jueves, 13 de marzo de 2014

DESASTRE EN CARTAGENA

En los primeros días del mes de marzo de 1939, hace ahora 75 años, una serie de acontecimientos en Cartagena acabarían acelerando el desmoronamiento de la República y precipitando el desenlace de la guerra. Desde las filas franquistas trataron de aprovechar aquellos episodios para asestar el golpe definitivo, finalizando así la contienda con una acción espectacular, que elevaría el prestigio militar y la vanidad de algunos egos. Aquella precipitación, con la guerra ya ganada, llevaría a la muerte a cerca de 1500 hombres del ejercito del general Franco, en la que ha sido la mayor tragedia de la Historia en aguas españolas siendo pese a ello desconocida por muchos. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).
DESASTRE EN CARTAGENA
(75 ANIVERSARIO)

Hace ahora 75 años se vivió en Cartagena un episodio histórico de trascendental importancia para el desenlace final de la contienda. Pese a la magnitud de aquellos acontecimientos que acabarían en una colosal tragedia, todavía hoy son muchas las personas que desconocen lo que allí ocurrió en aquellos días de principios de marzo de 1939. Con esta crónica pretendemos tratar de rellenar este vacío, y para ello nos apoyaremos en dos libros imprescindibles para conocer aquellos hechos. El primero de ellos lleva por título “Desastre en Cartagena” escrito por Luis Romero, uno de nuestros autores preferidos por su particular estilo narrativo, que fue publicado por la editorial Ariel en 1971, viviendo todavía el Dictador. El otro libro es “El hundimiento del Castillo Olite” del historiador cartagenero Luis Miguel Pérez Adán, publicado por la editorial Aglaya en 2004, un minucioso trabajo que nos desvela todos los detalles de la que fue la mayor tragedia naval de toda la Guerra Civil.

Con esta crónica cerramos en círculo que iniciamos con el 75 aniversario del golpe militar que desencadenaría la Guerra Civil en julio de 1936, y de alguna manera también nuestro particular homenaje a Luis Romero, cuyo libro “Tres días de julio” tomamos como base en aquella ocasión para escribir tres crónicas en las que recordamos los acontecimientos que tuvieron lugar en Madrid en el verano de 1936. Al final de esta crónica encontrarán una relación de enlaces a las citadas crónicas.


Vista aérea de Cartagena en los años 30 antes de comenzar la contienda. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).

Tras la caída de Cataluña y la debacle posterior de los refugiados en Francia, el presidente del gobierno, Juan Negrín, acompañado por su gabinete regresa a España para dirigir la resistencia en la zona que todavía permanece en poder de las fuerzas republicanas. Tras un periplo por diferentes lugares, entre ellos Madrid, finalmente decide establecerse en una finca ubicada en Elda, Alicante, con el nombre en clave de Posición Yuste.

La situación es sumamente delicada, no solamente por la presión de las fuerzas franquistas, sino también por una creciente oposición interna que comienza a cuestionar las decisiones del presidente, al que algunos acusan de actuar al dictado de los comunistas. Son pocas las bazas que tiene Negrín para intentar realizar sus planes, y una de las más importantes, por no decir la que más, es la Flota que permanece amarrada en la Base de Cartagena. La importancia de estos barcos es fundamental para el Gobierno de la República, no solo por su potencial militar, prácticamente intacto desde el comienzo de la contienda siendo el único arma que puede enfrentarse a los franquistas con garantías de éxito, sino también como el medio que puede garantizar la evacuación de un mayor número de personas comprometidas, si el desenlace de la guerra termina siendo el que todos, incluidos los más optimistas, sospechan.

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En febrero Negrín había enviado a Cartagena una comisión compuesta por los ministros Crescenciano Bilbao, Segundo Blanco y Ramón González Peña. El Presidente pretendía conocer de primera mano cual era la situación que se vivía en la Base para poder obrar en consecuencia. El informe que los comisionados le remiten el 20 de febrero dibuja un panorama nada optimista, y le urgen a realizar importantes cambios. A principios de marzo, las informaciones que se reciben desde la base y los incesantes rumores, coinciden en que en Cartagena se está gestando una sublevación. La situación obliga a intervenir a Negrín, quien decide designar a una persona de su confianza para que tome el mando de la Base sustituyendo al general Bernal. Para el puesto designará a un hombre de su máxima confianza, un militar profesional de probada lealtad, con una trayectoria intachable de servicio a la República desde el inicio de la contienda, que posee un gran prestigio dentro del estamento militar. El elegido es el teniente coronel Francisco Galán, que milita en el Partido Comunista.

Francisco Galán, un militar de probada lealtad y competencia, fue el hombre elegido por el presidente Negrín para hacerse con el control de la base de Cartagena. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).

El día 4 Negrín se reúne con Galán en la Posición Yuste. Le comunica su nombramiento y le ordena desplazarse hasta Cartagena para hacerse cargo de la Base. La consigna es negociar a toda costa, evitando en lo posible el enfrentamiento, Negrín no quiere bajo ningún concepto que se inicie una lucha entre fuerzas republicanas. También le informa que la Brigada 206, que se encuentra acuartelada en Buñol, ha recibido ordenes de dirigirse hacia Cartagena, donde quedará bajo sus ordenes directas. Galán se deberá reunir con la misma a la entrada de Cartagena esa misma tarde. La brigada 206 es una de las tres que forman la 10ª División del XXII Cuerpo de Ejercito al mando del Tte. Coronel Juan Ibarrola Ortueta, compuesta por cuatro batallones (821, 822, 823 y 824), tienen gran experiencia en combate, está integrada principalmente por mandos y tropas de marcada ideología comunista. También se unirá a esta Brigada un grupo de blindados provenientes de Archena, Valencia.

En cuanto se conoce la noticia en Cartagena comienzan los movimientos, la designación de Galán es interpretada como un golpe de mano de Negrín y los comunistas para hacerse con el poder. La inquietud aumenta entre la mayoría de los mandos de la Base, que ultiman los preparativos para una posible sublevación. Entre estos militares encontramos al coronel Gerardo Armentia jefe del regimiento nº3 de Artillería de Costa y a su segundo, el teniente Coronel Arturo Espa, también al Jefe de Estado de Mayor Mixto, teniente de navío Vicente Ramírez, al Jefe del Arsenal Coronel Norberto Morell, y al Jefe de estado Mayor de la Base, Capitán de navío Fernando Oliva, entre otros. Al mando de la Base se encuentra el General Bernal, militar de carrera que ya ocupaba el empleo de general al iniciarse la guerra, el cual es informado de lo que esta sucediendo y es invitado a ponerse el frente de la sublevación. Bernal lo rechaza, cree que solo va a producir un enfrentamiento inútil que hay que evitar, prefiere mantenerse al margen y tampoco delata ni pone trabas a los conspiradores. Entre los implicados en la naciente sublevación podemos encontrar diferentes tendencias e intenciones, desde republicanos convencidos, hasta partidarios de Franco, que a su vez actúan conjuntamente con civiles pro-franquistas.

La posición de los mandos da Flota tampoco está clara, conocen los planes de sublevación pero se mantienen al margen. Al mando de la Flota se encuentra Miguel Buiza, capitán de navío al comenzar la guerra y ascendido a Almirante durante la misma, desde enero se encuentra al frente de la Flota en sustitución de González Ubieta. Como Comisario encontramos a Bruno Alonso, militante socialista. Ambos son partidarios de finalizar la guerra, el propio Buiza así se lo manifestó a Negrín en la reunión que el Presidente tuvo con los principales jefes del ejército republicano. En aquella reunión Buiza transmitió a Negrín el descontento de los oficiales y las tripulaciones de los barcos. Según recoge Luis Romero en su libro “el final de la guerra” Buiza manifestó en aquella reunión que: «Le habían expuesto de manera clara que, de no negociarse la paz de inmediato, los buques se harían a la mar y abandonarían las aguas jurisdiccionales. Algunos autores afirman que precisó que el plazo que daba para tomar esa decisión terminaría el día 4 de marzo. Suele comentarse que el presidente le interrumpió para advertirle que su obligación hubiese sido la de fusilar a quienes le manifestaron aquellos propósitos de deserción en masa, a lo que Buiza replicó que, si era cierto que así debía haber procedido, no lo hizo porque él también estaba de acuerdo». Evidentemente Negrín tenía motivos para estar muy preocupado con lo que estaba ocurriendo en Cartagena.

Muchos de los que cuestionaban la autoridad de Negrín le acusaban de estar influenciado y dirigido por los comunistas. En la imagen vemos al presidente flanqueado por Lister y Modesto durante la despedida de las Brigadas Internacionales, a la izquierda vemos a Vicente Rojo. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).

Galán, aconsejado por el comisario general Osorio y Tafall que no considera peligrosa la situación en la plaza, llega a Cartagena en la noche del día 4 sin esperar a la llegada de la 206. Se reúne con el general Bernal quien le entrega el mando, y posteriormente acude a entrevistarse con el Jefe de Estado de Mayor Mixto, teniente de navío Vicente Ramírez, al que logra atraer consiguiendo su colaboración.

En paralelo van avanzando los preparativos para la sublevación, se han elegido cuidadosamente los mandos y la tropa que van a estar de servicio o guardia en la noche del día 4, cuando comience la sublevación, seleccionando personal de probada confianza y relevando de servicio o encomendando otras tareas a los dudosos o de marcada orientación comunista. Se presta principal atención a las tropas y oficiales que se encontraran en las baterías de costa esa noche. En el puesto de mando de las baterías de costa, ubicado en el Cabo del Agua, el Tte. Coronel Espá reúne a los jefes de todas las baterías y les comunica las decisiones que se han tomado. Todos los mandos comparten la misma opinión y se unen a la trama. La sublevación ha comenzado, es la noche del 4 de marzo de 1939.

Una imagen del despacho de Arturo Espá en el puesto de mando de las baterías de costa del Cabo del Agua, desde donde dirigió la sublevación. Este despacho se puede contemplar en la actualidad en el Museo Militar de Cartagena. FOTO JAZ. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).

Se comienzan a organizar patrullas por las calles en las que intervienen civiles quintacolumnistas, algunos son conocidos falangistas. Las salidas y entradas a la ciudad son cortadas por estas patrullas. En la prisión de San Antón son liberados un gran número de presos afines a los ideales franquistas, que son llevados al Parque de Artillería, centro de mando de la sublevación. La consigna de las patrullas, que en un principio era “por España y por la paz”, empieza a cambiarse por la de “por Franco y por la paz”.

Ajeno a lo que está sucediendo en la baterías de costa, Galán se reúne en su despacho del edificio de Capitanía, que domina el puerto, con algunos de los principales mandos y autoridades de la plaza. Un oficial llega en ese momento e informa de que ha sido detenido por unos soldados de artillería al grito de “Viva España” y “Viva Franco”, Galán se pone en contacto inmediatamente con Buiza y Bruno Alonso, que le confirman que los dos regimientos de Artillería se hallan sublevados. Al poco tiempo entran en el despacho un grupo de soldados bajo el mando del jefe de Estado Mayor de Marina, Fernando Oliva, que ordena detener a todos los presentes, entre los cuales se encuentran algunos de los cabecillas iniciales de la sublevación. Se da la paradoja de que ese día se cumplía justamente un año del hundimiento del Baleares en la batalla del Cabo de Palos, torpedeado por una flotilla de destructores de la armada republicana, mandada por el propio Fernando Oliva. El almirante Buiza al tener noticia de las detenciones se pone al habla con los mandos sublevados, amenazando con bombardear Capitanía si no se liberaba a los arrestados, lo que sucederá dos horas después de su detención. El caos es absoluto, nadie controla la situación.

Una fotografía del edificio de Capitanía sobre la Muralla del Mar que domina el puerto de Cartagena. Aquí tendrían lugar algunos de los acontecimientos claves de esos días. FOTO JAZ. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).

Durante toda la madrugada se continua negociando entre las diferentes partes, en medio de una gran confusión, todos saben que un enfrentamiento entre ellos podría ser catastrófico para todos, Galán trata de seguir las indicaciones de Negrín y evitar pos encima de todo la lucha entre unidades republicanas. Esa misma noche llega al Parque de Artillería para unirse a la sublevación el general retirado Barrionuevo, las fuerzas rebeldes quedan a su mando. En Capitanía, Galán en un último intento conciliador, presenta su dimisión y propone ser sustituido por una persona que tenga la confianza de todas las partes, se propone a Antonio Ruiz, Negrín desde la posición Yuste confirma el cargo. Aunque ya es demasiado tarde, la sublevación en tierra tiene ya una marcada orientación franquista.

Por si la confusión no fuera ya de por sí poca, en la noche del día 4 la Brigada 206, al mando del mayor de milicias Artemio Precioso que cuenta solo con 22 años, ha llegado a Cartagena y ha recibido la orden de permanecer preparada para entrar en acción en los alrededores de la ciudad. Artemio Precioso ha sido detenido por una de las patrullas de los sublevados al regresar para reunirse con sus tropas, consigue escaparse y tras caminar durante toda la noche, se encuentra con sus tropas en el amanecer del día 5. Inmediatamente ordena el avance sobre la ciudad y los principales puntos estratégicos. En primer lugar toman Los Dolores, una pedanía de las afueras, donde se encuentra una batería de la DECA y la emisora de radio Flota-Republicana, desde donde se han estado lanzando proclamas y consignas a favor de Franco. Desde este punto comienzan su despliegue, en Los Dolores permanecerá el Batallón 823 como reserva, el 822 reforzado por los blindados se encargará de la conquista del casco urbano, el 821 tendrá como misión recuperar las baterías de poniente, y el 824 de las de levante.

Cartagena se encontraba protegida por un conjunto de modernas baterías de costa que hacía de su puerto un lugar prácticamente inexpugnable. En la imagen vemos unos de los dos espectaculares cañones Vickers de más de 12 metros de longitud de la batería de Castillitos, gemela de la de Cenizas al otro lado de la bahía. FOTO JAZ. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).

Coincidiendo con el avance de la 206 en la mañana del día 5, la aviación franquista bombardea el puerto sin ser atacada por las baterías antiaéreas de la DECA, es evidente que el alto mando franquista ya está al tanto de la situación. Por su parte el general Barrionuevo, que desconfía del papel que pueda desempeñar la flota, amenaza con bombardearla si no abandona el puerto. Buiza se niega a soltar amarras si antes no se libera a los prisioneros, incluido el propio Galán. Finalmente todos ellos son liberados y embarcan. A las 12:30 del día 6 el último de los barcos, el Miguel de Cervantes, buque insignia de la Flota, abandona el puerto, entre sus pasajeros se encuentra Francisco Galán, no ha conseguido evitar la sublevación y en el mar, carece de mando, es solamente un pasajero más a las ordenes de Buiza.

Tras la salida de los barcos los sublevados parece que controlan la situación. A lo largo de todo el día se produce un intercambio continuo entre los rebeldes y el cuartel general de Franco en Burgos. A las dos de la tarde Barrionuevo informa sobre el control de la plaza y la salida de puerto de la flota. A las 17:30 Burgos confirma el envío de refuerzos y pide que se taponen los accesos a Cartagena. Las informaciones que transmite Barrionuevo distan mucho de la realidad, ya que aunque dice controlar la plaza solicita refuerzos y pide que se bombardeen determinados puntos por donde avanzan los efectivos de la 206. Estas informaciones erróneas serán de trascendental importancia para el desenlace de los acontecimientos posteriores.

Durante la tarde las tropas leales toman el Gobierno Militar, importante punto por encontrarse en su interior la centralita que permite la comunicación entre el Parque de Artillería donde se encuentran Barrionuevo y Armentia y el puesto de mando de las baterías de costa en Cabo del Agua, donde se encuentra Espá, así mismo comunica este lugar con las baterías de poniente. El avance continua imparable, y los rebeldes se van replegando hacia diferentes puntos. A última hora de la tarde se presenta el Tte. Coronel Joaquín Rodríguez, que en Cataluña mandaba la 11 División del V cuerpo de ejercito de Lister, para hacerse cargo del mando.

Al amanecer del día 6 la situación es confusa, los sublevados, aislados, mantienen el control de las baterías de costa, el Arsenal, la Capitanía de la Base y Parque de Artillería. Se divisan barcos en alta mar, son parte de la flota franquista que comienza a llegar, entre ellos se encuentra el crucero Canarias. La 206 continua avanzando, y asesorados por el comandante del regimiento Carlos Mira Mula, oficial del regimiento de artillería rebajado de servicio, comienzan el asedio de las baterías. En primer lugar toman la batería de la Parajola, compuesta por tres piezas de 152 mm. Así mismo empieza el asedio del Arsenal, cuyo recinto se encuentra amurallado.

La batería de la Parajola en unos ejercicios de tiro. Al fondo apreciamos el islote de Escombreras, muy cerca del mismo sería alcanzado el Castillo Olite. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).

La flota nacional intenta una aproximación a puerto, La Parajola, nuevamente en poder de las tropas leales como ya hemos visto, abre fuego e inmediatamente recibiendo el fuego de contrabatería de la de Aguilones y la de Jorel que permanecen en poder de los rebeldes. Por su parte la 206 toma el Arsenal y los últimos que resistían huyen en el submarino C-2, que no zarpo con el resto de la flota. A las 20 horas radio Melilla transmite un mensaje “...maniobra en ejecución...”, pero los sublevados de Cartagena ya carecen de emisora para recibir la comunicación.

Pero si los acontecimientos de Cartagena no eran ya de por si suficientemente confusos, en Madrid y de manera simultanea se ha producido el golpe de estado contra el gobierno de Negrín. A última hora de la noche del día 6, la mayoría de los combatientes de la 206 conocen la noticia de la sublevación de Casado en Madrid, Joaquín Rodríguez recibe una desoladora noticia, el gobierno de Negrín ha salido de España, junto a Ibarruri, Stepanov, Cordón y otros. Recibe una llamada de Casado desde Madrid, y siguiendo ordenes que ha recibido del partido, por medio de Pedro Checa desde Murcia, le comunica que las unidades están a las ordenes del Consejo que preside Casado, al ser el único poder constituido en territorio republicano. Casado le informa de que el consejo ha nombrado a Joaquín Pérez Salas como nuevo jefe de la Base, y le ha ordenado que se desplace a Cartagena con el apoyo de la Brigada 78.

Pese a todo la 206 continua su avance imparable. Los rebeldes se van retirando hacia las baterías más alejadas e inaccesibles, no sin antes haber dejado dañados los sistemas de tiro de las piezas. Al amanecer del día 7 se han conquistado prácticamente todos los objetivos, tanto en el casco urbano como en las baterías. A primera hora se produce al asalto al Parque de Artillería, donde fallecerá el coronel Armentía al enfrentarse pistola en mano a las tropas leales. Por la tarde se tomará el último reducto donde se han hecho fuerte los rebeldes, el edificio de Capitanía, tras una acción de comando de las fuerzas de la 206, que han descolgado a sus hombres desde los cortados de la parte posterior del edifico sorprendiendo a los defensores. Cartagena vuelve a estar bajo la autoridad, si se puede llamar así, de la República.

Escalera donde caería abatido el coronel Armentia en los combates contra los soldados de la Brigada 206. En la pared pueden apreciar una losa de piedra donde figura una lista de miembros del Regimiento de Artillería de Costa de Cartagena “muertos por Dios y por la Patria 1936-1939” donde no figura el nombre de Armentia, junto a la misma vemos un pequeño cuadro donde se indica: “En este lugar fue abatido el Coronel Jefe del Regimiento de Artillería de Cartagena D. Gerardo Armentia Palacios a consecuencia de los disparos efectuados por miembros de la 206 Brigada en el asalto efectuado a este Parque al amanecer del día de Marzo de 1939”, en español y en inglés. Parece que para algunos no murió por Dios, pero tampoco por la Patria. FOTO JAZ. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).
Fotografía de la fachada posterior del edificio de Capitanía, por donde se descolgaría desde el Cerro de la Concepción un comando de la 206 que acabaría reduciendo el último foco de resistencia que los sublevados mantenían en este edificio. FOTO JAZ. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).

Pero, ¿qué ha ocurrido con la Flota durante todo este tiempo?. En la tarde del día 5 la intención de Buiza es la de permanecer cerca de Oran en espera de que se aclare la situación. En la madrugada del día 6 se conoce en la flota la noticia de la sublevación de Casado en Madrid. Se reciben diferentes y confusos telegramas, existen diferentes opiniones dentro de los mandos de la flota, la opinión más generalizada es la de internarse en algún puerto del norte de África bajo soberanía francesa, opinión que es incluso defendida por el comisario Bruno Alonso. Finalmente Buiza negocia con las autoridades francesas la entrada en puerto. Al amanecer del día 7 la Flota Republicana escoltada por cruceros franceses llega hasta la bahía de Sidi-Salem, entrada a Bizerta. Una vez atracan los barcos suben a bordo tropas senegalesas que desarman a la tropa y dejan fuera de servicio los cañones de las naves.

Tras la toma de los últimos bastiones rebeldes en la ciudad, el control ahora en manos de la Junta de Defensa de Casado y con la Flota en Bizerta, podríamos pensar que la sublevación en Cartagena había terminado, pero todavía quedaba mucha historia por contar. Como hemos comentado anteriormente la informaciones que el general Barrionuevo estaba transmitiendo a Burgos distaban bastante de la realidad, sin duda esta información errónea animó a tomar una serie de decisiones que a la larga tendrían trágicas consecuencias. Franco cree tener ante si la oportunidad de asestar un golpe definitivo a la contienda, de finalizar la guerra con una acción espectacular y brillante, lo que llevará a tomar una serie de decisiones precipitadas, asumiendo un riesgo innecesario, sin tener en consideración la necesaria prudencia que requiere una operación militar de esta envergadura, lo que acabará conduciendo a la muerte a centenares de sus hombres a pesar de que la guerra ya estaba finiquitada.

El día 5 Franco ordena que se embarquen tropas de la División 83 del Ejercito de Levante y la División 122, en Castellón y Málaga respectivamente, y partan “urgentisimamente” hacia Cartagena en los transportes disponibles, y a medida que se vayan consiguiendo más buques, se embarcaran más tropas que partirán inmediatamente. Al mando de la operación se colocan el vicealmirante Moreno y el General Martín Alonso. Tras varias vicisitudes, en la mañana del día 7, la flotilla de desembarco intenta una aproximación hacia la bahía de Portman, desde las baterías de costa se efectúan varios disparos que aunque ninguno hace blanco, ya que la mayoría de los sistemas de tiro han sido dañados o inutilizados por los sublevados antes de rendirse, si consiguen disuadir a los mandos franquistas de intentar un desembarco, la flota se retira y se aborta la operación de desembarco, ordenando regresar a puerto a todos los barcos.

Una placa recuerda en la batería de San Leandro, ubicada a la entrada del puerto, que fue desde aquí donde se disparó al Castillo Olite, obligándole a cambiar su rumbo, entando en la línea de tiro de la batería de la Parajola. FOTO JAZ. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).

Ajenos a los acontecimientos que se están produciendo, dos batallones de infantería, junto a otras unidades entre las que se encuentra un tribunal jurídico militar, se embarcan en el vapor Castillo Olite en el puerto de Castellón, en la madrugada del día 5. Al mando del buque se encuentra el teniente de navío Rodríguez Lazaga. El buque zarpa con bastante retraso, ha habido que esperar a descargar sus bodegas para poder embarcar las tropas. Realizará la travesía en solitario y con la radio averiada. Después de 30 horas de navegación, sobre la 9 de la mañana del día 7, el Olite se encuentra a la entrada del puerto, incomprensiblemente continúan su avance, en el convencimiento de que la plaza ha sido ya tomada, nadie ha conseguido contactar con el buque para indicar la verdadera situación. Sobrepasa la isla de Escombreras y sus tripulantes comprueban que en los edificios de la ciudad siguen ondeando banderas tricolor, tras unos primeros instantes de incertidumbre las dudas se disipan al recibir un primer disparo de pequeño calibre desde la batería de San Leandro, justo a la entrada del puerto. Rápidamente el buque invierte su rumbo tratando de escapar hacia alta mar, aunque esta maniobra lo único que conseguirá es colocar la nave dentro del campo de tiro de la batería de la Parajola.

Uno de los cañones de la batería de la Parajola. Desmontado de su ubicación ahora se puede contemplar en el Museo del Ejército de Cartagena. FOTO JAZ. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).

La batería de la Parajola, al mando del capitán Martínez Pallares, había sido recuperada el día 5 por las tropas de la 206 al mando del capitán Guirao, inmediatamente después fue atacada por otras baterías en poder de los sublevados y el día 7 solo se encontraba operativa una de las tres piezas. Cuando el Olite entra dentro del campo de tiro, Pallares no quiere dar la orden de abrir fuego, tras una airada discusión en la que Guirao llega a apuntar con su pistola a la cabeza de Pallares, este finalmente ordena abrir fuego (Pallares sería fusilado posteriormente por las autoridades franquistas como responsable). Es un disparo fácil por la escasa distancia, un primer proyectil queda largo, se corrige el tiro y un segundo disparo impacta de lleno en el buque. Se produce una gran explosión, seguida de otras, el proyectil ha alcanzado de lleno las municiones almacenadas en el barco. Hombres y materiales saltan por los aires. El buque, partido en dos, se hunde rápidamente, los soldados que viajaban en las bodegas no tienen tiempo de abandonar el barco, la mayoría perecerían ahogados en el interior del buque. Los que han conseguido salir, muchos de ellos heridos intentan ganar la costa, el espectáculo es terrible. El Olite se hunde en menos de 15 minutos, muchos se aferran a los dos mástiles que emergen de las aguas y otros a los restos que flotan en el agua. De las más de 2100 personas que se encontraban en el barco perecerían ese día cerca de 1500. La tragedia es de tal magnitud que los propios soldados republicanos colaboran en el rescate, pescadores y población civil de Escombreras se afanan en las tareas de salvamento, muchos de los que consiguen alcanzar la costa morirán posteriormente a causa de las heridas. Los supervivientes que quedan ilesos son internados en un campo de prisioneros en el cercano pueblo de Fuente Álamo.

El mástil del Castillo Olite quedaría emergido tras el naufragio, y así se pudo contemplar durante algunos años. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).

Este fue el trágico final de aquellos acontecimientos de Cartagena de los que ahora se cumple su 75 aniversario. Un episodio que influyó de manera decisiva en el final de la guerra, ¿qué hubiera ocurrido de permanecer la Flota y Cartagena leales a Negrín?, es muy difícil adivinarlo, pero si que es fácil pensar que si los barcos hubieran permanecido hasta el último momento a las ordenes de la autoridad republicana, independientemente de la que hubiera sido (Negrín o Casado), se habrían podido evacuar a muchas más personas comprometidas y salvar así muchas vidas evitando la posterior represión franquista.

Este episodio ha sido ignorado por ambos bandos y ha permanecido sino desconocido, si en un segundo plano, a nadie le interesaba rescatarlo. Para los republicanos significaba poner de manifiesto su desunión y su fracaso a la hora de gestionar el final de la guerra y Cartagena fue un claro ejemplo de todo ello, una guerra que terminaría de manera desastrosa para decenas de miles de personas que permanecieron fieles a la legalidad republicana y que terminarían siendo victimas de la cruel represión del nuevo régimen. Por su parte, desde la óptica franquista, era muy difícil justificar tanta muerte innecesaria, un episodio vergonzoso con el que nadie, empezando por arriba, quería que se le relacionase, de ahí el manto de silencio y olvido que se tejió sobre aquellos trágicos acontecimientos. Cuenta Luis Miguel Pérez Adán en su magnífico libro, que los restos del Castillo Olite fueron vendidos como chatarra, incluyendo el cargamento de cadáveres que todavía permanecían en sus bodegas, las labores de desguace se tuvieron que detener en varias ocasiones ante la aparición de cráneos flotando en las aguas. Macabro y vergonzoso final para este capitulo de la Guerra Civil.

Florentino Areneros.


TRES DIAS DE JULIO

A continuación pueden encontrar los enlaces a las tres crónicas sobre los acontecimientos ocurridos en Madrid en julio de 1936, que publicamos al cumplirse el 75 aniversario de aquellos sucesos. Aquellas crónicas estaban basadas en el libro de Luis Romero "Tres días de julio" al igual que esta crónica se ha basado en su libro "Desastre en Cartagena".