Desde el mismo día de la liberación, el episodio del Alcázar de Toledo se convirtió en símbolo y mito del ideario del franquismo. El eco de aquella gesta llegaría hasta el celuloide y en 1940 el italiano Augusto Genina dirigiría en los estudios Cineccita de Roma la filmación de “Sin Novedad en el Alcázar”.
Tras el paréntesis de la temeraria (para la reputación de esta redacción) publicación de la crónica sobre asedios históricos, perpetrada por el incalificable Abilio Ovejero, retomamos nuevamente la senda del rigor y la ortodoxia histórica que caracterizan a esta publicación para narrarles los hechos que tuvieron lugar en la imperial ciudad de Toledo hace ahora 75 años. Un episodio mitificado durante mucho tiempo, pero que para algunos autores ofrece algunas zonas de sombra. En esta crónica repasaremos la versión más conocida de aquellos hechos y también las opiniones de diversos autores que ponen en duda algunos puntos de esa versión y añaden otros hechos que han sido silenciados en la mayoría de las narraciones de aquel episodio.
Como recordarán terminábamos la crónica de la serie TRES DIAS DE JULIO dedicada al 20 de ese mes, con una reunión en el Ministerio de la Guerra, entre el general Castelló, Ministro de la Guerra en ese momento, con el también general Riquelme, al que el Ministro informa de que la situación en Toledo es preocupante, se ha requerido en varias ocasiones el envío de municiones desde la Fabrica de Armas, a lo que el Gobernador Militar, Coronel Moscardó, se ha negado. Se teme desde el Gobierno que la plaza se halle en manos de los rebeldes y Castelló le pide a Riquelme que acuda al frente de una columna a restablecer la legalidad.
El general Moscardó fotografiado en las ruinas del Alcázar de Toledo una vez finalizada la guerra.
Las sospechas del Gobierno sobre la situación en Toledo se confirman, y así el martes 21 a las siete de la mañana se declara el estado de guerra en Toledo y en la provincia, en una declaración leída por el capitán Vela Hidalgo en la Plaza del Zocodover. Al mando de los sublevados se encuentra el coronel Moscardó, comandante militar de la plaza. Temiendo la más que probable reacción del Gobierno, Moscardó concentra a sus hombres en El Alcázar, una imponente fortaleza situada en lo más alto de la ciudad, y algunos edificios anejos. A las cinco de la tarde hace su aparición la columna al mando del general Riquelme que se dirige a reducir a los rebeldes. Parte de ella se dirige hacia la Fabrica de Armas, por lo que Moscardó ordena trasladar toda la munición allí almacenada al Alcazar, lo que se realiza en varios camiones.
El capitán Vela Hidalgo da lectura en el interior del Alcázar a un escrito por el que se informa de la declaración del estado de guerra.
EL ALCAZAR DE TOLEDO
Tras el paréntesis de la temeraria (para la reputación de esta redacción) publicación de la crónica sobre asedios históricos, perpetrada por el incalificable Abilio Ovejero, retomamos nuevamente la senda del rigor y la ortodoxia histórica que caracterizan a esta publicación para narrarles los hechos que tuvieron lugar en la imperial ciudad de Toledo hace ahora 75 años. Un episodio mitificado durante mucho tiempo, pero que para algunos autores ofrece algunas zonas de sombra. En esta crónica repasaremos la versión más conocida de aquellos hechos y también las opiniones de diversos autores que ponen en duda algunos puntos de esa versión y añaden otros hechos que han sido silenciados en la mayoría de las narraciones de aquel episodio.
Como recordarán terminábamos la crónica de la serie TRES DIAS DE JULIO dedicada al 20 de ese mes, con una reunión en el Ministerio de la Guerra, entre el general Castelló, Ministro de la Guerra en ese momento, con el también general Riquelme, al que el Ministro informa de que la situación en Toledo es preocupante, se ha requerido en varias ocasiones el envío de municiones desde la Fabrica de Armas, a lo que el Gobernador Militar, Coronel Moscardó, se ha negado. Se teme desde el Gobierno que la plaza se halle en manos de los rebeldes y Castelló le pide a Riquelme que acuda al frente de una columna a restablecer la legalidad.
El general Moscardó fotografiado en las ruinas del Alcázar de Toledo una vez finalizada la guerra.
Las sospechas del Gobierno sobre la situación en Toledo se confirman, y así el martes 21 a las siete de la mañana se declara el estado de guerra en Toledo y en la provincia, en una declaración leída por el capitán Vela Hidalgo en la Plaza del Zocodover. Al mando de los sublevados se encuentra el coronel Moscardó, comandante militar de la plaza. Temiendo la más que probable reacción del Gobierno, Moscardó concentra a sus hombres en El Alcázar, una imponente fortaleza situada en lo más alto de la ciudad, y algunos edificios anejos. A las cinco de la tarde hace su aparición la columna al mando del general Riquelme que se dirige a reducir a los rebeldes. Parte de ella se dirige hacia la Fabrica de Armas, por lo que Moscardó ordena trasladar toda la munición allí almacenada al Alcazar, lo que se realiza en varios camiones.
El capitán Vela Hidalgo da lectura en el interior del Alcázar a un escrito por el que se informa de la declaración del estado de guerra.