Durante el Siglo XIX los Borbones protagonizaron innumerables escándalos: desfalcos, infidelidades, traiciones, pelotazos, homicidios y un largo etcétera sin que los españoles nos rasgáramos las vestiduras. Sin embargo en la actualidad, la muerte de un paquidermo, una supuesta canita al aire o un desfalquillo ya prescrito del yerno, nos causan tremenda indignación. Por alguna razón los españoles nos hemos vuelto más ñoños y tiquismiquis con el paso de los lustros, ¿qué nos está pasando?,¿se está perdiendo la raza?. (Haga clic en cualquiera de las imágenes para verlas ampliadas).
¿SE ESTÁ PERDIENDO LA RAZA?
Por nuestro corresponsal Abilio Ovejero.
Estimados lectores de Sol y Moscas, nuevamente Don Florentino me concede otra oportunidad de colaborar en esta prestigiosa publicación, todo un honor para mi persona. Espero estar a la altura de la confianza que en mi deposita este auténtico auriga de la guerracivilmaquia periodística, al que desde aquí quiero agradecer públicamente esta atención para conmigo.
Hace tiempo, escribí una crónica de título ”el gen del asedio”, que habría de servir de introducción a otra sublime crónica que Don Florentino, con su magistral pluma, dedicaría al 75 aniversario del episodio del Alcázar de Toledo. En aquella crónica, tras un riguroso y científico análisis histórico quedaba demostrada la existencia de un gen exclusivo de los españoles, o más concretamente de los ibéricos.
Diferentes autores manejan diversas teorías para explicar el origen de la Guerra Civil, la mayoría de ellos coinciden en señalar el fracaso del golpe militar de julio de 1936 como el desencadenante del conflicto, otros te hablan de la revolución de octubre del 34, otros del golpe de Sanjurjo del 32, incluso para algunos responde a una reacción causa-efecto al asesinato de Calvo Sotelo, entre otras muchas, porque hay cada hooligan de la historia que quitan el hipo, alguno de ellos con su carrera de historia terminada y todo, no se vayan ustedes a creer. Es muy complicado que finalmente se llegue a un consenso en este punto, sobre todo teniendo en cuenta que hay muchos interesados en defender su versión aun a sabiendas de que es falsa y manipulada. Pero en lo que hay una gran coincidencia es en la enorme influencia que en el devenir de los acontecimientos del Siglo XX, tuvo el nefasto Siglo XIX español, que desde la guerra de Independencia hasta el desastre del 98 tuvo una historia convulsa que acabaría pos sumir a la nación en un retraso respecto a otras potencias europeas y a crear unas enormes diferencias sociales, con unas altísimas tasas de analfabetismo y de pobreza.
Tras el desastroso Siglo XIX, España iniciaría la nueva centuria con gran parte de su población sumida en la más absoluta pobreza. En la imagen vemos un dibujo de Gutierrez Solana que muestra uno de los muchos comedores para pobres que se podían encontrar por todo el país.
En todo ese tiempo, desde la Guerra de Independencia hasta nuestros días, hay una presencia constante, que con mayor o menor protagonismo ha influido y condicionado la historia de España, nos referimos a la familia Borbón. Una familia que ha protagonizado innumerables errores, escándalos y “espantás” que diría Don Florentino, pero que sin embargo siguen ahí como quien no quiere la cosa. Esta permanencia pese a las continuas y sonoras meteduras de pata es algo de lo que no encontramos equivalencia en otros países, donde por mucho menos tiran de guillotinas u otros útiles abdicantes. Lo más parecido que hemos encontrado, es la permanencia de Victoriano Sánchez Arminio al frente del Comité Nacional de Árbitros tras casi 20 años, tiempo durante el cual la Liga Española se ha convertido en la mejor del mundo, donde juegan los más grandes y afamados jugadores, pero que paradójicamente tiene a los peores árbitros del planeta, y sin embargo este personaje, al igual que su amigo Villar (si, si, ese del famoso Villarato) siguen ahí imperturbables, y lo que te rondaré morena. Pues amigas y amigos lectores, con los Borbones pasa tres cuarto de lo mismo, por muy mal que lo hagan, como el turrón El Lobo, siempre vuelven a casa por Navidad a darnos la charla.
Todos los años por Navidad, como el turrón el Lobo, podemos asistir al discurso del monarca, donde nos da sabios consejos, aunque en ocasiones ni él mismo hace caso.
La dinastía de los Borbones protagonizaría una serie de acontecimientos y sucesos en España a lo largo del Siglo XIX, al lado de los cuales lo del elefante, lo de la tal Corinna y su supuesta relación con el monarca, o los chanchullos de Urdangarín se convierten en cosas de simples aficionados. A esta familia en España les hemos permitido de todo, e incluso después de echarlos les hemos pedido que vuelvan, y tampoco nos han preocupado mucho sus chanchullos y vida privada, entonces, ¿cuál es la razón de que ahora nos preocupemos por un simple paquidermo?, ¿Qué nos importa que eche una canita al aire, y más a su edad?, ¿Qué mal hay en que el yerno quiera hacer sus pinitos financieros, sobre todo si ya han prescrito los posibles delitos?. Está claro que los españoles nos estamos volviendo más tiquismiquis que nuestros abuelos, la razón no está clara, tal vez la dieta o la televisión, y habrá de ser objeto de estudio concienzudo por parte de genetistas y sociólogos, pero la pregunta está ahí: ¿se está perdiendo la raza?.
Para que ustedes se hagan una idea de lo que les digo, vamos a comenzar a repasar la Historia a principios del Siglo XIX. En aquellos años era Rey de España Carlos IV, que había sucedido a su padre Carlos III (posiblemente uno de los pocos Borbones que se salven de la quema). Carlos IV era, según nos los describen los historiadores, un rey de carácter débil (que además se llevó un susto de muerte con el tema de la Revolución Francesa), y estaba muy influido por su mujer María Luisa de Parma, que era quien realmente llevaba las riendas del reino, o los pantalones, como prefieran.
La familia de Carlos IV retratada Goya. Podemos señalar este reinado como el punto de inicio de una serie de despropósito y escándalos que se prolongarían durante todo el siglo. Observen en la relación de la foto inferior como la esposa de Fernando VII la han puesto mirando a Cuenca, seguramente por que en el momento de posar, todavía no se había decidido por ninguna (posteriormente tendría cuatro esposas).
María Luisa era una mujer peculiar, además de prima hermana de Carlos por parte de padres. Tenía un difícil carácter, y era una persona muy caprichosa (algo comprensible si eres rey, faltaría más). Con Carlos IV tendría 14 hijos, además de 10 embarazos más que acabaron en abortos, ya ven ustedes que actividad, me gustaría saber que dieta hacían, o tal vez fuera porque no había televisión. Pero por si esto no fuera suficiente, se le atribuyen numerosos amantes, destacando entre todos ellos el de un sargento de su Guardia de Corps de nombre Manuel Godoy (aunque algunos autores desmienten tal relación), que gracias al favor de la reina acabaría subiendo como la espuma y llegaría a ocupar las más altas responsabilidades en la gobernación de la nación, y como era costumbre si tenías el favor real, se le concederían diferentes títulos nobiliarios: duque de Sueca, duque de Alcudia, Príncipe de la Paz, Príncipe de Bassano y además Grande de España, e incluso “Generalísimo”, ahí es nada. Para los seguidores de la prensa del corazón hay que decir que la reina tenía un pique importante con la Duquesa de Alba, amiga a su vez, o algo más, de Francisco de Goya, con la que tuvo una gran rivalidad.
La esposa de Carlos IV Maria Luisa de Parma, era en realidad quien manejaba los resortes del reino. Se la atribuyen diversos amantes, entre ellos un sargento de su Guardia de Corps, Manuel Godoy, que con el tiempo y gracias al favor de la reina, legaría a ser el principal gobernante de la nación.
Sería largo el narrar los acontecimientos durante el reinado de Carlos IV, o de Godoy, donde se produjeron acontecimientos tan señalados como la Batalla de Trafalgar o el Motín de Aranjuez, y para no aburrirles, nos vamos directamente a Bayona en 1808. Allí nos encontramos con Carlos IV, junto a napoleón Bonaparte y a Fernando, hijo del primero, el cual ya había intentado hacerse con el trono de su padre el año anterior en lo que se conoció como Conjura de El Escorial, haciendo bueno el refrán de “cría cuervos…”. Allí en Bayona, a finales de abril de 1808, Napoleón tuvo que asistir al lamentable espectáculo de padre e hijo tirándose los trastos a la cabeza, y ambos acabarían cediendo sus derechos al emperador francés (tras llegar a un generoso acuerdo económico previo, por supuesto), y este a su vez cedería estos derechos en la persona de su hermano José, que sería conocido en España como Pepe Botella, que contrariamente a lo que algunos pudieran pensar no tiene nada que ver con nuestra alcaldesa Ana Botella.
Retrato de Manuel Godoy, que de sargento de Guardia de Corps, llegaría a las más altas responsabilidades en el gobierno de la nación, al cual se le otorgarían diferentes títulos y distinciones.
Mientras tanto en España se había montado una buena. En Madrid el pueblo se había echado a la calle, pero a lo grande, sin reparar en gastos. Nada que ver con las algaradas actuales de romper escaparates y quemar contenedores que tanto enervan a nuestra presidenta Esperanza Aguirre, Condesa de Murillo. Así, mientras la familia Borbón hacía sus apaños en tierras francesas, en España la sangre corría por las calles y se iniciaba una cruenta y sangrienta guerra que habría de durar cinco terribles años, periodo durante el cual se redactaría la Constitución de Cádiz, de la que ahora se cumple su bicentenario. Una constitución moderna para su tiempo, que sentaba las bases para establecer un estado moderno, más acorde con los nuevos tiempos políticos que habrían de imperar en el mundo tras el cambio que supuso la Revolución Francesa.
Tras la derrota de Napoleón, Fernando VII, que ya era conocido como “El Deseado”, regresaría a España en 1814, no sin antes haber llegado a diferentes acuerdos con Napoleón. Sin embargo, se negaría a acatar la nueva constitución, y restableció la monarquía absoluta, con lo que el lío estaba nuevamente asegurado. Tras varios años de tira y afloja, y tras el pronunciamiento del general Riego (el de el himno) el rey se declararía un convencido constitucionalista, aunque en las sombra maniobraba para retomar el poder absoluto. El rey acató la constitución, comenzando así el trienio liberal, que vería terminar sus días con la llegada desde Francia de los Cien Mil Hijos de San Luís, que reinstaurarían la monarquía absoluta en 1823, dando inicio a lo que se conoció como Década Ominosa, y ya se pueden imaginar por el nombre como fueron aquellos diez años.
Fernando VII entraría en la historia intrigando para hacerse con el trono de su padre. Su reinado fue uno de los más nefastos de toda la historia de España, de ser conocido como “el Deseado” al principio de su reinado, acabaría siendo designado como “el Felón”.
Fernando moriría en 1833, ahora ya era conocido con el sobrenombre de “el Felón”, tras un reinado plagado de traiciones, engaños y mal gobierno, que dejarían a España el la “pole position” del desastre. Durante su azarosa vida había contraído matrimonio en 4 ocasiones, en primer lugar con su prima María Antonia de Nápoles con la que no tuvo descendencia. Posteriormente con su sobrina Isabel de Braganza y tras la dramática muerte de esta durante un parto, lo haría con María Josefa Amalia de Sajonia, con la que tampoco tendría descendencia. Tras la muerte de esta última en 1829 (estaba claro que casarse con este rey era un deporte de riesgo), se casaría con su sobrina María Cristina, con la que engendraría dos hijas: Isabel, que reinaría como Isabel II, y Luisa Fernanda.
La reina María Cristina, cuarta esposa de Fernando VII con quien tendría dos hijas. A la muerte de este ocuparía la regencia, tiempo en el que no sabemos si influida por las andanzas de su suegra, se emparejó con una sargento de la Guardia de Corps con el que tendría ni más ni menos que la friolera de ocho hijos.
Antes de morir Fernando firmaría la Pragmática Sanción, que permitiría reinar a su hija Isabel en detrimento de su hermano Carlos, al que le correspondería heredar el trono según las leyes anteriores. Como se pueden imaginar tratándose de esta familia, el lío volvía a estar asegurado y comenzó la Primera Guerra Carlista (1833-1840), que enfrentaría a los seguidores del infante Carlos, apoyado por los sectores más conservadores y por territorios interesados en mantener sus privilegios forales como el País Vasco y Navarra, o bien en recuperarlos como Aragón o Cataluña, que los habían perdido tras la llegada de los Borbones. En el otro bando se encontraban los partidarios de la Reina Regente, es decir María Cristina, principalmente liberales y constitucionalistas, muchos de los cuales habían sido represaliados anteriormente durante el reinado de Fernando VII. El carlismo, pese a perder esta guerra y dos posteriores, se mantendría prácticamente hasta nuestros días, desarrollando un papel de crucial importancia durante la Guerra Civil y el posterior régimen franquista, aunque serían muchos los carlistas que se sentirían engañados por le general Franco.
Ya en el Siglo XX y en plena Guerra Civil, el régimen franquista haría suyo parte de la simbología e ideario del carlismo tradicional, muchos de cuyos seguidores se sintieron traicionados por el régimen. En la foto vemos al general Franco presidiendo el Desfile de la Victoria de 1939 en Madrid, tocado con la tradicional boina de los carlistas.
Pero por lo poco que hemos visto por hasta ahora de esta familia, ya se pueden ustedes imaginar que en este periodo bélico no se iban a estar quietos, y la regente María Cristina (Isabel era una niña todavía), no sabemos si siguiendo el ejemplo de su suegra María Luisa, la mujer de Carlos IV, también se lió con una sargento de la Guardia de Corps, de nombre Agustín Fernando Muñoz y Sánchez, con el que tendría ni más ni menos la cantidad de “ocho hijos, ocho” (sigo pensando en la dieta o en la televisión). Al igual que Godoy, este sargento venido a más, sería elevado a la categoría de Duque de Riansares con Grandeza de España, así como Marqués de San Agustín, además de Teniente General y senador vitalicio. Sin olvidar que a los ocho retoños también fue necesario crearles algún condado, ducado, marquesado y similares. El Duque de Riansares pronto se descubriría como un lince para los negocios, y junto con su mujer crearon diferentes empresas promotoras de ferrocarriles, un negocio en auge en aquellos años, y otras inversiones (incluyendo negocios con el tráfico de esclavos). El Duque tenía una fluida relación con promotores de la categoría de los Rothschild, los banqueros franceses Laffitte y el autóctono Marqués de Salamanca, otro angelito de la época cuya figura avergonzaría a algunos que hoy en día, con indisimulada vanidad y gran orgullo, se tildan como especuladores inmobiliarios y financieros, unos mindundis a su lado. Era tal la avidez de esta familia que se llegó a decir que «no había proyecto industrial en el que la Reina madre no tuviera intereses». Lo de la Reina y el sargento clamaba al cielo, y en 1840 se haría con el poder el general Espartero que mandaría a reina, marido, negocios y retoños al exilio francés. Ya fuera de España, María Cristina aprovecharía para darse una vuelta por Roma, donde el papa Gregorio XVI (o Gregorio "equis uve palito" que cantaban los jóvenes en las jornadas con el Papa del pasado verano madrileño) daría la bendición a su matrimonio morganático con el sargento.
El Duque de Riansares, que de sargento de la Guardia de Corps y tras contraer matrimonio morganático con la viuda de Fernando VII, se convertiría, además de en noble, en un acaudalado hombre de negocios que haría sonrojar de vergüenza a los supuestos amaños que se le atribuyen Iñaki Urdangarín.
Nos encontramos en 1840, con el general Espartero de regente y una reina niña todavía menor de edad. En este momento, España ha perdido ya la mayoría de sus posesiones de ultramar, y la inestabilidad política es una constante. Las Cortes deciden que es necesario que la futura reina tenga una formación acorde con los principios constitucionales y designan a Agustín Argüelles, uno de los padres de la Constitución de Cádiz, como tutor de la princesa. Le ayudaran en esta tarea el poeta y escritor José Quintana y José Vicente Ventosa, que diseño un innovador sistema pedagógico hecho a propósito para las infantas (su hermana Luisa Fernanda también entraba en el lote formativo), que incluía incluso juegos para motivar el deseo de aprender. Sin embargo los resultados no fueron los esperados, la niña no daba señales de querer esforzarse y aprender. La situación en palacio no era favorable para el cometido de Argüelles, así, nada más iniciar su misión encomendada, tuvo que hacer frente a una rebelión de las damas de compañía de la reina, conocido como el “motín de las damas de Palacio”, que dimitieron en masa como protesta por la marcha de la Reina Cristina, así como por la presencia de liberales en Palacio, incluyendo a la nueva aya de la niñas, la condesa de Espoz y Mina, viuda del general liberal del mismo nombre, ya que esta no era si quiera “grande de España”.
La reina Isabel II a la edad de quine años pintada por Madrazo.
En 1843 terminó el periodo esparterista, tras el pronunciamiento militar de Narváez y Serrano (otro pronuciamineto más de los muchos del SXIX), y con el mismo terminaría también el programa de educación de la futura reina, que de todas formas había sido un rotundo fracaso. En ese momento Isabel contaba solamente con 13 años, lo que no impidió que fuera proclamada reina a esa edad tras promulgarse una ley por la que se la declaraba mayor de edad. De esta forma nos encontramos con una niña técnicamente huérfana en el Trono de España, con una mínima formación académica y cultural, convertida en un títere de los gobernantes de cada momento y rodeada de una camarilla de personajes singulares que habrían de ejercer una influencia determinante en el comportamiento y acciones de la Reina, y de rebote en la Historia de España.
En nuestra próxima crónica conoceremos un poco más de la vida en palacio de Isabel II, a la que se le atribuyen un buen número de amantes, así como episodios de gran laxitud moral que rozaban la orgía. En la imagen uno de los dibujos del folletín de título "LOS BORBONES EN PELOTA" creado por los hermanos Bécquer como crítica y caricatura de los desmanes palaciegos.
Y vamos a poner aquí, en el momento en que Isabel II es proclamada reina, el punto final a la primera parte de esta crónica. En una próxima entrega les contaremos como la joven reina es obligada a casarse con solamente 16 años, con su primo hermano Francisco de Borbón, Duque de Cádiz, conocido popular y maliciosamente como “la Paquita” a causa de su supuesta homosexualidad. También conoceremos historias de infidelidades varias, paternidades reconocidas a golpe de talonario, supuestas orgías sexuales en Palacio, e incluso tiroteos entre la familia, con muertes incluidas. Todo un auténtico folletín decimonónico que no deben dejar de leer.
CONTINUARÁ: HAGA CLIC AQUÍ PARA IR A LA SEGUNDA PARTE.
Abilio Ovejero.
INDICES ANTERIORES
Pueden encontrar los índices de años anteriores haciendo clic en:
INDICE 2012
INDICE 2011
INDICE 2010
¿SE ESTÁ PERDIENDO LA RAZA?
Por nuestro corresponsal Abilio Ovejero.
Estimados lectores de Sol y Moscas, nuevamente Don Florentino me concede otra oportunidad de colaborar en esta prestigiosa publicación, todo un honor para mi persona. Espero estar a la altura de la confianza que en mi deposita este auténtico auriga de la guerracivilmaquia periodística, al que desde aquí quiero agradecer públicamente esta atención para conmigo.
Hace tiempo, escribí una crónica de título ”el gen del asedio”, que habría de servir de introducción a otra sublime crónica que Don Florentino, con su magistral pluma, dedicaría al 75 aniversario del episodio del Alcázar de Toledo. En aquella crónica, tras un riguroso y científico análisis histórico quedaba demostrada la existencia de un gen exclusivo de los españoles, o más concretamente de los ibéricos.
Diferentes autores manejan diversas teorías para explicar el origen de la Guerra Civil, la mayoría de ellos coinciden en señalar el fracaso del golpe militar de julio de 1936 como el desencadenante del conflicto, otros te hablan de la revolución de octubre del 34, otros del golpe de Sanjurjo del 32, incluso para algunos responde a una reacción causa-efecto al asesinato de Calvo Sotelo, entre otras muchas, porque hay cada hooligan de la historia que quitan el hipo, alguno de ellos con su carrera de historia terminada y todo, no se vayan ustedes a creer. Es muy complicado que finalmente se llegue a un consenso en este punto, sobre todo teniendo en cuenta que hay muchos interesados en defender su versión aun a sabiendas de que es falsa y manipulada. Pero en lo que hay una gran coincidencia es en la enorme influencia que en el devenir de los acontecimientos del Siglo XX, tuvo el nefasto Siglo XIX español, que desde la guerra de Independencia hasta el desastre del 98 tuvo una historia convulsa que acabaría pos sumir a la nación en un retraso respecto a otras potencias europeas y a crear unas enormes diferencias sociales, con unas altísimas tasas de analfabetismo y de pobreza.
Tras el desastroso Siglo XIX, España iniciaría la nueva centuria con gran parte de su población sumida en la más absoluta pobreza. En la imagen vemos un dibujo de Gutierrez Solana que muestra uno de los muchos comedores para pobres que se podían encontrar por todo el país.
En todo ese tiempo, desde la Guerra de Independencia hasta nuestros días, hay una presencia constante, que con mayor o menor protagonismo ha influido y condicionado la historia de España, nos referimos a la familia Borbón. Una familia que ha protagonizado innumerables errores, escándalos y “espantás” que diría Don Florentino, pero que sin embargo siguen ahí como quien no quiere la cosa. Esta permanencia pese a las continuas y sonoras meteduras de pata es algo de lo que no encontramos equivalencia en otros países, donde por mucho menos tiran de guillotinas u otros útiles abdicantes. Lo más parecido que hemos encontrado, es la permanencia de Victoriano Sánchez Arminio al frente del Comité Nacional de Árbitros tras casi 20 años, tiempo durante el cual la Liga Española se ha convertido en la mejor del mundo, donde juegan los más grandes y afamados jugadores, pero que paradójicamente tiene a los peores árbitros del planeta, y sin embargo este personaje, al igual que su amigo Villar (si, si, ese del famoso Villarato) siguen ahí imperturbables, y lo que te rondaré morena. Pues amigas y amigos lectores, con los Borbones pasa tres cuarto de lo mismo, por muy mal que lo hagan, como el turrón El Lobo, siempre vuelven a casa por Navidad a darnos la charla.
Todos los años por Navidad, como el turrón el Lobo, podemos asistir al discurso del monarca, donde nos da sabios consejos, aunque en ocasiones ni él mismo hace caso.
La dinastía de los Borbones protagonizaría una serie de acontecimientos y sucesos en España a lo largo del Siglo XIX, al lado de los cuales lo del elefante, lo de la tal Corinna y su supuesta relación con el monarca, o los chanchullos de Urdangarín se convierten en cosas de simples aficionados. A esta familia en España les hemos permitido de todo, e incluso después de echarlos les hemos pedido que vuelvan, y tampoco nos han preocupado mucho sus chanchullos y vida privada, entonces, ¿cuál es la razón de que ahora nos preocupemos por un simple paquidermo?, ¿Qué nos importa que eche una canita al aire, y más a su edad?, ¿Qué mal hay en que el yerno quiera hacer sus pinitos financieros, sobre todo si ya han prescrito los posibles delitos?. Está claro que los españoles nos estamos volviendo más tiquismiquis que nuestros abuelos, la razón no está clara, tal vez la dieta o la televisión, y habrá de ser objeto de estudio concienzudo por parte de genetistas y sociólogos, pero la pregunta está ahí: ¿se está perdiendo la raza?.
Haga clic en la imagen para ir a la página de Madrid en Guerra.
Para que ustedes se hagan una idea de lo que les digo, vamos a comenzar a repasar la Historia a principios del Siglo XIX. En aquellos años era Rey de España Carlos IV, que había sucedido a su padre Carlos III (posiblemente uno de los pocos Borbones que se salven de la quema). Carlos IV era, según nos los describen los historiadores, un rey de carácter débil (que además se llevó un susto de muerte con el tema de la Revolución Francesa), y estaba muy influido por su mujer María Luisa de Parma, que era quien realmente llevaba las riendas del reino, o los pantalones, como prefieran.
La familia de Carlos IV retratada Goya. Podemos señalar este reinado como el punto de inicio de una serie de despropósito y escándalos que se prolongarían durante todo el siglo. Observen en la relación de la foto inferior como la esposa de Fernando VII la han puesto mirando a Cuenca, seguramente por que en el momento de posar, todavía no se había decidido por ninguna (posteriormente tendría cuatro esposas).
María Luisa era una mujer peculiar, además de prima hermana de Carlos por parte de padres. Tenía un difícil carácter, y era una persona muy caprichosa (algo comprensible si eres rey, faltaría más). Con Carlos IV tendría 14 hijos, además de 10 embarazos más que acabaron en abortos, ya ven ustedes que actividad, me gustaría saber que dieta hacían, o tal vez fuera porque no había televisión. Pero por si esto no fuera suficiente, se le atribuyen numerosos amantes, destacando entre todos ellos el de un sargento de su Guardia de Corps de nombre Manuel Godoy (aunque algunos autores desmienten tal relación), que gracias al favor de la reina acabaría subiendo como la espuma y llegaría a ocupar las más altas responsabilidades en la gobernación de la nación, y como era costumbre si tenías el favor real, se le concederían diferentes títulos nobiliarios: duque de Sueca, duque de Alcudia, Príncipe de la Paz, Príncipe de Bassano y además Grande de España, e incluso “Generalísimo”, ahí es nada. Para los seguidores de la prensa del corazón hay que decir que la reina tenía un pique importante con la Duquesa de Alba, amiga a su vez, o algo más, de Francisco de Goya, con la que tuvo una gran rivalidad.
La esposa de Carlos IV Maria Luisa de Parma, era en realidad quien manejaba los resortes del reino. Se la atribuyen diversos amantes, entre ellos un sargento de su Guardia de Corps, Manuel Godoy, que con el tiempo y gracias al favor de la reina, legaría a ser el principal gobernante de la nación.
Sería largo el narrar los acontecimientos durante el reinado de Carlos IV, o de Godoy, donde se produjeron acontecimientos tan señalados como la Batalla de Trafalgar o el Motín de Aranjuez, y para no aburrirles, nos vamos directamente a Bayona en 1808. Allí nos encontramos con Carlos IV, junto a napoleón Bonaparte y a Fernando, hijo del primero, el cual ya había intentado hacerse con el trono de su padre el año anterior en lo que se conoció como Conjura de El Escorial, haciendo bueno el refrán de “cría cuervos…”. Allí en Bayona, a finales de abril de 1808, Napoleón tuvo que asistir al lamentable espectáculo de padre e hijo tirándose los trastos a la cabeza, y ambos acabarían cediendo sus derechos al emperador francés (tras llegar a un generoso acuerdo económico previo, por supuesto), y este a su vez cedería estos derechos en la persona de su hermano José, que sería conocido en España como Pepe Botella, que contrariamente a lo que algunos pudieran pensar no tiene nada que ver con nuestra alcaldesa Ana Botella.
Retrato de Manuel Godoy, que de sargento de Guardia de Corps, llegaría a las más altas responsabilidades en el gobierno de la nación, al cual se le otorgarían diferentes títulos y distinciones.
Mientras tanto en España se había montado una buena. En Madrid el pueblo se había echado a la calle, pero a lo grande, sin reparar en gastos. Nada que ver con las algaradas actuales de romper escaparates y quemar contenedores que tanto enervan a nuestra presidenta Esperanza Aguirre, Condesa de Murillo. Así, mientras la familia Borbón hacía sus apaños en tierras francesas, en España la sangre corría por las calles y se iniciaba una cruenta y sangrienta guerra que habría de durar cinco terribles años, periodo durante el cual se redactaría la Constitución de Cádiz, de la que ahora se cumple su bicentenario. Una constitución moderna para su tiempo, que sentaba las bases para establecer un estado moderno, más acorde con los nuevos tiempos políticos que habrían de imperar en el mundo tras el cambio que supuso la Revolución Francesa.
Tras la derrota de Napoleón, Fernando VII, que ya era conocido como “El Deseado”, regresaría a España en 1814, no sin antes haber llegado a diferentes acuerdos con Napoleón. Sin embargo, se negaría a acatar la nueva constitución, y restableció la monarquía absoluta, con lo que el lío estaba nuevamente asegurado. Tras varios años de tira y afloja, y tras el pronunciamiento del general Riego (el de el himno) el rey se declararía un convencido constitucionalista, aunque en las sombra maniobraba para retomar el poder absoluto. El rey acató la constitución, comenzando así el trienio liberal, que vería terminar sus días con la llegada desde Francia de los Cien Mil Hijos de San Luís, que reinstaurarían la monarquía absoluta en 1823, dando inicio a lo que se conoció como Década Ominosa, y ya se pueden imaginar por el nombre como fueron aquellos diez años.
Fernando VII entraría en la historia intrigando para hacerse con el trono de su padre. Su reinado fue uno de los más nefastos de toda la historia de España, de ser conocido como “el Deseado” al principio de su reinado, acabaría siendo designado como “el Felón”.
Fernando moriría en 1833, ahora ya era conocido con el sobrenombre de “el Felón”, tras un reinado plagado de traiciones, engaños y mal gobierno, que dejarían a España el la “pole position” del desastre. Durante su azarosa vida había contraído matrimonio en 4 ocasiones, en primer lugar con su prima María Antonia de Nápoles con la que no tuvo descendencia. Posteriormente con su sobrina Isabel de Braganza y tras la dramática muerte de esta durante un parto, lo haría con María Josefa Amalia de Sajonia, con la que tampoco tendría descendencia. Tras la muerte de esta última en 1829 (estaba claro que casarse con este rey era un deporte de riesgo), se casaría con su sobrina María Cristina, con la que engendraría dos hijas: Isabel, que reinaría como Isabel II, y Luisa Fernanda.
La reina María Cristina, cuarta esposa de Fernando VII con quien tendría dos hijas. A la muerte de este ocuparía la regencia, tiempo en el que no sabemos si influida por las andanzas de su suegra, se emparejó con una sargento de la Guardia de Corps con el que tendría ni más ni menos que la friolera de ocho hijos.
Antes de morir Fernando firmaría la Pragmática Sanción, que permitiría reinar a su hija Isabel en detrimento de su hermano Carlos, al que le correspondería heredar el trono según las leyes anteriores. Como se pueden imaginar tratándose de esta familia, el lío volvía a estar asegurado y comenzó la Primera Guerra Carlista (1833-1840), que enfrentaría a los seguidores del infante Carlos, apoyado por los sectores más conservadores y por territorios interesados en mantener sus privilegios forales como el País Vasco y Navarra, o bien en recuperarlos como Aragón o Cataluña, que los habían perdido tras la llegada de los Borbones. En el otro bando se encontraban los partidarios de la Reina Regente, es decir María Cristina, principalmente liberales y constitucionalistas, muchos de los cuales habían sido represaliados anteriormente durante el reinado de Fernando VII. El carlismo, pese a perder esta guerra y dos posteriores, se mantendría prácticamente hasta nuestros días, desarrollando un papel de crucial importancia durante la Guerra Civil y el posterior régimen franquista, aunque serían muchos los carlistas que se sentirían engañados por le general Franco.
Ya en el Siglo XX y en plena Guerra Civil, el régimen franquista haría suyo parte de la simbología e ideario del carlismo tradicional, muchos de cuyos seguidores se sintieron traicionados por el régimen. En la foto vemos al general Franco presidiendo el Desfile de la Victoria de 1939 en Madrid, tocado con la tradicional boina de los carlistas.
Pero por lo poco que hemos visto por hasta ahora de esta familia, ya se pueden ustedes imaginar que en este periodo bélico no se iban a estar quietos, y la regente María Cristina (Isabel era una niña todavía), no sabemos si siguiendo el ejemplo de su suegra María Luisa, la mujer de Carlos IV, también se lió con una sargento de la Guardia de Corps, de nombre Agustín Fernando Muñoz y Sánchez, con el que tendría ni más ni menos la cantidad de “ocho hijos, ocho” (sigo pensando en la dieta o en la televisión). Al igual que Godoy, este sargento venido a más, sería elevado a la categoría de Duque de Riansares con Grandeza de España, así como Marqués de San Agustín, además de Teniente General y senador vitalicio. Sin olvidar que a los ocho retoños también fue necesario crearles algún condado, ducado, marquesado y similares. El Duque de Riansares pronto se descubriría como un lince para los negocios, y junto con su mujer crearon diferentes empresas promotoras de ferrocarriles, un negocio en auge en aquellos años, y otras inversiones (incluyendo negocios con el tráfico de esclavos). El Duque tenía una fluida relación con promotores de la categoría de los Rothschild, los banqueros franceses Laffitte y el autóctono Marqués de Salamanca, otro angelito de la época cuya figura avergonzaría a algunos que hoy en día, con indisimulada vanidad y gran orgullo, se tildan como especuladores inmobiliarios y financieros, unos mindundis a su lado. Era tal la avidez de esta familia que se llegó a decir que «no había proyecto industrial en el que la Reina madre no tuviera intereses». Lo de la Reina y el sargento clamaba al cielo, y en 1840 se haría con el poder el general Espartero que mandaría a reina, marido, negocios y retoños al exilio francés. Ya fuera de España, María Cristina aprovecharía para darse una vuelta por Roma, donde el papa Gregorio XVI (o Gregorio "equis uve palito" que cantaban los jóvenes en las jornadas con el Papa del pasado verano madrileño) daría la bendición a su matrimonio morganático con el sargento.
El Duque de Riansares, que de sargento de la Guardia de Corps y tras contraer matrimonio morganático con la viuda de Fernando VII, se convertiría, además de en noble, en un acaudalado hombre de negocios que haría sonrojar de vergüenza a los supuestos amaños que se le atribuyen Iñaki Urdangarín.
Nos encontramos en 1840, con el general Espartero de regente y una reina niña todavía menor de edad. En este momento, España ha perdido ya la mayoría de sus posesiones de ultramar, y la inestabilidad política es una constante. Las Cortes deciden que es necesario que la futura reina tenga una formación acorde con los principios constitucionales y designan a Agustín Argüelles, uno de los padres de la Constitución de Cádiz, como tutor de la princesa. Le ayudaran en esta tarea el poeta y escritor José Quintana y José Vicente Ventosa, que diseño un innovador sistema pedagógico hecho a propósito para las infantas (su hermana Luisa Fernanda también entraba en el lote formativo), que incluía incluso juegos para motivar el deseo de aprender. Sin embargo los resultados no fueron los esperados, la niña no daba señales de querer esforzarse y aprender. La situación en palacio no era favorable para el cometido de Argüelles, así, nada más iniciar su misión encomendada, tuvo que hacer frente a una rebelión de las damas de compañía de la reina, conocido como el “motín de las damas de Palacio”, que dimitieron en masa como protesta por la marcha de la Reina Cristina, así como por la presencia de liberales en Palacio, incluyendo a la nueva aya de la niñas, la condesa de Espoz y Mina, viuda del general liberal del mismo nombre, ya que esta no era si quiera “grande de España”.
La reina Isabel II a la edad de quine años pintada por Madrazo.
En 1843 terminó el periodo esparterista, tras el pronunciamiento militar de Narváez y Serrano (otro pronuciamineto más de los muchos del SXIX), y con el mismo terminaría también el programa de educación de la futura reina, que de todas formas había sido un rotundo fracaso. En ese momento Isabel contaba solamente con 13 años, lo que no impidió que fuera proclamada reina a esa edad tras promulgarse una ley por la que se la declaraba mayor de edad. De esta forma nos encontramos con una niña técnicamente huérfana en el Trono de España, con una mínima formación académica y cultural, convertida en un títere de los gobernantes de cada momento y rodeada de una camarilla de personajes singulares que habrían de ejercer una influencia determinante en el comportamiento y acciones de la Reina, y de rebote en la Historia de España.
En nuestra próxima crónica conoceremos un poco más de la vida en palacio de Isabel II, a la que se le atribuyen un buen número de amantes, así como episodios de gran laxitud moral que rozaban la orgía. En la imagen uno de los dibujos del folletín de título "LOS BORBONES EN PELOTA" creado por los hermanos Bécquer como crítica y caricatura de los desmanes palaciegos.
Y vamos a poner aquí, en el momento en que Isabel II es proclamada reina, el punto final a la primera parte de esta crónica. En una próxima entrega les contaremos como la joven reina es obligada a casarse con solamente 16 años, con su primo hermano Francisco de Borbón, Duque de Cádiz, conocido popular y maliciosamente como “la Paquita” a causa de su supuesta homosexualidad. También conoceremos historias de infidelidades varias, paternidades reconocidas a golpe de talonario, supuestas orgías sexuales en Palacio, e incluso tiroteos entre la familia, con muertes incluidas. Todo un auténtico folletín decimonónico que no deben dejar de leer.
CONTINUARÁ: HAGA CLIC AQUÍ PARA IR A LA SEGUNDA PARTE.
Abilio Ovejero.
INDICES ANTERIORES
Pueden encontrar los índices de años anteriores haciendo clic en:
INDICE 2012
INDICE 2011
INDICE 2010
Enhorabuena, D. Abilio, por este suculento y entretenido repaso a los borbones decimonónicos españoles. Suscribo todas sus palabras, aunque matizaría el origen del desastre, llevándolo un poco más lejos, hasta el "intocable" Carlos III que, aún hoy, goza de una espléndida fama. En mi opinión, los mejores representantes de la dinastía, siempre olvidados o eclipsados por sus descendientes, son Felipe V, y sus hijos Luis y Fernando. Sus enfermedades mentales les hacen simpáticos y entrañables, así como su jugosa vida privada. Muchas gracias por compartir esta crónica folletinesca con los lectores de "Sol y moscas". Un saludo
ResponderEliminarMuchas gracias Don Nacho por sus comentarios, todo un honor para mi viniendo de una persona de su prestigio y categoría. Ya verá cuando se entere Don Florentino de que me han felicitado.
ResponderEliminarEfectivamente los Borbones han dado mucho juego desde el minuto cero, lo raro es que mucha gente lo desconozca. Si le ha gustado la crónica, prepárese para la siguiente, el reinado de Isabel II es para nota, da para una serie de televisión, espero tenerla publicada el próximo viernes.
Reciba un cordial saludo.
Abilio Ovejero.
¡Qué fascinante culebrón! No había estado tan intrigado desde que quitaron Falcon Crest.
ResponderEliminar¡Qué fuerte! Leyendo la segunda parte de la entrada, me encuentro con su comparación de la familia real con los Channing (yo añadiría a los Giobberti) de Falcon Crest. Qué feliz casualidad :-)
ResponderEliminarNo he parado de reirme, me los imagino como ese folletín de "La isla", donde solo están los Borbones relacionandose con ellos mismos.
ResponderEliminarFelicidades, voy a la segunda parte.
Andrés Molina. (aunque aparezca el nombre de mi compañera).
Muchas gracias, mejor tomárselo con humor, es increíble que les hayamos soportado durante tanto tiempo.
EliminarSaludos.