La guía de la buena esposa, publicada en 1953 por la Sección Femenina de Falange, instruía a las mujeres sobre como comportarse para ser una buena esposa. Al final de este artículo podrán encontrar el resto de imágenes que componían esta guía. (Clic en la imagen para verla ampliada).
Son malos tiempos para gran parte de los españoles. Pocos se salvan de las consecuencias de esta crisis, pero si hay un colectivo que ha padecido más que nadie esas trágicas consecuencias, ese ha sido el de las mujeres. Si eres joven tienes un problema, pero si eres joven y mujer tienes dos. Si eres un parado de larga duración tienes un problema, pero si eres parado de larga duración y mujer entonces tienes dos problemas. Podríamos seguir enumerando ejemplos de la discriminación que en la actualidad sufren las mujeres, incluso por las propias mujeres, como se encargaba de recordarnos no hace mucho en unas sorprendentes declaraciones la Presidenta del Circulo de Empresarios Mónica Oriol, nieta de uno de los grandes jerarcas del franquismo, cuando afirmaba que prefería contratar mujeres de menos de 25 o mayores de 45 por si se les ocurría quedarse embarazadas, o también que si una mujer quería progresar profesionalmente y ser madre, debería casarse con un funcionario (esta señora reparte estopa para todos los frentes), o bien tener un marido al que le encanten los niños. Podríamos seguir poniendo ejemplos de la consideración que determinadas personas tienen de la mujer en la actualidad, y de cómo ello se traslada a la realidad social, pero es algo que sobrepasa el alcance y contenidos de este blog que trata de hablar solamente de Historia.
Mónica Oriol, presidenta del Circulo de Empresarios, quien realizó unas polémicas declaraciones sobre la mujer y el trabajo. (Clic en la imagen para verla ampliada).
A lo largo del tiempo encontramos muchas mujeres que han desempeñado un papel fundamental en la historia de la humanidad, pero en realidad no son tantas si lo comparamos con el número de hombres. Peor ha sido el rol de la mujer en lo social, condenada a un papel secundario, siempre a la sombra del padre o marido, realizando trabajos tan duros como el de los hombres, a lo que tenía que añadir las tareas del hogar y el cuidado de los hijos. Todo ello sin ningún reconocimiento, siendo considerada la mujer como una especie de ciudadano de segunda, con menos derechos y protagonismo que los hombres.
A mediados del SXIX, coincidiendo con el apogeo de la revolución industrial y el nacimiento de los movimientos obreros, empiezan a formarse grupos que reivindican el papel de la mujer en la sociedad, tanto dentro de la familia, como en el mundo laboral y en su participación social. Desde entonces se ha avanzado mucho, y en algunos países las diferencias entre hombres y mujeres prácticamente ya no existen, lamentablemente en muchos más países el papel de la mujer sigue siendo el mismo que en la edad media, o incluso la del bronce. En España el cambio que se estaba produciendo en Europa y en Estados Unidos tardaría en llegar. La omnipresente y todopoderosa presencia de la iglesia católica española en los ámbitos de poder y en la sociedad, frenaría la mayor parte de las reivindicaciones y logros que las mujeres habían conquistado en otros países de nuestro entorno. El verdadero cambio en España llegaría con el nacimiento de la II República española en 1931. La nueva constitución va a reconocer la igualdad entre ambos sexos y se aprobarán una serie de leyes, algunas muy avanzadas para la época, para garantizar las libertades y derechos de las mujeres.
Un grupo de sufragistas madrileñas en la calle de Alcalá. (Clic en la imagen para verla ampliada).
La nueva Constitución aprobada el 9 de diciembre de 1931 contenía algunos artículos encaminados a garantizar la igualdad entre hombres y mujeres. Así por ejemplo el artículo 25, primero del Título III que trataba de los derechos y deberes de los españoles, se indicaba: “No podrán ser fundamento de privilegio jurídico: la naturaleza, la filiación, el sexo, la clase social, la riqueza, las ideas políticas, ni las creencias religiosas. El Estado no reconoce distinciones o títulos nobiliarios”. En el mismo Título, en el artículo 40 se recogía: “Todos los españoles, sin distinción de sexos, son admisibles en los empleos y cargos públicos, según su mérito y capacidad, salvo las incompatibilidades que las leyes señalen”. El artículo 46 declaraba” El trabajo, en sus diversas formas, es una obligación social, y gozará de la protección de las leyes. La República asegurará a todo trabajador las condiciones necesarias de una existencia digna. Su legislación social regulará: los casos de seguro de enfermedad, accidentes, paro forzoso, vejez, invalidez y muerte; el trabajo de las mujeres y de los jóvenes y especialmente la protección a la maternidad; la jornada de trabajo y el salario mínimo y familiar; las vacaciones anuales remuneradas: las condiciones del obrero español en el extranjero; las instituciones de cooperación, la relación económico-jurídica de los factores que integran la producción; la participación de los obreros en la dirección, la administración y los beneficios de las empresas, y todo cuanto afecte a la defensa de los trabajadores”. El artículo 53 decía “Serán elegibles para Diputados todos los ciudadanos de la República mayores de veintitrés años, sin distinción de sexo ni de estado civil, que reúnan las condiciones fijadas por la ley Electoral”. Y por último recuperamos el artículo 43 que trataba de la familia: “La familia está bajo la salvaguardia especial del Estado. El matrimonio se funda en la igualdad de derechos para ambos sexos, y podrá disolverse por mutuo disenso o a petición de cualquiera de los cónyuges, con alegación en este caso de justa causa.”.
Desarrollando este último artículo el 25 de febrero de 1932 se aprobaría la Ley del Divorcio, una de las más progresistas de la época. Una ley que encontró rápidamente la contundente oposición de la iglesia católica, que amenazaba a las divorciadas con negarles los sacramentos si se divorciaban o volvían a casar, y en este caso sus hijos serían considerados como ilegítimos. Por su parte la República se defendió de los sacerdotes que desde el púlpito amenazaban a las mujeres multándolos y encarcelándolos en algunos casos, basándose en la Ley de Defensa de la República. Por otro lado, en Cataluña se legalizaría en diciembre de 1936 el aborto libre durante las 12 primeras semanas de embarazo. En plena Guerra Civil, a mediados de 1937, siendo ministra de Sanidad Federica Montseny, se extendió la legalización a todo el territorio leal a la República.
La proclamación de la II República Española en 1931 supuso un gran avance en los derechos y libertades de las mujeres. (Clic en la imagen para verla ampliada).
Otro cambio importante que se produjo durante la etapa republicana, fue el derecho a voto de la mujer. Un derecho, que paradójicamente causaría gran controversia entre las propias filas de los partidos republicanos y entre las feministas. Muchas republicanos temían que la voluntad de muchas mujeres no estuviese todavía lo suficientemente independizada de la Iglesia, y que esta influencia inclinaría a muchas mujeres a votar a partidos de la derecha contrarios a la existencia del régimen republicano. Con este tema se produjeron intensos debates, con argumentos de lo más variopinto, como el del doctor Novoa Santos quien sostenía que “a la mujer no la dominaban la reflexión y el espíritu crítico, se dejaba llevar siempre de la emoción, de todo aquello que hablaba a sus sentimientos; el histerismo no era una simple enfermedad, sino la propia estructura de la mujer”. No le quedaba a la zaga el diputado Hilario Ayuso, que proponía “dejar votar a la mujer pero solo a partir de los 45 años, defendiendo que la mujer era deficiente en voluntad y en inteligencia hasta cumplir dicha edad”. Pero sin duda el debate más singular fue el que se produjo entre las diputadas Clara Campoamor y Victoria Kent, las dos únicas mujeres en el parlamento. Campoamor, del Partido Radical, defendía el derecho a voto de las mujeres sin ninguna restricción, mientras que Victoria Kent, de Izquierda Republicana, se oponía. Paradójicamente Victoria Kent era una ferviente feminista, sin embargo se oponía alegando que la mujer española en aquel momento no tenía la suficiente preparación social y política, y que la nefasta influencia de la iglesia influiría para que el voto de muchas mujeres fuera conservador. Sus miedos estaban motivados por la entrega del millón y medio de firmas de mujeres católicas (sin duda la mano de la Iglesia estaba detrás de esta iniciativa) al Presidente de las Cortes, para que la nueva constitución que en esos momentos se debatía respetara los derechos de la Iglesia. En su intervención ante las Cortes el 1 de octubre de 1931, Victoria Kent dijo: «Que creo que el voto femenino debe aplazarse. Que creo que no es el momento de otorgar el voto a la mujer española. Lo dice una mujer que, en el momento crítico de decirlo, renuncia a un ideal.(...) Lo pido porque no es que con ello merme en lo más mínimo la capacidad de la mujer; no, Sres. Diputados, no es cuestión de capacidad; es cuestión de oportunidad para la República. (...) Cuando la mujer española se dé cuenta de que sólo en la República están garantizados los derechos de ciudadanía de sus hijos, de que sólo la República ha traído a su hogar el pan que la monarquía no les había dejado, entonces, Sres. Diputados, la mujer será la más ferviente, la más ardiente defensora de la República; pero, en estos momentos, cuando acaba de recibir el Sr. Presidente firmas de mujeres españolas que, con buena fe, creen en los instantes actuales que los ideales de España deben ir por otro camino, cuando yo deseaba fervorosamente unos millares de firmas de mujeres españolas de adhesión a la República (La Srta. Campoamor: Han venido.)... he de confesar humildemente que no la he visto. (...) Por hoy, Sres. Diputados, es peligroso conceder el voto a la mujer». Por su parte el discurso que ese mismo día pronunció Campoamor comenzaba dirigiéndose a Victoria Kent: «Señores diputados: lejos yo de censurar ni de atacar las manifestaciones de mi colega, señorita Kent, comprendo, por el contrario, la tortura de su espíritu al haberse visto hoy en trance de negar la capacidad inicial de la mujer. Creo que por su pensamiento ha debido de pasar, en alguna forma, la amarga frase de Anatole France cuando nos habla de aquellos socialistas que, forzados por la necesidad, iban al Parlamento a legislar contra los suyos» (si quieren leer el discurso completo hagan clic aquí).
Clara Campoamor (en el centro) durante la toma de posesión del Director General de Beneficencia. Campoamor defendería con apasionamiento el derecho de la mujer al voto durante la elaboración de la Constitución de 1931. (Clic en la imagen para verla ampliada).
La encendida disputa entre Campoamor y Kent daría mucho que hablar en la prensa del momento, que hacían hincapié de manera jocosa y dejando traslucir el trasfondo machista de la sociedad de aquella época, en el hecho de que si solo había dos diputadas y ya estaban discutiendo que ocurriría cuando hubiera cincuenta. El debate terminaría con el triunfo de las tesis de Campoamor, y se reconoció el derecho a voto de las mujeres en igualdad de condiciones con los hombres. En las siguientes elecciones generales de 1933 ganarían los partidos de la derecha, dando inicio a lo que se conocería como el “Bienio Negro” republicano, nunca sabremos si en esa victoria tuvo un peso importante el voto de la mujer bajo la influencia de la Iglesia, como sostenía Victoria Kent.
Victoria Kent, abogada y feminista, pidió que no se permitiera votar a las mujeres ante el temor de que lo hicieran influenciadas por la Iglesia. (Clic en la imagen para verla ampliada).
Pero el sueño igualitario de las mujeres duraría muy poco, su existencia fue tan efímera como la de la II República. Tras la victoria en la guerra del general Franco, todas las reformas que garantizaban los derechos y libertades de las mujeres fueron anuladas. La situación de la mujer española retrocedió en el tiempo, pero no al momento anterior a proclamarse la República, sino mucho más atrás. El matrimonio civil fue prohibido, al igual que el divorcio, el aborto, los métodos anticonceptivos, se restableció el Código Civil de 1889, se penalizó el trabajo femenino, se prohibió a la mujer acceder a determinados empleos, se suprimió la coeducación, ... entre otros muchos retrocesos. Si la presencia de la Iglesia había sido constante y determinante en los últimos siglos de la historia de España, ahora con en el establecimiento de un régimen nacional-católico, su peso e influencia iban a ser todavía mucho mayores. Para hacernos una idea de lo que le esperaba a la mujer a partir de ahora, recogemos una palabras de Pilar Bellosilla, Vocal de Propaganda del Consejo Superior de Mujeres de Acción Católica, quien insistía en junio de 1946 en la gran responsabilidad que tenían las madres en la formación moral y cristiana de sus hijas porque debían mantener la continuidad familiar, la cohesión de las tradiciones cristianas y hogareñas a lo largo del tiempo. Respecto al mundo laboral, si tuvieran que trabajar fuera de casa, debían mantener este espíritu dentro del hogar y el carácter femenino de «abnegación» y «sufrimiento», todo ello presidido por el «modelo de todas las virtudes, encarnado por la Virgen María».
Tras la finalización de la guerra la situación de la mujer cambiaría radicalmente. (Clic en la imagen para verla ampliada).
Hablar de la mujer durante el franquismo daría para muchos artículos, y tampoco queremos aburrir a nuestros lectores. Como dicen que una imagen vale más que mil palabras, no les traemos una imagen sino once, las que forman parte de una publicación de la Sección Femenina de Falange de 1953 (casi tres lustros desde la finalización de la guerra) con las que nos podemos hacer una idea de la consideración que el régimen franquista tenía de la mujer. No hemos encontrado datos sobre los autores, aunque algunos apuntan a la Jefa de la Sección Femenina, Pilar Primo de Rivera como inspiradora de los textos, algo que no deja de ser paradójico ya que Pilar Primo de Rivera era soltera y debía conocer bien poco de la vida marital. Aunque algunos malvados cuentan que Franco de casarla ni más ni menos que con el propio Hitler, con la esperanza de crear una dinastía fascista, y este asustado le contesto con un “Merkel” diciéndole: “Nein. Danke”. Tampoco sabemos si publicaciones como esta han marcado la infancia, y han acabado influyendo en la mentalidad de la empresaria Mónica Oriol, aunque he de reconocer que nos tememos lo peor.
Florentino Areneros
1. Ten lista la cena: Planea con tiempo una deliciosa cena para su llegada. Esta es una forma de dejarle saber que has estado pensando en él y que te preocupan sus necesidades. La mayoría de los hombres están hambrientos cuando llegan a casa. Prepara su plato favorito. (Clic en la imagen para verla ampliada).
2. ¡Luce hermosa!: Descansa 5 minutos antes de su llegada para que te encuentre fresca y reluciente. Retoca tu maquillaje y luce lo mejor posible para él. Recuerda que ha tenido un día duro y sólo ha tratado con compañeros de trabajo. (Clic en la imagen para verla ampliada).
3. Sé dulce e interesante: Su aburrido día de trabajo quizá necesite mejorar. Tú debes hacer todo lo posible por hacerlo. Una de tus obligaciones es distraerlo. (Clic en la imagen para verla ampliada).
4. Arregla tu casa: Debe lucir impecable. Haz una última ronda por la principales áreas de la casa, justo antes de que tu marido llegue. Levanta los libros de escuela, juguetes, etc. Y limpia con un plumero las mesas. (Clic en la imagen para verla ampliada).
5. Hazlo sentir en el paraíso: Durante los meses más fríos del año debes preparar la chimenea antes de su llegada. Tu marido sentirá que ha llegado a un paraíso de descanso y orden, esto te levantará el ánimo a ti también. (Clic en la imagen para verla ampliada).
6. Prepara a los niños: Cepíllales el cabello, lava sus manos y cámbiales la ropa en caso de ser necesario. Son su pequeños tesoros y él los querrá ver relucientes. Tómate unos minutos para arreglar a los niños. (Clic en la imagen para verla ampliada).
7. Minimiza el ruido: A la hora de su llegada apaga lavadora, secadora y aspiradora e intenta que los niños estén callados. Piensa en todo el ruido que él ha tenido que soportar durante su pesado día de oficina. (Clic en la imagen para verla ampliada).
8. Procura verte feliz: Regálale una gran sonrisa y muestra sinceridad en tu deseo de complacerlo. Tu felicidad es la recompensa por su esfuerzo diario. (Clic en la imagen para verla ampliada).
9. Escúchalo: Puede que tengas una decena de cosas importantes para decirle, pero a su llegada no es el mejor momento para hablarlas. Déjalo hablar antes, recuerda que sus temas son más importantes que los tuyos. (Clic en la imagen para verla ampliada).
10. Ponte en sus zapatos: No te quejes si llega tarde, si va a divertirse sin ti o si no llega en toda la noche. Trata de entender su mundo de compromisos y presiones, y su verdadera necesidad de estar relajado en casa. (Clic en la imagen para verla ampliada).
11. ¡No te quejes! No lo satures con problemas insignificantes: Cualquier problema tuyo es un pequeño detalle comparado con lo que él tuvo que pasar.(Clic en la imagen para verla ampliada).
12. Una buena esposa siempre sabe cual es su lugar. (Clic en la imagen para verla ampliada).
DIA DE LA MUJER TRABAJADORA
Son malos tiempos para gran parte de los españoles. Pocos se salvan de las consecuencias de esta crisis, pero si hay un colectivo que ha padecido más que nadie esas trágicas consecuencias, ese ha sido el de las mujeres. Si eres joven tienes un problema, pero si eres joven y mujer tienes dos. Si eres un parado de larga duración tienes un problema, pero si eres parado de larga duración y mujer entonces tienes dos problemas. Podríamos seguir enumerando ejemplos de la discriminación que en la actualidad sufren las mujeres, incluso por las propias mujeres, como se encargaba de recordarnos no hace mucho en unas sorprendentes declaraciones la Presidenta del Circulo de Empresarios Mónica Oriol, nieta de uno de los grandes jerarcas del franquismo, cuando afirmaba que prefería contratar mujeres de menos de 25 o mayores de 45 por si se les ocurría quedarse embarazadas, o también que si una mujer quería progresar profesionalmente y ser madre, debería casarse con un funcionario (esta señora reparte estopa para todos los frentes), o bien tener un marido al que le encanten los niños. Podríamos seguir poniendo ejemplos de la consideración que determinadas personas tienen de la mujer en la actualidad, y de cómo ello se traslada a la realidad social, pero es algo que sobrepasa el alcance y contenidos de este blog que trata de hablar solamente de Historia.
Mónica Oriol, presidenta del Circulo de Empresarios, quien realizó unas polémicas declaraciones sobre la mujer y el trabajo. (Clic en la imagen para verla ampliada).
A lo largo del tiempo encontramos muchas mujeres que han desempeñado un papel fundamental en la historia de la humanidad, pero en realidad no son tantas si lo comparamos con el número de hombres. Peor ha sido el rol de la mujer en lo social, condenada a un papel secundario, siempre a la sombra del padre o marido, realizando trabajos tan duros como el de los hombres, a lo que tenía que añadir las tareas del hogar y el cuidado de los hijos. Todo ello sin ningún reconocimiento, siendo considerada la mujer como una especie de ciudadano de segunda, con menos derechos y protagonismo que los hombres.
A mediados del SXIX, coincidiendo con el apogeo de la revolución industrial y el nacimiento de los movimientos obreros, empiezan a formarse grupos que reivindican el papel de la mujer en la sociedad, tanto dentro de la familia, como en el mundo laboral y en su participación social. Desde entonces se ha avanzado mucho, y en algunos países las diferencias entre hombres y mujeres prácticamente ya no existen, lamentablemente en muchos más países el papel de la mujer sigue siendo el mismo que en la edad media, o incluso la del bronce. En España el cambio que se estaba produciendo en Europa y en Estados Unidos tardaría en llegar. La omnipresente y todopoderosa presencia de la iglesia católica española en los ámbitos de poder y en la sociedad, frenaría la mayor parte de las reivindicaciones y logros que las mujeres habían conquistado en otros países de nuestro entorno. El verdadero cambio en España llegaría con el nacimiento de la II República española en 1931. La nueva constitución va a reconocer la igualdad entre ambos sexos y se aprobarán una serie de leyes, algunas muy avanzadas para la época, para garantizar las libertades y derechos de las mujeres.
Un grupo de sufragistas madrileñas en la calle de Alcalá. (Clic en la imagen para verla ampliada).
La nueva Constitución aprobada el 9 de diciembre de 1931 contenía algunos artículos encaminados a garantizar la igualdad entre hombres y mujeres. Así por ejemplo el artículo 25, primero del Título III que trataba de los derechos y deberes de los españoles, se indicaba: “No podrán ser fundamento de privilegio jurídico: la naturaleza, la filiación, el sexo, la clase social, la riqueza, las ideas políticas, ni las creencias religiosas. El Estado no reconoce distinciones o títulos nobiliarios”. En el mismo Título, en el artículo 40 se recogía: “Todos los españoles, sin distinción de sexos, son admisibles en los empleos y cargos públicos, según su mérito y capacidad, salvo las incompatibilidades que las leyes señalen”. El artículo 46 declaraba” El trabajo, en sus diversas formas, es una obligación social, y gozará de la protección de las leyes. La República asegurará a todo trabajador las condiciones necesarias de una existencia digna. Su legislación social regulará: los casos de seguro de enfermedad, accidentes, paro forzoso, vejez, invalidez y muerte; el trabajo de las mujeres y de los jóvenes y especialmente la protección a la maternidad; la jornada de trabajo y el salario mínimo y familiar; las vacaciones anuales remuneradas: las condiciones del obrero español en el extranjero; las instituciones de cooperación, la relación económico-jurídica de los factores que integran la producción; la participación de los obreros en la dirección, la administración y los beneficios de las empresas, y todo cuanto afecte a la defensa de los trabajadores”. El artículo 53 decía “Serán elegibles para Diputados todos los ciudadanos de la República mayores de veintitrés años, sin distinción de sexo ni de estado civil, que reúnan las condiciones fijadas por la ley Electoral”. Y por último recuperamos el artículo 43 que trataba de la familia: “La familia está bajo la salvaguardia especial del Estado. El matrimonio se funda en la igualdad de derechos para ambos sexos, y podrá disolverse por mutuo disenso o a petición de cualquiera de los cónyuges, con alegación en este caso de justa causa.”.
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Desarrollando este último artículo el 25 de febrero de 1932 se aprobaría la Ley del Divorcio, una de las más progresistas de la época. Una ley que encontró rápidamente la contundente oposición de la iglesia católica, que amenazaba a las divorciadas con negarles los sacramentos si se divorciaban o volvían a casar, y en este caso sus hijos serían considerados como ilegítimos. Por su parte la República se defendió de los sacerdotes que desde el púlpito amenazaban a las mujeres multándolos y encarcelándolos en algunos casos, basándose en la Ley de Defensa de la República. Por otro lado, en Cataluña se legalizaría en diciembre de 1936 el aborto libre durante las 12 primeras semanas de embarazo. En plena Guerra Civil, a mediados de 1937, siendo ministra de Sanidad Federica Montseny, se extendió la legalización a todo el territorio leal a la República.
La proclamación de la II República Española en 1931 supuso un gran avance en los derechos y libertades de las mujeres. (Clic en la imagen para verla ampliada).
Otro cambio importante que se produjo durante la etapa republicana, fue el derecho a voto de la mujer. Un derecho, que paradójicamente causaría gran controversia entre las propias filas de los partidos republicanos y entre las feministas. Muchas republicanos temían que la voluntad de muchas mujeres no estuviese todavía lo suficientemente independizada de la Iglesia, y que esta influencia inclinaría a muchas mujeres a votar a partidos de la derecha contrarios a la existencia del régimen republicano. Con este tema se produjeron intensos debates, con argumentos de lo más variopinto, como el del doctor Novoa Santos quien sostenía que “a la mujer no la dominaban la reflexión y el espíritu crítico, se dejaba llevar siempre de la emoción, de todo aquello que hablaba a sus sentimientos; el histerismo no era una simple enfermedad, sino la propia estructura de la mujer”. No le quedaba a la zaga el diputado Hilario Ayuso, que proponía “dejar votar a la mujer pero solo a partir de los 45 años, defendiendo que la mujer era deficiente en voluntad y en inteligencia hasta cumplir dicha edad”. Pero sin duda el debate más singular fue el que se produjo entre las diputadas Clara Campoamor y Victoria Kent, las dos únicas mujeres en el parlamento. Campoamor, del Partido Radical, defendía el derecho a voto de las mujeres sin ninguna restricción, mientras que Victoria Kent, de Izquierda Republicana, se oponía. Paradójicamente Victoria Kent era una ferviente feminista, sin embargo se oponía alegando que la mujer española en aquel momento no tenía la suficiente preparación social y política, y que la nefasta influencia de la iglesia influiría para que el voto de muchas mujeres fuera conservador. Sus miedos estaban motivados por la entrega del millón y medio de firmas de mujeres católicas (sin duda la mano de la Iglesia estaba detrás de esta iniciativa) al Presidente de las Cortes, para que la nueva constitución que en esos momentos se debatía respetara los derechos de la Iglesia. En su intervención ante las Cortes el 1 de octubre de 1931, Victoria Kent dijo: «Que creo que el voto femenino debe aplazarse. Que creo que no es el momento de otorgar el voto a la mujer española. Lo dice una mujer que, en el momento crítico de decirlo, renuncia a un ideal.(...) Lo pido porque no es que con ello merme en lo más mínimo la capacidad de la mujer; no, Sres. Diputados, no es cuestión de capacidad; es cuestión de oportunidad para la República. (...) Cuando la mujer española se dé cuenta de que sólo en la República están garantizados los derechos de ciudadanía de sus hijos, de que sólo la República ha traído a su hogar el pan que la monarquía no les había dejado, entonces, Sres. Diputados, la mujer será la más ferviente, la más ardiente defensora de la República; pero, en estos momentos, cuando acaba de recibir el Sr. Presidente firmas de mujeres españolas que, con buena fe, creen en los instantes actuales que los ideales de España deben ir por otro camino, cuando yo deseaba fervorosamente unos millares de firmas de mujeres españolas de adhesión a la República (La Srta. Campoamor: Han venido.)... he de confesar humildemente que no la he visto. (...) Por hoy, Sres. Diputados, es peligroso conceder el voto a la mujer». Por su parte el discurso que ese mismo día pronunció Campoamor comenzaba dirigiéndose a Victoria Kent: «Señores diputados: lejos yo de censurar ni de atacar las manifestaciones de mi colega, señorita Kent, comprendo, por el contrario, la tortura de su espíritu al haberse visto hoy en trance de negar la capacidad inicial de la mujer. Creo que por su pensamiento ha debido de pasar, en alguna forma, la amarga frase de Anatole France cuando nos habla de aquellos socialistas que, forzados por la necesidad, iban al Parlamento a legislar contra los suyos» (si quieren leer el discurso completo hagan clic aquí).
Clara Campoamor (en el centro) durante la toma de posesión del Director General de Beneficencia. Campoamor defendería con apasionamiento el derecho de la mujer al voto durante la elaboración de la Constitución de 1931. (Clic en la imagen para verla ampliada).
La encendida disputa entre Campoamor y Kent daría mucho que hablar en la prensa del momento, que hacían hincapié de manera jocosa y dejando traslucir el trasfondo machista de la sociedad de aquella época, en el hecho de que si solo había dos diputadas y ya estaban discutiendo que ocurriría cuando hubiera cincuenta. El debate terminaría con el triunfo de las tesis de Campoamor, y se reconoció el derecho a voto de las mujeres en igualdad de condiciones con los hombres. En las siguientes elecciones generales de 1933 ganarían los partidos de la derecha, dando inicio a lo que se conocería como el “Bienio Negro” republicano, nunca sabremos si en esa victoria tuvo un peso importante el voto de la mujer bajo la influencia de la Iglesia, como sostenía Victoria Kent.
Victoria Kent, abogada y feminista, pidió que no se permitiera votar a las mujeres ante el temor de que lo hicieran influenciadas por la Iglesia. (Clic en la imagen para verla ampliada).
Pero el sueño igualitario de las mujeres duraría muy poco, su existencia fue tan efímera como la de la II República. Tras la victoria en la guerra del general Franco, todas las reformas que garantizaban los derechos y libertades de las mujeres fueron anuladas. La situación de la mujer española retrocedió en el tiempo, pero no al momento anterior a proclamarse la República, sino mucho más atrás. El matrimonio civil fue prohibido, al igual que el divorcio, el aborto, los métodos anticonceptivos, se restableció el Código Civil de 1889, se penalizó el trabajo femenino, se prohibió a la mujer acceder a determinados empleos, se suprimió la coeducación, ... entre otros muchos retrocesos. Si la presencia de la Iglesia había sido constante y determinante en los últimos siglos de la historia de España, ahora con en el establecimiento de un régimen nacional-católico, su peso e influencia iban a ser todavía mucho mayores. Para hacernos una idea de lo que le esperaba a la mujer a partir de ahora, recogemos una palabras de Pilar Bellosilla, Vocal de Propaganda del Consejo Superior de Mujeres de Acción Católica, quien insistía en junio de 1946 en la gran responsabilidad que tenían las madres en la formación moral y cristiana de sus hijas porque debían mantener la continuidad familiar, la cohesión de las tradiciones cristianas y hogareñas a lo largo del tiempo. Respecto al mundo laboral, si tuvieran que trabajar fuera de casa, debían mantener este espíritu dentro del hogar y el carácter femenino de «abnegación» y «sufrimiento», todo ello presidido por el «modelo de todas las virtudes, encarnado por la Virgen María».
Tras la finalización de la guerra la situación de la mujer cambiaría radicalmente. (Clic en la imagen para verla ampliada).
Hablar de la mujer durante el franquismo daría para muchos artículos, y tampoco queremos aburrir a nuestros lectores. Como dicen que una imagen vale más que mil palabras, no les traemos una imagen sino once, las que forman parte de una publicación de la Sección Femenina de Falange de 1953 (casi tres lustros desde la finalización de la guerra) con las que nos podemos hacer una idea de la consideración que el régimen franquista tenía de la mujer. No hemos encontrado datos sobre los autores, aunque algunos apuntan a la Jefa de la Sección Femenina, Pilar Primo de Rivera como inspiradora de los textos, algo que no deja de ser paradójico ya que Pilar Primo de Rivera era soltera y debía conocer bien poco de la vida marital. Aunque algunos malvados cuentan que Franco de casarla ni más ni menos que con el propio Hitler, con la esperanza de crear una dinastía fascista, y este asustado le contesto con un “Merkel” diciéndole: “Nein. Danke”. Tampoco sabemos si publicaciones como esta han marcado la infancia, y han acabado influyendo en la mentalidad de la empresaria Mónica Oriol, aunque he de reconocer que nos tememos lo peor.
Florentino Areneros
1. Ten lista la cena: Planea con tiempo una deliciosa cena para su llegada. Esta es una forma de dejarle saber que has estado pensando en él y que te preocupan sus necesidades. La mayoría de los hombres están hambrientos cuando llegan a casa. Prepara su plato favorito. (Clic en la imagen para verla ampliada).
2. ¡Luce hermosa!: Descansa 5 minutos antes de su llegada para que te encuentre fresca y reluciente. Retoca tu maquillaje y luce lo mejor posible para él. Recuerda que ha tenido un día duro y sólo ha tratado con compañeros de trabajo. (Clic en la imagen para verla ampliada).
3. Sé dulce e interesante: Su aburrido día de trabajo quizá necesite mejorar. Tú debes hacer todo lo posible por hacerlo. Una de tus obligaciones es distraerlo. (Clic en la imagen para verla ampliada).
4. Arregla tu casa: Debe lucir impecable. Haz una última ronda por la principales áreas de la casa, justo antes de que tu marido llegue. Levanta los libros de escuela, juguetes, etc. Y limpia con un plumero las mesas. (Clic en la imagen para verla ampliada).
5. Hazlo sentir en el paraíso: Durante los meses más fríos del año debes preparar la chimenea antes de su llegada. Tu marido sentirá que ha llegado a un paraíso de descanso y orden, esto te levantará el ánimo a ti también. (Clic en la imagen para verla ampliada).
6. Prepara a los niños: Cepíllales el cabello, lava sus manos y cámbiales la ropa en caso de ser necesario. Son su pequeños tesoros y él los querrá ver relucientes. Tómate unos minutos para arreglar a los niños. (Clic en la imagen para verla ampliada).
7. Minimiza el ruido: A la hora de su llegada apaga lavadora, secadora y aspiradora e intenta que los niños estén callados. Piensa en todo el ruido que él ha tenido que soportar durante su pesado día de oficina. (Clic en la imagen para verla ampliada).
8. Procura verte feliz: Regálale una gran sonrisa y muestra sinceridad en tu deseo de complacerlo. Tu felicidad es la recompensa por su esfuerzo diario. (Clic en la imagen para verla ampliada).
9. Escúchalo: Puede que tengas una decena de cosas importantes para decirle, pero a su llegada no es el mejor momento para hablarlas. Déjalo hablar antes, recuerda que sus temas son más importantes que los tuyos. (Clic en la imagen para verla ampliada).
10. Ponte en sus zapatos: No te quejes si llega tarde, si va a divertirse sin ti o si no llega en toda la noche. Trata de entender su mundo de compromisos y presiones, y su verdadera necesidad de estar relajado en casa. (Clic en la imagen para verla ampliada).
11. ¡No te quejes! No lo satures con problemas insignificantes: Cualquier problema tuyo es un pequeño detalle comparado con lo que él tuvo que pasar.(Clic en la imagen para verla ampliada).
12. Una buena esposa siempre sabe cual es su lugar. (Clic en la imagen para verla ampliada).