miércoles, 23 de junio de 2010

SARAMAGO, EL BAILONGO, LA LEGIÓN CONDOR Y LAS TRECE ROSAS.

SARAMAGO, EL BAILONGO, LA LEGIÓN CONDOR Y LAS TRECE ROSAS.




De nuevo la rabiosa actualidad nos obliga a cambiar nuestros planes editoriales para hacerles llegar las últimas noticias. Como recordarán en números anteriores de SOL Y MOSCAS publicábamos una crónica titulada “De los Austrias a Mourinho” en la que entre otros temas relacionados hablábamos del Iberismo, o lo que es lo mismo, de la unificación de Portugal y España, y citábamos a uno de sus más fervientes defensores, el genial escritor portugués José Saramago, que como todos ustedes sabrán, falleció la pasada semana ( "Pulse AQUÍ para ir a la crónica DE LOS AUSTRIAS A MOURINHO").

Muchos de ustedes se preguntarán cual es la razón de hablar del Nobel luso en una publicación dedicada al mundo taurino y a la guerra civil, pero han de saber que José Saramago era un acérrimo antitaurino, y un gran luchador por los derechos de los animales. Esta publicación que modestamente dirijo, con más entusiasmo que acierto, recoge opiniones sobre el mundo taurino, tanto a favor como en contra, hasta ahí podríamos llegar, para sectarismos ya tenemos a los políticos demócratas. Y al igual que en breve dedicaremos una prometida crónica al Nobel norteamericano Hemingway, destacado defensor y gran aficionado a la Fiesta (y a beber, y a las mujeres, y a los puros, y a la caza, y a la pesca..., menudo pájaro), hoy mostraremos algunas de las opiniones del escritor portugués, en las que curiosamente cita a Hemingway, que hemos recogido de su libro “Cuadernos de Lanzarote”:

El exacto momento en el que un toro baja la cabeza para recibir el estoque mortal. Salí inmediatamente de la plaza, gracias al poder milagroso del mando a distancia. Me acordé entonces de lo que escribí, hace unos años, acerca de estas fiestas; tres artículos que no deben de haber agradado a ningún español, y menos a los navarros. Imagino que cuando me los pidieron de "Cambio 16", estarían esperando cualquier cosa del género de un nuevo Hemingway, pero los cálculos les salieron errados: lo que tuvieron que publicar fue una honesta confesión de incapacidad para entender la fiesta. Como se demostrará con este pequeño trecho exhumado de papeles viejo.

"Va a entrar el primer toro, han resonado sordamente los timbales de la presidencia, es la hora. Todos miramos, ansiosos, la bocaza negra del toril. El toro entra en la plaza. Entra siempre, creo. Este vino con alegre correría, como si, viendo una puerta abierta hacia la luz, hacia el sol, creyese que lo devolvían a la libertad.


Animal tonto, ingenuo, ignorante también, inocencia irremediable, no sabe que no saldrá vivo de este anillo infernal que aplaudirá, gritará, silvará durante dos horas, sin descanso. El toro atraviesa corriendo la plaza, mira los tendidos sin entender lo que sucede allí, vuelve hacia atrás, interroga los aires, finalmente arranca en dirección de un bulto que le hace señas con un capote, en dos segundo se encuentra del otro lado, era una ilución, creía embestir contra algo sólido, que merecía su fuerza, y no era más que una nube. Realmente, ¿qué mundo ve el toro? Estos toreros que se visten de todos los colores, que se cubren de pasamanerías y lentejuelas, que brillan en la arena como cristales preciosos, como figuras de vitral, ¿son así a los ojos del toro, o los ve él como sombras opacas, huidizas, inestables, que surgen de la nada y se esconden en la nada? Imagino que el toro vive en un universo soñado, fantasmal, cubierto de cenizas, en el que el sabor de la hierba y el olor de los pastos serán las únicas referencias apaciguadoras de un mundo vago en el que los árboles son como cortinas oscilantes y las nubes en el cielo, grandes bloques de mármol, al mismo tiempo que la luz se va moviendo difícilmente hacia la noche". Y éste, además: "El toro va a morir. De él se espera que tenga fuerza suficiente, debilidad, suavidad, para merecer el título de noble. Que embista con lealtad, que obedezca al juego del matador, que renuncie a la brutalidad, que salga de la vida tan puro como entró en ella, tan puro como vivió, casto de espíritu como lo está de cuerpo, pues virgen va a morir. Tendré miedo por el torero cuando se exponga sin defensa ante las armas de la bestia. Sólo más tarde entenderé que el toro, a partir de un cierto momento, incluso continuando vivo, ya no existe, entró en un sueño que es sólo suyo, entre vida y muerte"


Ahí queda. Recuerdo que cuando Pilar acabó de leer los artículos sólo me dijo; "No puedes entender...". Tenía razón: no entiendo, no puedo.

Una de las cosas buenas que tiene el morirse uno, es que todo el mundo de repente pasa a hablar bien del finado, bueno, o casi todo el mundo. Es normal el contemplar como las criticas de antaño se convierten por causa inexplicable en frases de compresión, cuando no de admiración. Hay un catalogo de frases ya legendarias del tipo: “Tenía sus cosillas, pero era una buena persona” o “no coincidíamos en muchas cosas, aunque he reconocer que una persona de ideas integras y gran calidad humana” y muchas otras similares. Y si saltamos ya a los conocidos o allegados, que durante la vida del difunto tuvieron una opinión tibia o de cierta indiferencia sobre el mismo, ya la cosa se desborda: “no cabe duda que era una de las mejores personas que he conocido” o el socorrido “esta visto que Dios siempre se lleva a los mejores” entre otras perlas, y cuanto más elevada es la categoría social o humana del fallecido, más rimbombantes son las frases. Por regla general he observado que las personas queridas y los amigos de verdad, suelen ser los menos dados a ensalzar las virtudes del desaparecido. La vida no deja de ser una paradoja, ya no sabes que es mas triste, si el morirte, o el hecho de que para una vez que hablan bien de uno en público, va y resulta que no te enteras, ¡tiene narices!.

El bailongo no se hace, nace. He aqui un futuro candidato a bailongo en un duro entrenamiento.
Pero aunque la mayoría de personas que no tuvieron una buena relación o discreparon abiertamente, llegado este momento suelen optar por permanecer en un respetuoso silencio, siempre tiene que haber alguien que de la nota disonante, al igual que en toda boda que se precie no puede faltar el “tío bailongo”, ese entrañable personaje tan nuestro, tan ibérico. Este prototipo humano, normalmente suele ser ya una persona madurita, entrada en años, aunque se manejan un gran abanico de edades. Incansable perpetrador de pasodobles y otros ritmos, suele actuar bajo la motivación extra y chisposa de los efectos de los caldos y espirituosos servidos en el ágape previo. Cuan águila imperial que desde su atalaya otea a su presa, que diría el admirado Félix Rodríguez de la Fuente, el “bailongo” ubicado en el centro del redondel escudriña al personal en busca de sus victimas, y al igual que el lince ibérico basa su dieta principalmente en el conejo, el “bailongo” tiene bien catalogadas a sus presas predilectas: las amigas de la novia. Las cuales, ajenas al peligro, normalmente forman un corro separado de ambas familias lo que facilita enormemente la búsqueda de este depredador, que una vez localizado el cardumen se dirige hacia el, con paso decidido y mirada fija, evaluando las posibles rutas de huida y seleccionando de antemano a la que va ser su primera víctima, normalmente la de mejor ver aunque en algunos casos, dependiendo del encaste del depredador, opta por la más voluptuosa o la de indumentaria más atrevida. El primer ataque, apoyado en el factor sorpresa, es letal y de efectos fulminantes, y una vez que el “bailongo” ha hecho presa, es muy difícil desasirse de él sin haber consumado por lo menos un par de temas. Nuestro protagonista incansable y sediento de más sangre fresca, continua capturando a sus victimas una tras otra, aunque según avanza la jornada sus posibles capturas se muestran más precavidas y evitan con diferentes artes y argucias a este terrible depredador, llegando a producirse en ocasiones autenticas aglomeraciones en los lavabos de señoras, que a veces se convierten en autenticas trampas mortales al completarse el aforo, y tener que permanecer esperando en el exterior, momento que aprovecha implacablemente el “bailongo” para capturar a su victima incapacitada de defenderse y sin posibilidades de huida. Tras una serie de repetidas capturas, y motivado tanto por el propio agotamiento, como por la dificultad de encontrar victimas propiciatorias, que han acabado por aprendérselas todas, es fácil ver a este depredador en el centro de la pista cubata en mano, como si se hallara en una especie de trance, bailando en solitario todo lo que le echen, incluso me atrevería a afirmar que serían capaces de bailar la música del telediario. Otro momento inconmensurable protagonizado por este entrañable personaje es cuando llega el momento del baile colectivo, como por ejemplo “los pajaritos” o el imprescindible “Paquito el Chocolatero”, tema con el que más de uno de estos especimenes ha llegado a provocarse una hernia discal producida por su vehemencia en el ademán y lo forzado del escorzo.

Destacar también un hecho que suele pasar desapercibido a la mayoría de los que le ven actuar: el bailongo tiene pareja. Habitualmente se trata de una mujer recatada y tímida, que trata de pasar desapercibida y ante todo trata de evitar que se pueda establecer un vinculo entre ella y este terrible depredador. Por ello, sus movimientos son sigilosos para tratar de evitarle, y es normal que se aproveche de los desplazamientos de los camareros, utilizándolos como pantalla entre ella y la visual del “bailongo”. Aunque es bastante frecuente que una vez finalizado el evento, cuando los invitados deciden donde continuar la fiesta, esta sufrida mujer tenga que descubrirse. Es en ese momento, cuando el “bailongo” triunfante, que en muchas ocasiones aparece adornado con la corbata atada a su cabeza cuan Rambo, pronuncia otra de sus ya celebres frases: “La juventud en mi coche, que tengo sitio”, a lo que la resignada esposa responde con frases del tipo: “por mi no te preocupes, me voy con Encarna y Joaquín que hace mucho que no nos vemos”, momento en el que delata su condición.

Volviendo de nuevo a la actualidad, comentábamos antes de irnos a la pista de baile, que lo normal es que se hable bien de las personas fallecidas aunque siempre tiene que haber alguien que de la nota discordante, y en el caso de Saramago ha sido el Vaticano, que se ha despachado a gusto con el escritor tras su muerte. Aquí les dejo un párrafo de lo publicado en el “L’Osservatore Romano”, no tiene desperdicio: "Un populista extremista como él, que se hacía cargo del porqué de los males del mundo, habría debido antes que nada aplicar el problema a todas las estructuras humanas erróneas, desde las histórico-políticas a las socioeconómicas, en vez de saltar al detestado plano metafísico y culpar, de manera demasiado cómoda y carente de cualquier otra consideración, a un Dios en el que nunca creyó debido a su omnipotencia, a su omnisciencia, a su omnipresencia". Ahí queda eso, lo que no deja de llamar la atención viniendo de alguien que tiene como valores fundamentales el amor al prójimo y el perdón, pero sobre todo pensando que convencidos como están de la existencia del Reino de los Cielos, lo lógico es que hubieran esperado su momento. Imagínense amigos lectores al bueno de Saramago llegando al cielo, y allí vestido de blanco (como tiene que ser) le espera San Pedro (que como recordarán corto una oreja en Getsemani en una memorable tarde) con el manojo de llaves en la mano:

-Hombreeee…., José Saramago, con las ganas que teníamos de saludarte, siéntate aquí por favor. Pero vamos a ver, ¿Cómo se te ocurre escribir estas cosas?, si es que no vamos a aprender nunca….Que paciencia Señor, que paciencia.
Llegados a estas alturas de la crónica estoy seguro que ustedes se estarán haciendo esta pregunta: ¿pero es que este hombre no piensa hablar ni de los toros ni de la guerra civil?. A lo que tengo que responderles que no se preocupen, que ahora vamos con ello.

Volviendo al tema que hoy nos ocupa, señalar que si hay dos actividades humanas relacionadas con la muerte una indudablemente es la guerra y la otra los toros, es decir la Fiesta. Si amigos lectores, la muerte, ese fenómeno que iguala a todos los hombres independientemente de su condición, sexo, raza o religión, es una constante en el mundo del toreo y en la guerra, que no podrían entenderse sin ella, aunque muchos como Saramago no entendían ni los toros ni la guerra.

Foto aerea del Cementerio de La Almudena recién inaugurado.

Si hay un lugar donde la muerte este presente, ese lugar es el cementerio, y en muchos de ellos están presentes tanto el mundo taurino como el de la guerra. En Madrid contamos con uno de los cementerios más grandes, y porque no decirlo, mas bonitos de Europa, el Cementerio de la Almudena. Los cementerios esconden rincones de indudable belleza, así como elementos de reconocido valor artístico, y en esta necrópolis madrileña ambos abundan, no hay más que darse un pequeño paseo por algunas zonas (recomiendo la más antigua) para comprobarlo, aunque no es menos cierto, que ese sosiego, ese silencio y tranquilidad llegan a producir cierta inquietud a algunas personas, entre las que me incluyo. El cementerio de la Almudena, comenzó a construirse a finales del siglo XIX, aunque en realidad se trata de un conjunto de cementerios más pequeños, como el de Epidemias, construido para dar sepultura al gran número de fallecidos en las epidemias de cólera, viruela y gripe de esa época, así como la antigua Necrópolis del Este y el Cementerio Civil entre otros. El actual es un proyecto de los arquitectos Fernando Arbós y José Urioste. Entre sus tapias podemos encontrar obras de reconocidos arquitectos y artistas, como por ejemplo el escultor segoviano Emiliano Barral fallecido en los combates de la Batalla de Madrid.

El pasado domingo, con la idea en mente de escribir esta crónica, me escape en un descuido en la redacción hasta La Almudena para obtener unas instantáneas que dieran testimonio gráfico de lo que aquí les cuento. Comenzando mi periplo fotografiando la tumba del torero madrileño José Cubero “Yiyo”, fallecido contando 21 años en el coso de Colmenar Viejo tras ser cogido por el toro “Burlero”. En su tumba podemos contemplar una escultura en la que vemos al torero con traje de luces, mientras de su mano sale una paloma (doble clic en la fotografía para ampliar).

La tumba de Yiyo en La Almudena. Observen al fondo una bandera española.

Si ustedes son observadores podrán contemplar al fondo de la anterior imagen una bandera española. Esta bandera forma parte del monumento fúnebre en memoria de los fallecidos de la División Azul que perdieron la vida en el Frente Ruso durante la II Guerra Mundial. Aquí tienen un par de imágenes del mismo.




Dos imágenes del monumento a los fallecidos de la División Azul.

También por la misma zona, se encuentra otra construcción donde esta enterrados los cuerpos de varios componentes de la Legión Cóndor, que como ustedes sabrán eran fuerzas del Ejercito Alemán que combatieron apoyando a las fuerzas franquistas durante la guerra civil española.

Acto de homenaje a los soldados de la Legión Condor, presidido por un militar del Ejército Nazi.

Una imágen actual del monumento en la que vemos que hadesaparecido el ave que se veía en la fotografía superior.
Un poco más alejado, junto a la Puerta de O’Donell, se encuentra un lugar cargado también de simbolismo, donde se rinde recuerdo a las trece jóvenes fusiladas, junto a otros muchos, en agosto de 1939. Este lugar es también el elegido como símbolo para recordar a los centenares de personas que fueron fusiladas en las tapias de este cementerio tras la finalización de la guerra. El pasado domingo coincidió con un homenaje, en el que se leyeron los nombres de los que fueron ejecutados en este lugar. En el verano pasado se cumplieron 70 años desde que ocurrió aquel lamentable episodio de la muerte de aquellos jovenes, y aquel día del aniversario fue aprovechado por algunos para, como se dice coloquialmente, arrimar el ascua a su sardina. Aquí les dejo el enlace a un blog que recogía aquel homenaje, y que incluye también los videos de las intervenciones de los políticos que asistieron ( "Pulse AQUÍ para ir al blog de las TRECE ROSAS").

Placas que recuerdan a las Trece Rosas. La placa original fue retirada de su sitio donde se colocó la actual de la Fundación Trece Rosas, posteriormente la original tras algunas protestas fue recolocada, pero debajo de la nueva.

Una imagen del acto de homenaje celebrado el pasado domingo

Hay numerosos ejemplos relacionados con el mundo de los toros y de la guerra civil en este y otros cementerios madrileños, y quiza sigamos hablando de ello en posteriores crónicas, aunque prefiero no comprometerme más, pero no quería despedirme sin mencionar en esta crónica a una mujer torero, sin duda la más grande que ha habido en España, cuyos restos también reposan en este camposanto. Me refiero a la madrileña Juanita Cruz, una mujer que triunfaría tanto en España como en América en los años previos a la guerra civil, y que vería frustrada su carrera tras prohibírsele torear en España al finalizar la guerra civil por su condición de mujer, aunque también se la atribuían simpatías republicanas. Pero si quieren saber más de esta excepcional mujer y de su vida y obra, les recomiendo una visita a la pagina de ese excepcional maestro de maestro que es Rafael González Zubieta “el Zubi”, que como todos ustedes recordarán cuajo aquella memorable faena en aquel ya mítico mano a mano con Moncloveño en el monumental coso de Blanquerna durante la pasada feria de San Isidro ( "Pulse AQUÍ para ir a la crónica de EL GRAN EVENTO"). El Zubi ha dedicado mucho tiempo a estudiar la trayectoria de esta excepcional mujer, y tienen buena muestra de ello en su blog Larga Cordobesa, o si lo prefieren en el magistral artículo que escribió para el último número de la revista Frente de Madrid( "Pulse AQUÍ para ir a la crónica del ZUBI sobre JUANITA CRUZ").
Juanita Cruz en la portada de una revista de principios de los 30.

Como les decía, no quería despedirme (esta vez ya de verdad, tranquilos) sin mostrarles la tumba de esta mujer, donde podemos contemplar una escultura en bronce de ella y donde también podemos leer la siguiente inscripción:

“A PESAR DEL DAÑO QUE ME HICIERON EN MI PATRIA, LOS RESPONSABLES DE LA MEDIOCRIDAD DEL TOREO EN LOS AÑOS 1940-1950...

¡BRINDO POR ESPAÑA!


Un buen final para esta crónica.

Florentino Areneros.

La tumba de Juanita Cruz en el cementerio de La Almudena.

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