En 1874 llegó a España el austriaco Richard Gans. Con el tiempo crearía una empresa, la Fundición Tipográfica Richard Gans, que pasados los años sería referente indiscutible del mundo de las artes gráficas españolas. (Haga clic en cualquiera de las imágenes para verlas ampliadas).
EL CRIMEN DE LA CALLE GAZTAMBIDE
El pasado 17 de septiembre una noticia conmocionaba el barrio, una anciana había sido hallada muerta en su domicilio de Gaztambide 8, maniatada y con evidentes signos de violencia. Después se supo que se trataba de Doña Amalia García Gans, de 72 años, una mujer soltera, muy reservada y heredera de una gran fortuna y un importante patrimonio inmobiliario, según podemos leer en las numerosas narraciones que de este trágico suceso podemos encontrar en numerosos medios de comunicación (
EL PAÍS,
ABC,
LA RAZÓN,...). A día de hoy se desconocen cuales fueron los motivos y quienes los autores de este crimen.
Este trágico suceso despertó también una antigua inquietud que me ronda desde hace tiempo, relacionada con uno de los edificios emblemáticos del barrio: la Fundición Tipográfica Richard Gans.
En 1886 se inauguraría la nueva sede de la empresa en la calle de la Princesa en un edificio que se todavía se conserva. Durante la Guerra Civil, dada su proximidad al frente, sufriría importantes daños al igual que la mayoría de edificios del barrio. En la imagen vemos el edificio de la Fundición en una foto tomada desde la esquina de Hilarión Eslava con Rodríguez San Pedro. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).
Se trata de una construcción que ocupa una gran superficie, teniendo fachada a las calles de La Princesa y de Altamirano. Este edifico lleva cerrado hace muchos años, tantos que no tengo memoria de haber visto actividad en su interior. Algún día, muy de vez en cuando, un hombre mayor de pelo blanco y de vestir elegante, abre el cierre metálico de la calle de Altamirano, y entonces se puede contemplar el interior. En más de una ocasión he estado tentado de preguntar a aquel señor por el origen y la historia del edificio, pero siempre me venció la timidez. Llama poderosamente la atención que un edifico con esa superficie y en esa zona no haya sido convertido todavía en un Zara, o en cualquier otro comercio, pero a mi particularmente lo que más me llama la atención es ese trasfondo misterioso y casi mágico que tienen las casas abandonadas. Desde niño siempre sentí atracción por las casas deshabitadas, el entrar en ellas era una aventura inigualable llena de intensas emociones. Pasear por sus estancias, abrir esa puerta o atreverte a subir aquella escalera, era como viajar de alguna manera por el tiempo, porque si algo tenían en común todas aquellas casas era el hecho de que en aquel lugar y en algún momento, el tiempo se había parado. Las causas de aquel extraño fenómeno que hacía que todo quedara congelado, como esperando a que alguien regresara para continuar de nuevo, siempre tenían alguna explicación entre la chiquillería, casi siempre relacionada con algún hecho extraordinario, en la mayoría de los casos una muerte, bien debida a un terrible crimen o por alguna misteriosa e inexplicable causa, lo que en la mayoría de los casos suponía la existencia de un terrible fantasma, o de alguna misteriosa e inquietante presencia. Todo ello convertía aquellas aventuras en algo inolvidable que permanece grabado en el subconsciente, y quizá sea esa la razón de que pasados ya muchos años, todavía sigamos experimentando esa curiosidad ante algún edificio de esas características. Así, cuando me enteré de que el edificio pertenecía a la familia de la mujer fallecida surgió la curiosidad, rápidamente me puse a buscar en los archivos de esta redacción, encontrando datos e información de indudable interés, relacionada con el edificio, las personas que por el pasaron y lo que aconteció entre sus paredes, que de alguna manera vienen a confirmar aquella teoría de la infancia, según la cual tras cada casa abandonada se esconde un pequeño o gran misterio.
Fachada de la Fundición a la calle de Altamirano en la actualidad. Fotografía publicada por cortesía de Carlos Viñas-Valle perteneciente a su fotoblog MadridlaCiudad (Haga clic en la imagen para verla ampliada).
El relato comienza en 1874 cuando llega a España el austriaco Richard Gans, como representante comercial de la compañía papelera Societé Anonyme des Papeteries de Virginal (antes Olin&Fils) de Bruselas, y de otras empresas relacionadas con el mundo de las artes gráficas. Los últimos años del Siglo XIX supusieron una gran expansión dentro del mundo de la edición y la impresión gráficas, las novedades tanto en tecnología como en maquinaria iban a provocar una auténtica revolución. En España el mundo de las artes gráficas, al igual que la gran mayoría de sectores productivos, tenía una dependencia casi total de las importaciones, siendo la producción nacional, tanto en maquinaria como en tipos
(*), prácticamente inexistente.
(*) Los tipos son las piezas utilizadas en las imprentas para plasmar con tinta en el papel las letras o símbolos.
Una muestra de algunos de los muchos tipos que la empresa Richard Gans fabricaba y distribuía por toda España y muchos países del extranjero, especialmente de América. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).
Richard Gans era una persona despierta y emprendedora. Rápidamente se dio cuenta del potencial que ofrecía este mercado donde prácticamente no había competencia. Así el señor Gans decidió pasar de la importación de tipos a su producción, y en 1881 se desplazó hasta Alemania para hacerse con la maquinaria necesaria y traer a España a personal especializado en el manejo de las mismas. Así establece su primera fábrica en Madrid que se ubica en la calle Campomanes número 10.
Gracias a su iniciativa y esfuerzo, así como a la amplia red de contactos que había establecido en los años anteriores, el éxito no tarda en llegar y la demanda de sus productos aumenta día tras día, de forma que se tienen que trasladar a otro local más amplio esta vez en la calle Villanueva 22, que pronto se quedó nuevamente pequeño, ya que además de la fundición, Gans también se dedicaba a la venta de maquinaria importada, cuya exposición requería de amplio espacio. Por este motivo en 1886 se trasladarían a un edificio nuevo en la calle de la Princesa 63, que es el que todavía hoy se conserva. Posteriormente la continua expansión haría que la empresa se hiciera con algunos locales y pisos de la vecina finca de Princesa 61, hasta que finalmente se construiría en 1911 la nave de Altamirano número 5 destinada a la exposición de maquinaria, la cual se unía a la fábrica de Princesa por la parte trasera de esta, formando una “T”. Esta nueva nave era obra del arquitecto Luís López López, que contó con la colaboración de los maestros de obra Sres. Madurell y Vilata, corriendo la construcción a cargo de la Sociedad Española de Construcciones Metálicas. De esta forma en una amplia superficie Richard Gans reunía todo lo necesario para el buen desarrollo de su negocio. Según recogía la prensa del momento:
“Esta nave, de una extensión de 44 metros de longitud, con sus grandes existencias de maquinaria moderna que constituyen una exposición permanente de capital importancia, será un verdadero atractivo para toda persona, inteligebtes y profanos”. Pero esta no sería la única construcción del flamante y exitoso industrial, ya que para completar el conjunto construiría un hotelito en el número 50 de Princesa (actual 66) que habría de ser su residencia, y que se encuentra ubicado enfrente de la Fundición.
Vista de la calle de Altamirano durante la Guerra Civil en una fotografía tomada desde la calle Princesa (denominada Blasco Ibáñez durante la República). A la izquierda se distingue la fachada de la Fundición. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).
Richard Gans alcanzaría un gran éxito y reconocimiento dentro del mundo editorial, y su papel fue de gran importancia en el desarrollo de las artes gráficas en toda la nación. Su industria abastecía a las principales empresas editoriales y prensa del momento, entre ellas la imprenta Rivadeneira, ubicada en la cercana Cuesta de San Vicente, o el periódico ABC. Tras varias décadas, el joven emprendedor austriaco había logrado crear de la nada una importante empresa, lo que evidentemente le reportaría jugosos beneficios, de los que buena parte los reinvertiría en negocios relacionados con la construcción, haciéndose con un muy importante patrimonio inmobiliario, sobre todo en el barrio de Argüelles que por aquellas fechas se encontraba en pleno desarrollo. Según manifestó a la prensa uno de sus nietos hace pocos días a raíz del asesinato de Amalia García Gans,
“...medio barrio de Argüelles era propiedad de mi abuelo”.
Una vista del interior de la nueva nave de Altamirano. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).
Pero además del éxito económico, Richard Gans alcanzaría un merecido reconocimiento social más allá del mundo editorial. Así en 1915 le sería impuesta por el Rey Alfonso XIII
“la encomienda, con placa, de Isabel la Católica, por los relevantes servicios que ha prestado al Estado Español”. También sería condecorado con la Placa y Cruz de Carlos III, así como con la Cruz de Villaviciosa de Portugal. Don Ricardo Gans (tal es como acabaría castellanizándose su nombre) también sería objeto de un buen número de homenajes durante su vida, aunque quizá lo más importante, si nos hacemos eco de la prensa del momento, era que contaba con el respeto y agradecimiento de sus numerosos empleados.
Don Ricardo Gans, con alguna de las condecoraciones que recibió en agradecimiento a su labor a lo largo de su vida. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).
Don Ricardo además de crear una gran empresa, también crearía su propia familia. Contrajo matrimonio con Doña Matilde Gimeno García, con la que tendría tres hijos: Ricardo, Amalia y Manuel, desconocemos sus fechas de nacimiento pero por las fotos de prensa que hemos localizado debieron nacer en la segunda mitad de la primera década del pasado siglo.
En estas dos fotografías tomadas en el jardín de la residencia de la familia Gans en la calle de la Princesa, podemos observar a los tres hijos del industrial cuando eran unos niños. Las fotos están tomadas en los años 1911 y 1912. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).
Tras una intensa vida Don Ricardo Gans dejaría este mundo el 9 de Octubre de 1925. Su muerte supuso una gran perdida para el sector de las artes gráficas en España, que durante el último medio siglo, habían tenido en la figura del industrial un indiscutible referente. Desde ese momento, su viuda se haría con las riendas de la empresa, hasta que sus hijos tomaron el relevo.
Don Ricardo Gans fallecería en 1925, tras de sí dejaba una gran y pujante empresa, así como un importante patrimonio, principalmente inmobiliario. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).
Pasan los años y la empresa familiar continua con su prosperidad, a la vez que sirve como plataforma para otras actividades, entre ellas las deportivas y culturales. Hemos encontrado diferentes noticias de época que nos hablan de la Asociación Deportiva y Cultural Richard Gans, que establecería su sede en la calle Monteleón, donde también abriría un gimnasio. Son diversas las referencias a partidos de diversos deportes en los que participan equipos de esta asociación, así como la organización de excursiones por los alrededores de Madrid o convocatorias de conferencias y actos culturales diversos. Y así llegamos al verano de 1936.
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Tras el golpe militar de julio de ese año, una violencia desmedida e irracional se adueñó de España. El ser dueño de una empresa, el pertenecer a un sindicato, o el haber votado a las izquierdas o a las derechas, entre otras muchas injustificables causas, podía ser motivo suficiente para acabar con la vida de cualquier persona, dependiendo de que en que lado de los dos en que se dividió España, hubiera quedado esa persona al iniciarse el conflicto. La familia Gans sería una de las muchas que en toda España acabarían siendo víctimas de aquella barbarie.
Justo frente a la Fundición, Richard Gans construiría un hotel que sería la residencia familiar. En las imágenes podemos ver uno de los proyectos iniciales y una fotografía del edificio en la actualidad, el cual se encuentra deshabitado. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).
Para conocer lo que paso a los miembros de la familia Gans contamos con el relato que de los hechos hizo al finalizar la guerra, el 30 de marzo de 1939, Santiago García Rivera, un empleado de la Fundición Tipográfica Richard Gans desde 1924, y que en aquel momento residía en la calle Altamirano nº 20, justo al lado de la fábrica. Según su narración, el día 17 de Agosto de 1936 mientras se dirigía a su domicilio acompañado de su esposa,
“siendo aproximadamente las nueve y media de la noche, pudo presenciar que del hotel de Princesa nº 50, habitado por sus patronos, eran estos sacados y montados en un coche por detención llevada a efecto sin control alguno oficial por diversos individuos armados”. Santiago García se acercaría hasta el coche comprobando al intercambiar unas palabras con los Sres. Gans pudiendo constatar que efectivamente se trataba de una detención. En el coche se llevaron a los dos hermanos Gans, a su madre Doña Matilde y a una doncella (Amalia Gans ya había contraído matrimonio, razón que seguramente explique el hecho de que no se hallara en el hotel). Según el relato, minutos después regresaría el coche, dejando en su domicilio a Doña Matilde y a la doncella.
Santiago García habla con Doña Matilde y la doncella, pero estas no son capaces de indicarle a donde han sido llevados los dos detenidos. Decide entonces, haciendo caso de las instrucciones que daban por radio las autoridades para que fueran estas avisadas en caso de detenciones nocturnas, dar parte del suceso. Telefonea a la comisaría del distrito de Palacio, donde le informan de que esa acera de Princesa corresponde al distrito de Universidad, quedando fuera de su jurisdicción, pero desde la misma comisaría se encargarían de transmitir el aviso a la Dirección General de Seguridad.
Los hermanos Ricardo y Manuel Gans, serían asesinados en los primeros meses de la Guerra Civil, víctimas de la violencia irracional que se adueño de todo el país. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).
Al cabo de pocos minutos llegó un automóvil con un inspector y tres guardias, que en compañía de Santiago, entran al hotel para hablar con Doña Matilde y la doncella, con la sorpresa de encontrarse con dos de los individuos que habían realizado la detención, que permanecían dentro de la casa registrando las dependencias. Se produjo un intercambio de
“impresiones entre el inspector y dichos individuos, mostrándose el primero como algo acobardado ya que les rogaba que no hicieran más detenciones sin contar con la autoridad y que no tomasen ninguna determinación por su cuenta”, tanto el inspector como los individuos tomaron los datos de Santiago Garcia. Este observó como Doña Matilde les rogaba que no hicieran nada a sus hijos y como les decía que les daría lo que le pidieran. Los dos individuos amanazaron al testigo, diciéndole que se marchara a casa y que no se metiera en lo que no le importaba, ya que de lo contrario habría de costarle caro.
En los días siguientes el Sr. Vidal Moya y el Sr. Padrón, abogado y procurador de la empresa respectivamente, realizaron gestiones para conseguir la liberación de los dos hermanos, y al parecer consiguieron localizarlos, dando ciertas esperanzas de que no les iba a pasar nada. Sin embargo el lunes 23 de agosto se tuvo noticia de que los cadáveres de los dos hermanos habían sido hallados en los terrenos de la Ciudad Universitaria, según la identificación que habían realizado algunos empleados de la fábrica.
El golpe militar afectaría a las estructuras básicas del Estado, que tuvo que desplazar a gran parte de los efectivos de la fuerzas de orden público a los diferentes frentes de batalla. Un buen número de civiles armados se erigirían como garantes del orden en la retaguardia, aunque en muchos casos actuaban como auténticos delincuentes y sanguinarios asesinos. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).
Santiago García fue aconsejado de que no anduviera por las calles por las posibles represalias. Su temores se vieron confirmados cuando el jueves 26 fueron a detenerle, junto a otros empleados de las oficinas. Gracias a la intervención del Consejo Obrero de reciente creación en la fábrica, no fue finalmente detenido. Los encargados de efectuar la detención eran las dos mismas personas que vio en el hotel de los Gans. Más adelante Santiago García se encontraría casualmente con uno de ellos en una pista o carretera que estaban construyendo presos políticos en Peñagrande, al frente de los cuales se encontraba este individuo como vigilante, vestido de uniforme y con graduación de oficial,
“sus características eran de estatura regular, fuerte, nariz chata y pelo ondulado, con tipo mal encarado”, mientras que el otro era un
“muchacho alto, delgado que por lo visto quería no lo reconocieran pues llevaba una pipa cachimba y creo que unos lentes”. Hasta aquí la declaración de Santiago García Rivera, que ustedes pueden encontrar completa al final de esta crónica.
Por otro lado la fábrica continuaría con su actividad, con las limitaciones que el momento y las circunstancias imponían. El día 18 de agosto, el día después de la detención de los hermanos Gans, es decir el 18 de agosto, los obreros de la fábrica en ausencia de los patronos constituyeron un Consejo Obrero, para continuar con la actividad de la misma. Este Consejo estaría formado por 9 empleados de las diferentes secciones en su origen, aunque al finalizar la guerra solo formarían parte del mismo cinco empleados.
Serían también empleados de la fábrica los que identificarían los cadáveres de Ricardo y Manuel Gans, cuyos cuerpos fueron localizados en la Ciudad Universitaria. Algunos obreros también tendrían que sufrir las detenciones arbitrarias y los interrogatorios, así el día 26 de Agosto serían detenidos en los locales de la empresa tres empleados, consiguiendo librarse de la detención Santiago García, testigo presencial de la detención de los hermanos Gans. En el verano de 1936 trabajaban en la fabrica y las oficinas un total de 115 empleados.
Tramo de la calle Princesa donde se encuentran tanto la Fundición como la residencia de la familia Gans. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).
El Comité Obrero, trató de localizar donde se encontraban detenidos sus patronos, realizando diversas gestiones para su rescate, las cuales resultaron todas infructuosas. Una de las visitas las realizaron al Radio Comunista del Oeste, sito en la calle San Bernardo. Mientras los miembros del consejo realizaban estas averiguaciones, recibieron noticia de que elementos de la C.N.T que pretendían incautarse de los diarios El Sol y La Voz, se dirigián hacia la Fundición Tipográfica para incautarse de la Casa Richard Gans,
“ante esto se procedió a confeccionar un cartel para ser colocado en la puerta diciendo que la casa quedaba incautada por su personal, todo el perteneciente a la UGT, para de esta forma parar el golpe y salvar la casa”.
El Consejo Obrero se legalizó formalmente en el Ministerio de Industria, nombrándose un interventor. Se inventariaron todos los bienes de la empresa con la finalidad de
“salvaguardarlos contra cualquier atropello”. El Consejo sería requerido por la Delegación de Industria de Guerra para tomar el control de los talleres y utilizarlos para la fabricación de materiales de guerra, negándose el Consejo a ello, pero aceptando fabricarlos si eran los propios obreros los que dirigían la producción a la vez que custodiaban la maquinaria y propiedades de la casa. Sin embargo a finales de año, al estar la fábrica prácticamente en primera línea de fuego y en una zona muy castigada por los bombardeos indiscriminados, se procedió a trasladar
“todo lo que se pudo” con el fin de evitar su destrucción o su saqueo. Las oficinas se trasladarían a la cercana Rodríguez San Pedro nº 38, y el resto del material a diferentes lugares como el Ministerio de Marina o los Nuevos Ministerios. Finalizada la guerra, el 30 de Marzo de 1939, se personó en la fábrica Doña Matilde, que se hizo cargo de la misma.
Fotografía de la Colección Albert Louis Deschamps de la calle Princesa, en la que distinguimos a la derecha la Fundición Tipográfica. La imagen esta tomada en los días inmediatamente posteriores a la entrada de las tropas de Franco en la capital. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).
Todos estos datos relativos a la constitución del Consejo Obrero y todos los avatares que hubieron de pasar, han sido extraídos de la declaración que el día 2 de Abril de 1939 hicieron los miembros del Consejo Adrián Orgaz Cazorla y Joaquín Gutiérrez Llorente, la cual pueden encontrar integra al final de esta crónica.
Terminada la guerra la fabrica continuaría con su actividad, bajo la supervisión de Doña Matilde y de su hija Amalia, la única de los tres hijos de Richard Gans que continuaba con vida. Amalia Gans Gimeno tendría cuatro hijos: Gerardo, Ricardo, José Antonio y Amalia. Durante muchos años madre e hija, continuarían al frente del negocia, hasta que en 1954 fallecería doña Matilde Gimeno, viuda de Gans.
Esquela de Doña Matilde Gimeno García, esposa de Richard Gans, fallecida en 1954. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).
Desde ese momento, Amalia Gans quedaría al frente de la fabrica, aunque la actividad de la misma fue disminuyendo lentamente, las nuevas tecnologías de impresión poco a poco acabaron por convertir a los tipos en un recuerdo del pasado, y la fábrica cerraría finalmente sus puertas en 1974, justo un siglo después de que aquel joven y entusiasta emprendedor austriaco, de nombre Richard Gans, llegara a España, donde acabaría creando una las empresas que más ayudaron al desarrollo de las artes gráficas en este país. A pesar del cierre del negocio, la familia Gans disfrutaba de una sólida situación económica, en gran parte debida al tremendo patrimonio inmobiliario que había acumulado Don Ricardo, principalmente en el barrio de Argüelles.
Pasarían los años y Doña Amalia Gans Gimeno fallecería en Abril de 1992, heredando sus hijos todo el patrimonio familiar. El reparto de la herencia, según los testimonios recogidos por la prensa tras el asesinato de Amalia García Gans, haría surgir serias divergencias entre los hermanos, dándose el caso de que alguno de ellos dejaron de hablarse. Al parecer a Doña Amalia García Gans le correspondió en herencia una gran parte de todo el patrimonio familiar.
Esquela de Doña Amalia Gans Gimeno, la única hija de Richard Gans que sobrevivió a la guerra, fallecida en 1992. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).
Según recoge el diario
ABC Amalia García Gans era una mujer menuda, no muy alta y de cabello oscuro, austera, seria, reservada y solitaria, Según declaraciones de su hermano Gerardo (que no se hablaba con ella desde hace años y que incluso había abandonado el barrio para no coincidir):
“Tenía un sinfín de propiedades, dos coches que no conducía en dos plazas de garaje que no usaba...; pero en la casa, creo que poco. Nunca trabajó y no quería vivir con nadie. Estaba soltera y era la pequeña”. Según los vecinos era una mujer discreta y educada, que
“siempre iba arreglada y peinada de peluquería”, aunque era una persona desconfiada y de pocas relaciones sociales. Vivía sola en un amplio piso de 300 metros cuadrados, que ocupaba la totalidad de la cuarta planta de la finca de la calle Gaztambide número 8, un edifico propiedad de la fallecida, al igual que alguno de los adyacentes.
La finca de Gaztambide número ocho, propiedad de Amalia García Gans, en la que sería hallado su cadáver con evidentes signos de violencia. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).
El pasado día 16 de septiembre los vecinos, que hacía días que no veían a Doña Amalia, alertados por el desagradable olor que salía desde su vivienda decidieron avisar a la policía. Los bomberos abrieron la puerta y encontraron el cuerpo sin vida de la propietaria con evidentes signos de violencia. La mujer había sido inmovilizada con cinta de carrocero, con las manos atadas a la espalda y amordazada:
“En el cadáver, aun ensangrentado, y con evidentes signos de descomposición, se apreciaban golpes en la cabeza, según explico su hermano Gerardo tras identificar a la fallecida”. Todavía se desconocen los autores y los motivos de este crimen: “La hipótesis inicial que se baraja es la del robo, dado que la casa estaba totalmente revuelta; aún así no se descartan otros móviles, habida cuenta de las circunstancias en las que se encontraba el cuerpo. La puerta de entrada de la vivienda, que ocupa la cuarta planta en su totalidad, no estaba forzada, por lo que todo apunta a que el autor o autores del crimen sorprendieron a la mujer cuando iba a entrar o salir (junto a ella se encontraba su bolso) o bien que se tratara de alguien conocido”.
Setenta y cinco años después, nuevamente la tragedia se cebaba en la familia de Richard Gans.
Florentino Areneros.
ANEXO DOCUMENTAL
A continuación pueden encontrar los documentos que contienen la declaración de Don Santiago García Ribera, empleado de la Fundición y que la noche del 17 de Agosto de 1936 fue testigo de la detención de la esposa y los hijos de Richard Gans. También los documentos con la declaración de los miembros del Comité Obrero que se harían cargo de la empresa tras el asesinato de los hermanos Gans.
Las declaraciones fueron efectuadas el 30 de Marzo de 1939, y el 2 de Abril de 1939, a las pocas horas de la entrada de las tropas de Franco en la ciudad. Forman parte de los fondos de la Causa General, que se encuentran en el Archivo Histórico Nacional.