viernes, 14 de agosto de 2015

EL RIO DEL OLVIDO (I)

Uno de los fortines que se pueden visitar en el Puerto de Vegarada, lugar donde nace el río Curueño. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
CURUEÑO:
EL RÍO DEL OLVIDO

(PRIMERA PARTE)

El Curueño es un río humilde, apenas 45 kilómetros de longitud, con un cauce sosegado en verano, pero impetuoso y bravo tras el deshielo. Su continuo devenir a lo largo del tiempo ha creado uno de los valles más singulares y bellos de la provincia de León. Recorriendo su cauce desde su nacimiento en el Puerto de Vegarada, en la linde con Asturias, hasta que desemboca en el río Porma en la localidad de Ambasaguas o Barrios, depende, podemos encontrar lugares sorprendentes, como la cascada de Nocedo, las Hoces de Valdeteja o la Ermita de San Froilán, encaramada en una imponente peña a la que se llega tras ascender los 365 escalones que según la tradición el propio santo creo con sus manos. También encontraremos paisajes espectaculares, pueblos llenos de encanto, sugerente gastronomía y tradiciones ancestrales, como los corros de aluches o lucha leonesa, que se siguen celebrando en muchas localidades de la comarca, o las partidas de los singulares bolos leoneses, como la que cada tarde, cuando baja el sol, organizan los vecinos en el pequeño pueblo de Otero de Curueño. Tampoco podemos olvidar que esta es una tierra de cuentos, leyendas y romances, como el de la dama de Arintero, la historia de una doncella que fue a la guerra haciéndose pasar por hombre para sustituir a su anciano padre, una bella historia que según muchas personas utilizarían los estudios Walt Disney para hacer la película Mulan, o la leyenda que cuenta de como un gran lobo mató y se comió al burro de San Froilán, y de como el santo con una mirada milagrosa hizo arrodillarse al fiero animal y conseguir su arrepentimiento, y desde aquel momento le ayudó a construir la ermita en un remoto saliente, cargando las piedras en su lomo, como antes hiciera el borriquillo.

La presencia humana en el valle se pierde en la noche de los tiempos, como atestiguan los diferentes yacimientos prehistóricos localizados en la zona. Posteriormente la zona estaría habitada por tribus celtas, astures y cántabros, que también dejaron su huella. Son incontables los castros localizados por la zona y muchos lugares todavía conservan denominaciones con raíces celtas, como el majestuoso pico Bodón, cuyo nombre hace referencia al dios de la guerra, o de la victoria, de los celtas, y en cuya cumbre, en una gran cueva natural, le tenían dedicado un altar. La belicosidad de estos pueblos llegó a ser legendaria en la antigüedad, son numerosas las referencias a estos pueblos y a su carácter indómito en las crónicas de los historiadores romanos. Sin duda ello contribuyó a que esta fuera la última zona de la península en ser conquistada por los romanos.

El pueblo de Nocedo en el valle del río Curueño visto desde la subida a Valdorria. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

Pero los romanos no acostumbraban a permitir estas muestras de insubordinación, sobre todo si en el territorio de los díscolos había grandes riquezas minerales, como el yacimiento de oro de Las Médulas, entre otros. Y fue el propio emperador César Augusto quien viniera a la península para ponerse al frente de las operaciones. La táctica de cántabros y astures se basaba en la guerra de guerrillas, apoyándose en su conocimiento del terreno (algo que se repetiría 20 siglos después como veremos), una táctica que se atragantó a las todopoderosas legiones romanas acostumbradas a desenvolverse en terreno abierto. Las hostilidades comenzaron aproximadamente hacia al 29 A.C. y la lucha continuaría hasta el 19 A.C. La contienda duraría más de 10 años, y los romanos, además de su emperador, tuvieron que traer a Hispania a cerca de 80.000 hombres, algo nunca visto en una campaña de conquista hasta entonces. Pese a la derrota de estos belicosos pueblos y la brutal represión posterior, los romanos tuvieron que dejar sobre el terreno a varias legiones durante muchos años para evitar que se reiniciaran las hostilidades, y de uno de aquellos asentamientos nacería la ciudad de León.

De aquella época se conserva todavía una singular calzada romana que discurre siguiendo el curso del río Curueño para llegar a Asturias atravesando el puerto de Vegarada, de la que todavía podemos recorrer muchos tramos en un excelente estado de conservación, algunos de ellos pegados a espectaculares paredes verticales, así como algunos excepcionales puentes originales, y otros reconstruidos en época medieval sobre los restos romanos, entre ellos el conocido como el puente de los "Ahorcados" o de los "Verdugos", llamado así por ser el lugar donde se ajusticiaba a los penados, dejando visible su cadáver durante un tiempo para ejemplo de viandantes. No tengo muchos datos sobre la construcción y utilidad de esta vía, sobre todo teniendo en cuenta que en principio no parece enlazar localidades de importancia de la época, y que a poca distancia al este y al oeste existían otras dos vías de importancia que comunicaban la meseta con el Cantábrico atravesando los puertos de Pajares y San Isidro. Tal vez se trate de una vía ancestral y milenaria anterior a los romanos y mejorada por estos, la curiosidad es grande y seguiré recopilando datos, cualquier información que nos quieran facilitar nuestros lectores será bien recibida. Por si quieren conocer más de esta singular y calzada, les recomiendo esta guía del Municipio de Lugeros, que aunque solo nos ofrece una ruta por la calzada en este municipio, les permitirá hacerse una idea de la belleza del lugar y de la propia calzada. (clic aquí para ir a la guía-ruta).

El puente medieval de Valdepiélagos sobre el río Curueño, construido muy probablemente sobre otro anterior de época romana. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

Tras los romanos llegarían godos y visigodos, aunque apenas se conservan referencias de ellos en esta zona. Y tampoco queda recuerdo arqueológico del paso de los musulmanes por estas tierras, aunque bien es cierto que son numerosas las referencias a fabulosos tesoros que fueron escondidos por los moros de las expediciones del temido Almanzor en su regreso al sur y que allí permanecen ocultos esperando a que alguien los descubra. Tampoco puedo dejar de contar la historia de aquel rey moro de nombre Mon, al que le faltaba un ojo perdido en combate y era conocido como "el Tuerto", que desde su castillo acudía día tras día a intentar conquistar la primera localidad cristiana situada aguas arriba. A recibirle salía el rey cristiano, y el árabe le decía "¿Te rindes?" y el cristiano le contestaba "no cedo", y así un día tras otro. De aquellas trifulcas vecinales nacerían los nombres de los pueblos de Montuerto, por "Mon el Tuerto", que todavía conserva las ruinas de su castillo a la orilla del Curueño, y el de Nocedo, por la obstinación de su legendario defensor.

En realidad todo el valle debió quedar en una especie de zona de nadie entre los nacientes reinos cristianos de Asturias y los musulmanes establecidos en las orillas del Duero, y con la expansión cristiana la comarca se iría repoblando poco a poco, siendo cuna de familias hidalgas de rancio abolengo, como atestiguan la infinidad de escudos heráldicos que encontramos en muchas de las casas de los pueblos de la zona, destacando entre todos el castillo de los Álvarez de Acevedo en Otero de Curueño con su fachada ricamente ornamentada. Posteriormente a esta época nos encontramos con un largo periodo de "calma" histórica, sin grandes hechos que destacar, hasta la llegada del Siglo XX y la Guerra Civil, el episodio histórico al que dedicamos este blog.

Tras el golpe militar de julio de 1936 que desencadenaría la Guerra Civil, la zona quedaría dividida en dos por una linea que trazaba más o menos la vía del ferrocarril minero que unía León con Bilbao (en la actualidad el tren de vía estrecha hace el recorrido entre León y Guardo en Palencia, y atraviesa unos parajes de gran belleza, un viaje de ida y vuelta muy agradable y recomendable). Al norte de la vía del ferrocarril, en la zona más montañosa, se situarían las fuerzas republicanas, y al sur de la vía sería territorio ocupado por las fuerzas franquistas. Sería un frente tranquilo hasta pasada la primavera de 1937, con pequeñas ofensivas y algún que otro duelo artillero. La obsesión de Franco por tomar Madrid había concentrado los esfuerzos bélicos de ambos contendientes en la zona centro, quedando todo el Frente del Cantábrico en un segundo plano. Tras los sucesivos fracasos de las fuerzas franquistas por tomar Madrid, y tras la sonrojante derrota de las divisiones italianas que había enviado Mussolini en la Batalla de Guadalajara en marzo de 1937, los golpistas deciden cambiar de estrategia. Ante la imposibilidad de tomar Madrid, Franco y sus generales deciden cambiar el escenario de operaciones y concentrase en la ocupación de la franja cantábrica, todavía en poder de la República pero aislada del resto de territorio republicano.

El “Gomerú”, un ingenio capaz de lanzar granadas y cartuchos de dinamita a distancia. Con artilugios como este las fuerzas gubernamentales tenían que suplir la falta de medios y armamento frente a los rebeldes. (Foto Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y creadores: www.sbhac.net). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

Pese al entusiasmo, esfuerzo y entrega y de los defensores de esta franja de territorio, la defensa del mismo era prácticamente imposible, solamente una resistencia heroica o un cambio de radical en otros frentes, podía impedir la anunciada debacle. Aislados del resto del territorio republicano, sin posibilidad de abastecimiento y con una diferencia notable en armamento, poco se podía hacer. A ello habría que sumar las tradicionales diferencias políticas entre los republicanos, que en esta zona hicieron que existieran tres fuerzas diferentes (Milicias del País Vasco, Milicias de Santander y Milicias de Asturias y León) cada una con sus propios mandos y que actuaban de manera independiente y sin coordinación.

Haga clic en la imagen para ir a la página de Madrid en Guerra.

La ofensiva de las fuerzas franquistas al mando del general Mola se iniciaría por el este, en la provincia de Vizcaya, que junto con pequeñas zonas de Álava y Guipuzcoa, constituía la parte del País Vasco todavía en zona republicana. Las hostilidades comenzarían con un episodio no muy conocido, como fue el terrible bombardeo el 31 de marzo de 1937 de la localidad de Durango por aviones de la Legión Condor y de la aviación italiana, que aun siendo menos conocido que el de Guernica que se produciría semanas después, fue cuando menos igual de intenso y catastrófico que aquel. A partir de entonces se desató una ofensiva de gran intensidad, con violentos combates que dejaron muchas victimas en ambos contendientes, pero el avance de las unidades hacia Bilbao parecía imparable. Los defensores habían confiado su suerte a la eficacia de una imponente linea de fortificación conocida como el Cinturón de Hierro, del que todavía se conservan gran parte de sus estructuras. La traición de uno de los ingenieros que participaron en su diseño, Alejandro Goicoechea, quien huyó con los planos pasándose a la zona franquista, supuso un duro golpe a las esperanzas de los defensores. Gracias a esta documentación 12 de junio las fuerzas franquistas lograban romper la linea de defensa del Cinturón de Hierro por su zona más vulnerable, con lo que el camino a Bilbao quedaba prácticamente despejado. La ciudad acabaría cayendo el 19 de ese mismo mes, y con ella toda la infraestructura industrial de la zona, que pese a la opinión de algunos dirigentes republicanos quienes pedían su destrucción, quedaría prácticamente intacta en manos de las fuerzas franquistas. Las fuerzas defensoras se retiran hacia Cantabria. Con la caída de Vizcaya y Bilbao, la situación de Santander y Asturias era crítica.

Las fuerzas franquistas entran en Bilbao en junio de 1937. Al fondo aparece la estación de Achuri. (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

El gobierno republicano trató de evitar la caída del norte, lanzando una gran ofensiva en el Frente del Centro que obligara a los atacantes a desplazar sus fuerzas del norte. El 6 de julio comenzaba la Batalla de Brunete, la mayor operación del Ejército Republicano hasta ese momento de la guerra. Pese al éxito inicial en el que los republicanos logran un importante avance produciendo la ruptura del frente en varios puntos, la falta de preparación de las fuerzas republicanas no les permiten explotar este éxito inicial, que finalmente se detiene a los pocos días. El inminente peligro que suponía este ataque, sobre todo para las fuerzas que asediaban la capital que podían acabar embolsadas por los republicanos, obliga a Franco a desplazar muchas de sus unidades desde el Frente Norte para intentar recuperar el terreno perdido. Tras intensos y violentos combates bajo un calor infernal las fuerzas franquistas consiguen neutralizar el ataque infringiendo un duro castigo a los republicanos. El día 25 de julio finalizan las hostilidades en una de las batallas más sangrientas de toda la guerra, los republicanos han conseguido conservar parte del terreno conquistado y frenar la ofensiva sobre Santander, todo ello a costa de enormes pérdidas tanto materiales como humanas, la operación costaría cerca de 20.000 bajas entre muertos y heridos a los republicanos, y cerca de 15.000 a los franquistas.

El esfuerzo de Brunete había resultado estéril, y en agosto se reinicia la ofensiva sobre Santander. La superioridad en todos los ámbitos de las fuerzas atacantes, sobre todo en armamento y especialmente en aviación, va inclinando poco a poco la balanza, el avance es imparable. El 24 de agosto la situación era ya desesperada, y el gobierno de la República realiza otro desesperado intento de detener el avance de los franquistas en Cantabria iniciando una gran ofensiva en Belchite y Zaragoza. Ese mismo día tiene lugar el vergonzoso episodio de la rendición de varios batallones vascos ligados a la disciplina del PNV a las fuerzas franquistas en la localidad de Santoña, lo que abriría una tremenda brecha en la ya de por si debilitada linea de defensa republicana. La suerte de la provincia de Santander estaba echada.

Un grupo de combatientes republicanos junto a una pieza de artillería de montaña en algún lugar de Asturias. Una imagen que bien podía haberse reproducido en algún lugar cercano al Curueño. (Fotografía de Constantino Suárez de la página www.sbhac.net). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

La lucha continuaría en Asturias, el 25 de agosto se crea el Consejo Soberano de Asturias y León presidido por el socialista Belarmino Tomás, al mando de las tropas que todavía resisten en aquel territorio se sitúa al coronel Adolfo Prada Vaquero. Pese a la enorme diferencia de medios, la resistencia es tenaz, como quedaría de manifiesto en la Batalla del Mazuco, en las proximidades de LLanes, donde unos 5.000 defensores, escasamente armados, consiguen frenar durante dos semanas a más de 30.000 atacantes perfectamente pertrechados, que cuentan además con el apoyo de numerosas piezas de artillería, así como el de la Legión Condor. Pese a las muestras de valor y heroísmo de los defensores, que apenas cuentan ya con municiones en los últimos días, los últimos bastiones de Gijón y Avilés acaban cayendo el día 21 de Octubre. Tras dos meses de tenaz resistencia Asturias acaba cayendo, la represión será feroz e implacable.

Tras la caída del Frente Norte, la guerra continuaría en toda la cordillera durante muchos años. Pese a que algunos combatientes consiguieron ser evacuados y la mayoría de ellos hechos prisioneros, otros acabarían refugiándose en el monte, los legendarios maquis, y desde allí continuarían su particular lucha durante cerca de 20 años. la mayoría acabaría compartiendo un mismo destino: la muerte. Las partidas de maquis practicando una guerra de guerrillas como ya hicieran dos mil años atrás los habitantes cántabros y astures de estas montañas, mantendrían en jaque a los cuerpos de seguridad del régimen franquista, que se verían obligados a tomar importantes medidas de defensa y protección como veremos más adelante.

Dos miembros del grupo de maquis denominado “los Caixigales” que continuaba la lucha en Asturias tras la guerra. (Fotografía de Constantino Suárez de la página www.sbhac.net). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

La singular situación en el Frente Norte que permaneció prácticamente inactivo en muchos lugares desde el golpe en el verano de 1936 hasta la primavera de 1937, a lo que habría que sumar la amenaza de un ataque muy probable debido a su aislamiento geográfico del resto de la zona republicana, iba a favorecer la construcción de estructuras defensivas, algunas de la importancia y dimensión del Cinturón de Hierro como ya hemos comentado anteriormente. En la zona del Curueño y alrededores también podemos encontrar algunas fortificaciones de gran interés y otras curiosidades relacionadas con la guerra y la época posterior. Más adelante en este artículo nos detendremos en detalle en algunas de ellas.

Para conocer en detalle la mayoría de estas construcciones en la zona limítrofe entre Asturias y León, es muy recomendable visitar la página de la asociación Arama (clic aquí para ir a su página) que lleva años desarrollando una intensa labor de divulgación, catalogación y conservación de todo el patrimonio arqueológico relacionado con la guerra que todavía se conserva en lo que fue zona de frente en Asturias. Pero en esta ocasión voy a tomar como referencia los artículos publicados por Jacinto Arévalo Molina, seguramente el mayor experto de España en fortificación de la Guerra Civil, que publicó en los números 17 y 18 de la prestigiosa revista Frente de Madrid que publica la asociación Gefrema, y que les recomiendo lleven consigo si se deciden a visitar estos interesantes lugares.

Portada del número 17 de la revista Frente de Madrid donde aparece el primero de los dos artículos de Jacinto Arévalo Molina sobre los restos arqueológicos de la Guerra Civil que se conservan en León y Asturias. (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

También son muy recomendables, incluso imprescindibles si toman ustedes la acertada decisión de visitar esta privilegiada zona, la lectura de dos interesantes libros de Julio LLamazares, paisano del lugar, de título "El río del olvido", del que nos hemos apropiado del título para esta crónica, y "Luna de Lobos". En el primero el autor nos narra el viaje que realizó a pie hace cosa de treinta años siguiendo el curso del río desde su desembocadura hasta su nacimiento, y que pese al tiempo transcurrido continúa siendo un excelente guía para conocer la comarca, los pueblos, sus parajes y sus gentes. En el segundo libro el autor nos narra las vivencias de una partida de maquis que quedan aislados en la zona tras la debacle republicana en el norte.

PUERTO DE VEGARADA

En lo alto del montículo podemos contemplar uno de los fortines republicanos del Puerto de Vegarada que protegían este paso entre León y Asturias. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

Comenzamos nuestro recorrido siguiendo las indicaciones del artículo de Jacinto Arévalo en el Puerto de Vegarada, lugar donde nace el río Curueño. Para llegar hasta allí hay que seguir aguas arriba la carretera que recorre todo el valle del río, es posible que si vamos en verano nos veamos obligados a detenernos al encontrarnos con alguno de los rebaños trashumantes que suben hasta aquí en busca de pastos. La carretera termina aproximadamente donde nos encontramos a la derecha con un edificio, antigua fonda que ha sido restaurado o reconstruido pero que ahora se encuentra cerrado, y a partir de ahí se convierte en una pista de tierra pero en buenas condiciones para transitar. Continuamos unos 200 o 300 metros por la izquierda vemos un pequeño promontorio y en lo alto distinguimos el fortín. Estacionamos el vehículo y nos dirigimos hacia allí.

En la base del pequeño cerro hay una cueva que seguramente fue utilizada como refugio o quizá para almacenar munición. Según ascendemos nos encontramos una trinchera o camino cubierto excavado en la roca y que nos conduce al fortín al que se accede por una galería. El interior está muy bien conservado, tiene dos troneras y un par de huecos a los lados de estas. El fortín tiene bajo él y un su parte frontal un parapeto semicircular aspillerado, con una especie de pequeña garita en el centro con tres troneras.

En la base del risco donde se encuentra el fortín y junto al camino de acceso que conduce al mismo, encontramos una cueva que seguramente fue utilizada como polvorín o como refugio. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

Desde el fortín, si miramos hacia la carretera y nos fijamos en la ladera del monte que está sobre ella, a media ladera y un poco a mayor altura de la que nos encontramos, distinguiremos el otro fortín que cruzaba fuegos con este. Se trata de otro nido de ametralladoras de similares características al anterior, con diferentes estructuras, como trincheras, en los alrededores del mismo. Pero en honor a la verdad he de reconocer que este fortín no pude visitarlo por falta de tiempo y otras circunstancias inherentes a este deporte de la localización y visita de fortines. Si ustedes están interesados pueden encontrar con detalle todas las características y referencias a este fortín en el citado artículo de Frente de Madrid.

Desde el fortín podemos contemplar al otro lado de la carretera y a media ladera otro fortin de similares características. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

GALERÍA FOTOGRÁFICA

Imagen del fortín desde el parapeto que rodea la parte delantera. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

Dos imágenes del parapeto que encontramos a los pies del fortín rodeando a este y de la garita aspillerada que tiene en su parte central. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

Vista de la venta del Puerto de Vegarada desde una de las troneras del fortín. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

Galería de acceso al interior del fortín. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

Entrada al parapeto y detalle de una de las troneras del mismo. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

Dos instantáneas de la trinchera o camino cubierto que conduce hasta el fortín. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

Tres imágenes del interior del fortín. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

Dos imágenes de la singular estructura del encofrado del techo, realizada sobre un polígono de nueve lados, construido con nueve triángulos de tablones, como se aprecia en la fotografía. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

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LUGEROS

Uno de los fortines-garita que encontramos adosados a la estructura del antiguo cuartel de la Guardia Civil de Lugeros ho reconvertido en hotel rural. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

Si ahora seguimos el curso del río descendiendo por la misma carretera por la que hemos llegado al puerto, llegamos al pueblo de Lugueros, donde encontramos otra construcción que no aparece en los artículos citados, ya que se trata de una construcción posterior a la Guerra Civil, pero que por su singularidad e interés vamos a hacer una parada. Se trata del antiguo cuartel de la Guardia Civil, ahora reconvertido en el hotel rural Los Argüellos.

Como ya hemos comentado anteriormente esta fue zona de maquis, los legendarios guerrilleros que continuaron la lucha una vez terminada la guerra (insisto en la lectura de Luna de Lobos), y en estas montañas en ocasiones el cazador podía ser cazado, y los guardias civiles podían ser atacados en cualquier momento. Además, como la mayoría de poblaciones del valle del Curueño, especialmente las del norte, Lugueros es un pueblo que puede quedar aislado con facilidad, tanto por un corte en la carretera que en algunas zonas discurre encajonada entre paredes verticales, como por las extremas condiciones meteorológicas del invierno. Una nevada de importancia podía dejar incomunicada a la localidad durante varios días, lo que en caso de ataque podía colocar en una situación de vulnerabilidad al destacamento al no poder recibir refuerzos. Todas estas circunstancias influirían sin duda en el diseño del cuartel de la localidad, convertido en una especie de fortaleza desde la que poder repeler un ataque o resistir con ciertas garantías un asedio.

La entrada principal junto a uno de los fortines. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

Estuve hace algo más de 10 años en el lugar, era una tarde desapacible en la que nevaba intermitentemente, el cuartel en aquella época estaba abandonado y cerrado a cal y canto, lo que le daba un aspecto todavía más siniestro. Lo recuerdo como un edificio gris de planta cuadrangular con gruesos muros, seguramente con mucho granito, con un fortín en cada una de sus esquinas además de con troneras en los muros, y con el escudo del águila franquista presidiendo la entrada principal. Seguramente mi memoria me engañe, o quizá con el tiempo haya ido idealizando aquellos recuerdos mezclándolos con los inevitables tópicos, y adornándolos con alguna que otra exageración al contarlos. Lo cierto es que el edificio que vi nuevamente este año, se diferenciaba notablemente al que yo recordaba, a lo que también ha contribuido la restauración y nueva imagen que tiene en la actualidad, tanto que para mucha gente seguramente pase desapercibido que este hotel en su momento fue un cuartel de la Guardia Civil. Lástima que no conserve ninguna fotografía de aquella visita, si alguno de nuestros lectores tiene fotos antiguas de este edificio agradeceríamos enormemente que las compartieran.

Detalle del escudo franquista que presidia la entrada del que se ha eliminado el escudo. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

De los cuatro fortines en las esquinas que yo recordaba, en realidad solo hay dos, y seguramente mi memoria me falle y siempre haya sido así. De las troneras o aspilleras, solo se conservan dos en la fachada principal, la que da a la carretera, con tres aberturas verticales similares a saeteras, sobre ellas en el primer piso. Las paredes han sido pintadas, nada que ver con el edificio gris que tenía en mi memoria. También hay más ventanas de las que yo pensaba, solamente parte de la fachada principal, donde están las dos troneras y saeteras,coincide más con mi recuerdo de muros sin apenas aberturas, es posible que las ventanas estuvieran tapadas con contraventanas, lo que daba sensación de más heremetismo al edificio. El águila si que se conserva sobre la puerta principal, aunque ha sido borrado, o tapado, el escudo central. Tampoco recuerdo si existía algún que otro símbolo, como el tradicional "todo por la Patria", que en cualquier caso también habría desaparecido. Me hubiera gustado entrar y charlar con los actuales inquilinos, pero la escasez de tiempo me lo impidió. Es posible que en el interior todavía se conserve algún resto que evidencie el uso anterior del edificio, habrá que dejarlo para un próximo viaje. Si las paredes del interior hablasen, seguramente nos podrían contar terribles y dramáticas historias que se vivieron entre estos muros, he charlado con varios paisanos de la zona, que vivían en el valle en aquella época (todos con los que hablé emigrarían posteriormente y ahora regresan los veranos) y que cuentan historias sobrecogedoras de personas, tanto hombres como mujeres, que eran detenidas en aquella época y llevadas a los cuartelillos. Afortunadamente aquellos tiempos pasaron, y ahora la Guardia Civil, que nada tiene que ver con la de los años cuarenta, tiene mucho prestigio entre los pocos habitantes fijos que quedan en el valle, gran parte de ellos personas de edad avanzada, que en algún momento de apuro han tenido que recurrir a la ayuda de los agentes. También me lo han hecho saber así y es de justicia que cuente tanto una cosa, como la otra.

Vista de la fachada principal y meridional del edifico, y detalle de lo que pudieron ser dos troneras para armas automáticas y dos saeteras para fusil. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

Lo cierto es que el hotel rural tiene muy buena pinta, y puede ser un buen punto de partida si se animan a visitar la zona, y más con el aliciente de conocer ahora su funcionalidad original. O por lo menos para pasar por allí a tomar una cerveza y poder contemplar el peculiar edificio, su interior y charlar con los actuales dueños. Algo que tengo pendiente para una próxima visita, espero que esta vez con más tiempo.

GALERÍA FOTOGRÁFICA

Otra imagen del edifico. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

Entrada principal al establecimiento. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).


Fachada posterior donde encontramos otro de los fortines. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

Vista de la fachada meridional con la imponente mole del Pico Bodón al fondo. Esta montaña toma su nombre del dios celta de la guerra. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).

En breve publicaremos la segunda parte de esta crónica donde visitaremos más restos de gran interés y singularidad, que de la Guerra Civil se conservan en esta comarca.

Florentino Areneros.