Imagen de la Real Plaza de Toros del Puerto de Santa María. (Click en cualquier imagen para ampliarla) .
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CÁI. (CÁDIZ PARA FORÁNEOS)
Desde hace 90 años cada 16 de mayo en la Plaza de Toros de Madrid se repite el mismo ritual, los toreros realizan el paseíllo desmonterados y una vez finalizado este, guardan un respetuoso minuto de silencio, al igual que el público puesto en pie en sus localidades. Esta singular conducta obedece a que en esa misma fecha del año de 1920 fallecía José Gómez Ortega, conocido como Joselito el Gallo, tras ser corneado en el vientre por el toro Bailador en la plaza de Talavera de la Reina. Para muchos este torero ha sido el más grande de todos los tiempos.
Joselito "El Gallo" (D) y Belmonte, dos maestros que protagonizarían lo que se conoce como la Edad de Oro del Toreo.
Nació Joselito en 1895 en el sevillano pueblo de Gelves en el seno de una familia gitana de larga tradición taurina, hijo, nieto y hermano de toreros. A pesar de su prematura muerte, Joselito marcaría un antes y un después en el mundo del toro, siendo considerado como uno de los padres del toreo moderno. Junto con Belmonte protagonizaría lo que se ha conocido como la Edad de Oro del toreo en la década de 1910. Su trágica muerte supuso una tremenda conmoción social en toda España, tanto que incluso la Virgen de la Macarena vistió de luto por primera y, hasta el día de hoy, única vez. Moría José Gómez Ortega joven pero en plenitud, haciendo bueno el dicho de “el toro de cinco y el torero de veinticinco”.
Ignacio Sánchez Mejías, cuñado de Joselito y torero como él, contempla el cadaver del joven diestro. Sánchez Mejías correría la misma suerte años despues (1934), tras sufrir una cogida en la Plaza de Manzanares.
Como ven amigos lectores, estamos hablando de una de las más grandes figuras, por no decir la más grande, que ha dado el mundo de la tauromaquia, por lo que cualquier opinión vertida por este genio sentaba indiscutiblemente cátedra. De todas ellas, quizá la más conocida fue la que pronunciara en San Sebastián durante una tertulia tras una corrida de la Semana Grande de 1916. Se cuenta que el diestro dialogaba con otros contertulios sobre cual era el mejor sitio para contemplar un festejo taurino, unos se inclinaban por Madrid, otros por Sevilla, y alguno por Bilbao o incluso por la propia San Sebastián. Y fue entonces cuando Joselito pronunció una de sus más famosas frases: “QUIEN NO HA VISTO TOROS EN EL PUERTO, NO SABE LO QUE ES UN DÍA DE TOROS”. Conociendo esta máxima, cualquier cronista taurino que se precie, aun siendo antitaurino, no se puede considerar como tal sin haber visitado El Puerto. En este Año Santo Compostelano iniciamos otra peregrinación pero en sentido contrario, hacia el sur, hacia otro santuario visitado por los dioses durante los tres últimos siglos, hacia la inigualable Plaza Real de El Puerto de Santa Maria, a ver toros en El Puerto.
Una de las paredes de la Puerta Grande de la Real Plaza de El Puerto donde podemos contemplar un mural de azulejos con la famosa frase de Joselito.
Solamente contemplar los alrededores de la plaza antes de comenzar la corrida es ya un espectáculo, y el acceder al recinto supone casi una experiencia mística. La corrida era algo secundario, lo importante era completar el rito de la peregrinación, aunque en este caso la corrida era de postín, como me quedo claramente constatado nada más asomarme a la taquilla. Toreaban Morante de la Puebla, José Mari Manzanares y Daniel Luque, con toros de la gaditana ganadería de Núñez del Cubillo, que pastan en las dehesas del vecino pueblo de Vejer de la Frontera. Al finalizar el festejo tuve la inmensa fortuna de pisar el albero de este templo y poder abandonar esta catedral por el mismo lugar por donde lo han hecho entre aclamaciones tantos dioses de la tauromaquia, por la Puerta Grande.
Pero Cádiz no es solamente el Puerto de Santa María, en cualquier rincón de esta provincia podemos encontrar referencias a la tauromaquia, toda la provincia es tierra de toros y de toreros desde hace siglos. Se cuenta que todos los encastes de toros bravos tienen su origen en los que criaban los monjes cartujos de Jerez hace cientos de años, y son muy numerosas las ganaderías que crían sus toros en esta tierras, empezando por la mayoría de las de la amplia familia Domecq: Marques de Domecq, Alvaro Domecq (Torrestrella), Salvador Domecq, etc. Así como por otras de no menos renombre como Cebada Gago, Fuente Ymbro, Jandilla, Sayalero y Bandres, Núñez del Cubillo, y otras muchas que no tenemos espacio para reproducir aquí. Ganaderías que pastan en lugares que resuenan a toro e historia, como Medina Sidonia, Sanlucar, Vejer de la Frontera, Chiclana, Tarifa, Casas Viejas o Benalup, Alcala de los Gazules, Jerez de la Frontera, Algeciras, Los Barrios y un largo etcétera. Tierra así mismo cuna de alguno de los toreros más famosos de todos los tiempos empezando por el legendario Francisco Montes Reina “Paquiro”, torero de Chiclana del SXIX, el prototipo torero romántico de patillas de hacha, al que se atribuye, entre otros lances, la invención de la verónica. De la misma forma que fue quien definió las características del traje de torear actual, hasta el punto de que la prenda torera por excelencia, la montera, debe su nombre al apellido de este singular torero nacido en Chiclana de la Frontera, donde en la actualidad podemos visitar un coqueto museo dedicado a su figura, cosa que aprovechamos para realizar también en este singular peregrinaje. Desde “Paquiro” la lista de diestros gaditanos sería interminable, como el no menos legendario “Cara-ancha”, Rafael Ortega, Paco Ojeda, Francisco Ruiz Miguel, o los mediáticos “Paquirri” y Jesulín de Ubrique, entre otros muchos, sin olvidar al mítico maestro gitano de Jerez Rafael de Paula, un diestro que ha protagonizado alguno de los momentos más intensos y de mayor belleza que recuerdan los buenos aficionados.
Monumento en Chiclana de la Frontera dedicado al torero local Francisco Montes Reina "Paquiro", un innovador en el arte de la Tauromaquia.
Si nos hacemos caso de las palabras de Don José Ortega y Gasset que mantienen que “la historia del toreo está ligada a la de España, tanto que sin conocer la primera, resultará imposible comprender la segunda”, podemos afirmar con total rotundidad que la historia de España comienza en Cádiz. Efectivamente amigos lectores, si la prehistoria comprende desde la aparición del hombre hasta la aparición de la escritura, las primeras referencias históricas, es decir las primeras referencias escritas, que se tienen de lo que actualmente es España se ubican en lo que actualmente es la provincia de Cádiz.
Los primeros testimonios escritos sobre la Península, son los referentes a los trabajos de Hércules (nos refereimos al mítico héroe griego, no al equipo alicantino que le endoso dos chicharros al Barça en el Camp Nou el pasado sábado), que se tendría que desplazar a estos confines del mundo conocido hasta entonces para robar los toros rojos de Gerión, como pueden comprobar de nuevo historia y toros unidos. Como todos ustedes sabrán, Hércules en un arrebato de locura dio muerte a sus propios hijos, tras recuperar el juicio y darse cuenta de su terrible acción huyo a tierra inhóspitas, de donde regresaría con el tiempo a visitar al Oráculo de Delfos, que como penitencia por su crimen le impuso cumplir diez trabajos (que acabarían siendo doce) que le tendría que encomendar el rey Euristeo, la persona que había usurpado su trono gracias a los chanchullos de Hera esposa de Zeus. Hércules como ustedes habrán podido imaginar odiaba a Euristeo, pero este tampoco le tenía ningún cariño por lo que se imaginarán que las tareas que encomendó al forzudo héroe tenían muy mala leche. Entre estos trabajos, el décimo concretamente, Hércules tendría que robar el rebaño de toros rojos de Gerión un ser, según la mitología griega, monstruoso y gigante con tres cuerpos, cada uno de ellos con sus respectivas extremidades y cabezas, que habitaba en la isla de Eritia o “La Roja” (con lo que podemos estar hablando de la isla de Cádiz o la de San Fernando). Tras robar el ganado, Hércules y Gerión se enfrentaron en singular combate, muriendo este al ser atravesado por una flecha disparada por el griego, que estaba envenenada con la sangre de la Hidra.
Ánfora griega en la que aparece el gaditano Gerión, con sus tres cuerpos, al que daría muerte Hércules. Va en compañía de su perro Ortro, con sus dos cabezas, hermano de otro famoso cánido mítico: Cerbero, o Can Cerberos, perro de tres cabezas con una serpiente por cola, guardian del Hades, que terminaría siendo perro de compañia del propio Hércules.
Aprovechando el viaje, que por cierto realizó montado en la copa del Dios Helios con la que este cruzaba el mar cada noche, Hércules aprovechó, ya que estaba por aquí, para situar en este lugar las conocidas Columnas que llevan su nombre y que se sitúan a ambos lados del Estrecho, una sería el propio Peñón y la otra el Monte Hacho en Ceuta. Columnas que indicarían el fin del mundo conocido, o lo que es lo mismo el “non plus ultra” de los romanos, es decir que no había nada más allá de ese punto. Como curiosidad indicar que tras el descubrimiento de América las Columnas serían integradas en el escudo de España, pero esta vez con el lema “Plus Ultra”, indicando que había algo al otro lado y dejando claro quien lo había descubierto. Y como información adicional para viajeros señalar que ya no es posible contemplar a los toros de Gerión por los pastizales de Cádiz, pero si a un buen número de vacas rojas de la raza retinta, cuya carne podemos degustar, junto a la de reses bravas, en la venta “El Nene” de la localidad de Facinas, excelente calidad a un precio muy ajustado, por si alguno de ustedes se deja caer por allí.
Sin embargo otros testimonios históricos nos muestran a Gerión como rey del mítico reino de Tartessos, que también se localizaría en esta zona. Este reino ya aparece mencionado en las obras de Herodoto o Avieno, e incluso algunos autores lo identifican con la Atlántida de Platón, o la Tarsis bíblica. Este reino, documentado ya arqueológicamente, sería cuna de alguno de los nombres míticos de nuestra historia como Argantonio, Gárgoris o Habidis. Por su parte la ciudad de Cádiz fue fundada por los fenicios como Gadir (fortaleza) hace más de tres mil años y tiene el honor de ser la ciudad más antigua de España y una de las más antiguas, si no la más, de Europa. Posteriormente pasaría a manos griegas, cartaginesas y romanas, manteniendo su gran importancia económica y estratégica como puente entre Europa y África, con cada una de estas civilizaciones.
El ya famoso Hércules, con las no menos famosas Columnas por el héroe colocadas, que situadas a ambos lados del Estrecho de Gibraltar indicaban el fin del mundo conocido.
Llegaría el año 711 de nuestra era y de nuevo Cádiz pasaría a ser un lugar decisivo en la historia de España. En esa fecha la península se encontraba inmersa en una nueva guerra civil algo común entre los godos donde la sucesión al trono no era hereditaria (como ven ustedes una tradición muy bien arraigada en España esta de las guerras civiles, que se ha mantenido inamovible durante siglos), por una parte el rey Don Rodrigo del encaste de los Chindasvintos y por otra Ágila, hijo del anterior rey Witiza, apoyado por sus hermanos y parte de la nobleza visigoda, su tío Oppas Arzobispo de Sevilla y por Don Julián, Conde de Ceuta. No esta muy clara la razón, algunos lo atribuyen a un lío de faldas, otros a una maldición de cuevas con candados, y otros a una simple ambición de poder, pero alguien solicitó ayuda al gobernador árabe del norte de África, el popular moro Muza, que enviaría un ejército al mando de Tariq (o Tarif) Ibn Zyad, del que tomaría nombre la ciudad de Tarifa. El ejercito visigodo, al mando de Don Rodrigo, y el musulmán se enfrentarían en la Batalla de Guadalete, que tuvo lugar en algún lugar de la provincia cercano a este río, para unos en las inmediaciones de Medina-Sidonia y para otros en la laguna, ahora desecada, de La Janda, junto a Vejer de la Frontera. Independientemente del lugar, los musulmanes ganarían esta batalla, con las fatales consecuencias que todos conocemos para el reino visigodo, ya que lo que iba a ser un apoyo a los opositores de Don Rodrigo se convirtió en una invasión en toda regla. ¡Si es que no te puedes fiar de nadie!. Los musulmanes ocuparían la mayoría del territorio peninsular en unos pocos años, con muy poco esfuerzo.
Ilustración en la que podemos ver una partida de guerreros musulmanes, en una época cercana en el tiempo a la Batalla de La Janda o de Guadalete, que tuvo lugar en tierras gaditanas en el 711 y que supuso el fin del poder visigodo en la Península.
Cádiz continuaría con su esplendor durante la dominación musulmana, favorecida por su excepcional situación geográfica entre África y Europa y son muchos los testimonios artísticos y arquitectónicos que perduran de aquella época. Las disputas entre los reinos de taifas, otra especie de guerra civil, favorecerían la llegada de los almohades, y en el siglo XIII, tras la derrota de estos en la batalla de las Navas de Tolosa, gran parte de la provincia pasaría a manos de los cristianos quedando otra parte en poder musulmán, de ahí que muchas localidades gaditanas conserven la denominación “de la Frontera” tras su nombre, como testimonio de que en su tiempo formaban el límite entre ambos reinos. En el siglo XV de nuevo otra guerra civil, esta vez en el interior del reino nazarí de Granada, favorecería el hecho de que toda la provincia pasaría a estar dominada por los cristianos.
Imagen de la Batalla de las Navas de Tolosa (1212) en la que los ejercitos cristianos derrotarían a las huestes musulmanas.
Tras el Descubrimiento de América, Cádiz pasa a desempeñar de nuevo un papel fundamental en la Historia de España, convirtiéndose en el principal puerto para los barcos que llegaban de las Indias, lo que produjo una época de gran esplendor en la ciudad. Pero poco duraría la tranquilidad, de nuevo otra guerra civil tendría repercusión en la Historia de Cádiz y en la de España. Corría el año de 1704 y de nuevo los españoles estaban enfrascados en otro enfrentamiento civil, Felipe de Anjou por los Borbones y el Archiduque Carlos por los Austrias se enfrentaban por el trono de España, al primero le apoyaban los franceses, mientras que el segundo lo era por los británicos, y atentos amigos, también por los holandeses (recuerden la crónica del Duque de Alba y el Mundial). Una flota combinada de estas dos últimas naciones asedió y acabó conquistando Gibraltar (con desembarco incluido de tropas catalanas que luchaban junto a los británicos en lo que hoy se conoce como Catalan Bay) que quedaría en manos británicas hasta hoy en día tras la firma del tratado de Utrech. Un episodio que tendría gran repercusión posteriormente nuevamente en la historia de España.
Efectivamente amigos lectores de Sol y Moscas, a finales del siglo XVIII triunfaría la Revolución Francesa, y años más tarde llegaría al poder Napoleón, el cual trataría de crear un gran imperio en Europa. Por avatares de la política e intereses mutuos, la República Francesa y el Reino borbónico de España, se aliaron contra el enemigo común, los británicos, enfrentándose una flota combinada Hispano-Francesa a la armada Británica, eligiendo para el combate las costas gaditanas, concretamente las aguas cercanas al Cabo de Trafalgar. Son muchas las interpretaciones que de esta gran batalla se han realizado, que si los mandos franceses eran unos ineptos, que si las tripulaciones no eran adecuadas, que si el planteamiento fue descabellado, etc, pero el caso es que la victoria fue para los británicos al mando del almirante Nelson, y en ella tuvo su importancia la localidad y puerto de Gibraltar. Esta batalla marcaría el comienzo del dominio británico sobre los mares, y de alguna forma fue el principio del fin del Imperio Español.
La Batalla de Trafalgar que tuvo lugar en las costas de Cádiz, supondría el comienzo del fin del Imperio Español, y el comienzo de la hegemonía británica en los mares.
Pero para colmo de males, resulta que nuestros aliados franceses pasan a ser nuestros enemigos, e invaden España (algo similar a lo que les paso a los visigodos con Tarif) y los odiados británicos pasan a ser ahora nuestros aliados. Comienza una cruenta guerra conocida como de la Independencia, donde de nuevo Cádiz vuelve a desempeñar un indiscutible papel protagonista, ya que será en esta ciudad, asediada por las fuerzas francesas (recuerden aquello de “con la bombas que tiran...”) donde se reúnan las Cortes Españolas y aprueben la Constitución de Cádiz, la famosa Pepa ya que fue aprobaba el 19 de Marzo. Constitución que estaba inspirada en los principios de la Revolución Francesa y que era muy adelantada para su tiempo. Terminaría la guerra y Fernando VII que había prometido acatar la Constitución se la pasaría por el arco del triunfo, con los consiguientes enfrentamientos civiles entre españoles, a los que ya a la altura de este relato estamos tan acostumbrados. Pasaría el siglo XIX, entre diferentes guerras civiles y luchas internas en España, que acabarían definitivamente con el Imperio Español, y que harían empobrecer aun más a la nación, llegando a las puertas del SXX como una nación pobre y atrasada. Algo que sin duda hay que agradecer a los nefastos gobernantes, con sus reyes a la cabeza, que este país ha tenido.
Dos instantáneas del monumento a la Constitución de 1812 en Cádiz, en la inferior podemos observar (click en cualquier fotografía para ampliar) a un individuo ligerito de ropa, que no es otro que el mismísimo Hércules, el cual aparece también de esta guisa en el escudo de Andalucia.
De nuevo muchos de ustedes se preguntarán, ¿a que esta esperando este cronista de pacotilla para hablar de la guerra civil?. Pues tranquilos que también hablaremos de ello, ya que Cádiz tuvo de nuevo un papel muy destacado en el desenlace de la guerra civil española. Como todos ustedes sabrán el grueso de las fuerzas sublevadas, compuestas en su mayoría por tropas indígenas y legionarias, se encontraban en el Protectorado Español de Marruecos, bajo el mando del General Franco. La mayoría de la Flota, aunque con poca operatividad debido a la falta de mandos, había permanecido al lado de la República y controlaba el paso del Estrecho. Para sortear este obstáculo se montaría el primer puente aéreo de la historia, mediante el cual una parte importante del Ejercito de África llegaría a la península y donde jugó un papel importante la ayuda tanto de la aviación alemana como de la italiana, en un episodio que sin duda alguna tuvo un decisivo papel en el desenlace final de la guerra. De nuevo Cádiz jugaba un papel muy destacado en la Historia de España, y de nuevo al igual que en tiempo de los godos, un ejercito africano cruzaba el estrecho para apoyar a uno los bandos de una enésima guerra civil en España. Pero esta historia merece un espacio propio, y en una próxima crónica les contaremos con pelos y señales como se desarrolló esta operación que tuvo como escenario la provincia de Cádiz.
Excepcional fotografía en color tomada en los alrededores de Madrid al poco de finalizar la Guerra Civil, en la que podemos observar a soldados alemanes de la Legión Cóndor junto a soldados indígenas marroquíes. Ambas fuerzas serían decisivas en el desenlace de la guerra y fueron protagonistas de la operación de cruce del Estrecho en agosto del 36, el primer puente aereo militar de la historia, como veremos en una próxima crónica.
Espero que esta modesta crónica les haya ayudado a conocer un poco más de la historia de este bello rincón de España, la provincia de Cádiz.
Florentino Areneros.
Desde hace 90 años cada 16 de mayo en la Plaza de Toros de Madrid se repite el mismo ritual, los toreros realizan el paseíllo desmonterados y una vez finalizado este, guardan un respetuoso minuto de silencio, al igual que el público puesto en pie en sus localidades. Esta singular conducta obedece a que en esa misma fecha del año de 1920 fallecía José Gómez Ortega, conocido como Joselito el Gallo, tras ser corneado en el vientre por el toro Bailador en la plaza de Talavera de la Reina. Para muchos este torero ha sido el más grande de todos los tiempos.
Joselito "El Gallo" (D) y Belmonte, dos maestros que protagonizarían lo que se conoce como la Edad de Oro del Toreo.
Nació Joselito en 1895 en el sevillano pueblo de Gelves en el seno de una familia gitana de larga tradición taurina, hijo, nieto y hermano de toreros. A pesar de su prematura muerte, Joselito marcaría un antes y un después en el mundo del toro, siendo considerado como uno de los padres del toreo moderno. Junto con Belmonte protagonizaría lo que se ha conocido como la Edad de Oro del toreo en la década de 1910. Su trágica muerte supuso una tremenda conmoción social en toda España, tanto que incluso la Virgen de la Macarena vistió de luto por primera y, hasta el día de hoy, única vez. Moría José Gómez Ortega joven pero en plenitud, haciendo bueno el dicho de “el toro de cinco y el torero de veinticinco”.
Ignacio Sánchez Mejías, cuñado de Joselito y torero como él, contempla el cadaver del joven diestro. Sánchez Mejías correría la misma suerte años despues (1934), tras sufrir una cogida en la Plaza de Manzanares.
Como ven amigos lectores, estamos hablando de una de las más grandes figuras, por no decir la más grande, que ha dado el mundo de la tauromaquia, por lo que cualquier opinión vertida por este genio sentaba indiscutiblemente cátedra. De todas ellas, quizá la más conocida fue la que pronunciara en San Sebastián durante una tertulia tras una corrida de la Semana Grande de 1916. Se cuenta que el diestro dialogaba con otros contertulios sobre cual era el mejor sitio para contemplar un festejo taurino, unos se inclinaban por Madrid, otros por Sevilla, y alguno por Bilbao o incluso por la propia San Sebastián. Y fue entonces cuando Joselito pronunció una de sus más famosas frases: “QUIEN NO HA VISTO TOROS EN EL PUERTO, NO SABE LO QUE ES UN DÍA DE TOROS”. Conociendo esta máxima, cualquier cronista taurino que se precie, aun siendo antitaurino, no se puede considerar como tal sin haber visitado El Puerto. En este Año Santo Compostelano iniciamos otra peregrinación pero en sentido contrario, hacia el sur, hacia otro santuario visitado por los dioses durante los tres últimos siglos, hacia la inigualable Plaza Real de El Puerto de Santa Maria, a ver toros en El Puerto.
Una de las paredes de la Puerta Grande de la Real Plaza de El Puerto donde podemos contemplar un mural de azulejos con la famosa frase de Joselito.
Solamente contemplar los alrededores de la plaza antes de comenzar la corrida es ya un espectáculo, y el acceder al recinto supone casi una experiencia mística. La corrida era algo secundario, lo importante era completar el rito de la peregrinación, aunque en este caso la corrida era de postín, como me quedo claramente constatado nada más asomarme a la taquilla. Toreaban Morante de la Puebla, José Mari Manzanares y Daniel Luque, con toros de la gaditana ganadería de Núñez del Cubillo, que pastan en las dehesas del vecino pueblo de Vejer de la Frontera. Al finalizar el festejo tuve la inmensa fortuna de pisar el albero de este templo y poder abandonar esta catedral por el mismo lugar por donde lo han hecho entre aclamaciones tantos dioses de la tauromaquia, por la Puerta Grande.
Pero Cádiz no es solamente el Puerto de Santa María, en cualquier rincón de esta provincia podemos encontrar referencias a la tauromaquia, toda la provincia es tierra de toros y de toreros desde hace siglos. Se cuenta que todos los encastes de toros bravos tienen su origen en los que criaban los monjes cartujos de Jerez hace cientos de años, y son muy numerosas las ganaderías que crían sus toros en esta tierras, empezando por la mayoría de las de la amplia familia Domecq: Marques de Domecq, Alvaro Domecq (Torrestrella), Salvador Domecq, etc. Así como por otras de no menos renombre como Cebada Gago, Fuente Ymbro, Jandilla, Sayalero y Bandres, Núñez del Cubillo, y otras muchas que no tenemos espacio para reproducir aquí. Ganaderías que pastan en lugares que resuenan a toro e historia, como Medina Sidonia, Sanlucar, Vejer de la Frontera, Chiclana, Tarifa, Casas Viejas o Benalup, Alcala de los Gazules, Jerez de la Frontera, Algeciras, Los Barrios y un largo etcétera. Tierra así mismo cuna de alguno de los toreros más famosos de todos los tiempos empezando por el legendario Francisco Montes Reina “Paquiro”, torero de Chiclana del SXIX, el prototipo torero romántico de patillas de hacha, al que se atribuye, entre otros lances, la invención de la verónica. De la misma forma que fue quien definió las características del traje de torear actual, hasta el punto de que la prenda torera por excelencia, la montera, debe su nombre al apellido de este singular torero nacido en Chiclana de la Frontera, donde en la actualidad podemos visitar un coqueto museo dedicado a su figura, cosa que aprovechamos para realizar también en este singular peregrinaje. Desde “Paquiro” la lista de diestros gaditanos sería interminable, como el no menos legendario “Cara-ancha”, Rafael Ortega, Paco Ojeda, Francisco Ruiz Miguel, o los mediáticos “Paquirri” y Jesulín de Ubrique, entre otros muchos, sin olvidar al mítico maestro gitano de Jerez Rafael de Paula, un diestro que ha protagonizado alguno de los momentos más intensos y de mayor belleza que recuerdan los buenos aficionados.
Monumento en Chiclana de la Frontera dedicado al torero local Francisco Montes Reina "Paquiro", un innovador en el arte de la Tauromaquia.
Si nos hacemos caso de las palabras de Don José Ortega y Gasset que mantienen que “la historia del toreo está ligada a la de España, tanto que sin conocer la primera, resultará imposible comprender la segunda”, podemos afirmar con total rotundidad que la historia de España comienza en Cádiz. Efectivamente amigos lectores, si la prehistoria comprende desde la aparición del hombre hasta la aparición de la escritura, las primeras referencias históricas, es decir las primeras referencias escritas, que se tienen de lo que actualmente es España se ubican en lo que actualmente es la provincia de Cádiz.
Los primeros testimonios escritos sobre la Península, son los referentes a los trabajos de Hércules (nos refereimos al mítico héroe griego, no al equipo alicantino que le endoso dos chicharros al Barça en el Camp Nou el pasado sábado), que se tendría que desplazar a estos confines del mundo conocido hasta entonces para robar los toros rojos de Gerión, como pueden comprobar de nuevo historia y toros unidos. Como todos ustedes sabrán, Hércules en un arrebato de locura dio muerte a sus propios hijos, tras recuperar el juicio y darse cuenta de su terrible acción huyo a tierra inhóspitas, de donde regresaría con el tiempo a visitar al Oráculo de Delfos, que como penitencia por su crimen le impuso cumplir diez trabajos (que acabarían siendo doce) que le tendría que encomendar el rey Euristeo, la persona que había usurpado su trono gracias a los chanchullos de Hera esposa de Zeus. Hércules como ustedes habrán podido imaginar odiaba a Euristeo, pero este tampoco le tenía ningún cariño por lo que se imaginarán que las tareas que encomendó al forzudo héroe tenían muy mala leche. Entre estos trabajos, el décimo concretamente, Hércules tendría que robar el rebaño de toros rojos de Gerión un ser, según la mitología griega, monstruoso y gigante con tres cuerpos, cada uno de ellos con sus respectivas extremidades y cabezas, que habitaba en la isla de Eritia o “La Roja” (con lo que podemos estar hablando de la isla de Cádiz o la de San Fernando). Tras robar el ganado, Hércules y Gerión se enfrentaron en singular combate, muriendo este al ser atravesado por una flecha disparada por el griego, que estaba envenenada con la sangre de la Hidra.
Ánfora griega en la que aparece el gaditano Gerión, con sus tres cuerpos, al que daría muerte Hércules. Va en compañía de su perro Ortro, con sus dos cabezas, hermano de otro famoso cánido mítico: Cerbero, o Can Cerberos, perro de tres cabezas con una serpiente por cola, guardian del Hades, que terminaría siendo perro de compañia del propio Hércules.
Aprovechando el viaje, que por cierto realizó montado en la copa del Dios Helios con la que este cruzaba el mar cada noche, Hércules aprovechó, ya que estaba por aquí, para situar en este lugar las conocidas Columnas que llevan su nombre y que se sitúan a ambos lados del Estrecho, una sería el propio Peñón y la otra el Monte Hacho en Ceuta. Columnas que indicarían el fin del mundo conocido, o lo que es lo mismo el “non plus ultra” de los romanos, es decir que no había nada más allá de ese punto. Como curiosidad indicar que tras el descubrimiento de América las Columnas serían integradas en el escudo de España, pero esta vez con el lema “Plus Ultra”, indicando que había algo al otro lado y dejando claro quien lo había descubierto. Y como información adicional para viajeros señalar que ya no es posible contemplar a los toros de Gerión por los pastizales de Cádiz, pero si a un buen número de vacas rojas de la raza retinta, cuya carne podemos degustar, junto a la de reses bravas, en la venta “El Nene” de la localidad de Facinas, excelente calidad a un precio muy ajustado, por si alguno de ustedes se deja caer por allí.
Sin embargo otros testimonios históricos nos muestran a Gerión como rey del mítico reino de Tartessos, que también se localizaría en esta zona. Este reino ya aparece mencionado en las obras de Herodoto o Avieno, e incluso algunos autores lo identifican con la Atlántida de Platón, o la Tarsis bíblica. Este reino, documentado ya arqueológicamente, sería cuna de alguno de los nombres míticos de nuestra historia como Argantonio, Gárgoris o Habidis. Por su parte la ciudad de Cádiz fue fundada por los fenicios como Gadir (fortaleza) hace más de tres mil años y tiene el honor de ser la ciudad más antigua de España y una de las más antiguas, si no la más, de Europa. Posteriormente pasaría a manos griegas, cartaginesas y romanas, manteniendo su gran importancia económica y estratégica como puente entre Europa y África, con cada una de estas civilizaciones.
El ya famoso Hércules, con las no menos famosas Columnas por el héroe colocadas, que situadas a ambos lados del Estrecho de Gibraltar indicaban el fin del mundo conocido.
Llegaría el año 711 de nuestra era y de nuevo Cádiz pasaría a ser un lugar decisivo en la historia de España. En esa fecha la península se encontraba inmersa en una nueva guerra civil algo común entre los godos donde la sucesión al trono no era hereditaria (como ven ustedes una tradición muy bien arraigada en España esta de las guerras civiles, que se ha mantenido inamovible durante siglos), por una parte el rey Don Rodrigo del encaste de los Chindasvintos y por otra Ágila, hijo del anterior rey Witiza, apoyado por sus hermanos y parte de la nobleza visigoda, su tío Oppas Arzobispo de Sevilla y por Don Julián, Conde de Ceuta. No esta muy clara la razón, algunos lo atribuyen a un lío de faldas, otros a una maldición de cuevas con candados, y otros a una simple ambición de poder, pero alguien solicitó ayuda al gobernador árabe del norte de África, el popular moro Muza, que enviaría un ejército al mando de Tariq (o Tarif) Ibn Zyad, del que tomaría nombre la ciudad de Tarifa. El ejercito visigodo, al mando de Don Rodrigo, y el musulmán se enfrentarían en la Batalla de Guadalete, que tuvo lugar en algún lugar de la provincia cercano a este río, para unos en las inmediaciones de Medina-Sidonia y para otros en la laguna, ahora desecada, de La Janda, junto a Vejer de la Frontera. Independientemente del lugar, los musulmanes ganarían esta batalla, con las fatales consecuencias que todos conocemos para el reino visigodo, ya que lo que iba a ser un apoyo a los opositores de Don Rodrigo se convirtió en una invasión en toda regla. ¡Si es que no te puedes fiar de nadie!. Los musulmanes ocuparían la mayoría del territorio peninsular en unos pocos años, con muy poco esfuerzo.
Ilustración en la que podemos ver una partida de guerreros musulmanes, en una época cercana en el tiempo a la Batalla de La Janda o de Guadalete, que tuvo lugar en tierras gaditanas en el 711 y que supuso el fin del poder visigodo en la Península.
Cádiz continuaría con su esplendor durante la dominación musulmana, favorecida por su excepcional situación geográfica entre África y Europa y son muchos los testimonios artísticos y arquitectónicos que perduran de aquella época. Las disputas entre los reinos de taifas, otra especie de guerra civil, favorecerían la llegada de los almohades, y en el siglo XIII, tras la derrota de estos en la batalla de las Navas de Tolosa, gran parte de la provincia pasaría a manos de los cristianos quedando otra parte en poder musulmán, de ahí que muchas localidades gaditanas conserven la denominación “de la Frontera” tras su nombre, como testimonio de que en su tiempo formaban el límite entre ambos reinos. En el siglo XV de nuevo otra guerra civil, esta vez en el interior del reino nazarí de Granada, favorecería el hecho de que toda la provincia pasaría a estar dominada por los cristianos.
Imagen de la Batalla de las Navas de Tolosa (1212) en la que los ejercitos cristianos derrotarían a las huestes musulmanas.
Tras el Descubrimiento de América, Cádiz pasa a desempeñar de nuevo un papel fundamental en la Historia de España, convirtiéndose en el principal puerto para los barcos que llegaban de las Indias, lo que produjo una época de gran esplendor en la ciudad. Pero poco duraría la tranquilidad, de nuevo otra guerra civil tendría repercusión en la Historia de Cádiz y en la de España. Corría el año de 1704 y de nuevo los españoles estaban enfrascados en otro enfrentamiento civil, Felipe de Anjou por los Borbones y el Archiduque Carlos por los Austrias se enfrentaban por el trono de España, al primero le apoyaban los franceses, mientras que el segundo lo era por los británicos, y atentos amigos, también por los holandeses (recuerden la crónica del Duque de Alba y el Mundial). Una flota combinada de estas dos últimas naciones asedió y acabó conquistando Gibraltar (con desembarco incluido de tropas catalanas que luchaban junto a los británicos en lo que hoy se conoce como Catalan Bay) que quedaría en manos británicas hasta hoy en día tras la firma del tratado de Utrech. Un episodio que tendría gran repercusión posteriormente nuevamente en la historia de España.
Efectivamente amigos lectores de Sol y Moscas, a finales del siglo XVIII triunfaría la Revolución Francesa, y años más tarde llegaría al poder Napoleón, el cual trataría de crear un gran imperio en Europa. Por avatares de la política e intereses mutuos, la República Francesa y el Reino borbónico de España, se aliaron contra el enemigo común, los británicos, enfrentándose una flota combinada Hispano-Francesa a la armada Británica, eligiendo para el combate las costas gaditanas, concretamente las aguas cercanas al Cabo de Trafalgar. Son muchas las interpretaciones que de esta gran batalla se han realizado, que si los mandos franceses eran unos ineptos, que si las tripulaciones no eran adecuadas, que si el planteamiento fue descabellado, etc, pero el caso es que la victoria fue para los británicos al mando del almirante Nelson, y en ella tuvo su importancia la localidad y puerto de Gibraltar. Esta batalla marcaría el comienzo del dominio británico sobre los mares, y de alguna forma fue el principio del fin del Imperio Español.
La Batalla de Trafalgar que tuvo lugar en las costas de Cádiz, supondría el comienzo del fin del Imperio Español, y el comienzo de la hegemonía británica en los mares.
Pero para colmo de males, resulta que nuestros aliados franceses pasan a ser nuestros enemigos, e invaden España (algo similar a lo que les paso a los visigodos con Tarif) y los odiados británicos pasan a ser ahora nuestros aliados. Comienza una cruenta guerra conocida como de la Independencia, donde de nuevo Cádiz vuelve a desempeñar un indiscutible papel protagonista, ya que será en esta ciudad, asediada por las fuerzas francesas (recuerden aquello de “con la bombas que tiran...”) donde se reúnan las Cortes Españolas y aprueben la Constitución de Cádiz, la famosa Pepa ya que fue aprobaba el 19 de Marzo. Constitución que estaba inspirada en los principios de la Revolución Francesa y que era muy adelantada para su tiempo. Terminaría la guerra y Fernando VII que había prometido acatar la Constitución se la pasaría por el arco del triunfo, con los consiguientes enfrentamientos civiles entre españoles, a los que ya a la altura de este relato estamos tan acostumbrados. Pasaría el siglo XIX, entre diferentes guerras civiles y luchas internas en España, que acabarían definitivamente con el Imperio Español, y que harían empobrecer aun más a la nación, llegando a las puertas del SXX como una nación pobre y atrasada. Algo que sin duda hay que agradecer a los nefastos gobernantes, con sus reyes a la cabeza, que este país ha tenido.
Dos instantáneas del monumento a la Constitución de 1812 en Cádiz, en la inferior podemos observar (click en cualquier fotografía para ampliar) a un individuo ligerito de ropa, que no es otro que el mismísimo Hércules, el cual aparece también de esta guisa en el escudo de Andalucia.
De nuevo muchos de ustedes se preguntarán, ¿a que esta esperando este cronista de pacotilla para hablar de la guerra civil?. Pues tranquilos que también hablaremos de ello, ya que Cádiz tuvo de nuevo un papel muy destacado en el desenlace de la guerra civil española. Como todos ustedes sabrán el grueso de las fuerzas sublevadas, compuestas en su mayoría por tropas indígenas y legionarias, se encontraban en el Protectorado Español de Marruecos, bajo el mando del General Franco. La mayoría de la Flota, aunque con poca operatividad debido a la falta de mandos, había permanecido al lado de la República y controlaba el paso del Estrecho. Para sortear este obstáculo se montaría el primer puente aéreo de la historia, mediante el cual una parte importante del Ejercito de África llegaría a la península y donde jugó un papel importante la ayuda tanto de la aviación alemana como de la italiana, en un episodio que sin duda alguna tuvo un decisivo papel en el desenlace final de la guerra. De nuevo Cádiz jugaba un papel muy destacado en la Historia de España, y de nuevo al igual que en tiempo de los godos, un ejercito africano cruzaba el estrecho para apoyar a uno los bandos de una enésima guerra civil en España. Pero esta historia merece un espacio propio, y en una próxima crónica les contaremos con pelos y señales como se desarrolló esta operación que tuvo como escenario la provincia de Cádiz.
Excepcional fotografía en color tomada en los alrededores de Madrid al poco de finalizar la Guerra Civil, en la que podemos observar a soldados alemanes de la Legión Cóndor junto a soldados indígenas marroquíes. Ambas fuerzas serían decisivas en el desenlace de la guerra y fueron protagonistas de la operación de cruce del Estrecho en agosto del 36, el primer puente aereo militar de la historia, como veremos en una próxima crónica.
Espero que esta modesta crónica les haya ayudado a conocer un poco más de la historia de este bello rincón de España, la provincia de Cádiz.
Florentino Areneros.
Estimado Don Florentino Areneros, ya se le echaba de menos. Me alegro que haya disfrutado del periodo estival.
ResponderEliminarUn verdadero placer volver a leer sus inigualables crónicas. Siempre me sorprende su maestría para ir hilando datos y referencias. Contenido, estilo y entretenimiento. No puede pedirse más.
Gracias y un saludo.
P. D: Sin querer desmerecer a Joselito El Gallo, siempre fui más de Juan Belmonte, El Pasmo de Triana. Aunque, en realidad, creo que ambos toreros se complementaron, creando una mística y una leyenda irrepetibles.
Estimado y admirado amigo Gerión, muchas gracias por sus amable palabras. Realmente da gusto regresar a un lugar cuando se es bien recibido. Seguiremos esforzándonos por seguir en primera línea de la actualidad taurino-guerracivilera. En breve publicaremos la prometida crónica sobre el paso del Estrecho que ya esta en talleres y en breve comenzaremos, si la actualidad nos lo permite, una serie sobre lugares y enclaves madrileños, comenzando como no podía ser de otro modo con La Monumental Plaza de Toros de Las ventas del Espíritu Santo de Madrid.
ResponderEliminarComparto su admiración por El Pasmo de Triana, que aunque rival en los ruedos era gran amigo de Joselito, que además de buen torero tiene también una biografía apasionante, tal vez le dediquemos una crónica en el futuro. Quizás la fama y leyenda de Joselito provenga de su muerte a temprana edad, al igual que lo ocurrido con algunos rockeros como Jimmy Hendrix, Janis Joplin o Jim Morrison entre otros, cuya muerte los ha encumbrado a la categoría de leyendas.
Tengo pendiente una entrevista con usted para mostrarle un descubrimiento sorprendente. En una cala gaditana encontré inexplicablemente varias balas, junto a un fortín, que en mi modesta ignorancia creo que son de mauser y una de arma corta, como le digo algo sorprendente.
Un cordial saludo y aprovecho para felicitarle nuevamente por ese excepcional blog que usted dirige, auténtico compendio de conocimiento sobre la guerra civil en la zona noroeste de Madrid. Indispensable.
Florentino Areneros.