EL SUSTO DEL ALCALDE Y LA BATALLA DE BRUNETE

Uno de los principales atractivos del toreo es su plasticidad, a cualquier aficionado o persona que sin serlo haya contemplado una corrida de toros que se le pregunte coincidirá en ello. Esa combinación de luz, color y movimiento ha atraído desde los orígenes de la Fiesta a innumerables artistas que han plasmado en sus lienzos lo contemplado en el ruedo.

La lista sería interminable, podríamos comenzar con Francisco de Goya y su Tauromaquia, una serie de soberbios grabados realizados por el genial pintor aragonés y llegar hasta artistas contemporáneos como el no menos genial Miquel Barceló, gran aficionado que ha tratado el tema taurino en muchas de sus obras, incluyendo un buen número de carteles taurinos, destacando por su valor simbólico el que realizó para la reaparición de José Tomás en Barcelona.

Destacar también a otro de los pintores españoles más universales, el malagueño Pablo Ruiz Picasso, un apasionado de la Fiesta como queda reflejado en su extensa producción artística, así como la presencia de ese símbolo totémico por excelencia de la cultura ibérica que es el toro, que podemos contemplar en muchos cuadros de este autor como por ejemplo el Guernica, pintado por Picasso para el pabellón de España en la Exposición Universal de Paris, celebrada en 1937 en plena guerra civil. Tras finalizar esta, Picasso tendría que exiliarse en Francia por sus ideas políticas y compromiso republicano, y las corridas que se celebran en el país vecino, como vimos en una entrada anterior dedicada a Sebastián Castella y a las Brigadas Internacionales, se convertirían en un vínculo con su añorada patria. Al igual que Goya, Picasso crearía una Tauromaquia compuesta por 26 aguatintas.
