sábado, 12 de febrero de 2011

SIETE MIL DOSCIENTOS

SIETE MIL DOSCIENTOS

SIETE MIL DOSCIENTOS señoras y señores. Siete mil doscientos segundos, o lo que es lo mismo ciento veinte minutos, o dos horas si ustedes quieren. Si amigos si, ¡¡¡ DOS HORAS DOS!!!. Ese es el tiempo que duro la faena del maestro Juan Manuel Riesgo “Cuatro Vientos” en el coso de la Fundación Sur el pasado jueves 10 de febrero.

Si hay algo que ha caracterizado las crónicas de SOL Y MOSCAS desde su aparición en los quioscos, eso ha sido su benevolencia y generosidad en las críticas a las faenas de esa caterva de diestros de la gefremaquia que han pasado por nuestras páginas. Pero lo del pasado jueves merece un pequeño y cariñoso tirón de orejas.

Una buena faena no viene determinada por el numero de pases que se den, por dar muchos pases no se realiza una buena lidia, al contrario. ¿Y la ligazón?,¿qué me dicen de la ligazón?, pues tres cuartos de lo mismo, no se puede dar un pase aquí y luego otro allí, ahora en sol, ahora en sombra, una tanda en los medios, cuatro pases sueltos en las afueras, ahora me voy a saludar a los tendidos....y así durante siete mil doscientos segundos. Para cuajar una faena gloriosa y ganar por meritos la puerta grande, con ligar unas cuantas tandas de pases en perfecta ligazón, sobre los terrenos que por su características y encaste precisa el burel, es suficiente, y los tendidos lo saben agradecer. Unas tandas al natural con la mano izquierda, la de los billetes, otras en redondo, con la derecha, algún desplante que enardezca a los tendidos, y una buena estocada, son elementos sobrados para lograr un clamoroso y glorioso triunfo.

El pasado jueves hemos de decir que al maestro “Cuatro Vientos” se le fue la mano. No se pueden estar dos horas dando pases sin ton ni son y abusando de los pases por museinas que va desgranando muchas veces sin venir a cuento. Hay que centrarse en la lidia del tema que se va a tratar sin dar rodeos por lidias ajenas y muchas veces sin una relación aparente y clara con lo que se esta tratando, lo que provoca que no se consiga que la faena transmita a los tendidos, y lo que es peor la apatía y desatención, cuando no manifiesto cabreo, en los aficionados, a parte de una manifiesta incomodidad ya que las gradas de los tendidos, habitualmente de material pétreo como las del pasado jueves o las del Lourdes, no las aguanta durante ese tiempo ni el trasero del admirado John Wayne que tenía callo de la silla de montar. La mayor parte del público que abarrotaba la plaza, en su mayor parte el habitual de las faenas de este maestro, aguanto sentado estoicamente en sus localidades hasta el final de la lidia, aunque hubo algún que otro run-run de desaprobación y algunos grupillos de aficionados ya al final, se dedicaban a mantener encendidas tertulias en los tendidos, ajenos ya a lo que ocurría en el albero.

A destacar la meritoria actuación del peón de confianza de la cuadrilla de “Cuatro Vientos”, el incombustible Pepe “Pasa”, que asistió en todo momento al maestro, aunque ya al final de la faena, no sabía como colocar al morlaco, si mirando a los tendidos, o a los medios, para que el maestro diera el posterior pase, lo que provocó que el diestro tuviera que decirle en varias ocasiones “dale la vuelta Pepe que esta al revés”, sin duda el pobre Pepe ya estaba saturado de tanto mantazo y acabo un tanto desorientado. Aquí hay que dar otro pequeño tirón de orejas a nuestro admirado Juan Manuel Riesgo, si bien es cierto que el toreo clásico tiene su encanto y su romanticismo, no es menos cierto que en los tiempos que corren el público exige nuevos medios y hay que dar paso a las nuevas tecnologías, que además dan realce a la faena. Además esta insistencia le va a acabar dando un disgusto económico al maestro, si en su última aparición en el monumental coso de la Casa de Guadalajara manifestó en la rueda de prensa posterior a la faena que había tenido que desembolsar un buen pellizco de parné para financiar las transparencias, no dudamos que, dada la cantidad de ellas que utilizó, para esta faena haya tenido que hipotecar la plaza de garaje. No quiero ni pensar lo que daría de sí nuestro admirado Pepe manejando un ratón conectado a un portátil, a su vez conectado a un cañón de proyección, en vez de tener que andar dando mantazos con las transparencias.