viernes, 3 de febrero de 2012

PRESENCIA MILITAR EN MADRID

Dibujo del Centro Cultural de los Ejércitos en Gran Via 13, donde se están celebrando las jornadas “Presencia Militar en Madrid”.

PRESENCIA MILITAR EN MADRID

Hace tiempo que desde las páginas de esta publicación que me honro dirigir hemos criticado alguno de los festejos que relacionados con la guerracivilmaquia se programan con cierta frecuencia en Madrid. Así a toro pasado recuerdo la de “los Indignados”, y otra de título “¡¡y que no escarmiento…!!”. He de reconocer que con el tiempo he llegado a la conclusión de que es una guerra perdida, tal vez debido a que seamos demasiados exigentes, o a que tal vez nuestro modo de entender como debería tratarse el tema pocas veces coincide con como se nos presenta. Hay mucho intruso, demasiado espontáneo y algún que otro pícaro, que por lo general solo cuentan "su historia" o como mucho una "historia a medias", y otros que cuentan directamente lo que les da la gana, o bien lo que pillan de aquí y de allí, muchas veces sin citar ni siquiera el origen.

En las dos últimas semanas he asistido a sendas conferencias que se han celebrado en el histórico edificio del Centro Cultural de los Ejércitos, en la madrileña Gran Vía, organizadas por le propio centro y por el Instituto de Estudios Madrileños, dependiente si no me equivoco del CSIC. estas conferencias forman parte de un amplio ciclo (12 en total) que tratarán diversos aspectos relacionados con la “Presencia Militar en Madrid”, entre ellos los arquitectónicos. Así la primera conferencia a la que asistí trataría sobre el Cuartel General del Aire en la Plaza de la Moncloa, y la segunda sobre el Cuartel de la Montaña, dos edificios emblemáticos del barrio de Argüelles al que tanto nos une.

La conferencia sobre el Cuartel general del Aire, fue impartida, o mejor dicho perpetrada, por Luís Prados de la Plaza, que creo ostenta el título de Cronista de la Villa, entiendo que por su meritoria labor como periodista e historiador, de la cual, al no conocerla no puedo poner en duda, faltaría más. Sin embargo la conferencia dejo mucho que desear. En la intervención, de una hora más o menos de duración, se trataron muchos temas pero el tema del edificio en si, del arquitecto Luís Gutiérrez Soto, o del anterior edificio que ocupo el solar, la Cárcel Modelo, se habló bastante poco. En esa ocasión estuve escoltado por el gran maestro Juan Manuel Riesgo “Cuatro Vientos”, e imagínense como fue aquello, que hasta una persona de habitual generosa en el halago tanto a ponentes como organizadores como es “Cuatro Vientos”, se confesaba bastante indignado nada más finalizar la conferencia.

La conferencia del 24 de enero estuvo dedicada al edificio del cuartel General del Aire, obra del arquitecto Luís Gutiérrez Soto.



La conferencia del Cuartel de la Montaña la impartía la historiadora María Teresa Fernández Talaya, autora de uno de los libros más consultados en esta redacción del cual es autora: “El Real Sitio de la Florida y la Moncloa…”, un excelente trabajo sobre la historia y el origen de esta zona de Madrid incluido el barrio de Argüelles. Sin embargo no nos han gustado sus trabajos publicados en la editorial Amberley sobre Argüelles y la Moncloa, algo que detallamos en una crónica de título “la noble rivalidad taurina” tras las injustificadas criticas que esta autora realizó sobre nuestro buen amigo Juan Antonio González Cárceles “Universitario”. En líneas generales podemos decir que esta autora obtiene muy buena nota en la historia de Madrid hasta el siglo XIX incluido, aunque se queda en un suficiente raspado en lo que es la historia del SXX.

En la conferencia pasó algo similar, hasta el SXIX la cosa fue bien (aunque nos quedamos con la curiosidad de que ampliara su comentario de que Fernando VII fue un buen monarca), pero al llegar al SXX, o por ser más exacto, al llegar al 18 de julio de 1936, aquello cambió radicalmente para mal.

Un grupo de asaltantes del Cuartel de la Montaña posa en las escaleras del mismo tras la toma del edificio.

Sobre el asalto al Cuartel de la Montaña en julio de 1936 los historiadores han escrito páginas y páginas, muchas de ellas tras un intenso trabajo recopilando testimonios personales y diversas fuentes documentales, a partir de las cuales nos podemos hacer una idea más o menos contrastada de lo que realmente ocurrió. La ponente de manera sorprendente no utilizó como base ninguno de estos trabajos, ni siquiera una síntesis de varios de ellos, si no que en una exposición que se esperaba rigurosa utilizó el testimonio de tres periodistas, uno era Carlos Sampelayo, cuyos textos (obtenidos de la página de Tiempo de Historia en Internet) ya citara Fernández Talaya en su libro “del barrio de Argüelles al Manzanares” sin mencionar al autor en aquella ocasión. Sampelayo era un periodista de ideología republicana (partiría al exilio). Tras Sampelayo leyó otro texto de otro periodista de marcada ideología republicana: Víctor Gabilondo. Evidentemente ambos ofrecerían una visión descafeinada de los acontecimientos.

Para narrar los acontecimiento del 20 de Julio la ponente recurrió a los testimonios de tres periodistas, entre ellos los de “El Caballero Audaz” recogidos en el libro de la fotografía. Solamente contemplando la portada se pueden hacer una idea de la objetividad de la narración.

Por último cerraría este repaso a los acontecimientos con el testimonio del periodista José María Carretero Novillo, seguramente más conocido como “El Caballero Audaz”, sin duda uno de los más entusiastas propagandistas del régimen del general Franco (posiblemente solo superado por el “Tebib Arrumi” abuelo de nuestro anterior alcalde y hoy ministro), vamos, algo similar a poner a arbitrar un Barsa-Madrid a Hristo Stoichkov. Si lo que quería la ponente era ofrecer una visión objetiva de los acontecimientos del Cuartel de la Montaña, está claro que no eligió los mejores textos con estos tres periodistas, aunque esto siempre tiene la ventaja de poder echar la culpa de las incorrecciones a los autores de los mismos. También realizó otro par de omisiones, seguramente por despiste, como ocurrió con la extensa lectura del bando de guerra del general Fanjul donde no mencionó el mayúsculo ¡Viva La Republica! con el que finalizaba el bando, un dato que sin duda hubiera resultado curioso para los asistentes. Posteriormente, cuando habló de la destrucción del cuartel, al igual que la del barrio de Argüelles, no mencionó la causa de la misma, es decir los bombardeos indiscriminados de la aviación franquista, seguramente por que ya lo daba por conocido por parte del auditorio, aunque en algunos momentos flotó la duda de que la destrucción del cuartel fuera provocada por el bombardeo del avión del capitán Rexach y los cañonazos de Orad de la Torre.

Una imagen del Cuartel de la Montaña destruido totalmente por la acción de la aviación y artillería franquista, al igual que la mayoría del barrio de Argüelles. Destrucción que sería comentada por la ponente aunque sin citar las causas.

Durante la conferencia la ponente utilizó un buen número de imágenes, muy bien seleccionadas esa es la verdad, que ayudaron en gran medida a la comprensión de lo allí expuesto. En lo referente a los acontecimientos de 1936, utilizó imágenes del conocido popularmente como “Archivo Rojo”, como Talaya lo denominaba también (su verdadera denominación es Archivo Fotográfico de la Delegación de Propaganda de Madrid), seguramente las mejores fotografías de aquel episodio que se conservan, aunque no hubiera estado de más que mencionara la razón de esa denominación para evitar equívocos a los asistentes. Hay que señalar también que al principio de la conferencia manifestó que no mostraría las imágenes de los cadáveres de los militares asesinados durante la matanza indiscriminada que parte de los asaltantes realizaron tras la toma del cuartel, según sus palabras para no herir sensibilidades, y por si había familiares o descendientes de las victimas entre el público.

Fotografía a toda página del diario Ahora que publicamos en nuestra anterior crónica de título “un periodista en el Cuartel de la Montaña”, donde aparece el periodista González Olmedilla.

En un momento de la conferencia apareció la foto en toda página del “Ahora” con la que se inciaba nuestra crónica “un periodista en el Cuartel de la Montaña”, seguida de la foto del AGA en la que aparece el periodista Olmedilla con el primer miliciano que abandonó el cuartel, un “famoso periodista” en palabras de Talaya, al que nosotros pudimos poner nombre gracias a la identificación de nuestro lector “Terceraespaña”. Tras estas dos imágenes, apareció la portada del Heraldo de Madrid que nosotros utilizábamos también en nuestra crónica. Tanta casualidad nos hizo ilusionarnos por un momento, y pensar que una historiadora de la categoría de María Teresa Fernández Talaya se había asomado a las páginas de nuestra publicación y había utilizado alguno de los datos que nosotros aportamos. Sin embargo no tardamos en caer de nuestra nube, cuando la ponente confesó que eran materiales que había utilizado para su “investigación” sobre el Cuartel de la Montaña, algo que no dudamos, ya que de haber utilizado algún material de estas humildes páginas estamos seguros de que una historiadora de su categoría y prestigio lo hubiera mencionado.

El bando de guerra dictado por el general Fanjul, parte de cuyo contenido sería leído durante la conferencia, aunque se omitió mencionar el ¡¡Viva la Republica!!, con que finalizaba.

Bueno, y hasta aquí la crónica de esta conferencia, en la que distinguiremos dos partes, una primera hasta el Siglo XX en que podemos decir que la ponente triunfo, y una segunda, en la que consumió la mitad de su intervención, centrada en los sucesos de julio de 1936, que a nosotros personalmente nos defraudó. Nuevamente se vuelve a pasar por encima de todo lo relacionado con la Guerra Civil, un tema que parece incomodo para muchos historiadores, el utilizar los testimonios de tres periodistas, cuya objetividad es realmente cuestionable, deja mucho que desear para una historiadora que afirma haber investigado sobre el tema. Como comenté anteriormente, hay bastantes trabajos que aportan una visión mucho más objetiva que cualquiera que las tres que leyó la ponente, con una carga subjetiva innegable, lo que solo contribuye a mantener o incluso acrecentar la confusión que muchas personas tienen sobre aquel episodio.

La foto de Gónzalez Olmedilla del fondo del “Archivo Rojo” que publicamos en una anterior crónica, al igual que la portada del heraldo de Madrid donde trabajaba este periodista. Esta foto, la portada del Heraldo y la página del Ahora mostrada anteriormente, también fueron mostradas en la conferencia como parte de la “investigación” realizada. Para que luego digan que el mundo no es un pañuelo.

Hace tiempo me reuní con el responsable de las actividades del Centro Cultural de los Ejércitos con la intención de presentar un número de la revista Frente de Madrid en sus monumentales instalaciones, algo a lo que el centro me ofrecía todo tipo de facilidades, con la condición, algo que me sorprendió enormemente, de que tendríamos que pasar por caja, y generosamente. Yo traté de hacerle ver que Gefrema es una asociación sin ánimo de lucro, que se mantiene gracias las cuotas de sus socios y tiene entre sus fines, entre otros, el estudio de temas militares, algo en consonancia con lo que yo consideraba que debían de ser los objetivos del Centro Cultural de los Ejércitos, que además debería de financiarse mediante asignaciones del Ministerio de Defensa o de quien corresponda, y no de los pagos de asociaciones por utilizar sus instalaciones. Pero yo estaba completamente equivocado y parece ser que las prioridades del centro son otras, aunque al tratarse de una conversación privada no lo comentaré en un medio público como este. Desconozco cuales serán las condiciones del acuerdo de colaboración entre el Centro Cultural de los Ejércitos y el Instituto de Estudios Madrileños, dos entidades que creo están financiadas con fondos públicos, pero estoy seguro que a mucha parte del público, donde había un gran número de militares, seguramente les hubiera gustado conocer muchos aspectos relacionados con el Ejercito en Madrid en 1936 y con los sucesos en el Cuartel de la Montaña en julio de 1936, y dado que desde el Centro Cultural de los Ejercitos no nos invitan, sugiero a los socios de esa institución que estén interesados, a que se acerquen a la ruta que organiza Gefrema todos los años, en julio, en el lugar donde se levantaba el cuartel y que muchos años ha estado abierta al público en general. Si finalmente esta ruta es solamente para socios, siempre podrán leer las crónicas que en SOL Y MOSCAS hemos publicado centradas en el Cuartel de la Montaña y lo que allí sucedió en 1936: “18 de julio”, “19 de julio”, “20 de julio”, “vida y muerte del teniente Máximo Moreno”, “vida y muerte del comandante José Bretaño”, “cuando te habla la historia”, “un torero en el Cuartel de la Montaña” y “un periodista en el Cuartel de la Montaña”. Nosotros no cobramos, es simplemente afición a la Historia, estaremos encantados de recibirles, solamente pedirles que si cuando nos visiten cogen ustedes algo, por favor cítennos que nos hará mucha ilusión.

Florentino Areneros.


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4 comentarios:

  1. Ha vuelto a dar en el clavo. Buenos días, Florentino. Sorprende que una asociación como esa no acoja con los brazos abiertos (esto es: gratia et amore) una oferta como la de GEFREMA. En cuanto a las dos conferencias que ha reseñado, hay que reconocer la valentía de aquellos que se lanzan al ruedo con alpargatas y en bañador, exponiéndose a un revolcón a la primera de cambio. Un saludo y mi reiterada enhorabuena

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  2. Muchas gracias Nacho, y bienvenido nuevamente a esta su casa.

    Efectivamente hay cosas inexplicables, cuando coincidamos en alguna ruta o conferencia ya le comentare algún detalle de aquella onírica conversación. En cuanto a los toreros de alpargata y bañador, coincido con usted, lo malo es que para ciertos públicos constituyen la quinta esencia del arte, y aplauden entregados cualquier capotazo y no digamos con las estocadas, con que se pinche es suficiente, que esté mal colocada la espada es lo de menos. De lo que se trata es de aplaudir y pedir orejas.

    Un saludo.

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  3. Estimado y respetado Don Florentino.

    No quiero opinar sobre las conferencias y actitudes que recoge en su crónica pues, al no haber asistido a las mismas, no me siento capacitado para hacerlo. Pero sí deseo decirle que comprendo y comparto su desazón por la forma en la que muchas veces se afronta el estudio y conocimiento de la GCE, por no hablar de las malas artes y practicas que muchas veces se utilizan.

    Todo ello supone un insulto a la inteligencia y una provocación para aquellos que intentan un acercamiento a la Historia sosegado, serio y constructivo. Puede decirse que hay ciertos ambientes muy cargados que vendría bien se ventilasen un poco.

    Estos males son comunes en todos los círculos y niveles, y tienen su reflejo en un amplio espectro social que va, desde las populares conversaciones de barra de bar, hasta los departamentos de Historia de muchas universidades. Por ello, hace mucho tiempo que se hace imprescindible una profunda renovación que vaya sustituyendo las tradicionales y anquilosadas fórmulas empleadas durante décadas.

    A pesar de todo, creo sinceramente que, poco a poco, se esta produciendo un cambio en la buena dirección, estoy seguro de que todos conocemos algún ejemplo.

    Sin ir más lejos, el pasado fin de semana pude disfrutar de una agradable velada con antiguos compañeros, algunos de los cuales, se encuentran trabajando en diferentes investigaciones y tesis doctorales, y debo de confesar que me lleve una muy grata sensación respecto a como comenzaban a ser afrontados los estudios centrados en la GCE por parte de alguno de estos jóvenes investigadores. Por su puesto, no puede hablarse de que sean legión, pero por lo que tienen de novedoso, frescura, neutralidad y rigurosidad en el empleo de las fuentes (algunas totalmente inéditas, al haberse abierto en los últimos años numerosos archivos nacionales e internacionales), creo que pueden dar pie al optimismo.

    Quizás me equivoque, pero confío en que en los próximos años comiencen a ver la luz interesantísimos trabajos que rompan definitivamente con la dinámica pobre y fosilizante de la que hablaba antes.

    Reciba un cordial saludo.

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  4. Estimado Gerión, no sabe usted la alegría que nos produce ver por estas páginas a uno de los grandes de la guarrecivilmaquia.

    Como siempre, y ya va camino de convertirse en un teorema, tiene usted toda la razón en su análisis. Parece que los males del estudio de la Historia relacionada con la Guerra Civil no tienen fin, es un mal endogámico que se perpetua en el tiempo rozando en algunos casos la indecencia. ¿Qué podemos esperar si la propia Academia de la Historia produce semejantes criaturas?.

    Afortunadamente parecen que soplan nuevos vientos, como usted bien señala, y tal vez sea posible que lleguemos a ese punto de inflexión tan deseado, aunque me considero bastante pesimista, por lo menos en un futuro cercano no creo que se pueda ventilar toda esta atmósfera tan enrarecida. Como bien dicen los abuelos “no hay mayor ciego que el que no quiere ver”, valdría también “el que no quiere mirar”, y en esto de la GCE es muy fácil, y a veces cómodo, desviar la mirada. Sobre todo si es el propio público quien está esperando que el historiador mire para otro lado.

    Pero la esperanza es lo último que se pierde, y confiemos en ver tomar pronto la alternativa a todos estos novilleros de los que nos habla, que a buen seguro revolucionaran el anquilosado de la guerracivilmaquia. Mientras tanto continuaremos con nuestras faenas de aliño tratando de mantener en lo posible la atención de los tendidos con una mínima dosis de ortodoxia.

    Un cordial saludo.

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