domingo, 9 de enero de 2011

EL MANTAZO

Espectacular panorámica tomada desde los jardines del Templo de Debod hace un tiempo, por desgracia esta imagen ya no se puede contemplar más que en fotografías, tras el "mantazo" perpetrado en La Almudena y el Palacio Real.

EL MANTAZO

MANTAZO: Lance dado con la muleta sin arreglo a reglas del arte.
(Enciclopedia Cossio, Tomo I. Vocabulario Taurino Autorizado).

El toreo de muleta según marca la ortodoxia, debe de ser ejecutado siguiendo una serie de pautas a la hora de realizar y ligar los pases. Ya hemos hablado en alguna ocasión de los recursos ventajistas utilizados por algunos diestros que desvirtúan la pureza del lance, como puede ser la utilización del pico, o el toreo fuera de cacho. Hoy les vamos a hablar de otro de estos recursos, que en muchos casos no es tal, ya que responde a la manifiesta ineptitud del torero, y que recibe el nombre de mantazo. El mantazo es un pase dado de cualquier forma, sin respeto a ninguna de las reglas más básicas de la tauromaquia, con la única finalidad de que el toro pase por el paño, o que el paño pase por el toro, es decir atizando un auténtico mantazo, en el sentido literal de la palabra, al morlaco.

Como hemos dicho anteriormente muchas veces el mantazo obedece a la incapacidad del torero para dar un pase como Dios manda, o como mandan los cánones. Normalmente estos toreros no superan su etapa como novillero y no llegan a doctorarse. Sin embargo el mantazo, aunque parezca paradójico, es practicado con asiduidad por las primeras figuras ya consagradas, cuando alcanzan un puesto elevado en el escalafón. La correcta ejecución del pase lleva implícita una gran carga de peligro y exige un gran dominio de la técnica, la utilización de los recursos ventajistas pretende evitar este peligro. Por regla general el torero que empieza es quien más riesgo asume, pero en contraposición el diestro que ya ha alcanzado renombre trata de evitar cualquier peligro, sobre todo sabiendo que va a cobrar lo mismo lo haga bien o mal, y con la seguridad de tener ya firmados un buen número de contratos, independientemente de que esa tarde se la juegue o no.

Protesta convocada el pasado 29 de diciembre de 2010 por la asociación Madrid Ciudadanía y Patrimonio. En protesta por la edificación del mamotreto del Museo de las Colecciones Reales que ha destrozado esteticamente el conjunto que formaban el Palacio y la Catedral.
Normalmente esta conducta suelen aplicarla las figuras en plazas modestas y ante públicos poco exigentes y de conocimientos taurinos limitados, y también con ganadería de las denominadas “comerciales”, y con toros con escasas condiciones para la lidia ya que con un toro de verdad son muy pocos, por no decir ninguno, los toreros que se pondrían a hacer el canelo con él. Normalmente en estas plazas, el público lo que quieren es que se corten orejas, y cuantos más pases/mantazos mejor. Si a esto le unimos un par de temerarios desplantes y otro par de gestos triunfalistas hacia los tendidos, el éxito esta asegurado, ya que la autoridad se suele sumar a la fiesta sacando pañuelos a tutiplén, y como si de una tómbola se tratara entregando generosamente todo tipo de trofeos y premios, incluida la chochona.

Pero desde hace ya muchos años, este fenómeno ha llegado hasta las plazas de primer orden, donde ha cuajado la figura del pegapases. El pegapases es un torero de cartel, en muchas ocasiones asiduo en los comentarios de las tertulias del corazón, que suelen arrastrar un buen número de espectadores a las plazas, espectadores que son conocidos como los “Isidros”. Este público suele ser incondicional, y abarrota las plazas, sobre todo si se trata de una feria como la de San Isidro, aplaudiendo a rabiar cualquier mantazo dado por su ídolo y pidiendo orejas a diestro y siniestro. Este entusiasmo contagioso muchas veces hace mella en la autoridad, que regala orejas independientemente de los méritos de la faena, con el consiguiente enfado de los aficionados más celosos de la ortodoxia, que son señalados por los “isidros” acusándoles de integristas y aguafiestas.

Todo un clásico dentro de los "mantazos" urbanísticos y arquitectónicos consumados en Madrid: la Torre de Valencia. Gracias a la gran faena culminada por autoridades y arquitectos, hoy podemos padecer esta inigualable panorámica .



Por desgracia para los sufridos ciudadanos, este fenómeno trasciende del ámbito taurino y podemos ver como las autoridades tanto municipales, como regionales o gubernamentales, acaban premiando auténticos mantazos arquitectónicos y urbanísticos, ante la estupefacción y enfado de los ciudadanos que si que saben apreciar el verdadero arte y quieren conservar el patrimonio heredado. Sin embargo las autoridades se siente orgullosas de premiar los mantazos de estos maestros consagrados de la arquitectura y el urbanismo, al igual que otros muchos que se dicen entendidos y que aplauden a rabiar estas faenas, señalando a los auténticos aficionados como anticuados y carentes de cualquier signo de atisbo artístico, ya que son incapaces de derramar una lágrima al contemplar un cuadro de Pollock.

Cuando los Señores de Bofarull decidieron construir su torre-palacio en el Alto de Extremadura seguramente pesaría mucho en la elección de esta ubicación la impresionante vista que desde ese punto se tiene de la ciudad de Madrid (pulse aquí si quiere conocer más de la historia de este desaparecido palacio durante la Guerra Civil). Así es amigos lectores, si había una visión panorámica de Madrid que destacara por encima de las demás, esa era la que se tenía al llegar a Madrid en los atardeceres por la Carretera de Extremadura. Bajando por la Avenida de Portugal se podía contemplar la silueta recortada de la ciudad, con el Palacio Real y la Catedral de la Almudena en primer plano, suspendidos sobre el verdor (o los castaños y ocres en el Otoño) del Campo del Moro. Todo ello iluminado por ese sol del atardecer que bañaba de un color dorado la blanca piedra de estos edificios, dando un tinte casi mágico a todo el conjunto.



En la foto superior la Cuesta de la Vega a principios del Siglo XX antes de comenzar las obras de La Almudena. En las inferiores podemos contemplar el avance de las obras del nuevo museo en la actualidad, que oculta irremediablemente la catedral y destroza la soberbia panorámica.
Por desgracia esta visión ya solo permanece en nuestro recuerdo, desde hace tiempo venimos observando como a los pies de La Almudena ha ido creciendo una especie de rejilla de ciclópea máquina de aire acondicionado, que ha terminado por tapar el edificio y destrozar esa maravillosa vista para siempre. Lo más triste de todo es que este soberano mantazo se ha perpetrado con la aprobación y patrocinio de nuestras autoridades y ante la indiferencia de la mayoría de madrileños que muy posiblemente no se hayan percatado todavía de esta monumental chapuza, que en vez de producir vergüenza a sus perpetradores, seguramente les llene de orgullo y satisfacción ante los halagos y parabienes de esas camarillas de aduladores, tan habituales en este submundo endogámico del arte moderno y abstracto, dispuestos a extasiarse ante la visión de un garabato siempre que vaya firmado por una primera figura, detalle este último que lo convierte en excelsa obra de arte. Cada uno es libre de colgar en la pared de su casa lo que le de la gana, y de pagar por ello lo que le permita su bolsillo y apetezca, pero como dijo aquel ministro “los experimentos con gaseosa”, y si quieren hacer arquitectura moderna, que se vayan a los barrios modernos, pero que no me toquen el Patrimonio que me enervo. Sobre todo si esta financiado con dinero público.

Pero para mayor desgracia, este mantazo no ha sido dado en solitario, desde hace no muchos años venimos padeciendo una soberana tanda de mantazos en nuestra ciudad que deberían hacer recapacitar a autoridades, “artistas” y ciudadanos sobre lo que esta aconteciendo, sobre todo teniendo en cuenta que gran parte de lo perpetrado ya es irreversible para siempre.

Protesta convocada en marzo de 2009 para tratar de evitar el definitivo derribo de la Puerta del Río, que terminaría de consumarse pocas fechas despues. En primer término el respiradero de la M30 soterrada, que por falta de previsión fue colocado justo delante del histórico monumento. Precipitando su derribo para tratar de disimular de alguna manera semejante chapuza. (Les recomiendo ampliar la imagen).
Hace pocas fechas asistíamos con estupefacción a la demolición de la Puerta del Río, sustituida por un adefesio pétreo al que se denominó pomposamente como exedra. Seguramente esta desaparición obedezca a una chapuza provocada por otra soberana chapuza que colocó una torre de ventilación de la subterránea M30 junto al la histórica Puerta, firmando así su sentencia de muerte.

También contemplamos, no ya con enfado, que también, si no con estupefacción, el mantazo realizado en la Plaza de las Cortes firmado por un arquitecto portugués que creo, o para ser más exactos temo, es el encargado de reformar el Paseo del Prado (que la Virgen de Fátima nos asista). De un recogido jardincillo, hemos pasado a otro pedregal similar a la Puerta del Río (tal vez estemos asistiendo a otra trama Gurtel, pero esta vez de la cantería del granito en vez del ladrillo) con ciclópeos escalones que luego resultaron ser bancadas, algo que trascendió tras despeñarse al vacío dos pobres ancianitas.



Otro de los últimos "mantazos" perpetrados en los últimos tiempos: la reforma de la Plaza de las Cortes. En la foto superior vemos la Plaza en tiempos de la República, en la del centro el proyecto del arquitecto que diseño la reforma, consistente en una especie de redil para borregos que evitaría que los viandantes se siguieran despeñando. Y por último la solución adoptada por el Ayuntamiento, consistente en la tradicional y socorrida jardinera que delimita los espacios.
Pero hay no terminaría todo, si cruzamos el Paseo del Prado, llegamos a los Jerónimos, auténtica joya del patrimonio madrileño, al que hace unos años le adosaron un indenominable y horrible adefesio cúbico, auténtico atentado no solo a la estética, si no también a la ética. A alguien en su sano juicio, por muy artista e iluminado que se considerase, no se le ocurriría pintar encima de Las Meninas alegando modernidad o bien que como el cuadro se estaba deteriorando, con un brochazo de titanlux el óleo dejaría de cuartarse y el cuadro alcanzaría otra dimensión estética. Pues en este caso igual, si el edifico esta mal, se restaura, y si es imposible de restaurar, se sustituye por algo similar o se conserva lo que se pueda. ¿Alguien se imagina al Coliseo con graderíos de cemento como el Bernabeu?, seguro que no. Pero aquí te llega un tal Moneo, te coloca este mamarracho de ladrillo adosado a un monumento de principios del Siglo XVI y las autoridades y la camarilla de aduladores rompen en clamorosa ovación, ante la vergüenza e indignación del los aficionados del Tendido del Siete del madrileñismo, que asisten sin dar crédito, al lamentable espectáculo.



Otro de los clásicos del "mantazo" que ocupa un destacado puesto en el top ten madrileño: el Cubo de Moneo. Comprueben en la foto superior como era el histórico edificio en los años 30 y en las inferiores el modernoso chalet adosado que le ha colocado este célebre y aplaudido arquitecto. Dicen que una imagen vale más que mil palabras.
Pues así estamos queridos lectores, esperando a ver cual será el próximo mantanzo que al alimón consumen autoridades y los denominados artistas. Si en el toreo el mantazo es un recurso de la lidia, o de la mala lidia, aunque a veces la autoridad y muchos aficionados lo interpreten como arte, yo me atrevo a pensar en este caso concreto de los que ha ocurrido con estos monumentos de Madrid, que el mantazo obedece a que autoridades y artistas son unos verdaderos mantas, es decir que son muy malos, pero que muy, muy, malos. Pésimos.

Señoras y señores de la autoridad, maestros consagrados de la arquitectura y del urbanismo que firman estos proyectos, permítanme que les diga que son ustedes unos auténticos y soberanos mantas. Y se lo digo con todo el sentimiento, de corazón.

Florentino Areneros.

5 comentarios:

  1. Hola Florentino,
    He disfrutado mucho con la lectura de los diferentes artículos que has puesto. Te felicito por tu amenidad en los relatos y por su contenido.
    Felicidades
    Jose María

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  2. Lastima que el mantazo no sea mayor y consiguiera tapar el infumable pastiche que afea la bella linea del Palacio. Si, hablo de esa cosa cabezona, mezcla absurda de estilos pasados que algunos llaman catedral. En lo que llamas "espectacular panorámica" se ve la horrorosa portada norte mezcla de neo-neoclásico a lo St Sulpice con neo herreriano con espadaña y torres pseudobarrocas. ¿Alguien puede hacer un cubo para taparlo?

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    1. Muchas gracias Alla por su comentario y por visitar el blog.

      Efectivamente la catedral no es referente arquitectónico, exteriormente no es un edificio que asombre, y todavía es peor en el interior, exceptuando la cripta. Pero por lo menos no desentona tanto como el engendro que han colocado. Es arreglar un error con otro mayor.

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  3. Buen trabajo. Completamente de acuerdo contigo, tanto que estaria dispuesto a colaborar en una cuestacion para obtener fondos y derribarlos.

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    1. Muchas gracias. Ya me gustaría también a mi que derribaran todos estos adefesios, pero me temo que nos vamos a quedar con las ganas. Por lo menos nos queda la satisfacción de poder señalar a los culpables.

      Saludos.

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