Interior de una de las galerías de tiro del impresionante fortín de Alboleya, uno de los más singulares y de mayores dimensiones de toda la Cordillera. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
BALNEARIO DE NOCEDO
Desde Lugueros seguimos descendiendo por la carretera que discurre paralela al Curueño. Tras atravesar las espectaculares Hoces de Valdeteja nos encontraremos con un edificio abandonado sobre el río, se trata del antiguo balneario de Nocedo, también conocido como las Caldas de Nocedo. Para acceder al mismo deberemos cruzar el río por un puente de traviesas de ferrocarril que cruje a nuestro paso, produciendo cierta inquietud en los viajeros.
El abandonado balneario de Nocedo junto al Curueño, visto desde la carretera. Podemos observar el puente de traviesas de madera que hemos de cruzar. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
Los manantiales medicinales de probadas cualidades curativas que manan en este lugar eran conocidos desde épocas romanas, la propia calzada romana discurre por este lugar, y su fama milagrosa perduró hasta casi nuestros días, ya que el establecimiento cerró sus puertas en los años 80 del pasado siglo. El balneario se encuentra encajonado entre las laderas de dos moles pétreas: Peña Valdorria de 1927 metros y Peña Cernadera de 1574 metros, y entre ellas se ha abierto paso trabajosamente el Curueño. Fue construido aproximadamente en el año 1900 por los hermanos Emilio y Laureano Díez Ordoñez, y posteriormente se fueron añadiendo más instalaciones como el hotel así como una pequeña ermita. Durante la guerra resultaría gravemente dañado, como comentaremos más adelante, siendo reconstruido tras esta, alcanzando cierto esplendor en la posguerra, "cuando sólo veraneaban los que tenían que veranear" como decía con sorna el padre de Julio Llamazares, según recoge el autor en su libro. Finalizando el pasado siglo comenzaría su decadencia y llegaría su cierre mediados los ochenta.
Dos imágenes del balneario a comienzos del siglo pasado. (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
Tras el golpe de julio de 1936 la zona del balneario quedaría en poder de los sublevados, pero a finales de 1936 y principios de 1937 se producirían algunas ofensivas por parte republicana que les permitirían avanzar sus lineas hacia el sur. Así el 9 de enero de 1937, las tropas republicanas del Batallón Asturias nº50, que era la nueva denominación del antiguo Batallón Iskra, ocuparon Nocedo y el balneario, que utilizarían como cuartel. El Batallón Iskra (chispa en ruso) era uno de los más renombrados de la zona ya que fue de los primeros en formarse con gran presencia de mineros y campesinos de los pueblos de la comarca, contando también entre sus miembros con muchos evadidos desde la zona sublevada que habían conseguido llegar a zona republicana, este batallón compartía nombre con el periódico de las JSU de León. Tras la toma de Nocedo, a mediados de enero de 1937 conseguirían cortar el ferrocarril de La Robla a La Vecilla y también tomaron Orzonaga llegando hasta las inmediaciones de Matallana, el 22 de ese mes atacarían Valdepiélago.
La situación se mantendría estable hasta la ofensiva final de las fuerzas franquistas. El 17 de septiembre de 1937 se rompería el frente en la linea La Vecilla-Matallana, pese a la resistencia desesperada de las fuerzas republicanas no se pudo detener el avance. El 29 de septiembre los atacantes ya habían llegado hasta Tolibia, aguas arriba del balneario, y el 10 de octubre la carretera desde Redipuertas hasta el Puerto de Vegarada era controlada ya por los franquistas. La mayoría de los efectivos republicanos de esta zona se replegarían hacía Gijón y Avilés, los últimos bastiones republicanos en el Cantábrico. Algunos de los componentes de aquel legendario batallón Iskra acabarían incorporándose al maquis.
Vista del balneario en la fachada de acceso al mismo. En una de las ventanas cegadas alguien ha realizado una pintada donde podemos leer “Batallón ISKRA 1937”. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
Pero volvamos al artículo de Jacinto Arévalo en Frente de Madrid. Como comentábamos anteriormente el balneario se encuentra en un lugar angosto entre dos paredes casi verticales formando una especie de embudo por donde discurre encajonada la carretera y el río. Esta singular ubicación facilita enormemente la defensa del paso, de forma que desde las alturas laterales a la carretera se controla el acceso con relativa facilidad. Esta circunstancia fue aprovechada por las tropas republicanas aquí establecidas que excavaron dos posiciones en la misma roca de la pared, una en cada orilla del río, donde ubicar el armamento necesario para neutralizar cualquier intento de avance hacia el balneario. Vamos a intentar ascender hasta uno de ellos siguiendo las indicaciones del artículo, concretamente la posición que se encuentra en la orilla del balneario, es decir la izquierda.
Haga clic en la imagen para ir a la página de Madrid en Guerra.
Antes de continuar con el relato de la ascensión, me gustaría hacer algunas puntualizaciones importantes en un tono más distendido sobre el noble y abnegado deporte del "ojeo y localización de fortines", desconocidos del gran público. Contrariamente a lo que muchos pudieran pensar, se trata de un deporte de alto riesgo comparable a otros como el "puenting", el descenso de cañones, el "rafting" sin chichonera, el montar en moto o el propio mus, entre otros. Son muchos los peligros a los que uno se arriesga practicando este deporte, es común torcerse un tobillo o padecer otras lesiones óseas provocadas por un mal paso o por un despeñe fortuito, sufrir un calambre (ya sea muscular o debido al contacto con una torre de alta tensión), ser picado por insectos varios o plantas urticantes, golpes de calor y lipotimias en verano y principios de congelación y neumonías en invierno, sin olvidar los encuentros fortuitos con pintorescos animalillos como los jabalíes o esos simpáticos ofidios que a veces deciden convertir el interior de un fortín en una suite de lujo que no quieren abandonar. Por ello es muy recomendable practicar este deporte acompañado de otras personas por lo que pueda ocurrir, y en lo acertado de la elección de la compañía puede radicar el éxito o el fracaso de una jornada en la que nos decidamos a practicar este noble deporte.
La carretera discurre encajonada entre dos grandes montañas justo a la altura del balneario. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
Un momento crítico de cualquier expedición es cuando se decide detenerse para "picar algo" o "reponer fuerzas". Lo acertado sería detenerse y tomar algo frugal, o si me apuran hacerlo sobre la marcha como los ciclistas, continuando la marcha inmediatamente, sin embargo son contadas las ocasiones en las que esto ocurre. Por regla general es difícil distinguir entre los que vienen al campo, y los que parece que vienen del "Alcampo". Al sentarse los expedicionarios y abrir sus mochilas, estás se transforman en una especie de chistera de mago de la que empiezan a salir sin fin todo tipo de viandas: ristras de chorizo, picante y dulce, barras de lomo,de fuet y otras chacinas varias, latas de foie-gras de un tamaño que no sabes si hay que untarlo con espátula o recibirlo con llana, quesos de todas las procedencias, tortillas de patatas que parecen recién hechas, boquerones en vinagre, aceitunas de todo tipo, berenjenas de Almagro y otros encurtidos variados, latas de conservas varias, destacando la tradicional lata de sardinas redonda de "a un palmo" de diámetro, o incluso una paletilla de ibérico con su jamonero y todo. Pueden pensar que estoy exagerando, pero les puedo asegurar que es todo cierto, y que todos estos manjares, y otros muchos, los he visto yo sacar de una mochila, en alguna salida al campo, o en alguna ruta o actividad campestre organizada por Gefrema, y tengo numerosos testigos que así lo pueden corroborar. Algo similar ocurre con la bebida, es increíble la cantidad de latas de cervezas y de refrescos que pueden entrar en algunas mochilas, y además fresquitas, no me extrañaría que cualquier día apareciera alguien con un grifo de cerveza en medio del monte. A veces piensas que alguno se levanta a aliviarse detrás de un peñasco, pero le ves regresar con varias latas y piensas que en vez de tener la mochila a la sombra, lo que hay detrás del peñasco es un "chino" con sus neveras y vitrinas: "las de aliba estal más flesquitas, siiiiii...cuatlo tleinta, siiiii....."
Este "pequeño" ágape de media mañana, conocido como "Agapito" en honor del mítico puntillero Agapito Rodriguez, natural de El Pardo, con más de treinta años de servicio en la plaza de Las Ventas. Es denominado también así debido a que acaba por dar la puntilla a los expedicionarios que experimentan un rotundo decaimiento colectivo tras el lance, entrando en un estado de sopor y letargo. Después del "agapito" se produce un solemne silencio que tras unos minutos habitualmente termina con un "bueno, ¿seguimos?", pero en otras muchas ocasiones, y he aquí la importancia de elegir la compañía adecuada, se pronuncian las palabras que tanto daño han hecho a este noble deporte: "Con la hora que es ya, podemos volver hacia los coches y así nos da tiempo a tomar el vermú". Así es estimados lectores, no se imaginan ustedes la de expediciones finalizadas anticipadamente por culpa de esas dos sílabas malditas de contundente y nocivo efecto: "ver-mú".
La abandonada ermita del balneario se encuentra en un avanzado estado de ruina. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
Volvamos ahora a León. Dejamos el vehículo junto al balneario y la ermita y avanzamos unos metros por el camino de tierra. Sobre nosotros a nuestra derecha se distingue un muro construido con piedras, es una referencia hasta la que tendremos que llegar. De frente vemos una torre de un tendido eléctrico, junto a ella se distingue el camino que conduce hasta la posición que queremos visitar. Con un poco de atención podemos seguir el camino, que sube zigzagueando por la empinada ladera, pasamos el parapeto que habíamos visto desde abajo y seguimos ascendiendo. Escribe Jacinto Arévalo en su artículo que el camino no es apto para "melindrosos" ni para gente con "miedo a las alturas". He de reconocer que debo de ser algo melindroso, y que tampoco me encuentro cómodo en las alturas (aunque en peores plazas hemos toreao), pero esos no fueron los motivos para que no llegara hasta la posición republicana, el verdadero motivo fueron esas dos sílabas que tanto daño hacen a este deporte. El día era muy caluroso y habíamos comenzado la ascensión en muy mala hora (para estas cosas lo mejor es hacerse acompañar de alguien que madrugue). No debían quedarnos más de 150 metros para coronar, cuando alguien (no daré nombre públicamente por temor a las represalias) pronunció las terribles palabras: «con el calor que hace y la hora que es, podemos venir otro día con más tiempo y ahora nos vamos a las piscinas de Montuerto a tomar el "ver-mú"». Estas fatídicas frases tuvieron un efecto fulminante sobre el resto de la expedición, los escasos cien metros de empinada ladera que quedaban de ascensión se convirtieron como por obra maligna del mago Frestón en el mismísimo Naranco de Bulnes. El intento de ascensión había fracasado.
El motivo de este fracaso era el mismo que me impidió visitar el segundo fortín del Puerto de Vegarada, y por el que no pude dedicar más tiempo al antiguo cuartel de la Guardia Civil en Lugueros, y por el que tendría que aplazar la visita a otra posición como veremos más adelante.
Vista de los últimos metros de ascensión a la posición republicana que no llegamos a completar. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
He de reconocer que se me ha quedado una espinita clavada con este lugar, y en cuanto vuelva prometo completar la frustrada ascensión, y como penitencia ascenderé también la posición republicana de la margen derecha. Lo que podemos contemplar si ascendemos a alguna de las posiciones de ambas orillas, son dos galerías excavadas en la roca. Desde estas dos atalayas naturales se dominaba el paso, que como hemos dicho se angosta en este punto. No hemos conseguido hacer fotos de esta posición, pero si las hemos encontrado en la excelente página del Grupo de Investigación Frente Norte (clic aquí para ir a su página), que tiene documentada fotográficamente la ascensión a la posición de la margen derecha.
También he de decir en honor a la verdad que en las piscinas naturales de Montuerto en el río Curueño, a la sombra de los chopos, tomando un vermú en una calurosa mañana se está de lujo, si visitan la zona en verano no dejen de pasar por aquí y darse un reconstituyente chapuzón, deben de ser ya pocos los lugares en España donde uno pueda bañarse con garantías en un río recordando aquellas salidas domingueras de los fines de semana en la infancia, y menos con la infraestructura que proporciona el chiringuito de Montuerto. Todo un lujo y por muy poco dinero.
Antes de abandonar el balneario quiero plantear una curiosidad que me asaltó contemplando el abandonado edificio. En su libro, un picarón Llamazares nos narra como estando hospedado en el establecimiento, se cuela en la habitación contigua a la suya, donde dormían dos camareras con las que había estado tonteando durante la cena, según el autor lo habría hecho pasando de su ventana a la de las chicas. He de reconocer que estuve intentando introducirme en el establecimiento para verlo por dentro, pero las entradas y ventanas están selladas, solo permanecen diáfana las que se asoman al río, y por allí es imposible acceder. Me vino entonces a la memoria la figura de Llamazares saltando de una ventana a otra, y o bien este hombre tenía algún parentesco con Spiderman, o bien había trabajado para el Cirque du Soleil, pasar de una ventana a otra es prácticamente imposible. Dándole vueltas al asunto solo quedaban dos alternativas, que el autor hubiera estado hospedado en las habitaciones de la planta baja que dan a la entrada, con lo que el apasionado relato pierde parte de su épica narrativa. La otra alternativa podría ser que LLamazares "se haya marcado un triple", como dicen ahora los jóvenes, y todo sea fábula o exageración. La incógnita sigue ahí.
Y aquí abandonamos el Curueño para visitar el cercano valle del Porma. Seguramente queden más vestigios de la Guerra Civil en sus orillas que tal vez acabemos descubriendo con el tiempo. Unos paisanos de la zona me hablaron de unas lineas de trincheras muy bien conservadas en la Mata de la Bérbula (el pueblo donde veraneaba Llamazares en su infancia), y también de la existencia en las cercanías de este lugar, de una cueva inaccesible donde permanecieron ocultos tres hermanos tras la guerra, y que podría haber inspirado al autor en su obra "Luna de Lobos". Pero como les digo son datos que no puedo todavía confirmar.
GALERÍA FOTOGRÁFICA
Imagen del balneario al comenzar la subida. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
Uno de los parapetos de piedra que encontraremos en nuestro camino. Visible desde el balneario lo hemos de tomar como referencia para realizar la ascensión. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
Todavía se distingue en algunos tramos la trinchera o camino cubierto que conducía hasta la posición. También podemos apreciar otro de los parapetos del camino. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
La espectacular mole de Peña Valdorria de casi 2000 metros de altura vista en su ladera este. Podemos observar como las paredes caen verticalmente sobre la carretera. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
Tres instantáneas de la galería de la margen derecha, donde podemos ver el acceso, interior de la galería y su salida a la ladera. Fotografías de la página del Grupo de Investigación Frente Norte (clic aquí para ir a su página). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
Vista del pueblo de Nocedo desde la salida de la posición. Fotografía de la página del Grupo de Investigación Frente Norte (clic aquí para ir a su página). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
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FORTIN DE ALBOLEYA
Vista exterior del espectacular fortín de Alboleya. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
El río Curueño desemboca en el río Porma, en Barrios o en Ambasaguas, depende. Si desde aquí ascendemos por el valle del Porma acabaremos llegando a uno de los más singulares y espectaculares fortines, tanto por su ubicación como por sus características constructivas, que podemos encontrar en León y en la vecina Asturias, se trata del fortín de Alboleya. Nuevamente tomaremos como referencia los artículos de Jacinto Arévalo Molina publicados en la revista Frente de Madrid. Al fortín podemos llegar atravesando el Puerto de San Isidro, bien yendo de Asturias a León o viceversa. Nosotros partiremos desde Boñar y seguiremos el curso del Porma aguas arriba dirigiéndonos al puerto y estación de esquí de San Isidro.
La carretera discurre por el amplio valle hasta encontrarse con el muro de la presa del embalse del Porma, que como curiosidad diremos que fue diseñada por el escritor madrileño, y evidentemente también ingeniero, Juan Benet. Tras la muerte del escritor en 1994 el embalse pasó a llamarse oficialmente Juan Benet en honor a su constructor. Benet era un activo antifranquista que había sido detenido en varias ocasiones en su juventud, al igual que su hermano Paco, que fue quien organizó desde París la legendaria fuga de dos estudiantes de Cuelgamuros, de la que ya hablamos ampliamente en una crónica de título "La Pintada" (clic aquí para ir a la crónica). No nos imaginamos la cara de Benet estrechando la mano a Franco el día de la inauguración del pantano con las cámaras del NO-DO delante. La obra de Benet anegaría un amplio y suponemos que bello valle, dejando bajo sus aguas a varios pueblos, entre ellos Vegamián de donde era natural Julio Llamazares, ya omnipresente en esta crónica. A cambio de la pérdida del valle se ha ganado un bonito lago encajonado entre altas y verdes montañas, que recuerda mucho a los lagos alpinos de Suiza. Es obligatoria una parada en algunos de los miradores al lado de la carretera si ustedes pasan por aquí.
Continuamos ascendiendo por la carretera hasta llegar a Puebla de Lillo donde dejamos el Porma a nuestra derecha y continuamos hacia San Isidro. A unos cinco kilómetros aproximadamente vemos que la carretera comienza a subir zigzagueando por una ladera. Conviene detener el coche en la cuneta si es posible y observar la ladera sobre la que se adivina el trazado de la carretera, en la parte alta, muy bien camuflado, podremos distinguir la silueta del fortín con sus troneras. Conviene memorizar el lugar donde se encuentra para orientarnos posteriormente cuando estemos arriba y tengamos que llegar andando hasta allí desde la parte posterior.
Tres instantáneas del fortín visto desde la carretera que asciende camino de Isoba y la Estación de Esquí de San Isidro. Es conveniente localizar y situar el fortín en la ascensión para orientarse posteriormente al tratar de llegar al mismo por su parte posterior. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
Al terminar de subir la ladera la carretera dibuja una curva a la izquierda y comienza a descender, a los pocos metros a la derecha encontramos un pequeño aparcamiento que en realidad debe de ser el antiguo trazado de la carretera, donde estacionaremos el coche. Si queremos, o se nos pasa, unos metros más abajo tenemos otra gran entrada que conduce a la laguna de Isoba, desde donde podremos retroceder caminando por un sendero que va paralelo a la carretera hasta el primer aparcamiento que hemos mencionado, que ya puestos podemos usar como mirador para contemplar la espectacular laguna de Isoba, un lago natural situado en un entorno de gran belleza (y si les gusta caminar y tienen tiempo, los naturales de la zona aconsejan visitar el lago del Ausente, de mayor tamaño y de mayor belleza, si hago caso a las personas que me lo comentaron). Cruzamos la carretera y seguimos un camino que luego abandonamos para subir un pequeño terraplén, giramos a la izquierda hasta una torre de alta tensión, y desde allí continuamos hacia la ladera que desciende sobre la carretera donde se encuentra el fortín, el terreno es bastante llano y según avanzamos veremos la silueta del fortín para orientarnos visualmente y dirigirnos hacia el mismo. Como una imagen vale más que mil palabras les dejo una imagen del inicio del camino, el tiempo que se tarda no llega a la media hora, caminando tranquilo y por terreno sin mucha dificultad.
Al terminar la ascensión de la ladera donde se encuentra el fortín, encontramos a la derecha un tramo de la antigua carretera donde podemos estacionar el vehículo. Al otro lado de la carretera podemos ver el inicio del camino que nos conducirá hasta el fortín. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
En la imagen podemos ver el camino que nace en la carretera y el recorrido inicial que hemos de seguir para llegar al fortín. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
El fortín es espectacular por su ubicación desde donde se domina el trazado de la carretera y se tiene una impresionante panorámica del valle a sus pies. Pero también es espectacular por sus dimensiones y características constructivas. Se compone de dos galerías de tiradores, con catorce troneras cada una, unidas entre si por una galería excavada en la propia roca. La construcción es bastante singular, he visto bastantes construcciones pero no recuerdo ninguna con las características de esta, y la verdad es que me intriga su diseño, seguramente dos ametralladoras tuvieran más potencia de fuego que 28 tiradores y el ahorro en materiales y esfuerzo habría sido notable, pero es solo una opinión, seguramente tenga alguna explicación esta singular estructura. También el estado de conservación es excepcional, y podemos ver todavía las inscripciones que se realizaron por sus constructores cuando todavía no había fraguado el cemento, desgraciadamente también encontramos la obra de los inevitables ignorantes indocumentados (por no decir algo más fuerte) que han dejado su vergonzosa huella en las paredes de este irreemplazable vestigio histórico. También se conservan en excelente estado algunos de los apoyos para el fusil hechos con troncos que todavía podemos ver en las troneras.
Vista de una de las troneras del fortín que todavía conserva un apoyo de madera para colocar el fusil. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
Merece la pena una visita con tranquilidad a este espectacular vestigio histórico y disfrutar de las excepcionales vistas que se disfrutan de este privilegiado lugar. En las inmediaciones, según podemos leer en el artículo de Frente de Madrid, se encuentra otra original posición junto a lo que hasta poco fue una mina de talco, se trataría de una singular posición para ametralladora con dos troneras excavada en la propia roca a golpe de pico casi con total seguridad por mineros asturianos. Desgraciadamente no pude visitarla, nuevamente el tiempo se nos echó encima y ya se imaginaran ustedes la razón de ello.
Y hasta aquí el pequeño recorrido por algunos de los restos arqueológicos que de la Guerra Civil se conservan en la franja de terreno que separa León de Asturias y que hemos realizado de la mano de los artículos de Jacinto Arévalo Molina publicados en los números 17 y 18 de la revista Frente de Madrid, donde podrán encontrar referencias e indicaciones para visitar más de una veintena de construcciones que todavía se conservan en esta zona de la Cordillera Cantábrica, así como sus coordenadas para GPS. Solamente recordar a nuestros lectores, aunque sabemos que no es necesario, la importancia de respetar estos vestigios históricos y el entorno al visitarlos, de nosotros depende que otras personas lo encuentren tal y como lo encontramos nosotros.
GALERÍA FOTOGRÁFICA
La laguna de Isoba vista desde el lugar donde estacionamos el vehículo. Según nos comentaron personas del lugar, a no mucha distancia en dirección oeste, es decir más allá del fortín, se encuentra la laguna del Ausente, de mayor tamaño y más espectacularidad según nos confirmaron. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
Tras completar el camino, un recorrido que se hace con comodidad, llegamos al fortín que domina el valle. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
Vistas laterales de la construcción. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
Interior de la primera galería de tiradores. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
Vista de la carretera desde una de las troneras. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
Dos imágenes de la galería cavada a pico que comunica las dos galerías de tiradores del fortín. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
Vista de la segunda galería de tiradores. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
Detalle del techo donde encontramos la salida del tubo de una estufa. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
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EL RÍO DEL OLVIDO
Hacía más de diez años que no regresaba al valle del Curueño, siempre lo he hecho o en verano o en Semana Santa, lo que sin duda distorsiona la visión real del conjunto, pero lo cierto es que lo he visto cambiado para bien. Los pueblos están mucho más arreglados y cuidados, va desapareciendo esa sensación de inevitable abandono, se han rehabilitado y restaurado muchas casas, el turismo rural dinamiza la zona y muchas personas eligen estos parajes para disfrutar de sus vacaciones. A ello hay que sumar voluntariosas iniciativas culturales y sociales que intentan preservar la identidad y costumbres de esta comarca.
Vista de una casa señorial blasonada en Otero de Curueño, un ejemplo de otras similares que podemos encontrar en el valle. (FOTO JAZ). (Clic sobre la imagen para verla ampliada).
Pero en estos diez años algunas de las personas que conocí y que me acompañaron ya no están, y con ellos se han marchado historias y vivencias que se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Cuando Julio Llamazares escribió “el río del olvido” nos mostraba un mundo que agonizaba consumido por el olvido. Cada vez queda menos de aquel mundo que nos describió Llamazares, un mundo que se va perdiendo a la vez que sus gentes.
La Guerra Civil y sus trágicas consecuencias pasaron por aquí. Cada vez quedan menos testigos de aquellos acontecimientos que puedan contarnos sus vivencias y narrarnos los estremecedores relatos de aquellos días. Cuando ellos ya no estén solo quedarán en estos valles esos trozos de cemento desperdigados por las montañas, testigos mudos de aquella tragedia, conservarlos es evitar el olvido. No permitamos que se pierdan.
Florentino Areneros.