sábado, 2 de abril de 2011

EL HOMBRE QUE RECITABA A LOS FORTINES

Miguel Hernández, uno de los poestas más admirados del maestro "Espoleta" leyendo poesía en el homenaje a su amigo Ramón Sijé.



EL HOMBRE QUE RECITABA A LOS FORTINES


Todos los aficionados que se acercan a contemplar el inigualable arte que Guillermo Poza Madero “Espoleta” desgrana en cada una de sus memorables faenas saben que no van a asistir una faena al uso, son conscientes de que lo que van a contemplar es una metáfora, porque lo que hace este diestro no es torear, lo que hace este gran artista, es auténtica poesía. Así es amigas y amigos lectores, este genial e inigualable diestro, cuan rey Midas de la estrofa, es capaz de hacer poesía con todo lo que toca. Cuando este torero salta a la arena cualquier cosa por muy sorprendente que parezca se puede transformar ante la atenta mirada de los aficionados en otra distinta, gracias a los muletazos del verbo de este sin par torero. Este maestro de la guerracivilmaquia podría sentar cátedra en el mundo del toreo, técnica, cualidades y valor le sobran, sin embargo sus faenas son pura poesía, no en vano este diestro de la Venta de San Antón es un impenitente degustador de las obras de nuestros más ilustres poetas, destacando entre sus preferencias por encima del resto, la figura de Miguel Hernández, poeta que ya pisara el albero de muchas de las plazas donde este diestro ha toreado como Pozuelo o Boadilla.
El diestro de la Venta de San Antón durante la triunfal faena que culminó el pasado domingo.


Guillermo Poza ha sido un torero incomprendido a veces, debido a su peculiar manera de interpretar el toreo que como decimos es a veces pura y simple poesía. Porque lo que este diestro construye son auténticas metáforas, y hay que entenderlo como lo que es, como un poeta. Supongo que cualquiera de ustedes que lean una poesía en que se hable de “..tus labios de rubí...” no se imaginaran a una bella mujer con dos diademas engarzadas en pedrería por labios, que te desolla la mejilla cuando te hace un arrumaco. Ni tampoco pensaran que cuando el poeta habla de “...sus cabellos de oro...” se refiera a una mujer que haya sustituido el champú por el “algodón mágico” para dar brillo a su pelo. Entonces queridos lectores, ¿cuál es el motivo de no conceder estas licencias poéticas a nuestro admirado Espoleta?. Yo se lo diré: la falta de sensibilidad. En estos tiempos que corren de crisis de valores, donde el dinero y el éxito social se han convertido en auténticos referentes de la conducta humana, donde el mensaje o eslogan ha sustituido a la idea, donde el spot ha tomado el relevo al estructurado discurso, donde los ideales están más amenazados de extinción que el lince ibérico, y donde los referentes sociales son personajes de los programas de telebasura, lo que falta amigos lectores, lo que realmente falta, es poesía.


Los aficionados caminando por el espectacular bosque de Remisa.


Y yo me pregunto ¿qué razón hay para poner en duda las faenas de este maestro?, ¿qué falta de sensibilidad es la que nos impide ver lo que quiere mostrarnos?. Porque cuando este artista, con la mirada extraviada en los tendidos, el gesto desmayado, señalando con su dedo índice el terreno que pisa, declama: “Una trinchera. Hela aquí”, ¿que más nos da que realmente sea una trinchera o que se trate de una torrentera?. O bien cuando apoyando su mano sobre un vetusto pino exclama: “contemplad este dórico tronco, zaherido por la penetrante bala”, ¿a quien le importa que el agujero lo haya realizado un picapinos en busca de alimento u hogar?. No amigos, no. Lo importante, lo que este genio nos quiere hacer ver por medio de la metáfora, mediante la poesía, es mostrarnos como fue este lugar, hacernos sentir lo que aquí se vivió y sufrió, trasladarnos por la magia de la palabra a aquellos terribles escenarios. Es muy fácil mostrar una piedra, pero estimados lectores, que difícil es narrar una piedra, y eso es lo que hace este inigualable diestro y poeta, nos cuenta, nos narra, nos traslada en el tiempo por estos mismos lugares que hoy visitamos. El maestro Espoleta y el gran fotógrafo Capa abrazando a uno de sus queridos amigos los árboles. Observen el tamaño de este más que centenario ejemplar (centro).


Como sabrán es muy difícil definir las cualidades de una persona en una sola palabra, y aunque el léxico castellano es muy amplio, hay que buscar mucho para encontrar esos vocablos. Si hay alguien que tiene una capacidad de indagación que sorprendería al mismo Hercules Poirot, esa es nuestra amiga del Foro Inés, capaz de localizar la más recóndita información allí donde se encuentre, aunque se ubique bajo megas y megas de legajos. Y no podía ser otra persona más que ella la que encontrara esa palabra capaz de sintetizar todas las muchas cualidades de este sin par torero. Discurría la faena de este maestro por terrenos del monumental bosque de Remisa, y mientras completaba una sentida tanda de pases por oriolinas muy ceñidos, pude observar como Inés contemplaba con asombro los lances, la mirada fija, los ojos muy abiertos, como quien contempla una aparición. Y fue entonces cuando de sus labios surgieron las siguientes palabras: "lo de este hombre es increíble, es el oxímoron...". Y así es amigas y amigos lectores, cuanta razón tiene esta sabia mujer, esa era la palabra que define como ninguna otra a este singular diestro: "oxímoron". Doy por hecho que para un público tan entendido y erudito como es el que lee esta publicación, explicar el significado de esta palabra es perder un poco tiempo, y hablo también por mi, por supuesto, no vayan a pensar que he tenido que tirar de diccionario, faltaría más por favor. Pero sin embargo en atención a los centenares, que digo cientos, a los miles de lectores que nos leen desde los cinco continentes y parte del extranjero, que seguramente tengan algún problema con el castellano vamos a desentrañar el significado de este palabro. Según el Diccionario de la Real Academia un oxímoron (con acento en la i) es una “combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido”, solamente con esta definición sobrarían mas palabras, pero en deferencia a esos lectores foráneos vamos a poner algún que otro ejemplo que clarifique más las cosas: “un silencio atronador”, o bien “esa oscura claridad”, o también “la inteligencia militar”, o “el liberalismo solidario”. En fin amigos lectores, una expresión que le viene como un guante a nuestro admirado Espoleta, que puede ser a la vez lo uno y lo otro, lo de aquí y lo de allí, el historiador o el poeta, el arqueólogo y a la vez botánico, el yin y el yan, Ortega y Gasset,¿qué mas se puede pedir?. Pues por si todo esto fuera poco, este genial torero lo sazona todo con un monumental derroche de entrega, pasión y valor, combinación que ya le ha costado más de un revolcón, aunque este diestro es inasequible al desánimo. Los aficionados se dirigen a ocupar sus localidades en los tendidos.


Pero el maestro “Espoleta” tiene más virtudes, entre ellas quizá destaque por encima de todas el cuidado y atención que este diestro presta a los fortines, auténticos protagonistas de esta querida fiesta. Para él los fortines tienen vida propia, no son simplemente un amasijo de hierros y hormigón, también tienen sentimientos. Al igual que el toro, los fortines han nacido por y para la muerte, ese es su sino. Pero, quien no se ha emocionado amigos al escuchar esa coplilla que dice “…ese toro enamorado de la Luna, que abandona por la noche la maná.”. Pues estén ustedes seguros que si los fortines tuvieran posibilidad de moverse abandonarían por la noche la posición para seguir a la luna. Y el maestro Espoleta lo sabe, por eso les dedica tantos cuidados, los limpia, les quita los hierbajos, los acaricia, los mima, pero sobre todo este fenomenal diestro y poeta, se sienta a su lado y recita a los fortines sus poemas favoritos, entre ellos, siempre en un lugar preferente, los de su admirado Miguel. Y sin duda destaca entre todos ellos aquel poema que compusiera el universal poeta español, que comienza con los versos: Como el toro he nacido para el luto y el dolor, como el toro estoy marcado por un hierro infernal en el costado y por varón en la ingle como un fruto. No cuesta mucho imaginar, viendo la pasión y entrega que pone en su tarea, que los fortines se emocionan irremediablemente al oírle, y que con sus troneritas dibujan una sonrisa de felicidad. Cuando dentro de unos años los Cossios que habrán de escribirse nos hablen de este genial torero, narrarán todas sus memorables faenas, cantarán sus épicas lides, hablarán de su supremo arte, de su depurada técnica, de sus extensos conocimientos de la guerracivilmaquia y sus secretos, pero entre todas estas y otras muchas cualidades, este torero será recordado por ser el hombre que recitaba a los fortines. Uno de los muchos árboles singulares de este no menos singular bosque.


Y después de todo lo dicho me gustaría cerrar aquí esta crónica con un broche de oro, pero nuestro compromiso con la información y nuestros lectores nos obliga a lo contrario, y haremos una breve crónica periodística de lo que pudimos contemplar este domingo. Nuevamente amaneció un día soleado y con agradable temperatura, más de media entrada en el monumental coso de El Plantío, rozando el lleno, que no se alcanzó seguramente debido a la amenaza de lluvia pronosticado, al cambio de hora que restó una hora de sueño a los asistentes, otros eventos paralelos y el casadismo imperante que tanto daño esta causando a la Fiesta. Nuevamente el palco de autoridades se encontraba vacío, pero en los tendidos podíamos encontrar a lo más granado de la afición gefremera, los auténticos aficionados que no se pierden un festejo independientemente del cartel, el ganado, la plaza y la climatología. De nuevo sería larguísima la lista de personalidades del mundo de la guerracivilmaquia que asistieron al festejo, al frente de todos ellos el inigualable Moncloveño, indiscutible número uno del escalafón, un torero que sorprendentemente cada día que pasa se le ve más joven y lozano, más estilizado en su ronaldea figura, vamos, la elegancia misma personalizada. También en los tendidos se encontraba la anteriormente citada Inés, que no dejo de saludar y firmar autógrafos entre sus muchos admiradores. Sin olvidar a los habituales Capa, el gran Bazan, el sublime Camorra, el Presidente de la Peña Taurina Casado, es decir el camarada Sandoval, el incansable diestro de San Sebastián “Arquitecto”, que pese a estar convaleciente no quiso perderse este espectáculo, y tantos otros que sería largo de contar, aunque también debemos mencionar alguna sonora ausencia como la del Secretario General de la Peña Casado, el Chato de Ventas, que en su línea habitual se olvidó de cambiar el reloj de hora, menudo elemento. Sin olvidar a la inseparable moza de espadas de este torero, "Charquitos", que como siempre que torea este diestro cuajo una impecable actuación, asistiendo al maestro en todos los momentos de la lidia, contribuyendo de manera muy notable a este grandioso triunfo. Un singular "aficionado" que no se quiso peder este no menos singular evento.


Después de todo lo dicho, narrar la faena, como ustedes se pueden imaginar, sería volver a decir un poco más de lo mismo. Habiendo visto torear ya más veces a este magistral torero en otras ocasiones, conociendo su dominio de la técnica, sabiendo de su incomparable arte que se derrama por los tendidos cuando destapa el tarro de las esencias, habiendo contemplado ese derroche temerario de valor con el que este diestro se enfrenta a las peores alimañas con total desprecio de su integridad física, es muy difícil contar algo sin caer en la reiteración, y hoy me he querido centrar solamente en la faceta más poética de este maestro, al igual que el genial trompetista Miles Davis refiriéndose al no menos genial músico brasileño Joao Gilberto, dijo que este hacía música aun cuando leia la guía telefónica, nosotros nos atrevemos a decir que Guillermo Poza Madera “Espoleta” aun leyendo la biografía del Marques de Remisa hace poesía. Y como no podía ser de otra forma, el diestro de la venta de San Antón culminó su faena con un tremendo volapié, ejecutado a los pies del monumento a los rumanos Ion Mota y Vasile Marín de Majadahonda, lo que provocó que los abarrotados tendidos se poblaran de pañuelos, y antes de que el aguacilillo pudiera hacer entrega de los máximos y merecidos trofeos a este incomparable diestro, los aficionados que se habían arrojado al ruedo (más de uno con lágrimas resbalando por sus mejillas), lo llevaban en volandas por la calle principal de la localidad, junto a la ermita, y algunos vecinos desde sus balcones arrojaban flores al paso de la festiva comitiva. Muchos vecinos, emocionados, confesaron a este humilde cronista, que desde el caso Gurtel, no se había visto algo tan sonado en la localidad. Ya ven ustedes hasta donde llega el arte de este torero, grande entre los grandes. El monumento donde el maestro culminó su monumental faena con un clamoroso triunfo.


Cuenta la gente del lugar que muchas noches de luna llena se ha visto a un hombre solitario que con un libro en la mano se interna en la soledad del campo, pero nadie sabe todavía a donde pueda ir. Si alguna noche bajo la claridad de la luz de luna ustedes se lo encuentran o le ven a lo lejos, no le interrumpan ni hagan nada que le distraiga, porque este hombre se dirige, a recitar a los fortines.


Florentino Areneros. Una encina más que centenaria, que sin duda contempló en primera linea los combates.

3 comentarios:

  1. Una crónica muy bonita y llena también de una profunda sensibilidad. Gracias al maestro Espoleta por la entrega y el sentimiento que pone en los ruedos y al inigualable Don Florentino Areneros por captar la esencia y fuerza de cada una de las faenas y ser capaz, con su inigualable pluma, de transmitirla o toda la afición.

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  3. Si ya de por sí es un placer leerle, Don Florentino, que séa sobre mi persona me resulta abrumador.
    Es como si lo hiciera Don Miguel.

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