La rivalidad entre toreros es tan antigua como la tauromaquia misma. De todas ellas quizá la más conocida fuera la que mantuvieron Belmonte (I) y Joselito (D) el pasado Siglo. (Haga clic en cualquiera de las imágenes para ampliarla).
LA NOBLE RIVALIDAD TAURINA
La rivalidad entre toreros es algo consustancial al toreo mismo. Podemos encontrar múltiples ejemplos, desde sus orígenes con la famosa rivalidad entre Pedro Romero y Pepe Hillo, o la posterior de Cúchares y Paquiro. Aunque quizá la más famosa y mítica de todas fue la que mantuvieron Joselito y Belmonte a comienzos del pasado siglo, o bien la no menos famosa entre Ordoñez y Luis Miguel Dominguín que narrara el propio Hemingway en su libro “Verano Sangriento”. Estos son solo algunos ejemplos de entre muchos, en los que casi siempre imperaba un respeto y admiración mutua entre los rivales, aunque como en todo siempre ha habido excepciones y algún torero ha perdido los papeles.
Otra gran rivalidad en los ruedos se produjo entre Dominguín (izda) y Ordóñez (con camisa blanca), rivalidad que el escritor norteamericano Ernst Hemingway (junto a Ordoñez) plasmo en su libro “Verano Sangriento”. (Revista LIFE).
En el mundo de la guerracivilmaquia y de la Historia, estas rivalidades también se producen y esta semana hemos asistido a un desafortunado ataque por parte de María Teresa Fernández Talaya hacia la persona y obra de nuestro amigo Juan Antonio González Cárceles “Universitario”. No quiero entrar en la polémica suscitada, y espero que Fernández Talaya aclare sus acusaciones con datos o rectifique públicamente, pero si quisiera defender desde estas líneas la figura de ese fenomenal diestro que es “Universitario” que ha dado sobradas muestras, a lo largo de su ya dilatada trayectoria, de profesionalidad, honestidad, rigor, seriedad y buen hacer. Pero lo más paradójico es el hecho de que Fernandez Talaya le haya acusado de “investigación cero” además de ser “poco científico y poco honesto”.
El pasado año María Teresa Fernández Talaya publicó un libro en la editorial británica Amberley de titulo “MADRID, del barrio de Argüelles al Manzanares”, al que me gustaría hacer hoy una crítica constructiva y siempre desde el respeto que caracteriza a nuestra publicación. Quisiera empezar hablando de la editorial Amberley con una línea basada “en rescatar y difundir la memoria fotográfica local o de un determinado tiempo histórico” según recogen en su página web. Para publicar en esta editorial el autor deberá disponer así mismo de “entre 150 y 240 imágenes susceptibles de ser publicadas”, la edición “no conlleva ningún coste para el autor, quien percibirá, por otra parte, un porcentaje anual de remuneración sobre las ventas del libro”. En estas ediciones se prima la fotografía sobre el texto, sin duda un guiño para atraerse al gran público, y debido a su formato tampoco podemos esperar que se realicen exhaustivos estudios históricos.
El libro publicado el pasado año por María Teresa Fernández Talaya en la editorial Amberley.María Teresa Fernández Talaya publicó también hace unos años una muy interesante obra sobre el Real Sitio de la Florida, un gran trabajo de documentación en el que invirtió mucho tiempo de trabajo. Pero sin embargo en el libro a comentar presenta una serie de errores sin duda debidos a una inexplicable falta de investigación, máxime tratándose de una historiadora de su prestigio, además los textos son escasos, ambiguos e insuficientes. A nuestro modesto entender el libro fue realizado apresuradamente tratando de incorporar un buen número de fotografías, la mayoría de ellas procedentes del Archivo Rojo del Ministerio de Cultura, así como del Fondo Santos Yubero del Archivo Regional de la Comunidad de Madrid. El Archivo Rojo fue digitalizado hace unos años y estuvo accesible libremente en Internet con las fotografías tal cual eran y con una resolución aceptable, hasta que no hace mucho decidieron poner manchas de agua en las fotografías, seguramente debido a los abusos que se estaban realizando con el fondo fotográfico, y evitar de este modo su publicación y utilización indiscriminada.
El primer capítulo del libro esta dedicado al Real Sitio de la Florida, donde en 8 páginas y 11 imágenes despacha el tema, todas las fotografías aparecen en su anterior trabajo del Real Sitio. El segundo capítulo, esta dedicado a la creación del barrio de Argüelles, aunque bien podía estar dedicado exclusivamente a la creación del Cuartel de la Montaña ya que de sus 24 paginas 20 están dedicadas al cuartel y su solar, y 42 de las 45 fotografías están dedicadas también a él, en especial al golpe de Julio de 1936, con 24 imágenes todas ellas del Archivo Rojo y el Fondo Santos Yubero (20 y 4), sorprendentemente comentadas aprovechando un artículo publicado en Tiempo de Historia en 1981 por Carlos Sampelayo y que pueden encontrar en Internet haciendo " clic aquí" y buecando el número 80-81. Carlos Sampelayo era periodista en el momento de la sublevación militar y fue testigo de los acontecimientos de esos días de Julio. Posteriormente en el exilio publicaría un interesante libro de título “Los que no volvieron” donde dejaba una frase muy significativa, la cual con el paso de los años en vista de lo que publican algunos autores va tomando fuerza: "No fue lo peor que nos ganaran la guerra, sino que nos ganaran la Historia". Su testimonio, de indudable interés, en Tiempo de Historia es uno más de entre los muchos de aquellos acontecimientos y nos sorprende que sea la única referencia (muy cómoda de obtener por cierto) que utiliza la autora para acompañar con algunos párrafos sueltos, las 24 paginas de imágenes que dedica a este episodio. Con la gran cantidad de referencias y bibliografía que existen referidas a este momento de la historia, nos sorprende que dada la importancia que da a este acontecimiento concreto, tanto en número de páginas como de imágenes, solamente utilice el testimonio de un periodista publicado en Internet o en una revista.
Una de las fotografías con pie de foto erróneo, en este caso se indica que se trata de la calle Benito Gutiérrez cuando en realidad se trata de Altamirano esquina a Álvarez de Mendizábal, concretamente la finca donde se ubica el conocido bar Casa Paco. (AGA Archivo Rojo).
El siguiente capítulo (tercero) esta dedicado a las destrucciones en la guerra civil, y en el encontramos un buen número de fotografías todas ellas procedentes de los generosos fondos del Archivo Rojo sobre la destrucción en el barrio, con algunos errores en la localización de las mismas, fotografías que están comentadas sorprendentemente con textos referidos a la vida y obra de las personas que dieron nombre a las calles, Álvarez de Mendizábal, Ferraz, Quintana, etc. Textos que en muchos casos nos recuerdan a los de Pedro de Répide. Tampoco parece brillar este capítulo por una profunda investigación.
Otra de las fotografías ubicadas en Argüelles que en realidad fue tomada en Oropesa, Toledo, por Albero y Segovia tal como se puede comprobar en el reverso de la misma. (AGA Archivo Rojo).
El cuarto capítulo denominado “los supervivientes” es uno de los más sorprendentes, de todas las fotos que aparecen en él, solamente una o dos (si consideramos a Alberto Aguilera como perteneciente al barrio) son de Argüelles. La autora da a entender que el barrio estaba habitado durante la guerra y que los habitantes “trataban de sobrevivir y compartir lo poco que tenían”, algo que a nadie que se haya preocupado un poco por lo que fue la guerra, y más en este barrio, se le ocurriría sostener, el barrio de Argüelles fue evacuado desde Noviembre del 36 hasta el final de la guerra, y no había ni niños, ni mujeres, solo soldados. Este capítulo se ilustra con fotos de Tetuán y otras ubicaciones, pero la traca es la foto de un niño ofreciendo un botijo a un miliciano, que la autora interpreta que estaría “de guardia en alguno de los cuarteles”, pero que si se hubiese tomado la molestia de dar la vuelta a la foto podría haber comprobado que esta tomada en Oropesa, no en Marina D’Or, sino en Toledo. En la última imagen del capítulo el pie de foto dice “numerosas familias abandonaron la capital” cuando en realidad son ciudadanos que huyendo del avance de las tropas del Ejercito de África se dirigen hacia Madrid precisamente. El quinto capítulo tiene por título “La guerra ha terminado” y yo también he decidido terminar aquí, aunque bien es cierto que podría poner muchos ejemplos más y entrar más en detalle, pero creo que es suficiente para lo que expondré a continuación.
Fotografía en la que se indica que "numerosas familias abandonarosn la capital" cuando en realidad la foto esta sacada en Villaverde por Atienza y en ella se ve a un grupo de pciviles que se dirigen hacia la capital huyendo del avance del Ejercito Franquista. (AGA Archivo Rojo).La rivalidad taurina sirvió en casi todas las ocasiones para conseguir engrandecer el espectáculo, la presencia de dos genios como por ejemplo Joselito y Belmonte (que además eran amigos) en el panorama taurino de principio del pasado siglo, así como su afán por superarse a si mismos en leal competencia, dio como resultado lo que se conoce como la “Edad de Oro del Toreo” por el esplendor y el ímpetu que alcanzó la tauromaquia durante aquellos años. En nuestro caso también estamos ante la presencia de dos grandes figuras, tanto Juan Antonio González Cárceles como María Teresa Fernández Talaya han dado sobradas muestras de su talento, aunque es muy difícil mantener siempre el mismo nivel en todos los trabajos, como le ha ocurrido a Fernández Talaya con el libro que hemos comentado en esta crónica.
Fotografía en la que según la autora “los habitantes (del barrio de Argüelles) se las ingeniaban para sobrevivir, compartiendo lo poco que tenían”, cuando en realidad el barrio fue evacuado al comenzar los combates. En el reverso de la foto se especifica: “ALGUNOS DE LOS HUMILDES HOGARES DE TETUÁN DE LAS VICTORIAS DESTRUIDOS POR LAS BOMBAS DE LA AVIACIÓN FASCISTA”. (AGA Archivo Rojo).
La Historia es patrimonio de todos, y los datos que aportan los historiadores e investigadores también deberían serlo, sin restar ningún mérito a las personas que mediante su trabajo y esfuerzo los sacan a la luz. Las interpretaciones que de estos datos se hagan posteriormente ya entran en el territorio de la subjetividad y allá cada uno, pero lo que considero como incorrecto es el hecho de apropiarse de esos datos, al igual que tampoco es correcto, además de poco ético, el utilizar esos datos sin citar su origen y en su caso los de la persona que los dio a conocer en su momento. Por ejemplo, si alguien investigando encuentra un legajo que aporta información sobre un episodio histórico, esta bien que se le reconozca su mérito y esfuerzo, pero esto no le concede ningún derecho de propiedad ni de exclusividad sobre el contenido del mismo, por lo que este podrá ser citado o utilizado por otros historiadores o investigadores para sus trabajos, citando siempre el origen y al descubridor del mismo. Con la guerracivilmaquia, esto también sucede, y muy concretamente con el tema del patrimonio arqueológico, ocurre algo similar, a veces parece que determinados investigadores tienen determinadas zonas acotadas que consideran de su propiedad y sobre la que tienen cierta exclusividad, cuando en realidad es patrimonio de todos, y cualquier “intromisión” es considerada como una afrenta y un acto de intrusismo. Desde esta redacción queremos apostar por una mayor colaboración entre todos los historiadores e investigadores, olvidando rivalidades, en leal competencia, reconociendo a cada uno sus meritos y merecidos “trofeos”, con la única finalidad favorecer el conocimiento general de la Historia, que no lo olvidemos, pertenece a todos y cada uno de nosotros.
Dicho todo esto, queremos finalizar esta crónica deseando que las aguas vuelvan a su cauce y se recupere la normal relación entre colegas. Sería conveniente que o bien Fernández Talaya indicara claramente cuales son las causas por las que acusa a Cárceles de “poco científico y poco honesto” para que el acusado lo pueda rebatir, o bien reconocer los errores que hubiera podido cometer (que conociendo a González Cárceles estoy seguro que no tendrá ningún inconveniente en hacerlo si procede). Pero si no aclara más estas afirmaciones realizadas, Fernández Talaya debería rectificar públicamente sus palabras. Sea todo ello en beneficio de la Historia.
Otra gran rivalidad en los ruedos se produjo entre Dominguín (izda) y Ordóñez (con camisa blanca), rivalidad que el escritor norteamericano Ernst Hemingway (junto a Ordoñez) plasmo en su libro “Verano Sangriento”. (Revista LIFE).
En el mundo de la guerracivilmaquia y de la Historia, estas rivalidades también se producen y esta semana hemos asistido a un desafortunado ataque por parte de María Teresa Fernández Talaya hacia la persona y obra de nuestro amigo Juan Antonio González Cárceles “Universitario”. No quiero entrar en la polémica suscitada, y espero que Fernández Talaya aclare sus acusaciones con datos o rectifique públicamente, pero si quisiera defender desde estas líneas la figura de ese fenomenal diestro que es “Universitario” que ha dado sobradas muestras, a lo largo de su ya dilatada trayectoria, de profesionalidad, honestidad, rigor, seriedad y buen hacer. Pero lo más paradójico es el hecho de que Fernandez Talaya le haya acusado de “investigación cero” además de ser “poco científico y poco honesto”.
El pasado año María Teresa Fernández Talaya publicó un libro en la editorial británica Amberley de titulo “MADRID, del barrio de Argüelles al Manzanares”, al que me gustaría hacer hoy una crítica constructiva y siempre desde el respeto que caracteriza a nuestra publicación. Quisiera empezar hablando de la editorial Amberley con una línea basada “en rescatar y difundir la memoria fotográfica local o de un determinado tiempo histórico” según recogen en su página web. Para publicar en esta editorial el autor deberá disponer así mismo de “entre 150 y 240 imágenes susceptibles de ser publicadas”, la edición “no conlleva ningún coste para el autor, quien percibirá, por otra parte, un porcentaje anual de remuneración sobre las ventas del libro”. En estas ediciones se prima la fotografía sobre el texto, sin duda un guiño para atraerse al gran público, y debido a su formato tampoco podemos esperar que se realicen exhaustivos estudios históricos.
El libro publicado el pasado año por María Teresa Fernández Talaya en la editorial Amberley.María Teresa Fernández Talaya publicó también hace unos años una muy interesante obra sobre el Real Sitio de la Florida, un gran trabajo de documentación en el que invirtió mucho tiempo de trabajo. Pero sin embargo en el libro a comentar presenta una serie de errores sin duda debidos a una inexplicable falta de investigación, máxime tratándose de una historiadora de su prestigio, además los textos son escasos, ambiguos e insuficientes. A nuestro modesto entender el libro fue realizado apresuradamente tratando de incorporar un buen número de fotografías, la mayoría de ellas procedentes del Archivo Rojo del Ministerio de Cultura, así como del Fondo Santos Yubero del Archivo Regional de la Comunidad de Madrid. El Archivo Rojo fue digitalizado hace unos años y estuvo accesible libremente en Internet con las fotografías tal cual eran y con una resolución aceptable, hasta que no hace mucho decidieron poner manchas de agua en las fotografías, seguramente debido a los abusos que se estaban realizando con el fondo fotográfico, y evitar de este modo su publicación y utilización indiscriminada.
El primer capítulo del libro esta dedicado al Real Sitio de la Florida, donde en 8 páginas y 11 imágenes despacha el tema, todas las fotografías aparecen en su anterior trabajo del Real Sitio. El segundo capítulo, esta dedicado a la creación del barrio de Argüelles, aunque bien podía estar dedicado exclusivamente a la creación del Cuartel de la Montaña ya que de sus 24 paginas 20 están dedicadas al cuartel y su solar, y 42 de las 45 fotografías están dedicadas también a él, en especial al golpe de Julio de 1936, con 24 imágenes todas ellas del Archivo Rojo y el Fondo Santos Yubero (20 y 4), sorprendentemente comentadas aprovechando un artículo publicado en Tiempo de Historia en 1981 por Carlos Sampelayo y que pueden encontrar en Internet haciendo " clic aquí" y buecando el número 80-81. Carlos Sampelayo era periodista en el momento de la sublevación militar y fue testigo de los acontecimientos de esos días de Julio. Posteriormente en el exilio publicaría un interesante libro de título “Los que no volvieron” donde dejaba una frase muy significativa, la cual con el paso de los años en vista de lo que publican algunos autores va tomando fuerza: "No fue lo peor que nos ganaran la guerra, sino que nos ganaran la Historia". Su testimonio, de indudable interés, en Tiempo de Historia es uno más de entre los muchos de aquellos acontecimientos y nos sorprende que sea la única referencia (muy cómoda de obtener por cierto) que utiliza la autora para acompañar con algunos párrafos sueltos, las 24 paginas de imágenes que dedica a este episodio. Con la gran cantidad de referencias y bibliografía que existen referidas a este momento de la historia, nos sorprende que dada la importancia que da a este acontecimiento concreto, tanto en número de páginas como de imágenes, solamente utilice el testimonio de un periodista publicado en Internet o en una revista.
Una de las fotografías con pie de foto erróneo, en este caso se indica que se trata de la calle Benito Gutiérrez cuando en realidad se trata de Altamirano esquina a Álvarez de Mendizábal, concretamente la finca donde se ubica el conocido bar Casa Paco. (AGA Archivo Rojo).
El siguiente capítulo (tercero) esta dedicado a las destrucciones en la guerra civil, y en el encontramos un buen número de fotografías todas ellas procedentes de los generosos fondos del Archivo Rojo sobre la destrucción en el barrio, con algunos errores en la localización de las mismas, fotografías que están comentadas sorprendentemente con textos referidos a la vida y obra de las personas que dieron nombre a las calles, Álvarez de Mendizábal, Ferraz, Quintana, etc. Textos que en muchos casos nos recuerdan a los de Pedro de Répide. Tampoco parece brillar este capítulo por una profunda investigación.
Otra de las fotografías ubicadas en Argüelles que en realidad fue tomada en Oropesa, Toledo, por Albero y Segovia tal como se puede comprobar en el reverso de la misma. (AGA Archivo Rojo).
El cuarto capítulo denominado “los supervivientes” es uno de los más sorprendentes, de todas las fotos que aparecen en él, solamente una o dos (si consideramos a Alberto Aguilera como perteneciente al barrio) son de Argüelles. La autora da a entender que el barrio estaba habitado durante la guerra y que los habitantes “trataban de sobrevivir y compartir lo poco que tenían”, algo que a nadie que se haya preocupado un poco por lo que fue la guerra, y más en este barrio, se le ocurriría sostener, el barrio de Argüelles fue evacuado desde Noviembre del 36 hasta el final de la guerra, y no había ni niños, ni mujeres, solo soldados. Este capítulo se ilustra con fotos de Tetuán y otras ubicaciones, pero la traca es la foto de un niño ofreciendo un botijo a un miliciano, que la autora interpreta que estaría “de guardia en alguno de los cuarteles”, pero que si se hubiese tomado la molestia de dar la vuelta a la foto podría haber comprobado que esta tomada en Oropesa, no en Marina D’Or, sino en Toledo. En la última imagen del capítulo el pie de foto dice “numerosas familias abandonaron la capital” cuando en realidad son ciudadanos que huyendo del avance de las tropas del Ejercito de África se dirigen hacia Madrid precisamente. El quinto capítulo tiene por título “La guerra ha terminado” y yo también he decidido terminar aquí, aunque bien es cierto que podría poner muchos ejemplos más y entrar más en detalle, pero creo que es suficiente para lo que expondré a continuación.
Fotografía en la que se indica que "numerosas familias abandonarosn la capital" cuando en realidad la foto esta sacada en Villaverde por Atienza y en ella se ve a un grupo de pciviles que se dirigen hacia la capital huyendo del avance del Ejercito Franquista. (AGA Archivo Rojo).La rivalidad taurina sirvió en casi todas las ocasiones para conseguir engrandecer el espectáculo, la presencia de dos genios como por ejemplo Joselito y Belmonte (que además eran amigos) en el panorama taurino de principio del pasado siglo, así como su afán por superarse a si mismos en leal competencia, dio como resultado lo que se conoce como la “Edad de Oro del Toreo” por el esplendor y el ímpetu que alcanzó la tauromaquia durante aquellos años. En nuestro caso también estamos ante la presencia de dos grandes figuras, tanto Juan Antonio González Cárceles como María Teresa Fernández Talaya han dado sobradas muestras de su talento, aunque es muy difícil mantener siempre el mismo nivel en todos los trabajos, como le ha ocurrido a Fernández Talaya con el libro que hemos comentado en esta crónica.
Fotografía en la que según la autora “los habitantes (del barrio de Argüelles) se las ingeniaban para sobrevivir, compartiendo lo poco que tenían”, cuando en realidad el barrio fue evacuado al comenzar los combates. En el reverso de la foto se especifica: “ALGUNOS DE LOS HUMILDES HOGARES DE TETUÁN DE LAS VICTORIAS DESTRUIDOS POR LAS BOMBAS DE LA AVIACIÓN FASCISTA”. (AGA Archivo Rojo).
La Historia es patrimonio de todos, y los datos que aportan los historiadores e investigadores también deberían serlo, sin restar ningún mérito a las personas que mediante su trabajo y esfuerzo los sacan a la luz. Las interpretaciones que de estos datos se hagan posteriormente ya entran en el territorio de la subjetividad y allá cada uno, pero lo que considero como incorrecto es el hecho de apropiarse de esos datos, al igual que tampoco es correcto, además de poco ético, el utilizar esos datos sin citar su origen y en su caso los de la persona que los dio a conocer en su momento. Por ejemplo, si alguien investigando encuentra un legajo que aporta información sobre un episodio histórico, esta bien que se le reconozca su mérito y esfuerzo, pero esto no le concede ningún derecho de propiedad ni de exclusividad sobre el contenido del mismo, por lo que este podrá ser citado o utilizado por otros historiadores o investigadores para sus trabajos, citando siempre el origen y al descubridor del mismo. Con la guerracivilmaquia, esto también sucede, y muy concretamente con el tema del patrimonio arqueológico, ocurre algo similar, a veces parece que determinados investigadores tienen determinadas zonas acotadas que consideran de su propiedad y sobre la que tienen cierta exclusividad, cuando en realidad es patrimonio de todos, y cualquier “intromisión” es considerada como una afrenta y un acto de intrusismo. Desde esta redacción queremos apostar por una mayor colaboración entre todos los historiadores e investigadores, olvidando rivalidades, en leal competencia, reconociendo a cada uno sus meritos y merecidos “trofeos”, con la única finalidad favorecer el conocimiento general de la Historia, que no lo olvidemos, pertenece a todos y cada uno de nosotros.
Dicho todo esto, queremos finalizar esta crónica deseando que las aguas vuelvan a su cauce y se recupere la normal relación entre colegas. Sería conveniente que o bien Fernández Talaya indicara claramente cuales son las causas por las que acusa a Cárceles de “poco científico y poco honesto” para que el acusado lo pueda rebatir, o bien reconocer los errores que hubiera podido cometer (que conociendo a González Cárceles estoy seguro que no tendrá ningún inconveniente en hacerlo si procede). Pero si no aclara más estas afirmaciones realizadas, Fernández Talaya debería rectificar públicamente sus palabras. Sea todo ello en beneficio de la Historia.
Florentino Areneros.
Un estudio que aclara muchas cosas sobre el valor de la investigación de una autora que desprecia públicamente y despiadadamente la de otro sin aportar pruebas ni señalar sus supuestos errores.
ResponderEliminarGracias
Anne Barcat
Muy buen trabajo Florentino, queda descrito el libro y algunos errores de la autora que se permite el lujo de despreciar a los demás.
ResponderEliminarComo las fotos son de archivos que están a disposición de todos. no merece la pena comprar un libro que nos puede confundir en vez de informar.
Saludos
" Si mi pluma valiera tu pistola
ResponderEliminarde capitán, contento moriría".
A.M.
Si mi pistola valiera tu pluma
de escritor, contento moriría
A.G.
y que me perdone D. Antonio.
Pues si así es como se siente uno al leer su crónica Sr. Areneros, si hubiese servidor escrito, saldrían balas por la boca de mi pluma, sin embargo por su mano sale comprensión, firmeza y reconciliación.
No merece la pena decir nada sobre el diestro "Universitario" basta con conocerle, riguroso hasta cansarse y por tanto honrado.
Esta vez no puedo dejar de felicitarle por una página inmarcesible de la gloria de las letras hispanas.
Salud,
Sandoval.
Buenas noches maestro Arenillas, Mariano de Cavia del interné.
ResponderEliminarMe alegro de que su memorable afena sirva para serenar las aguas entre esos dos morlacos, aguas del botijo del niño del miliciano.
Como le dijo el gran Cagancho a Ortega y Gasset, "en er mundo, tie que haber de tó" A sus pies, maestro.
Estimados amigos Iris, José María, Alfredo y Arancetano,
ResponderEliminarEscribo titubeante estas líneas poseído por una enorme emoción al contemplar a cuatro primeros espadas de la historiografía madrileña sentados en los tendidos de esta modesta plaza. Todo un honor para mi el recibir su visita, y más aún sus amables comentarios que sin duda no merezco. Especial emoción me ha producido ese arrebatado y poético comentario firmado por Sandoval, que he de reconocer que me ha puesto los vellos como escarpias del 12.
Honrado con la visita de todos ustedes, y mucho más sabiendo que les ha gustado lo que aquí han encontrado. Espero seguir viéndolos por aquí y poder contar con su grata compañía.
Reciban un cordial saludo.
Florentino Areneros.