lunes, 7 de octubre de 2013

HERALDO DE MADRID


Portada del libro de Gil Toll. (Clic en la imagen para ampliar).

HERALDO DE MADRID
Tinta catalana para la II República española

El pasado 6 de junio pudimos ver lidiar juntos en Madrid a algunas de las primeras figuras del noble arte del periodismo y del estudio de la historia. En el monumental e histórico coso de la Fundación Diario Madrid algunos afortunados tuvimos el privilegio de contemplar juntos en singular cartel a Carmen del Riego, Presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid, al ilustre periodista y comunicador Miguel Ángel Aguilar, el consagrado historiador José Álvarez Junco, y al gran periodista Enric Juliana, delegado del diario La Vanguardia en Madrid. En la antigüedad una excepcional conjunción de astros celestes era interpretada como anuncio de grandes acontecimientos. Del mismo modo, la alineación de esta pléyade de astros del periodismo y de la historia, solo podía presagiar algo memorable, como fue la presentación del libro “HERALDO DE MADRID, tinta catalana para la II República Española” del periodista catalán Gil Toll, quien tomaba la alternativa en Madrid arropado por este inigualable cartel de lujo. Con estos mimbres el éxito estaba asegurado.(Para ver las intervenciones haga clic aquí)

Una imagen de los participantes en la presentación del libro que tuvo lugar en la sede de la Asociación de la prensa de Madrid. (Clic en la imagen para ampliar).

Se retrasó un poco el inicio del festejo debido a la ausencia de uno de los diestros, y tras comprobar los aguacilillos que no se encontraba en ninguna de las dependencias de la plaza, se inició el solemne paseillo. Abrió plaza el incombustible Miguel Ángel Aguilar “Malospelos”, con un elegante terno en azabache y corbatín bermellón, que a los primeros lances ya se había metido al respetable en el bolsillo con cuatro pases de recibo marca de la casa. Es “Malospelos” un diestro muy placeado que se desenvuelve en el albero con singular maestría. Perfecto conocedor de los terrenos y las suertes de este noble oficio, sabe como manejar los tiempos de la lidia, a lo que hay que sumar su prodigiosa muñeca dialéctica y su legendario temple, lo que hace muy difícil que este diestro sufra los habituales enganchones que padecen los que se enfrentan a un micrófono sin estar lo suficientemente placeados. En una faena breve pero intensa, muy del gusto de la afición, Aguilar fue desglosando la importancia del trabajo de Gil Toll, no en vano Aguilar es el autor del prólogo del libro, destacando el valor sentimental que para el colectivo de la prensa de Madrid tiene la recuperación de la historia de un referente periodístico de la capital como fue El Heraldo. Cerró su faena de incomparable volapié, arrancando una clamorosa ovación de un público entregado que, puesto en pie, solicitaba los máximos trofeos para el diestro madrileño.

Carmen del Riego, Presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid, en un momento de su intervención. (Clic en la imagen para ampliar).

Saltó al albero a continuación la periodista Carmen del Riego, la primera mujer en presidir la Asociación de la Prensa de Madrid, que realizó una faena seria, muy académica, para la que se había documentado profusamente en los archivos de la Asociación como pudo demostrar durante el trascurso de la lidia. Destacó Carmen del Riego la importancia de El Heraldo en la historia de la prensa en Madrid, según manifestó: “Recuperar la historia del Heraldo de Madrid es recuperar la historia del Asociación de la Prensa de Madrid”. Durante su lidia rememoró el paso por la publicación de algunas de las más destacadas personalidades del periodismo, tanto madrileño como nacional, que pasaron por la redacción de El Heraldo: Francos Rodríguez, quien fuera también alcalde de Madrid, Miguel Moya, Chaves Nogales, Cesar González Ruano o Alfredo Cabanillas, entre otros muchos, destacando la figura de una de las primeras periodistas españolas: Carmen de Burgos “Colombine”. Cerró su meritoria actuación reseñando la importancia e influencia que el periódico llegó a tener durante el periodo republicano, donde llegaría a alcanzar una tirada de 500.000 ejemplares en 1935, unas cifras que impresionan incluso hoy en día. Su actuación fue premiada con una atronadora ovación del respetable que pobló de pañuelos los tendidos.

El historiador José Álvarez Junco participó en la presentación del libro. (Clic en la imagen para ampliar).

Tras la meritoria faena de Carmen del Riego, apareció tras un burladero el historiador José Álvarez Junco, al parecer se había entretenido en una “capilla” aneja a la plaza haciendo unas libaciones, y con el despiste no había completado el paseillo junto con sus compañeros. Le recibió con un fuerte abrazo junto a las tablas el maestro “Malospelos” y en menos que se santigua un cura loco ya estaba “el Junco” trasteando al morlaco en los medios. El diestro leridano cuajó una faena pulcra y sentida, donde resaltó la influencia de la prensa desde el SXIX en la vida política mundial, una prensa capaz de poner y quitar gobiernos. Dejó el toro colocado en suerte al maestro Toll al mencionar que había echado en falta en el libro un poco más de profundidad al tratar el tema del “encaje catalán”. Remataría su faena con unos lances donde fue recogiendo distintos pasajes del libro en el periodo de la república y la Guerra Civil. El público, ya completamente entregado a estas alturas del festejo, ovacionó largamente la breve pero intensa faena de este diestro consagrado.

Un momento de la intervención del periodista de la Vanguardia Enric Juliana. (Clic en la imagen para ampliar).

A continuación saltó a la arena Enric Juliana, un maestro consagrado del periodismo catalán, que comenzó su faena rememorando los tiempos de maletilla que compartió con Gil Toll colaborando ambos en “el Mon” allá por los alegres ochentas, menudo peligro tenían que tener estos dos pollos sueltos por las Ramblas. A continuación destacó que se trata de un libro muy bien editado, algo no muy habitual, además de muy bien escrito, con el merito de combinar el rigor de la investigación histórica con una lectura agradable. Seguidamente estableció unos interesantes paralelismos entre las figuras de Chaves Nogales y Josep Pla, dos periodistas y escritores, que tras un periodo de “olvido” hemos visto como su figura y obra han resurgido con fuerza en los últimos años. Hizo hincapié en un tema muy interesante y poco conocido que trata el libro, como es la teoría mantenida por algunos historiadores de la influencia de las compañías petroleras, las famosas Siete Hermanas, en la caída de la monarquía, como respuesta a la creación del monopolio del petróleo (CAMPSA) durante la Dictadura de Primo de Rivera siendo ministro Calvo Sotelo. Finalizó su faena lidiando el tema de la relación entre Cataluña y España, una relación compleja con muchos matices y sombras. Aprovechó estos lances para llevarse el morlaco toreado a sus terrenos, y se adornó destacando la presencia del periódico La Vanguardia en Madrid que ya en 1935 creó una delegación en la capital, aprovechó para lucirse como Delegado de este diario en Madrid, señalando que en la actualidad cerca de una veintena de periodistas trabajan en Madrid para este prestigioso diario. De esta forma cerró su actuación, que nuevamente fue recibida con encendidas muestras de entusiasmo por el respetable que poblaba los tendidos.

Gil Toll, autor del libro, durante su intervención. (Clic en la imagen para ampliar).

Tras la faena de Juliana, un run-run de expectación se extendió de barrera a andanadas, el público quería ver actuar Gil Toll, que tomaba la alternativa en esta plaza. El maestro Aguilar hizo solemne entrega de los trastos al toricantano y ambos se fundieron en un emotivo abrazo en los medios. A continuación Toll brindó su faena a Carmen del Riego, tras ello brindó su faena a Miguel Ángel Aguilar, después brindó a Álverz Junco, a continuación el brindis fue dedicado a Enric Juliana, y cuando ya no quedaba nadie a quien brindar, se dirigió a la puerta de chiqueros a recibir al morlaco a portagayola, y desde allí volvió a brindar, esta vez al escáner y a la digitalización sin los cuales, afirmó, su trabajo no hubiera sido posible.

Haga clic en la imagen para ir a la página de Madrid en Guerra.

Se mascaba la tensión en los tendidos ante el comienzo de esta lidia tan largamente esperada, y pese a la brevedad de su intervención, motivada entre otras cosas por el retraso en comenzar el paseillo, el diestro no defraudó. Comenzó su faena resaltando la importancia del mundo digital en su trabajo, destacando como sin la digitalización de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional, posiblemente su labor no hubiera sido posible. Continuó dando detalles de lo que había sido su trabajo al escribir el libro y como buscó crear un dialogo entre la Prensa y la Historia. Habló del vacío existente en el conocimiento la historia de este diario, debido a que fue borrado de la historia oficial tras la guerra por el franquismo y no ha sido recuperada hasta la publicación de este libro, destacó el enorme vacío documental referente a este diario, el Heraldo había desaparecido de la historia de la prensa española. Cerró su meritoria faena definiéndose no como historiador, sino como una persona que hace periodismo histórico y finalizó con un emotivo ¡¡VIVA EL PERIODISMO!!. El efecto en los tendidos fue inmediato, y las gradas se poblaron de pañuelos exigiendo a la presidencia los trofeos para el diestro ilerdense, que tuvo que completar dos clamorosas vueltas al ruedo.



No estaban repuestos los aficionados de la emoción de contemplar este monumental festejo cuando la presidencia obsequió a los presentes con un refrigerio por todo lo alto, como un acto de esta prestancia y categoría merecía. Un refrigerio que no tenía nada que ver con el legendario puntillero de Las Ventas de nombre Agapito, aquello era un ágape en toda regla, un Don Ágape, como mandan los cánones. El cúmulo de emociones, estímulos y el propio ansia del inesperado momento, hizo que algún aficionado estuviera a punto de morir atragantado durante el colosal trasiego. Pero bueno, como diría Umbral, aquí estamos para hablar del libro.

El trabajo de Gil Toll viene a rellenar un vacío en la historia de la prensa española en el primer tercio del pasado siglo, inexplicablemente hasta la aparición de este libro muy poco, por no decir nada, se había escrito sobre el que fuera uno de los diarios más importantes e influyentes, por no decir el que más, de ese convulso periodo, especialmente el comprendido entre la dictadura de Primo de Rivera y el final de la guerra. Pero el libro no recoge solamente la historia del Heraldo de Madrid, también recupera del olvido a la familia que hizo posible que esta legendaria cabecera llegara a ser lo que fue. Nos referimos a la familia Busquets, y más concretamente a los hermanos Manuel y Juan Busquets George.

En la fotografía vemos a la derecha a Manuel Busquets George junto a su mujer Amparo y una amiga. A la derecha vemos a Pep Canudas Busquets, sobrino de Manuel y uno de los pioneros de la aeronáutica catalana y española. (Clic en la imagen para ampliar).

Los orígenes empresariales de esta familia hay que buscarlos en la Cuba anterior al desastre del 98, sería allí donde comenzaría la exitosa andadura de esta familia de emprendedores. A su regreso a Cataluña proseguirían con sus actividades comerciales, especializándose en los productos relacionados con el petróleo, tanto en la distribución y venta de combustibles, como la de otros derivados como lubricantes, aceites de motor, insecticidas y también tinta para las rotativas de muchos periódicos de todo el país. Sería la propia tinta, tras una serie de carambolas, la que llevaría a los hermanos Busquets a hacerse con el control de El Heraldo.

El Heraldo había sido fundado en 1890 por Felipe Ducazal, y se convertiría con el paso del tiempo en uno de los diarios más importantes de Madrid, que con el tiempo formaría parte junto con otros diarios de lo que sería la Sociedad Editorial de España. Al comenzar la década de los veinte, una serie de circunstancias adversas colocan al periódico en una situación difícil. Acuciado por las deudas el administrador, Antonio Sacristán Zavala, llega a un acuerdo con uno de sus principales acreedores, los hermanos Busquets que suministran la tinta tanto al Heraldo como a otros medios del grupo. Los Busquets, que tenían ya experiencia en la propiedad de El Diluvio, aceptan capitalizar la deuda pasando a formar parte del accionariado del grupo editorial, que pasaría a denominarse desde ese momento Sociedad Editora Universal, siendo presidente del grupo Manuel Busquets, mientras que su hermano Juan ocuparía el cargo de consejero gerente. En el grupo además del Heraldo encontramos otras cabeceras como El Liberal de Madrid, El Liberal de Sevilla, El Defensor de Granada, El Liberal de Murcia, la revista Royal y el semanario La Moda Práctica. En la decisión de los hermanos Busquets influiría de manera notable el abogado barcelonés Amadeu Hurtado, que también se convertiría en uno de los principales accionistas del grupo. Hurtado iría más allá de la intencionalidad meramente empresarial dándole una visión política a la operación, el hábil abogado encontraría con la compra del grupo una oportunidad de ofrecer e influir en una visión distinta de la realidad catalana desde la capital de España. Según recoge Gil Toll en su libro, Hurtado manifestaría:
-No se trata de ir a hacer catalinismo a Madrid como si estuviéramos en Barcelona, sino intervenir en la vida española pensando en catalán.

Una instantánea de los talleres de el Heraldo de Madrid donde distinguimos al periodista y escritor Manuel Chaves Nogales. Entre dos de las máquinas distinguimos a otro hombre con pajarita, que bien podría tratarse de Federico García Lorca, amigo de Chaves y colaborador ocasional del Heraldo. (Clic en la imagen para ampliar).

Una vez tomado el control del grupo, la línea editorial del periódico tomaría una posición crítica respecto al dictador Primo de Rivera, pese a la férrea censura a la que se veían sometidos la mayoría de publicaciones. Con el tiempo, el Heraldo se convertiría en uno de los medios que más apoyaron desde sus páginas la llegada de la república. La relación de los Busquets con los intereses de las compañías petroleras, han llevado a algunos autores, como Ricardo de la Cierva, a mantener que tras la compra del Heraldo se encontraban realmente las todopoderosas Siete Hermanas, que de esta forma se vengaban de la creación del monopolio de la CAMPSA siendo ministro José Calvo Sotelo, que habría perjudicado enormemente los intereses de estas compañías en España. Según se recoge en el libro, de la Cierva escribiría: “Pero la creación (del monopolio de CAMPSA) valió a Primo de Rivera y al propio Rey […] la hostilidad implacable de las Seven Sisters, que intervinieron descaradamente en la política interior española; compraron algunos periódicos liberales, como Heraldo de Madrid, que patrocinó desde entonces los más virulentos ataques contra la Dictadura y la Monarquía”. Este episodio del posible acoso de las petroleras a la monarquía que acabaría por forzar su caida, es tratado en profundidad por Gil Toll en su trabajo.

Una imagen de una de las manifestaciones espontáneas, en este caso en la Plaza de Cibeles muy cerca de las oficinas y talleres del Heraldo, que tuvieron lugar en Madrid tras las elecciones municipales del 12de abril de 1931. (Clic en la imagen para ampliar).

El Heraldo fue un firme defensor de los ideales republicanos, siendo un referente para la opinión pública. Como ejemplo baste citar que tras las elecciones del 12 de abril de 1931, una gran manifestación espontánea se dirigió a la sede del diario en la calle de Alcalá esquina a Marqués de Cubas, unas instalaciones que en aquel momento eran para ellos el centro del nuevo modelo de estado que estaba naciendo. Durante el periodo republicano el Heraldo se convertiría en el diario más importante e influyente de España, llegando a alcanzar una tirada de quinientos mil ejemplares como ya hemos reseñado, una cifra de vértigo incluso hoy en día. En esa época de esplendor pasarían por sus páginas lo más selecto del periodismo español de aquellos días: Manuel Chaves Nogales, César González Ruano, Carlos Sampelayo, Alfredo Cabanillas Blanco, Rafael Marquina, Carmen de Burgos “Colombine”, entre otros muchos como Juan González Olmedilla al que ya dedicamos una crónica de título “Un periodista en el Cuartel de la Montaña” en estas páginas de Sol y Moscas (haga clic aquí para ir a la crónica). También trabajaron para el Heraldo a famosos dibujantes como Manuel del Arco o Bon, así como prestigiosos fotógrafos, entre ellos José Díaz Casariego o los Alfonso, padre e hijo.

Tras el golpe militar de julio de 1936 que desencadenaría la Guerra Civil, nuevamente el Heraldo se posicionaría sin fisuras en defensa de la legalidad republicana, algo que continuaría haciendo hasta el final de la contienda. La guerra también afectaría a la redacción de este diario, como no podía ser de otro modo, y durante la misma vería como muchos de sus colaboradores iban desapareciendo. Las divisiones internas tan comunes en el lado republicano también afectarían al diario, como dejó escrito en sus memorias el jefe de redacción Alfredo Cabanillas y como recoge Gil Toll en su trabajo. Cabanillas, que también era vicepresidente de Unión Republicana, desarrolló su trabajo los primeros meses de la guerra bajo una gran presión de diversos grupos, lo que le hacía pasar las noches refugiado en una embajada, de donde salía para dirigirse a las oficinas del periódico hasta que acabó exiliándose a la Argentina. Tras su marcha el diario sería colectivizado por sus trabajadores.

En esta fotografía tomada durante el asalto al Cuartel de la Montaña en julio de 1936 distinguimos al periodista Juan González Olmedilla, a la izquierda con pajarita y pipa, que cubriría para el Heraldo la información de aquellos dramáticos acontecimientos. (Clic en la imagen para ampliar).

El final de la guerra supondría también el fin del Heraldo. El 28 de Marzo un grupo de falangistas armados entraba en las instalaciones del diario y allí sorprendió a los pocos empleados que continuaban trabajando mientras comían el menú habitual: un plato de lentejas. La Falange se incautaría del periódico así como de las instalaciones, y a los pocos días lo cedería, en agradecimiento a su apoyo a la causa, al empresario afecto Juan Pujol, un periodista, diputado por la CEDA, que había dirigido el periódico Informaciones propiedad de Juan March. Pujol comenzaría a editar en abril en esas instalaciones el diario Madrid, un periódico que con el tiempo llegó a convertirse paradójicamente en uno de los medios más críticos con el franquismo, lo que supondría su desaparición en 1971. Aquel 28 de Marzo, con la entrada de las tropas de Franco en la capital, desaparecía uno de los iconos de aquella efímera república que tantas expectativas había generado.

Al igual que muchos de sus colaboradores los hermanos Busquets tuvieron que emprender el camino del exilio, dejando atrás su patrimonio y el esfuerzo de tantos años de trabajo. Con el tiempo la familia Busquets reclamaría lo que en justicia les pertenecía, con resultados negativos. La muerte de Franco y la llegada de nuevos tiempos abriría nuevas expectativas a las reclamaciones de la familia, sin embargo a día de hoy todos los intentos de obtener una justa compensación al expolio sufrido han resultado infructuosos, incluyendo una iniciativa parlamentaria que no encontró apoyo en el Partido Popular, ni tampoco en el PSOE.

La entrada de las fuerzas del general Franco en Madrid el 28 de Marzo de 1939 supondría el fin de la existencia del Heraldo, que llegó a ser el periódico más importante e influyente del periodo republicano. (Clic en la imagen para ampliar).

Todos estos apuntes que les hemos reseñado, y otros muchos que hemos omitido de la apasionante andadura de este legendario diario, los pueden encontrar desarrollados y en detalle en este monumental trabajo que le ha llevado muchos años de investigación a Gil Toll hasta completarlo. Pero el libro no es un trabajo de historia al uso, está escrito en clave periodística, lo que hace su lectura amena y entretenida, nada que ver con los farragosos trabajos documentales de algunos historiadores. A todo ello hay que añadir un gran acierto del autor como ha sido el intercalar en el texto noticias y artículos publicados en el Heraldo durante el transcurso de los hechos que el autor relata, este brillante recurso nos permite conocer de primera mano cuales eran las opiniones y como se veía la situación en aquel momento, con lo que partiendo de la visión actual de aquellos episodios, podemos compararla con la que se tenía en aquellos momentos, lo que enriquece sobremanera la línea narrativa trazada por el autor. Desde las páginas de Sol y Moscas recomendamos a nuestros lectores la lectura de este excepcional trabajo, el cual estamos seguro que no les defraudará. Y si quieren profundizar todavía más en la historia tanto del periódico y de todo lo relacionado con el mismo, como con la de esta singular familia, no deben dejar de visitar el excelente blog GERMANS BUSQUETS (http://www.germansbusquets.com), elaborado por el autor del libro, donde podemos encontrar mucha e interesante información (haga clic aquí para ir al blog Germans Busquets).

Queremos finalizar esta crónica con las mismas palabras con las que Gil Toll cierra en el libro su monumental faena, un broche de oro para terminar esta crónica: «He escrito este libro desde la pasión que siento por el periodismo, en el que llevo profesionalmente 30 años. He trabajado en mejores y peores condiciones, pero nunca había disfrutado tanto como en la elaboración de este libro. Esta páginas son mi homenaje a todos los que participaron en un periódico de gran impacto en la España del Siglo XX que había sido borrado injustamente de nuestra historia y de cuyas columnas rebosaba la pasión por el periodismo y la aspiración por construir un mundo mejor.»

Florentino Areneros.

LOS VÍDEOS DE SOL Y MOSCAS

En el comienzo de su intervención durante la presentación del libro, Gil Toll obsequió a los presentes con la proyección de un pequeño fragmento de una película que se había rodado en los talleres del Heraldo de Madrid. La película no es una película cualquiera, se trata de la primera película sonora de la historia del cine español, su título es “el misterio de la Puerta del Sol” y narra las aventuras de un linotipista del Heraldo de nombre Pompeyo Pimpollo, interpretado por un joven Juan de Orduña. Los primeros fotogramas están rodados en los talleres del Heraldo, como anécdota señalar que las primeras palabras que se escucharon en castellano en un film español fueron estas: “¡¡Oiga pollo!!, ‘pa’ dormir se va p’al Ateneo”. La película rodada en 1929 tiene un gran valor tanto histórico como documental, y ahora, gracias a la magia de Internet podemos ofrecerla a nuestros lectores. Pónganse cómodos en sus butacas.



Recordarles para finalizar que el libro ha sido publicado por la editorial Renacimiento de Sevilla, y ustedes lo pueden encontrar en las principales librerías, o bien en la propia página web de la editorial www.editorialrenacimiento.com que tiene la ventaja de que les envía gratis el ejemplar a su domicilio.