sábado, 1 de octubre de 2011

LA OTRA MEMORIA

Portada del libro La Otra Memoria presentado el pasado día 29. En la fotografía se observa como el “sacristán de la madrileña Iglesia de Ntra. Sra. De los Ángeles es conducido detenido por los guardias de Asalto ante una muchedumbre que pretende lincharlo ya en los prolegómenos de la Guerra Civil”. Los guardias, la camioneta y un detenido atemorizado, presentan un cuadro muy similar a la detención de Calvo Sotelo. Ya es casualidad al elegir la imagen de portada.

LA OTRA MEMORIA


El pasado 29 de septiembre tuvo lugar en el afamado coso de la Universidad San Pablo CEU (aunque esta vez el festejo no se celebró en la plaza monumental de este centro, sino en la plaza pequeña) la presentación del libro “La Otra Memoria” que recoge una selección de las ponencias realizadas en el congreso de mismo título realizado por esta universidad en 2008. El resultado ha sido un ejemplar de impresionante trapío con más de 800 páginas en canal.

Desde momentos antes de iniciarse el paseillo un numeroso público se congregaba tanto en el vestíbulo como en la entrada de la calle Julián Romea, lugar que fue primera línea republicana durante la guerra. La plaza presentaba algo más de media entrada, con un público que mayoritariamente sobrepasaba la cincuentena, destacar también que la mayoría de los aficionados que poblaban los tendidos iban ataviados de traje y corbata, como tiene que ser (afortunadamente por una vez no me sentí extraño debido a mi indumentaria en un evento de estas características).

Tras el reglamentario paseillo abrió plaza el afamado diestro Alfonso Bullón de Mendoza, uno de los coordinadores de la obra, que realizó una breve y aseada faena (no más de cinco minutos) en la que habló del origen y génesis de la obra que se encuentran en la celebración de aquel congreso, dejando caer algún bajonazo, como cuando citó que así como en los años 40 y 50 se potenciaba una historia oficial, en la actualidad se potencia desde el poder otra historia también oficial pero de signo contrario. Este lance sería utilizado en diversos quites por el resto de diestros en sus faenas.

Alfonso Bullón de Mendoza, uno de los coordinadores del libro, en una imagen publicada en una entrevista que le realizo LA GACETA .

A continuación saltó al albero el no menos afamado maestro Luís Togores, que empezó su faena comentando a los aficionados la circunstancia de que le había correspondido el peor lote en el sorteo al ser el diestro de menor categoría según sus palabras. Su intervención se centró en recordar como se organizó aquel congreso y las dificultades que encontraron, ya que solo contaban con un presupuesto de 3 millones de las antiguas pesetas, frente a los más de cien millones que se suelen utilizar en los congresos subvencionados de la “memoria” oficial. También manifestó que parte del éxito se debió a la extraordinaria voluntad de resistencia de los españoles y su carácter indomable (lo mismo ha leído a Abilio Ovejero). Se definió a si mismo como revisionista, ya que la historia “debe de estar en revisión permanente”. Tras algún que otro lance atacando a la “memoria oficial”, volvió a recuperar el irreductible carácter patrio, para destacar como un escaso centenar de historiadores logran rebatir a esa gran masa de profesores e historiadores subvencionados por el Gobierno, que ocupan cátedras y despachos en las instituciones públicas, terminando con un bajonazo a Ángel Viñas al mencionar una frase de este historiador según la cual “ellos venden más (los del congreso), pero nosotros tenemos la razón”, a lo que Togores respondió que si no venden por algo será, arrancando la ovación del público.



A continuación tomó los trastos Federico Martínez Roda, en la tal vez más deslucida actuación de la tarde, trató de repetir algunos lances de sus predecesores, pero le faltó el dominio de la técnica de aquellos. Suyas fueron frases como que la República no era un régimen democrático, o que el golpe militar fue para contrarrestar una revolución, o el repetido lema de la guerra empezó en el 34, entre otras. Muchas de estas premisas fueron lidiadas por el resto de diestros, pero con un mayor dominio de la técnica y con mucho más arte y más elegancia, no de forma tan explícita como las lidió Martínez Roda. En la plaza tuve la sensación de que se trataba de un diestro poco “placeado” seguramente contratado para rellenar el cartel o bien impuesto por la empresa, propietaria del coso. Posteriormente he podido confirmar que se trata del Vicerrector del CEU, el cual tal vez debería haber centrado su intervención en los aspectos organizativos y de filosofía del centro, y haber dejado la lidia a la terna de maestros. Afortunadamente fue breve por el bien de la guerracivilmaquia, aunque nunca está de más escuchar las más diversas opiniones.

Federico Martínez Roda, Vicerrector de la Universidad San Pablo CEU, que intervino también en la presentación del volumen.

El último diestro en salir, la auténtica estrella de la tarde, era Juan Van Halen, que habría de encargarse de lidiar la “Ley de Memoria Histórica”. Historiador, senador, diputado de la Asamblea de Madrid, poeta, periodista, escritor…en fín, ¿que más se puede pedir?. Desde el principió marcó claramente los terrenos donde desarrollaría la lidia: la ley era una “patochada”. Repasó las leyes promulgadas anteriormente relacionadas con el asunto, que hacían innecesaria de alguna forma esta nueva ley, fruto según el ponente del charco en el que se metió el Presidente Zapatero con su programa electoral, y de las presiones de sus socios de Izquierda Unida, “los comunistas”, y de Ezquerra. Al final, no sabía como salir del charco, ya que a sus socios les parecía una ley insuficiente. Pero finalmente los defectos del proyecto fueron resueltos de alguna manera a golpe de talonario, es decir de subvenciones, y desde que se aprobó la ley se llevan gastados más de 20 millones de euros, un gasto innecesario a su entender en estos tiempos de crisis. También tiró un puyazo a algunos familiares de víctimas que desde 1976 hasta ahora que han aparecido las subvenciones no se habían preocupado por sus antepasados. Prometiendo hablar largo y tendido de las subvenciones más adelante, y a fe que lo hizo.

El Senador y Diputado de la Asamblea de Madrid por el Partido Popular Juan Van Halen.

Comenzó a desgranar lo absurdo para él de esta ley, que no sirve para nada, dejando entre lance y lance algún que otro bajonazo, y diversos pases de castigo, así como variados desplantes. Comenzó el diestro a desenmascarar lo que el considera hipocresía o doble moral, ya que si hablamos de golpistas habría que referirse como tales a Besteiro (o Indalecio Prieto, no recuerdo a quien mencionó) o a Largo Caballero por la Revolución de Asturias. También se despachó a gusto con los comunistas, tirando de una frase de Jorge Semprún: “qué selectiva es la memoria de los comunistas. Se acuerdan de ciertas cosas y otras las olvidan [...]. La memoria comunista es, en realidad, una desmemoria, no consiste en recordar el pasado, sino en censurarlo[...]. No es una memoria histórica, testimonial, es una meoria ideológica” (esta cita pronunciada por Van Halen aparece en la introducción del libro escrita por Alfonso Bullón de Mendoza, es más, la exposición realizada por Van Halen, casualmente utilizó la mayoría de argumentos expuestos en esa introducción y muy similar hilo conductivo). También mencionó el asesinato de Calvo Sotelo por un “pistolero socialista”, y otros lances ya habituales en los repertorios de los diestros de esta escuela de la guerracivilmaquia. La República fue un itinerario que empezó con la QUEMA DE CONVENTOS y finalizó con el asesinato de Calvo Sotelo.

Continuó con las trifulcas parlamentarias que tan bien conoce, relatando como se ha tenido que fajar en diversas ocasiones tratando este tema (guerras de esquelas incluidas), así como lo absurdo de diversas iniciativas parlamentarias, mientras que por otro lado echa de menos otras iniciativas como la condena a la revolución de Asturias, o la condena al asesinato de Calvo Sotelo, al que por cierto dijo que no se le construido ningún monumento todavía, supongo que se quería referir al recinto del Congreso. También mencionó a Felipe González, contrario a retirar las estatuas de Franco por ejemplo, o al Santiago Carrillo de la transición (no al de ahora, al que dedicó algún puyazo) como ejemplos de izquierdistas consecuentes y con espíritu conciliador. Y así llegó a la parte apoteósica de su faena: lo absurdo de la ley y el destino de las subvenciones.

Una imagen de Agustín de Foxá, una de las personas a las que se quiere retirar su nombre de las calles, con el diestro Manolete, que no sé si con esas gafas lo que pretendía era pasar desapercibido.

Durante su intervención el maestro Van Halen relató diversos casos curiosos y hasta cómicos de aplicación de la ley, entre otros las peticiones de cambiar el nombre a algunas calles, como las dedicadas en Madrid a Pedro Muñoz Seca, Ramiro de Maeztu, el Padre Poveda (declarado santo por la Iglesia católica), o Agustín de Foxá acusándolos de franquistas. De este último contó que se les “escapo a los socialistas por los pelos”, ya que cuando fueron a detenerle una pareja de milicianos, Foxá les mostró un papel en inglés que le acreditaba como cónsul de la república en la India (o algo parecido), evitando su detención, y provocado que un miliciano le dijera a otro: “casi nos cargamos a un indio”.

También dio varios ejemplos de “incultura”, por ejemplo al querer quitar la calle al teniente Díaz por franquista, cuando se trata de un héroe del Dos de Mayo, o quitar la calle al comandante Franco, que en realidad se trata de Ramón Franco, un héroe de la aviación, republicano convencido, y (si no escuché mal) diputado de Esquerra. También mencionó el caso de la calle Batalla de Brunete, batalla que “perdió la República”, pero que debería mantener su nombre como homenaje a los cerca de 40.000 españoles muertos en ella, aunque ahora sea más fácil “cambiar el nombre a una calle, que ganar entonces una batalla”. Mencionó también el ejemplo de la calle sevillana general Merry, que tuvo un destacado papel en la Guerra de Cuba, que ahora se llama calle Pilar Bardem, que también “habría estado en Cuba, pero haciendo otras cosas”.

Uno de los escudos de la República que se conservan en el madrileño Parque del Retiro.

Quisiera destacar la mención que hizo el señor van Halen, sobre los escudos de la República que todavía se conservan, como los de alguna PLAZA DE TOROS, o uno que se puede contemplar en la verja del RETIRO (lo mismo es el señor Van halen visita nuestras páginas, que ilusióny que honor. O tal vez haya leído el artículo de Moncloveño en Frente de Madrid), que se han conservado durante la época del franquismo.

Y culminó su faena arremetiendo contra las subvenciones y los que las reciben, destacando que de los más de 20 millones de euros que se llevan gastados como aplicación de esta ley, cerca de las tres cuartas partes se han dedicado a tareas que nada tienen que ver con las exhumaciones de cuerpos, que debería ser la actividad receptora principal de estos fondos, que sin embargo se destinan a proyectos de títulos tan sugerentes como “la revolución y el deseo”, o a una “exposición itinerante” organizada por la Joven Guardia Roja, o a un proyecto de “Psicólogos sin Fronteras”, o la traca del Ateneo de León (“paisanos del presidente”) que habían recibido una subvención de 23.000 euros para la elaboración de un censo de diputados de la República, algo que según Van Halen se puede consultar en Internet. Puso más ejemplos, pero ahora mismo no recuerdo todos les recomiendo una visita al BOE, aunque citó como destinatarios habituales en todas las convocatorias de estas generosas subvenciones a la Fundación Pablo Iglesias y la Largo Caballero. El señor Bullón hizo un quite en ese momento, indicando que la Universidad San Pablo CEU había solicitado una subvención de 47.000 euros para la partida de este año de la Ley de Memoria Histórica, que dedicarán a realizar un censo de las checas de Madrid. Para serles sinceros, he de reconocer que en gran parte del tema de las subvenciones, o en el empecinamiento de cambiar el nombre a algunas calles, el senador Van Halen tiene razón.

Terminó su intervención el senador Van Halen con una certera estocada en forma de frase rotunda que provocó una ovación en los tendidos, no muy clamorosa esa es la verdad. A nuestro modesto entender este diestro dejó escapar una oportunidad de lograr un apoteósico triunfo, se le fue el toro sin torear. Si hubiera tenido un poco más de retranca el tema de los cambios de nombres de algunas calles, o el de los “paniaguados” agradecidos que buscan subvenciones, o bien el de las distintas asociaciones con sus peculiares fines nacidas a la sombra de la Ley y sus prevendas, el triunfo apoteósico lo tenía asegurado. Eran temas que podían haber dado mucho juego, otro diestro menos académico, con más chascarrillo y un poquito más de mordiente, seguramente le habría sacado más partido, máxime con un público tan entregado como el que ayer ocupaba los tendidos. Hay que agradecer a todos los diestros, especialmente a los tres primeros, su brevedad, ya que toda la presentación duró poco más de una hora.


Desde el comienzo de la Guerra Civil, hasta nuestros días el cambio del nombre de las calles parece haberse convertido en una arraigada costumbre.

Una vez terminado el resumen vayamos a las valoraciones. Hace unos meses realizábamos una crónica de título Y QUE NO ESCARMIENTO... en la que criticábamos una conferencia organizada con motivo del 75 aniversario del golpe militar de 1936, que acabaría convertida en un debate ideológico y de memoria (de esta memoria del CEU no, de la otra, o viceversa, o yo que sé...bueno ustedes me entienden) que poco tenía que ver con la Historia en si, y en la presentación de “La Otra Memoria” del pasado día 29 pasó tres cuartos de los mismo, se habló más de Zapatero que de Azaña, se mencionó más a Bibiana Aido que a la Nelken, y así no hay Historia (con mayúscula) que valga. En el panorama actual del estudio de la Historia de la Guerra Civil sobran la ideología, los integrismos, el apasionamiento, la propaganda, y en muchos casos el rencor y la autojustificación, factores que hacen que en muchas ocasiones los datos y evidencias se manipulen y tergiversen, y falta algo tan simple y necesario para el estudio de la Historia como son el rigor y la objetividad.

Esperemos que algún historiador se haga eco de estas palabras, los buenos aficionados al estudio de la guerracivilmaquia le estarán enormemente agradecidos.

Florentino Areneros.

P.D.: Para que no me acusen de tendencioso(que siempre hay gente con mucha maldad), he de manifestarles que compré el libro, y en próximas entregas es posible que le dediquemos alguna crónica, rigurosa, objetiva y ortodoxa, como tratamos de hacer siempre en esta Redacción, aun no siendo historiadores, sino simples cronistas.

1 comentario:

  1. ¡Pero que soltura de verbo, que donaire, que sarcasmo, que "elegancia" exhalan todas sus palabras/bros¡ ¿Te gusta más el miliciano Quintanilla, camarada?
    ¡A noi¡

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