos iconoclastas. Bajo estos signos inquietantes se llegó a 1936».
Más adelante Arrarás nos sitúa ya en el 19 de julio: « ... Y así aparece la Catedral de San Isidro antes las turbas en la trágica fecha de 19 de julio de 1936.
Rayaba el mediodía de este domingo y recorrían las calles grupos de gentes armadas con las pistolas que los centros obreros repartían profusamente a sus afiliados. Una muchedumbre enfurecida por extrañas consignas baja en aluvión humano desde la Plaza Mayor al encuentro de otra riada tumultuaria que sube del mercado de la Cebada.
-¡A San Isidro!- gritan todos, empujados por la misma perversidad.
Fotografías de un rincón del interior del templo tras el incendio de 1936 y en la actualidad. Fotografía: portal Pares del Ministerio de Cultura y Foto JAZ. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
Se estacionan frente a la insigne iglesia. Son en gran mayoría vendedores de los que pregonan a grito pelado en la típica plaza, chamarileros, hampones y ropavejeros del Rastro, aprendices de golfos, mozalbetes ociosos y descuideros que acaban de cumplir quincena. Chusma abigarrada y patibularia, entre la que las mujerzuelas y mozas bravías gritan como furias endemoniadas:
-¡A derribar las puertas!
Las desencajan a golpes y penetran en el interior de la Catedral. Buscan las escaleras que conducen a las alturas del edificio para apostarse allí como tiradores en puesto y aguardar a que salgan los sacerdotes que están dentro y cazarlos como alimañas. Estos, acompañados del coadjutor de guardia de la parroquia del Buen Consejo, don Nicolás Sala, logran alcanzar una puertecilla que comunica con el Instituto y se salvan.
El claustro del antiguo Colegio Imperial de la calle Toledo (en la actualidad IES San Isidro). El colegio está pegado a la Catedral, y según el relato de Arrarás, algunos religiosos lograron huir del templo pasando al colegio. Foto JAZ. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
La plebe sanguinaria se irrita, porque se les ha escapado la presa. El interior del templo está convertido en un pandemónium en que los condenados gesticulan, blasfeman, corren alocados de acá para allá dando golpes y gritos y sin saber en definitiva qué hacer. Pronto surge la iniciativa de prender fuego al templo. Para ello amontonan más de quinientos reclinatorios, los rocían con gasolina y comienza a restallar la llamarada inicial. Algunos vecinos, alarmados, avisan a los bomberos, pero los bomberos se limitan a contemplar el incendio y a tomar medidas de precaución para que no se propague a las casas inmediatas.
Unos bomberos contemplan el interior de la Iglesia de San Andrés tras el incendio. Fotografía: portal Pares del Ministerio de Cultura. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
A pesar de esta pasividad oficial, el fuego no adquiere proporciones para causar daños irreparables. Más bien se extingue en las cenizas de los reclinatorios y las sillas que le servían de combustible. Para que la catástrofe se consume es preciso que vengan otros incendiarios más prácticos y especializados. A las once de las noche llega otra riada humana. Traen bidones de gasolina y con ella rocían el recinto. Una llamarada inmensa se levanta y la multitud aúlla con salvajes alaridos ante los resplandores. El incendio ya produce graves daños, pero aún no destruye el templo. Hay que hacer más, y a la madrugada siguiente y durante todo el día 20 de julio las hogueras se renuevan con tesón diabólico. Al fin la Catedral toda concluye por arder y convertirse en un gigantesco brasero, en el que se consumen imágenes, retablos, lienzos, objetos de arte.
Uno de los rincones del interior de la Catedral de San Isidro tras el incendio que destruyó el templo, donde todavía se mantenían ardiendo pequeños focos como apreciamos en la imagen. Fotografía: portal Pares del Ministerio de Cultura. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
Hasta las aplicaciones de oro que tienen las campanas se funden con la temperatura de aquel horno que es la iglesia. El vaho se hace tan sofocante, que aún los moradores del Instituto tienen que abandonar su edificio, porque en muchos metros a la redonda el aire es irrespirable. Quedan desechas custodias magníficas, entre ellas las regaladas por el duque de Bailén y don Luis de Béjar; como si fueran de fino alambre se funden o retuercen los hierros labrados, los metales, las lámparas. Por último, con impresionante estrépito, se derrumba la cúpula y toda la inmensa riqueza catedralicia queda sepultada en montones de escombros».
La imponente cúpula de la iglesia se derrumbaría a consecuencia del incendio que destruyó el edificio. En la imagen inferior podemos contemplas la cúpula en la actualidad una vez restaurada. Fotografía: portal Pares del Ministerio de Cultura y Foto JAZ. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
Hasta aquí el encendido relato de Joaquín Arrarás que nos detalla los últimos instantes de la destrucción de la Catedral de Madrid en julio de 1936. En una próxima entrega les hablaremos de la reconstrucción de la Catedral, concretamente de una peculiar capilla, así como de la suerte que corrió el cuerpo incorrupto de San Isidro, hallado “milagrosamente” intacto tras el incendio. También les hablaremos de otro curioso episodio que tuvo como protagonista a la ermita de San Isidro, también por aquellas fechas. Todo ello en nuestra próxima crónica.
CONTINUARÁ...
Excelente Crónica "al alimón" bien acompañada por el estupendo reportaje fotográfico. Felicidades para ambos.
ResponderEliminarAlabo la visión de futuro de SOL Y MOSCAS fichando a una primera figura como es Inés Tremis a pesar de su alto "caché" en estos momentos de crisis en que todos los medios recortan presupuestos y reducen plantilla.
A todo esto se une esa táctica comercial de "CONTINUARÁ..." que nos deja a todos los lectores con el alma en vilo esperando un nuevo capítulo.
¡LARGA VIDA A SOL Y MOSCAS!
R. CAPA
Muchas gracias por sus comentarios amigo Capa.
EliminarRealmente hemos tenido que tirar la casa por la ventana para fichar a una figura de la categoría y prestigio de Inés Tremis, esperemos que siga colaborando regularmente en esta publicación. Invitación que hago extensible a otros amigos.
Un saludo.
De nuevo Sol y Moscas, nos sorprende con un extraordinario trabajo, gracias a los dos.
ResponderEliminarModesto
Muchas gracias por su comentario Modesto. Esperamos seguir sorprendiendo a nuestros lectores en el futuro.
EliminarSaludos.
Hola:
ResponderEliminarUn magnífico reportaje, con fotografías y crónicas imprescindibles, que confirman la labor enciclopédica de "Sol y moscas". Realmente no es una mera tribuna de opinión o de comentarios, sino que este blog está escribiendo la verdadera historia de la Guerra Civil. Enhorabuena de verdad por todo vuestro esfuerzo y afán divulgador.
Un abrazo, Jesús
Muchas gracias por tus palabras Jesús, que tienen un valor doble viniendo de quien vienen.
EliminarNuestro deseo es dar otra visión de la Guerra Civil, apartada de tópicos e inclinaciones.
Un abrazo.
Buen trabajo, aún que se hicieron muchas barbaridades destruyendo monumentos de todo orden, hay que ver las responsabilidades en un primer momento de los sublevados, también la imposibilidad de un gobierno de hacer frente a lo que se le vino encima. La jerarquía de Iglesia ha hecho y sigue haciendo méritos para enfurecer a los que no piensan como ella quiere, se entiende la postura de las gentes máxime si alguno de esos templos podían ser jalones de la subversión, la incultura, y esto dice mucho, ayudó a que la gente cometiera barbaridades destruyendo autenticas obras de arte, en todo caso subrayar lo que ya apuntais, allí donde hubo concierto por parte de los responsables de las iglesias, o no hubo daño o fué mucho menor.
ResponderEliminarMuchas gracias Esparbe por su comentario y por visitar el blog.
EliminarRealmente la pérdida patrimonial fue tremenda, y responsabilidades pueden tener muchos orígenes. Cuando se desencadena una catástrofe de estas dimensiones, es difícil encontrar un único culpable, ¿se hubieran quemado las iglesias si no hubiera habido un golpe militar?, creo que seguramente no.
Un saludo.
Pues la historia dice otra coas. Para "festejar" la proclamación de la Segunda República, en 1931, ya se quemaron unos cuantos conventos.
Eliminarhttps://es.wikipedia.org/wiki/Quema_de_conventos_de_1931_en_Espa%C3%B1a
Muchas gracias por su comentario y por visitar el blog.
EliminarNadie quiere quitar responsabilidad a los que quemaron las iglesias, antes y después del golpe militar que desencadenaría la Guerra Civil, aquí en Sol y Moscas ya dedicamos un extenso artículo con gran despliegue fotográfico a la quema de conventos e iglesias de mayo de 1931. Aquí tiene el enlace:
http://florentinoareneros.blogspot.com.es/2011/05/la-quema-de-conventos.html
Lo que quería decir en mi comentario es que seguramente una de las consecuencias del golpe fue el aumento de la hostilidad hacia la Iglesia, así como a la violencia en la retaguardia en ambas zonas. Esa es mi opinión.
Saludos.
Repugnante.
EliminarMi mas sincera enhorabuena por este blog, acabo de descubrirlo y creo que estaré bastante tiempo navegando por este rincón.
ResponderEliminarTremendo trabajo.
Un saludo.
Muchas gracias Daniel por su amable comentario y por visitar el blog. Esperamos que disfrute de la visita.
ResponderEliminarSaludos.
Corrección: donde dice "calle Toledo esquina calle Segovia" debe decir "calle Toledo esquina con calle Tintoreros". La calle Segovia no llega a hacer esquina con la calle Toledo. Aparte de eso muy interesante el blog que visito y leo regularmente cuando puedo. Me crié en el barrio. El local que hoy es DIA fue uno de los primeros supermercados (autoservicio) de Madrid ya en los años 1960s. Alfonso-Madrid
ResponderEliminarMuchas gracias Alfonso por su comentario y la corrección, yo pensaba que Segovia llegaba hasta Toledo, pero debe de llegar hasta Puerta Cerrada por lo que me comenta, lo cambio inmediatamente. Desconocía que el DIA era heredero de un autoservicio de los años 60s, pero de lo que no tengo dudas es de que es un auténtico "crimen" la fachada que han dejado a la calle Toledo.
ResponderEliminarSaludos.
Florentino Areneros.
Hay que presionar al ayuntamiento para que rectifique esos desmanes. Contad conmigo si es necesario. Me pasaré por este blog tan interesanta
EliminarQuizá deba corregir lo que dije.
ResponderEliminarLa calle Tintoreros es ahora "continuación" de la calle Segovia porque por ahí va el tráfico rodado ahora pero no era así. La calle Tintoreros era mucho más estrecha hasta que allá por 1975 se derribó la manzana del lado sur y se construyó una casa nueva muy retranqueada respecto de la anterior con lo cual la calle Tintoreros, que en realidad era una sola manzana, como la calle Rompelanzas, más que duplicó su anchura. La calle Toledo en ese punto formaba una plaza, la plaza de Segovia Nueva. Hasta 1975 se trataba de dos plazas, Puerta Cerrada y Segovia Nueva, claramente diferenciadas y separadas por la muy estrecha calle de Tintoreros. Es decir, para llegar a la calle Segovia desde la calle Toledo había que pasar por la plaza de Segovia Nueva, calle Tintoreros y plaza de Puerta Cerrada.
Quizá al ensanchar la calle Tintoreros la plaza de Segovia Nueva ha perdido entidad y se considera ahora parte de la calle Tintoreros. El callejero la sigue identificando como ente separado pero la placa en la esquina de la casa pone calle Tintoreros.
La calle Latoneros también tenía tráfico rodado con lo cual el tráfico iba por ésta calle en una dirección y por la calle Tintoreros en la contraria. Además la calle Latoneros está más enfilada con la calle Segovia. Una vez abierta la calle Tintoreros al tráfico rodado en ámbas direcciones se cerró al tráfico rodado la calle Latoneros que quedó peatonal. En la foto moderna de la esquina se ve al fondo el edificio moderno, retranqueado, que forma la calle Tintoreros. En la foto antigua, con la miliciana, no se llega a ver esa zona lo cual es una pena porque se vería la casa antigua y la estrechez de la calle Tintoreros. Parece que la foto de la miliciana forma parte de una serie de fotos; quizá en otra foto de la serie se vea la calle Tintoreros.
Gracias de nuevo Alfonso por todos estos datos, aunque por edad debería acordarme la verdad es que recuerdo esa zona así de siempre, como bien dice el refrán nunca te acostarás sin saber una cosa más. Creo que de la foto de la miliciana había alguna más, voy a ver si las recupero y las comentamos si aparece esa manzana desaparecida.
EliminarNo sé cómo se las arreglan algunos para echarle la culpa de todo a las demás. Que hubiera un golpe de estado no justifica estos incendios de monumentos con la destrucción de obras de arte que conlleva. Lo que hubo fue una dejación de funciones por parte del gobierno de la República. En este blog se comenta como los bomberos acudían a los incendios sólo para mirar y evitar que se extendiera a otros edificios. Y además en 1931 ya se incendiaron conventos e iglesias y no había guerra. Es como si uno mata a otro y dice que la culpa de que lo haga la tienen los demás. Si se quería atacar a la jerarquía eclesiástica, con lo que estoy de acuerdo, no hacía falta destruir iglesias. Por cierto, en algunos pueblos de La Mancha, estas destrucciones no fueron incontroladas, puesto que se produjeron meses después de comenzada la guerra y los retablos se arrancaban tirando de ellos con cuerdas o cadenas atadas o camiones. Y en muchos pueblos se destruyeron las campanas por orden de los Gobiernos Civiles. De manera que también hubo premeditación, pero eso ahora no conviene contarlo, ¿verdad?
ResponderEliminarMuchas gracias por su comentario y por visitar el blog.
EliminarNada más lejos de nuestra intención que justificar la quema de iglesias o la utilización de la violencia contra ninguna persona por sus creencias o ideología. Aqui ya publicamos una crónica titulada "la quema de conventos" que trataba de los acontecimientos de mayo de 1931, no es nuestra intención ocultar ninguna historia.
Decir que desde el gobierno se alentaron estos hechos es erroneo y falso, es más a los pocos días se creo un organismo destinado a proteger todo el patrimonio artístico y incluido el religioso, es decir los templos y su contenido. Lo de los bomberos no lo cuenta el blog, lo cuenta Joaquín Arrarás, que no creo que sea muy imparcial, en el otro texto que ponemos de Arturo Barea si que vemos a los bomberos en acción.
Tras el golpe militar los resortes de la autoridad del gobierno quedan destrozados, las fuerzas de orden público que se mantienen fieles y lo que le queda de ejército lo tiene que utilizar en los frentes, y el orden público queda en manos de civiles muchos de ellos sin escrúpulos, lo que provoca una tremenda violencia en la retaguardia en los primeros meses de la guerra. Cuando los resortes del poder se recomponen a principios de 1937 la violencia baja notablemente, esto es constatable con los datos., incluidos los de Arrarás.
En el otro bando se produjo un fenómeno similar, aunque esta vez la violencia era promovida desde arriba, y las ejecuciones arbitrarias se produjeron también desde el minuto cero, con continuidad a lo largo de toda la guerra y también una vez acabada esta.
Aquí no apoyamos ni justificamos la violencia, ni de un lado ni de otro, solamente tratamos de dar a conocer los hechos, ya ve que citamos visiones desde todos los ángulos.
Saludos.
No es mi intención defender a ninguno de lo dos bandos de la guerra civil, porque a la vista de los hechos está claro que la bondad y la defensa del patrimonio artístico no estaban entre sus principales preocupaciones. Simplemente no estoy de acuerdo con esa visión sobre la defensa del patrimonio por el gobierno de la República que se cuenta en la historiografía actual de la guerra civil. Igual que durante el franquismo había una historia oficial sobre la guerra en la que en el bando republicano eran malísimos y en el bando franquista eran todos buenos, parece que ahora (y no o digo por usted porque reconoce lo que no hacían bien) la historia de la guerra civil se basa en decir que en la República era todo perfecto y lo digo por lo que se enseña en colegios o institutos sobre la guerra (yo he estudiado en democracia y lo sé) o en los medios de comunicación en los que se omite todo material gráfico, como el que usted ofrece en este blog, que pueda mostrar la barbarie que se producía en la zona republicana. Todo el descontrol o represión que hubo en los dos bandos, fue porque los poderes respectivos lo consintieron, porque por ejemplo, en el caso de Madrid, no es creíble que las autoridades no pudieran impedir los incendios que se producían en el mismo centro de la ciudad y estamos hablando de la capital del Estado, no de una capital de provincia cualquiera. Es verdad que luego el gobierno evacuó los cuadros del museo del Prado y recogió las imágenes y cuadros que se habían salvado de las iglesias y las guardó en la iglesia de San Francisco el Grande y otros lugares, pero eso llegó tarde. Además creo conveniente recordar que los incendios y asaltos de iglesias ya se estaban produciendo desde febrero de 1936, como en el caso de la iglesia de Niebla (Huelva), la iglesia de San Luis en Madrid, Yecla, Cehegín, Cullera, Catarroja, etc. Entonces no había empezado la guerra y el gobierno tenía todo el control sobre las fuerzas de seguridad, de manera que parece que el gobierno sí que estaba, al menos, haciendo la vista gorda y eso es una manera de alentar los hechos.
ResponderEliminarMuchas gracias por su comentario y por visitar el blog.
EliminarEfectivamente es un tema muy controvertido, en la guerra no todo es blanco o negro, casi todo se mueve en una amplia gama de grises. El Gobierno de la República si que estaba preocupado por el patrimonio, no creo que se pueda afirmar lo contrario, Azaña llegó a afirmar: “"El museo del Prado es lo más importante para España, más que la Monarquía y la República juntas”. Cuando se produce el golpe de estado de julio de 1936 el gobierno, si no me equivoco, solo estaba formado por republicanos de centro izquierda, gente muy culta y preparada por lo general, al igual que la mayoría de gobernadores civiles, estoy seguro que ninguno alentó ni actuó con pasividad premeditada para que se produjeran esos ataques, quiero pensar que en esos casos que menciona si no se actuó fue o bien por no disponer de medios sobre todo en el medio rural, o para evitar una carnicería (antes no había antidisturbios y cuando las cosas se ponían feas se recurría a los disparos), u otra causa de fuerza mayor, si había alguien a quien no interesaba esa escalada de violencia era al propio gobierno, ellos lo sabían y dudo mucho que lo fomentaran.
En cuanto a los incendios en el centro de Madrid piense usted que tras el golpe, en Madrid se impone el caos más absoluto, las pocas fuerzas que quedan se destinan a tratar de reducir los focos de sublevación de los alrededores (Campamento, Alcalá, Guadalajara, Toledo…) y a prepararse a parar a las columnas que avanzaban desde el norte por Guadarrama y Somosierra, si repasa los relatos de aquellos combates verá el importante papel de Guardia de Asalto y Guardia Civil en los mismos. La “seguridad” en Madrid queda en manos de miembros de partidos y sindicatos, posiblemente lo peor y más violento de cada casa, lo mejor se fue a los frentes a jugarse la vida, de aquella época son los peores momentos de la violencia en la retaguardia republicana. La República tuvo que empezar de cero, y reconstruir sus resortes de poder, entre ellos el orden público, como puede comprobar a partir de 1937 la violencia de retaguardia prácticamente desaparece, gracias a la recomposición del estado, algo que no ocurrió en el otro bando, desde el que se alentó la violencia desde el comienzo de la guerra (lea las directrices de Mola), durante el transcurso de la misma (lea las alocuciones de Queipo) y una vez terminada la contienda (repase los números de condenados).
Como le digo, no todo es blanco o negro, ni tampoco se puede estar en un constante “y tú más”. Personalmente tengo clara una cosa, lo mismo me equivoco pero lo pienso así: si no se hubiera producido el golpe militar que desencadenó la guerra civil, España se habría evitado mucha destrucción, mucha violencia y muchos muertos. Y también le digo que la Junta de Incautación del Patrimonio Artístico, una idea de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, en mi opinión nació no para proteger el patrimonio del ataque de los fascistas, como afirmaban, sino para defenderlo del ataque de incontrolados de su propio bando.
Un saludo
Desde luego que no pretendo criminalizar a todos los republicanos. Por supuesto que había republicanos preocupados por salvar el patrimonio y mantener el orden, pero es que ya desde la instauración de la República se imponían los que preferían dejar que los llamados "incontrolados" tomaran las calles. Porque cuando se produjeron los sucesos de mayo de 1931 con la quema de conventos, hubo tensiones en el gobierno de la República y se impuso la opinión de no hacer nada, según ellos para evitar un baño de sangre. El periódico El Socialista, por cierto, aplaudió los incendios de iglesias y dijo que las iglesias eran polvorines (vamos como lo de las armas de destrucción masiva en Irak, un bulo). Desde luego que la jerarquía eclesiástica no ayudó a mantener la paz social queriendo interferir en la política, como sigue haciendo hoy, pero eso no justifica que un gobierno consienta que se destruya el patrimonio, que es de todos, no sólo de la Iglesia. La República nació con buenas intenciones al respecto, porque en 1931 se declararon monumento nacional muchos edificios, entre ellos algunos que estaban en ruinas, para evitar el expolio que se había cometido durante la primera parte del siglo XX con la venta de edificios enteros que eran trasladados fuera de España, especialmente a los Estados Unidos, por el capricho de anticuarios o multimillonarios como Willian Randolph Hearst. Pero esa protección en la práctica es papel mojado, si ante el ataque de unos incendiarios prefieres mirar para otro lado. Algunos republicanos que acogieron el nuevo régimen con entusiasmo pasaron al desencanto al ver la evolución de los acontencimientos (Gregorio Marañón, Ortega y Gasset, Unamuno, Madariaga, etc.) Por supuesto que no todo es blanco ni negro y considero que la República es el mejor sistema de gobierno, pero precisamente la II República española no fue una república como la de otros países, no protegió los derechos de todos, practicó la censura de prensa (aunque ahora no suele recordarse) y llegó a cerrar periódicos cuando le convino, entre otras ilegalidades, así que al final los buenos propósito quedaron en papel mojado. Y desde luego no pongo en duda nada sobre lo que hicieron los franquistas, a los que tampoco preocupaba excesivamente el arte ni la cultura, puesto que consintieron que la iglesia de San Andrés, de la que aquí hemos hablado, se restaurara sólo chapuceramente y en parte, pues otra parte se transformó en otras dependencias y en el caso de la iglesia de San Sebastián derribaron todos sus restos, incluida la torre para construir una iglesia moderna, cuando se podía haber restaurado la antigua. Pero lo que tampoco comparto, sin ánimo de caer en el "y tú más", es que todos los desórdenes que ocurrieron en el lado republicano no fueran alentados desde arriba, como en el otro bando, puesto que no puede ser casualidad que en toda la zona republicana se atacaran casi todas las iglesias e incluso alguna catedral. Y si se repartieron armas, como se hizo en Madrid, a la población, no se puede decir que el gobierno no fuera responsable de lo que pasara después. Por supuesto ni todo es blanco o negro y a lo mejor me equivoco.
ResponderEliminarUn saludo
Yo tampoco pretendo defender todo lo hecho por la República, ni mucho menos, no es que durante ese periodo se cometieran algunos errores, durante aquel periodo se cometieron muchísimos errores, alguno muy graves. Bien sea desde el gobierno, desde las administraciones, los partidos y que decir desde los sindicatos. La República llegó en el peor momento tanto a escala nacional como internacional, con una crisis económica global y una situación explosiva a nivel mundial con un fuerte componente ideológico.
EliminarTengo un amigo de mucha edad que vivió aquellos episodios, y dice que la guerra y los desastres que ocurrieron se debieron a la falta de educación, un pueblo educado no habría permitido que se cometieran todas aquellas atrocidades, incluyendo la quema de iglesias y que decir de las muertes indiscriminadas. Para usted o para mi es impensable el quemar un libro, y que decir de una imagen o de un cuadro, y por supuesto de una iglesia, pero esta percepción debe de estar muy lejos de la que tenían los que quemaron aquellas iglesias, que además veían a la iglesia como una institución que llevaba siglos colaborando y apuntalando con un sistema que les condenaba a la pobreza y miseria, una gente que en su inmensa mayoría desconocían el valor de lo que estaban destrozando que también era su propio patrimonio e historia aunque lo desconocieran. Las "elites" políticas si que eran conscientes de ese valor y por ello dudo que alentaran y permitieran aquella destrucción, puede haber casos concretos en que no, y declaraciones o titulares como el que cita de El Socialista también equivocados, pero me cuesta muchísimo creer que personas como Julian Zugazagoitia, director de ese periódico durante mucho tiempo, aplaudieran aquella destrucción.
No todas las iglesias de Madrid (cito esta ciudad como ejemplo al ser la que más conozco) fueron atacadas, quizá podríamos hacer un mapa y veríamos que las atacadas (en julio el 36) eran vecinas de las zonas más deprimidas y los barrios más humildes por ejemplo Lavapies o Tetuan. En otras muchas iglesias no ocurrió nada. Por favor no entienda que lo defiendo ni lo justifico, solo quiero tratar de encontrar alguna explicación racional a lo ocurrido, como me ocurre con otros temas.
Le voy a contar un caso curioso, yo vivo en la zona de Argüelles, aquí la iglesia de referencia era la del Buen Suceso. Nadie la ataco en julio del 36, pero fue seriamente dañada durante los bombardeos aéreos y artilleros de las fuerzas franquistas, al igual que la vecina del Corazón de María. Tras la guerra fue reconstruida, yo hice la comunión allí, sin embargo en 1974, aprovechando el zapatazo inmobiliario que supuso la desaparición del Barrio de Pozas y su sustitución por El Corte Inglés, fue derruida alegando ruina (pese a ser Monumento Nacional) y en su lugar (toda una manzana) se construyó un engendro metálico de apartamentos y pisos de lujo, así como locales comerciales. Ya lo ve, lo que no destruyeron ni las ideologías ni la guerra, lo acabó destruyendo El Corte Inglés.
Un saludo.
Perdone, pero la iglesia y hospital del Buen Suceso no tiene nada que ver con el Corte Inglés. Está en la acera de enfrente los edificios modernos (con iglesia moderna).
EliminarNo sé si realmente tenían algún valor artístico: era neogótico, sin aparentemente nada extraordinario.
Lo peor del caso es que como Patronato Real, lo administraba Patrimonio Nacional, que fue la finca privada de Fuertes de Villavicencio. Ésto no fue el único de sus desmanes.
Muchas gracias por su comentario y por visitar el blog.
EliminarEn mi comentario indico que El Corte Inglés de Princesa sustituyó al Barrio de Pozas, situado entre las calles Princesa, Alberto Aguilera y Serrano Jover. Esa operación, o zapatazo inmobiliario, coincidió con la desaparición de la iglesia. No me cabe ninguna duda de que el incremento en el precio del suelo en la zona que supuso la construcción del Corte Inglés fue la causa de la repentina "ruina" del templo.
Saludos.
Al hilo de expolios y destrucciones la Universidad de Barcelona acaba de publicar el libro "El tesoro del Vita" en el que se recoge la investigación realizada sobre los objetos transportados por el barco Vita a México, incautados por la Caja General de Reparaciones durante la guerra civil. Entre los objetos incautados había objetos religiosos de oro y plata de las catedrales de Toledo y de Tortosa, las joyas de la capilla Real, una colección de monedas del Museo Arqueológico Nacional (griegas, romanas, visigodas, árabes, etc.) y bienes de las cajas de depósitos de bancos y monte de piedad de particulares. Indalecio Prieto fundó la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE) destinada supuestamente a la ayuda a los exiliados cuando ya existía otra organización con el mismo cometido, el Servicio de emigración de los republicanos españoles (SERE). Y a través de la JARE, Prieto desvió el dinero obtenido del tesoro del Vita y Lázaro Cárdenas recibió también una buena parte. Así que sí que hubo gente del gobierno republicano que expolió el patrimonio artístico. Las monedas del Museo Arqueológico fueron fundidas para obtener oro y con parte de los objetos religiosos pasó los mismo, mientras otros objetos fueron vendidos o malvendidos. Y con ésto no se trata de reescribir la historia, pero está claro que, como ya dije, ahora se nos cuenta sólo una parte de lo que pasó en la guerra. Lo del tesoro del Vita, todavía no está ni siquiera esclarecido y parece que hay gente que no está interesada en que se aclare. Lo que está muy claro a la vista de los hechos, es que ambos bandos expoliaron (en ambos bandos se requisaban bienes a la población), que exiliados y no exiliados pasaron hambre después de la guerra y que a muchos dirigentes de ambos bandos les vino bien la guerra pues se hicieron ricos. Por otro lado llevamos años oyendo de la generosidad de Lázaro Cárdenas con los exiliados españoles y ahora se descubre que la generosidad se la cobró bastante bien.
ResponderEliminarPor tanto mientras la Junta de Defensa del Tesoro Artístico había salvado muchas obras de arte, la Caja General de Reparaciones se dedicó a incautar otros bienes, supuestamente al servicio de la República, pero al final acabó en manos de los ministros de la República de turno. Y aunque ese tesoro hubiese estado al servicio de la República, hubiera sido igual de ilegal, puesto que eran bienes robados a particulares o (en el caso de los objetos religiosos o de las monedas del Museo Arqueológico) pertenecientes al patrimonio artístico español. De manera que una parte del gobierno de la República sí que expolió el patrimonio.
Pues la verdad es que ya no sé a donde queremos llegar, ya creo haber dicho en varias ocasiones que no seré yo quien defienda a la República de sus errores, y mucho menos a sus políticos a nivel individual, entre ellos a Prieto, un personaje nefasto, al igual que otros muchos políticos de aquella época. Sin embargo no puedo decir lo mismo de Negrín, quien me parece una persona muy preparada y de gran honradez, además de un auténtico patriota.
EliminarDe la odisea del Vita no puedo opinar con fundamento, conozco por encima el tema y creo que hasta ahora nadie lo había investigado a fondo, desconozco este nuevo libro y a sus autores. Se que hay otro libro que creo que escribió la propia persona que había inventariado lo que viajaba en aquel barco, un viejo militante socialista. Teóricamente eran bienes incautados a "colaboradores" del golpe, o a "desafectos", si hubiera habido intención de expoliar a la Iglesia o a los museos habrían hecho falta varios Vita. No me imagino a Negrín ordenando que se cogieran las monedas del Arqueológico, o las joyas de determinadas catedrales, me cuesta creerlo de verdad.
Prieto, o sus hombres, creo que se hicieron con el control del barco en México y en las cajas metió mano todo quisqui, incluidas las autoridades mejicanas, la patria de la mordida. Dudo también de que Cárdenas trincara algo para si, de verdad que me cuesta creerlo. Pero como le digo, no he profundizado en el tema y mi opinión tampoco vale mucho.
El otro día leí una referencia al libro, y se decía en el artículo que el barco había sido adquirido en los astilleros no se qué, y lo mismo es cierto, pero si no me equivoco el barco era el yate de recreo de Alfonso XIII y se llamaba Giralda, antes de ser rebautizado como Vita.
Durante la guerra el gobierno sacó de España muchos bienes y activos, con el fin de mantener la estructura de la República en el exilio y ayudar a los cientos de miles de exiliados, y está constatado que así fue. Que cobrarían más los ministros que los pobrecitos de a pié y que muchos no verían ni un duro, eso por supuesto, pero seguro que usted no conoce ningún mandatario republicano que se hiciera millonario en el exilio, yo por lo menos no conozco de ninguna gran fortuna. Los habría que vivirían con más o menos holgura, pero millonarios como le digo no me suenan.
Las pérdidas de patrimonio desgraciadamente son colaterales a las guerras, en la de Independencia trincaban enemigos y aliados. La Iglesia también se dedicó a vender su patrimonio, no tiene más que darse una vuelta por algunos museos estadounidenses o británicos. Y no son costumbres antiguas y bárbaras, en la actualidad tenemos dos claros ejemplos con el patrimonio de Irak y de Afganistán, y los que compran y encargan los robos no son gente inculta que no saben apreciar el valor artístico.
Tras la guerra también desapareció mucho patrimonio, por ejemplo la Cruz de Caravaca, que pasó toda la guerra en zona "roja" sin sufrir daños y desapareció estando la localidad "liberada". De incautaciones que vamos a contar, algunas grandes fortunas actuales tienen su origen en "reintegros" tras la guerra. Sin hablar de las empresas y particulares que utilizaron mano de obra de presos republicanos.
Ya lo dije en otra ocasión, en esta guerra no todo era negro o blanco, casi todo era una gran escala de grises. Ahora mismo voy a la presentación de un libro de Jorge Martínez Reverte, este es el autor de una de las frases más acertadas que recuerdo para referirse a la Guerra Civil. Más o menos decía así: "esta guerra enfrentó a unos malos, donde había algún bueno, contra unos buenos, donde había algún malo".
Saludos.
Queremos llega a la verdad simplemente, aunque parece que hay gente a la que le molesta o se pone nerviosa cuando salen datos que cambian las versiones oficiales que se dan como verdades absolutas.
ResponderEliminarQue no hayan salido de España más barcos como el Vita no implica que no se hayan realizado expolios a la iglesia, creo yo. Que se llevaron monedas del Museo Arqueológico está documentado y se sabe la cantidad aproximada que se sacó que fueron más de tres mil monedas según un boletín de la Real Academia de la Historia de Martín Almagro Gorbea. Ahora bien, si dudamos de ésto entonces dudaremos de todo. Dudar de que Cárdenas tuviera que ver con el expolio es muy aventurado, puesto que fueron Indalecio Prieto y Cárdenas los que negociaron la acogida del Vita con su cargamento.
El barco en cuestión no era el Giralda, aunque se ha creído eso durante mucho tiempo. Era un barco construido en Kiel y fue un vasco el que lo compró durante la guerra civil y lo puso a disposición de la República. Los bienes que se incautaron eran como usted dice teóricamente de los "desafectos" a la República, pero era el gobierno el que arbitrariamente decidía a quien le abrían las cajas del banco y de los montes de piedad (por tanto no todos serían millonarios) y a quien no.
No sé quien fue el que ordenó sacar las joyas de las catedrales o las monedas del museo arqueológico, pero el hecho es que la Caja de Reparaciones fue creada por el gobierno republicano y si se desviaron esos objetos a esa Caja y no a la Junta de Defensa del Tesoro Artístico, está claro que era para venderlos, lo que es ilegal a todos luces pues eran objetos del patrimonio artístico español, fuera civil o eclesiástico. Parece ser que ya existía la teoría de lo que "lo público no es de nadie".
No sé si los miembros del gobierno republicano en el exilio se hicieron millonarios o no (tampoco se ha investigado como tantas cosas) pero está claro que salvo algunos que ejercieron la docencia, al igual que científicos e intelectuales exiliados, la mayoría de los miembros del gobierno republicano no tuvieron ninguna ocupación salvo formar parte de un gobierno simbólico en el exilio.
Que la Iglesia ha vendido parte de su patrimonio sin contar nadie no lo he puesto en duda y de hecho sé del malestar en muchos pueblos por sustracciones de obras de arte que se han producido hasta hace no tantos años. Pero que lo haga un gobierno que supuestamente está más sensibilizado por la cultura y que lo haga premeditamente, me parece más grave. Por cierto, la Cruz de Caravaca no desapareció tras la guerra civil sino antes.
Yo no tengo ideas preconcebidas sobre la guerra y acepto todos los datos que aporten luz para saber la verdad. De la misma manera que expongo los de los expolios, también he oído hace poco a un investigador que ha descubierto, creo que en el archivo de Salamanca, que a Franco y el resto de mandos se les había ingresado una importante suma de dinero en sus cuentas antes o en el comienzo de la guerra civil y decía que los documentos estaban desordenados, parece que adrede para entorpecer su estudio. El franquismo no se va a redimir de ninguna manera porque su represión fue injustificada, pero no estoy de acuerdo con lo que dice Jorge Martínez Reverte sobre que hubo unos malos donde había algún bueno y unos buenos donde había algún malo. Entre los dirigentes de uno y otro bando hubo pocos buenos. De hecho, ya ví a Martínez Reverte en varias tertulias sobre la guerra civil en Televisión Española durante la época de Zapatero y no era muy objetivo, incluso tenía a veces un vocabulario bastante sectario. Probablemente él no le concederá ningún valor al testimonio de las memorias de Niceto Alcalá-Zamora descubiertas hace pocos años, después de que fueran robadas al comienzo de la guerra civil, al que por cierto también le abrieron sus cajas de seguridad y eso que había sido presidente de la República hasta pocos meses antes.
Saludos.
Pues la verdad es que ya no sé ya que decirle (aunque no firme sus escritos, supongo que sigo hablando con la misma persona). En la República y durante la guerra se cometieron innumerable s errores, algunos gravísimos, y no tengo ningún rubor en reconocerlo. Durante la guerra se quemaron y expoliaron iglesias, se asesinó a sacerdotes, se robó, se mató y se cometieron muchísimas atrocidades más, pero como le vengo diciendo desde que iniciamos este dialogo yo no creo que desde las altas autoridades se dieran las órdenes para que estos hechos se perpetraran. Los gobiernos republicanos habían tejido un entramado empresarial y financiero fuera de España para asegurarse su actividad y ayudar a los exiliados, si en la mente de esos dirigentes hubiera estado el realizar un expolio lo del Vita hubiera quedado en una mera anécdota. Tenemos por ejemplo el Tesoro de la Algameca en Cartagena, mucho más importante que el del Vita, con lingotes de oro y plata ya fundidos y muchos objetos de valor, incluyendo los tesoros de diversas iglesias y catedrales, nadie lo tocó, estaba todo inventariado y se custodió hasta el final para que nadie lo tocara, al igual que lo almacenado en la iglesia de San francisco de Madrid. No me imagino a Negrín, ni siquiera a Largo Caballero o Besteiro, o a la mismísima Pasionaria, ordenando que se requisaran las monedas de oro del Arqueológico para fundirlas en un lingote, es inconcebible, por lo menos para mi. Es como acusar a José María Aznar, o a cualquiera de los otros de la foto de las Azores de haber expoliado el oro del Arqueológico de Bagdad.
EliminarEstoy de acuerdo que se perdió muchísimo patrimonio en la guerra, como en todas las guerras, al igual que muchas vidas, la inmensa mayoría de inocentes. Pero no creo que se debiera a un plan elaborado y orquestado desde las “alturas”, esa es mi modesta opinión, subjetiva eso si, sobre todo teniendo en cuenta que no existe ningún dato objetivo (documento) que confirme que desde el gobierno se ordenaron estas actuaciones.
Saludos.
El tesoro custodiado en Algameca no estaba allí por casualidad. Estaba almacenado para embarcarlo en caso de retirada y que sirviera a los exiliados republicanos para vivir a cuerpo de rey. La precipitación del final de la Guerra, gracias al golpe del General Casado, impidió que el Frente Popular pudiera sacar de España ese tesoro.
EliminarNoto cierto tono de condescendencia de "ya no sé qué decirle". Nadie está en posesión de la verdad absoluta, pero parece que hay gente a la que no le interesan los datos que ayuden a llegar a la verdad porque tienen una visión preconcebida y se niegan a aceptar otra versión que la suya.
ResponderEliminarCuando hay miembros y ex miembros del PSOE que critican la actuación de la Segunda República es porque algo hay. El último caso ha sido Rodríguez Ibarra este sábado en La Sexta y Jesús Maraña saltó al instante diciéndole que quiénes dieron el golpe de estado fueron otros. Lo cual es muestra como digo, de que no se puede discutir nada ni siquiera dentro de la misma izquierda, se ha establecido un punto de vista de la historia único que ya ni a los propios socialistas les dejan discutir.
En cuanto a lo del Vita, creo yo que los que han escrito el libro en la Universidad de Barcelona, tendrán cierto rigor y no se lo van a inventar, porque en ese caso se descubrirá pronto el engaño. Y no sé quien se incautó de los bienes del Museo Arqueológico, pero supongo que no sería el primero que pasara por ahí, está claro que fue alguien del gobierno si esos bienes fueron a parar a la Caja de Reparaciones. Y ya que nombra a La Pasionaria, esa señora también dijo por una emisora de radio poco después de empezar la guerra, que era falso que se estuviera matando a curas y monjas y quemando iglesias y resulta que era verdad.
En cuanto a lo de los documentos, claro que no hay, ¿quien va a robar algo y dejar documentos que le incriminen? parece que hemos descubierto la pólvora.
Saludos.
Por cierto si usamos ese argumento de que no existen documentos que avalen unas actuaciones, entonces no se podría demostrar tampoco quien mando matar a los que yacen enterrados en las cunetas, porque no haya un documento en el que aparezcan los nombres de los muertos y la orden de ejecución. Me parece que eso es la ley del embudo.
ResponderEliminarSaludos.
Se quiso intentar hacer una revolución socialista, como la que se hizo en Rusia (antes de la bolchevique) y el anticlericalismo fue un elemento más. La segunda intentona, después de la de Asturias. Los historiadores culpan a Azaña por su indiferencia (y sus declaraciones de bocazas), y ciertamente lo utilizó de populismo barato, como una medida para llevar a España a la ilustración y el progreso.
ResponderEliminarNo hay excusa ninguna ni para la destrucción sistemática del tesoro artístico español ni para la persecución sistemática de religiosos y seglares. En seis meses asesinaron a unas 10000 personas, religiosos y seglares católicos.
Llevamos 2 siglos intentando "modernizarnos", ser "europeos", y me pregunto qué es lo que falla.
Lo digo por que ni es la primera vez que se le roba a la Iglesia sus propiedades (desamortizaciones de Madoz y Mendizabal), ni hay matanzas de curas, ni intentos de tener instituciones educativas europeas.
Los únicos que se han enriquecido, a parte de los que robaron el oro y la plata, han sido los latifundistas, que se hicieron más ricos. España sigue igual de atrasada, solo que como estamos en Europa, alguna migaja sí que cae. ¿Lo llevaremos en los genes?
Tanta ilustración era llevada a cabo por cuadrillas de pistoleros, no por "incontrolados". Desde Gustavo Le Bon, sabemos que los incontrolados no existen, sino que existen las organizaciones, los cabecillas y las estrategias planificadas.
Para mi, el epítome de esta barbarie es el incendio del monasterio de Sigena, por una columna de anarquistas que salió de Barcelona con ese propósito.
Después de violar y asesinar a las religiosas, incendiaron el monasterio, y con las llamas desapareció el único ejemplo de arte siculonormando en España (financiado por la Reina de Sicilia, sobrina de la reina fundadora). No encuentro ningún tipo de justificación. Y, por cierto, las religiosas no habían hecho nada malo. Sólo se encontraban en el lugar equivocado en el momento equivocado, en una campaña de exterminio.
Bien, parece que la Revolución fracasó una vez más y que no tuvimos que pasar por lo que pasó la Europa del Este, aunque allí los comunistas protegieron el arte.
Los que se congratulan de estos movimientos, deberían preguntarse primero si, en caso de triunfar, en que lugar estarían ellos y sus hijos, ¿en el de los vencedores o en el los represaliados?.
ResponderEliminarLo digo por que la Historia enseña que los primeros asesinados son las guardias vieas ,y para aquellos "progresistas de salón y sillón", que una revolución se sabe como empieza y no como acaba, como aprendieron tarde y muy a su pesar los que ayudaron a Lenin a dar su golpe de Estado.
No veo que el progreso venga así. Ni tampoco con regímenes en que se fuerza a la gente a hacer lo que no quiere hacer. No le veo ninguna virtud moral ni ninguna legitimación democrática. Tampoco del odio puede salir nada bueno.
En vez de imitar sistemas fallidos, como Francia o la extinta URSS, tendríamos que fijarnos en cómo prosperan otras sociedades, como Inglaterra, Holanda, Dinamarca…e intentar emularlos.
Su progreso social y cultural viene del progreso económico (de la industrialización). Y para que haya industrias es necesario que haya estabilidad social, no movimientos revolucionarios.
Y que recuerden también lo que suele suceder: que las revoluciones traen consigo contrarrevoluciones, y que los desmanes traen consigo represión. Es lo que llaman la “Ley del péndulo”. Y es inexorable.
Muy interesante el articulo, don Arenillas y muy interesante el debate posterior, emulo de las Tertulias del Pombo. Me quedo con su frase que hago mia, de que no voy a defender los errores de la rapublica. Un abrazo.
ResponderEliminarBué... pero suena medio facha eso de "la chusma", "las mujerzuelas", "mozas bravías"... vaya, ¿grupo de incontrolados? Sería, más bien, gente HARTA Y MÁS QUE HARTA de los abusos del poder sobre la España feudal de entonces, amparada por la iglesia católica, que por lo que he visto allí pisa fuerte y mal. Con el hambre que había -llegaban todos en grandes barcos al Río de la Plata- y el abuso de curas y religiosos sobre la gente, habrán salido como locos a quemarles los templos. No me extraña. Pero hubo gente valiente entre los republicanos, gente valiente que salió a defender la libertad.
ResponderEliminarLa crónica estará buena pero suena facha, la verdad.
Muchas gracias por su comentario y por visitar el blog.
EliminarNo ha sido nuestra intención hacer una crónica "facha", los términos "la chusma", "las mujerzuelas", "mozas bravías" están copiados de una publicación denominada Historia de la Cruzada, como se indica, que si que se puede etiquetar como facha sin ninguna, pero no son términos nuestros. La Historia de la Cruzada es un compendio escrito tras la guerra por Joaquín Arrarás y Manuel Aznar, dos franquistas declarados, el último además era el abuelo de José María Aznar, quien fue presidente de España.
Estupendo artículo. Hay una cuestión que aún está por resolver con respecto al actual Instituto de San Isidro. Se sabe que suspendieron sus clases durante la Guerra por los libros de actas de la época. Y se cree que hubo en su lugar una especie de escuela de alfabetización para los vecinos dependiente de las milicias. ¿Sabéis algo de esto? ¿Tenéis algún dato que lo confirme o niegue? Gracias por anticipado
ResponderEliminarMuchas gracias Rita por dejar tu comentario y por visitar el blog.
EliminarSiento no poder ayudarte, no tengo ni idea de ese tema, en la gran mayoría de colegios (por no decir todos) se suspendieron las clases, pero del tema de la escuela de alfabetización es la primera noticia que tengo. te recomiendo abrir un hilo en el Facebook de Gefrema donde participa mucha gente relacionada con el estudio de la Guerra Civil en Madrid: https://www.facebook.com/groups/gefrema/
Un saludo.
Soy un estudioso italiano interesado en la figura de Francisco de Borja y Aragón (mar Tirreno 1581 - Madrid, 1658), Príncipe de Esquilache, que fue un noble, militar, escritor y poeta español. En 1658, muere en Madrid, en su casa llamada del Rebeque. Su cuerpo fue depositado en el Colegio Imperial de san Isidro, en la bóveda de la capilla de los Borjas ó de san Ignacio.
ResponderEliminarPor favor, me pueden decir si la tumba del Príncipe de Esquilache todavía existe, o si ha sido destruida con el colapso de la cúpula en el gravísimo incendio de 1936. Existen fotografías de la tumba? Perdonar mis errores en español!
Muchas gracias!
Saludos cordiales,
Domenico Condito
Por bóveda se entiende cripta. Se le enterraría en la cripta de la capilla de los borja que aún hay. La iglesia del Colegio Imperial es la actual colegiata de San Isidro de Madrid. Por ahí podrías buscar más información.
Eliminar¿En pleno siglo XXI aún se da pie a la "desinformación" de que fueron turbas incontroladas las que saquearon y acabaron con todo este patrimonio cultural?
ResponderEliminarSupongo que las mismas gentes incontroladas que luego formaron el ejercito republicano. En fin... ver para creer. Eran gente de izquierdas y anticlericales ergo evidentemente no iban a respetar ni a los curas ni a las iglesias.
Es curioso pero a la chusma, según expresión de
ResponderEliminaralgunos, les da siempre por queamar iglesias, nunca escuelas ni hospitales.
Bueno Don Alfredo, hay "chusmas" y "chusmas", déjese que tal y como están los tiempos no veamos de aquí a unos días a chusmas y hordas quemando hospitales, públicos eso si, y escuelas, públicas también por supuesto.
EliminarAhí me ha daó bacalaó.
EliminarLa destrucción y asesinatos (por parte de la izquierda) no empezaron el 18 de julio no, sino mucho antes, ya desde el nacimiento de la República en 1931
ResponderEliminarComo oigo hablar mucho del golpista Franco y poco del golpista Largo Caballero (con una estatua en Madrid !) Secretario General del Psoe cuando dió su golpe de estado contra la República en 1934, ¡ tras haber perdido las elecciones, toma demócratas !
Para muchos con ese Golpe de 1934 la República quedó tocada de muerte.
Y siguen enseñándonos en la Sexta y en RTVE lo malísimo que era Franco y lo buenísimo que era el Psoe y el Frente Popular.
Qué paciencia.