Los generales Franco, Cabanellas, Mola y Saliquet, protagonistas del libro de Joaquín Pérez Madrigal. (Fotografía cortesía de Vicente Talón Ortíz). (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
LA MISTERIOSA ORDEN
OCULTA DEL GENERAL MOLA
Por Florentino Areneros.
Mucho se ha escrito sobre las directrices del general Emilio Mola, un minucioso guion en el que se detallaban los pasos a seguir y las acciones a ejecutar por todos aquellos que participarían en el golpe de julio de 1936 que desencadenaría la Guerra Civil. Pese a todo lo escrito sobre el general y su actuación en los primeros meses de la guerra, todavía quedan muchos puntos que dejan lugar a la duda, como la desaparición de sus diarios, sus posibles discrepancias con Franco y los alemanes tras el bombardeo de Guernica, o su muerte en extrañas circunstancias en un misterioso accidente aéreo en Burgos. Ahora desvelamos para los lectores de Sol y Moscas una nueva directiva escrita en clave por el propio general Emilio Mola, y otra cifrada, no menos intrigante, enviada desde Marruecos por el teniente coronel Yagüe al propio Mola horas antes de iniciarse la sublevación.
Hace tiempo adquirí en una librería de viejo un ejemplar de un extraño libro publicado durante la guerra, concretamente en 1937, como se indicaba en su portada. El autor era un tal Joaquín Pérez Madrigal, alguien completamente desconocido para mi, y el título del libro “Augurios, estallido y episodios de la guerra civil (Cincuenta días con el Ejército del Norte)”. Inicialmente pensé se trataba de un libro más de memorias de algún combatiente, que narraría las hazañas y vivencias de algún soldado del bando sublevado, seguramente plagado de heroicas exageraciones, escrito para acrecentar el ego del autor, y sin ningún valor histórico o documental más allá de la anécdota. Lo singular del libro, su antigüedad, y sobre todo su económico precio, a lo que habría que unir el incontenible síndrome de Diógenes que padecemos la mayoría de aficionados a la historia, me impulsaron a adquirirlo, pasando de la estantería del librero, al cementerio de elefantes bibliográficos en el que he convertido parte del mobiliario de mi casa, que a su vez se ha terminado convirtiendo en una inagotable fuente de conflictos.
Portada del libro.(Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Hace unas semanas, realizando una excavación arqueológica en las estanterías en busca de otro libro, lo encontré y me llamó la atención. Busqué el nombre del autor en Internet, con la grata sorpresa de que no se trataba de un soldado más o similar. El libro había sido escrito por un personaje, que pese a ser escasamente conocido, tenía una trayectoria de lo más singular y sorprendente, con una biografía llena de interesantes y peculiares momentos, y con una presencia pública desde antes de la llegada de la II República, hasta unos años después de la muerte del dictador. Repasemos primero la biografía del autor, tomando como referencia la entrada que la Real Academia de la Historia dedica a este singular personaje en su Diccionario Biográfico Español, y pasaremos después a conocer algunas de las sorpresas que esconde el libro.
Joaquín Pérez Madrigal nació en Madrid en 1898. Su familia tenía su origen en Galicia, donde residía su abuelo, el editor y litógrafo Vicente Pérez Eguía. En 1865 el abuelo abandonó a la familia, se marchó a América sin dejar rastro, en lo que se conoce popularmente como un “me bajo a por tabaco”. La familia con serías dificultades económicas se trasladaría de La Coruña a Madrid.
Retrato de Joaquín Pérez Madrigal en 1931, cuando fue elegido por primera vez como diputado por Ciudad Real.(Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Nuestro protagonista haría sus pinitos en San Fernando (Cádiz) como aprendiz de marino, aunque no conseguiría su objetivo de incorporarse finalmente a la Armada. Sería en esta época, en la que consiguió trabajar como administrativo, cuando sintió la llamada de las letras y descubrió sus dotes literarias. Sería su tía Sofía Casanova, una pionera del periodismo femenino nacional que alcanzaría gran popularidad con sus crónicas en el ABC como corresponsal en la I Guerra Mundial y en la Revolución Rusa, la que le conseguiría una plaza como mecanógrafo en las oficinas del diario.
Entre 1920 y 1923 trabajaría como representante en Córdoba de las máquinas de escribir Yost, y allí comenzaría su relación con el periodismo, publicando en los diarios locales La Voz y el Diario de Córdoba. Durante su estancia en la ciudad andaluza, comenzó a frecuentar los círculos progresistas de la localidad, y conocería a Joaquín García-Hidalgo Villanueva, que ejercería una clara influencia sobre él, introduciéndole en la masonería, e inculcándole ideas progresistas. De regreso en Madrid, nuevamente será su tía quien le consiga un buen puesto, esta vez como administrativo en el Banco Urquijo. Es entonces cuando comienza su romance con la política. De la mano de su mentor cordobés, quien se había trasladado también a Madrid, comienza a frecuentar los círculos republicanos de la capital y a codearse con algunas figuras republicanas de primer orden, como Álvaro de Albornoz, Marcelino Domingo y Félix Gordón Ordás. Proclamada la II República, se presenta a las elecciones de junio de 1931como segundo de la lista por Ciudad Real del Partido Republicano Radical Socialista, el primer lugar lista lo ocupaba Eduardo Ortega y Gasset, hermano mayor del filósofo, quien durante la guerra sería nombrado Fiscal General de la Republica, cargo que abandonaría tras ser amenazado por los anarquistas.
Durante una temporada ejerció en Córdoba de comercial de las máquinas de escribir Yost. Años después sería acusado en sede parlamentaria de robar parte del dinero de las ventas.(Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Y sería como diputado del parlamento que habría de redactar la Constitución de la República, donde Joaquín Pérez Madrigal alcanzaría sus mayores “momentos de gloria”. Desde los primeros momentos de su actividad como diputado, Pérez Madrigal se haría famoso por sus continuas interrupciones, imprecaciones e insultos, todo ello acompañado de pataleos, abucheos y diversa parafernalia, una actitud que era seguida con gran entrega por parte de otros diputados cómplices, como vemos esta tradición tan en boga hoy en día en nuestro Congreso tiene tras de si una rancia tradición. En un discurso pronunciado el 30 de julio de 1931 en el Parlamento por el diputado por la Agrupación al Servicio de la República, y filósofo, José Ortega y Gasset, dirigiéndose a este grupo de parlamentarios díscolos afirmó: «es de plena evidencia que hay, sobre todo, tres cosas que no podemos venir a hacer aquí: ni el payaso, ni el tenor, ni el jabalí». Lejos de amedrentar o avergonzar a los aludidos, las palabras de Ortega tendrían un efecto contrario al deseado, y a partir de aquel momento los componentes de tan selecto club pasarían a denominarse a si mismos con gran satisfacción como “Los Jabalíes”, llegando incluso a lucir en sus solapas con gran orgullo una insignia con la cabeza de tan asilvestrado animal.
“Los Jabalíes” tenían una composición heterogénea, aunque la mayoría de ellos estaban bastante escorados hacia lo más extremo y radical de la izquierda. Entre sus componentes podíamos encontrar a Ramón Franco, diputado por Esquerra Republicana de Cataluña, o al capitán Salvador Sediles diputado por el Partido Republicano Federal de Izquierdas, uno de los implicados en la Sublevación de Jaca que evitó sufrir el mismo destino que sus compañeros Fermín Galán y Ángel García Hernández. La lista sería más extensa, pero no queremos distraer la atención de nuestros lectores que encontraran mucha más información en Internet.
Su atribulada trayectoria y su histrionismo, sin olvidar sus sonados cambios de chaqueta, convertirían a Pérez Madrigal en blanco fácil de la prensa satírica.(Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Como pueden imaginar, esta conducta irreverente e irrespetuosa, provocaría numerosos altercados en el hemiciclo, llegando en algunas ocasiones a resolverse las diferencias a mamporros y puñetazos, de las que nuestro protagonista saldría magullado más de una vez, o sería salvado in extremis de sufrir un daño más severo como recuerda en el libro que hoy traemos aquí, donde recuerda una ocasión en que la providencial intervención diputado Dimas Madariaga evitó males muchos mayores para su persona: “Si no es por Madariaga, por su corpulencia auxiliadora y por la bravura de su corazón, la piara marxista del Congreso, atropellándose una tarde sobre mi hubiérame matado a patadas, salivazos y mordiscos. Madariaga la contuvo, me amparó su nobleza muscular y valerosa; salí indemne de la acometida y Madariaga levemente lesionado”. Es también famosa la anécdota que se cuenta del encuentro de Pérez Madrigal con Unamuno en el Ateneo Madrileño, del que el filósofo bilbaíno era presidente. Parece ser que el flamante Jabalí al cruzarse con el venerable anciano, le mostró con orgullo, y no sin cierto desprecio y aire provocador, su insignia con la porcina cabeza, a lo que Unamuno, con tranquilidad le contestó “enhorabuena, pero tenga usted cuidado, porque la biología nos ha enseñado que el jabalí degenera en gocho”, pero según otras versiones la respuesta del intelectual vasco sería algo similar a lo siguiente: “los jabalíes son solitarios, a los sumo van dos juntos, los que van en piara son los cerdos”.
Una sesión de las cortes republicanas donde Madrigal se haría tristemente famosos por sus interrupciones y escándalos.(Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
De entre todos los jabalíes, sería nuestro protagonista sin lugar a dudas el más destacado representante, no había escándalo en el Parlamento en el que no se viera involucrado, llegando a ser conocido como el “interruptor automático”, adquiriendo gran presencia en la prensa. Esta conducta acabaría teniendo consecuencias para Pérez Madrigal, que terminaría siendo expulsado del partido en mayo de 1933, aunque no abandonó el Congreso. Lejos de arrepentirse o de mostrar alguna señal de contrición, publicaría en 1933 su libro “En la brecha: relato, momento y personajes de mis interrupciones parlamentarias”, donde recoge con gran detalle sus mejores “momentos estelares” de su paso por el Congreso hasta aquella fecha.
El diputado José Ortega y Gasset sería el involuntario creador del término "Jabalíes" para referirse al grupo de parlamentarios díscolos encabezados por Pérez Madrigal.(Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Tras su expulsión del Partido Republicano Radical Socialista, acabaría en las filas del partido de Alejandro Lerroux, el Partido Radical, en cuyas filas sería elegido diputado en las elecciones de 1933 y 1936, en ambas ocasiones nuevamente por la provincia de Ciudad Real. Pese a su filiación lerrouxista, cada vez estaría más cercano a la CEDA. En 1934 daría inicio a su faceta de editor, con la publicación semanal “Manos Limpias” (no sé si les suena el nombre) se trataba según constaba en su cabecera de un “Semanario republicano de lucha civil”. Sus continuas trifulcas y su comportamiento histriónico, con su consecuente reflejo en la prensa de todo tipo, harían de Pérez Madridgal un personaje famoso, tanto que el periodista Félix Centeno llegaría a afirmar: “de la nada salió Pérez Madrigal, a quien hoy, fuera de Belmonte y Ricardo Zamora, no creo que le dispute la popularidad nadie”.
En las jornadas previas al golpe de estado, abandonaría Madrid camino de Pamplona, y es en este punto donde arranca la narración del libro que hoy traemos a nuestras páginas. En Pamplona iniciaría una fulgurante carrera de éxito en las filas sublevadas, moviéndose con normalidad en el entorno de la Junta de Defensa Nacional, al lado de Mola o Cabanellas, llegando a ser la persona que redactara el Manifiesto del general Cabanellas, quien por antigüedad ocupaba la jefatura de la Junta, publicado en Burgos el 24 de julio de 1936, y que Pérez Madrigal reproduce íntegro en el libro. También acompañaría al veterano general en la gira que este realizaría por toda la zona sublevada. En agosto de 1936 en una nueva pirueta ideológica se afiliaría a Falange, tal vez para disimular su sospechoso pasado político. En esta misma dirección, terminada la guerra escribiría, en nueve volúmenes nada menos, sus “Memorias de un converso” (1943-1952) donde trató de justificar su “juventud irreflexiva”. Lo que calla en ese extenso relato, es sus incursiones en la logia masónica Parlamento durante su etapa como diputado en todas las legislaturas de la República.
Peréz Madrigal sería testigo directo de la sublevación en Pamplona y Navarra. En la imagen un grupo de requetés en los primeros días del conflicto.(Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
A partir de 1937 desarrollaría una intensa y fructífera labor dentro del aparato de propaganda franquista. El 19 de enero del 37 se incorpora a Radio Nacional de España, donde alcanzará un notable éxito con dos programas: “El miliciano Remigio pa la guerra es un prodigio” y “Aquí la flota republicana”, en los que ridiculizaba y se mofaba con escarnio de los soldados y jefes del ejército republicano. Otro episodio interesante de reseñar, es el canje de su mujer y su hijo, que se encontraban en zona republicana, por una de las hijas del líder comunista José Díaz, lo que nos da una idea de la influencia que había alcanzado Madrigal entre las autoridades franquistas. Al hilo de aquel intercambio el diario ABC de la zona republicana publicaba el 31 de julio de 1937 la siguiente cita: “ser familia de Pérez Madrigal es una desgracia y no un delito”. No cabe duda de que la fama, aunque fuera mala fama, y popularidad de Pérez Madrigal perduraban en el tiempo al otro lado de las trincheras.
Tras la guerra recibiría su merecida recompensa y recibiría el título de licenciado en Derecho “por méritos patrióticos”, como ven hay cosas que no cambian con el paso de los años y una carrera puede estar al alcance de cualquiera sin necesidad de estudiarla, por desgracia para nuestro protagonista por aquella época no existían los “master”, que si no… . A partir de entonces iniciaría una fructífera etapa como editor con la colección editorial de novela corta La Novela del Sábado y posteriormente con la editorial Ediciones Españolas, en una nueva pirueta ideológica donde se pasaría sin red desde el falangismo al carlismo, y entre mayo y agosto de 1941 lanzó en Madrid la publicación “¿Qué pasa? Semanario Político-Carlista de actualidad”. Pero para la maquinaria del nuevo régimen, que haría del ajuste de cuentas, no solo parte de su sostén político e ideológico, sino también un eficaz medio para hacer cambiar de manos bienes y haciendas, el pasado político de Pérez Madrigal y sus coqueteos con el mundo republicano, la izquierda y la masonería no podían quedar impunes. Así en septiembre de 1941 sería procesado por el Tribunal Especial de Represión de la Masonería y el Comunismo (TERMC). Aunque muchos compañeros suyos acabarían siendo fusilados en las tapias de un cementerio, o penandos con muchos años de cárcel por mucho menos de lo que Pérez Madrigal había realizado y defendido durante sus años como parlamentario republicano, finalmente sería absuelto, tras contar con el apoyo como testigos en el juicio, de personajes de la talla de Serrano Suñer y algunas autoridades eclesiásticas, sin olvidar que el tribunal estaba presidido por el general Saliquet, antiguo conocido y amigo de Madrigal en los primeros momentos de la guerra en Pamplona y Burgos y a los largo de esta. Pese a todo, nuestro protagonista no quiso defraudar a sus benefactores, y aprovechó el juicio para delatar a antiguos compañeros, principalmente diputados, relacionados con la masonería.
Terminada la guerra Pérez Madrigal sería juzgado por su pasado republicano y masónico, casualmente el presidente del tribunal sería el general Saliquet, amigo suyo desde los primeros días del golpe.(Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Pese a salir absuelto de aquel juicio, su estrella comenzaría a declinar y aunque continuaría colaborando con diferentes medios del régimen, tanto en radio como medios impresos, su influencia cada vez era menor. Según pasaban los años experimentaría una profunda metamorfosis política, otra más, y religiosa, acercándose al carlismo más reaccionario y al cristianismo preconciliar más radical. En 1964 refundaría la revista “¿Qué Pasa?”, secuela de la que inició su andadura de su mano en 1941, aunque en esta nueva época a la cabecera añadía la coletilla “semanario independiente, aunque se asombre la gente”. La revista continuaría publicándose hasta 1981, un periodo en el que nuestro protagonista en una última pirueta y cabriola ideológica abrazaba los postulados más reaccionarios del tradicionalismo carlista, así como el integrismo católico anterior al Concilio Vaticano II.
Los radicales cambios experimentados en la política de España desde la muerte de Franco hasta el comienzo de los 90, especialmente en los tradicionales sectores políticos franquistas, que acabarían abrazando la democracia en un itinerario similar, pero inverso, y con la misma fe del converso que Pérez Madrigal experimentara 40 años antes desde los postulados republicanos a planteamientos fascistas, dejarían en fuera de juego a nuestro protagonista, incapaz ya a su edad de realizar una última pirueta política para abrazar la naciente y exitosa democracia española nacida de la Constitución del 78. Según algunos testimonios la situación económica de Pérez Madrigal en los últimos años de su vida era bastante apurada, muchos de sus antiguos amigos, algunos reconvertidos ahora en “demócratas de toda la vida”, no querían saber nada de él. Según algunos testimonios, finalmente las gestiones de familiares y algunos incondicionales amigos conseguirían que se le asignara, ya con Felipe González en el poder, una pensión a cuenta de su condición de antiguo diputado de la II República Española, lo que ayudaría a aliviar su precaria situación. Paradojas de la vida, gracias a la República, dramáticamente finiquitada por el esfuerzo de personajes como Pérez Madrigal, ahora este podía terminar sus días con cierta holgura tras la traición y el olvido de los que él había apoyado. Pérez Madrigal sentaría escuela, y algún que otro personaje tras él seguría sus pasos realizando la travesía del desierto desde la izquierda a la más radical derecha, como Federico Jiménez Losantos o Juan Carlos Girauta.
Tras la muerte de Franco, Joaquín Pérez Madrigal se identificaría con la rama más radical del carlismo. En la imagen algunos de los asistentes al Montejurra de 1976 donde se producirían graves altercados.(Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Pero ahora volvamos al libro que nos ocupa. El texto realmente es infumable, en la línea de los muchos que se escribieron a lo largo de la contienda y tras ella, en ambas zonas por cierto, destinados a dejar constancia del valor y la entrega, y casi siempre de la heroicidad y compromiso del narrador, y todas ellas con un denominador común: cuanto mayor es la distancia al frente, mayor es el protagonismo y la supuesta implicación del narrador en lo narrado, y mayor protagonismo en las acciones. A ello hay que añadir la condición de “converso” de Pérez Madrigal, lo que sin duda le impulsa a la manipulación y a la hipérbole en su relato. Pero de lo que no cabe duda es que estuvo en contacto con el núcleo duro de los golpistas, y que tuvo acceso de primera mano no solo a sus testimonios y opiniones, sino que también tuvo acceso privilegiado a documentación que se manejó entre los golpistas.
En el libro se distinguen dos partes, en una de ellas encontramos la parte narrativa, en la que se mezclan las vivencias personales del autor, junto con otras que evidentemente le han sido contadas por terceros, en las que podemos encontrar una extraordinaria carga subjetiva y sin duda cautiva de una extraordinaria manipulación y exageración, así como una épica superlativa que seguramente diste mucho de la realidad de los hechos. Esta parte carece de todo valor historiográfico, más allá de su valor testimonial en algunos pasajes. Pero no ocurre así con la parte documental del volumen, parece evidente que Pérez Madrigal tendría acceso a parte de la documentación generada por los sublevados. En el libro, publicado con una inmediatez y frescura envidiable ya que se terminó de escribir en septiembre del 36, encontramos transcritos una serie de documentos y órdenes que difícilmente, por no decir de manera imposible, pueden obedecer a la imaginación del autor. En el libro se encuentran todas las directrices que Emilio Mola hizo circular entre los partidarios del golpe, que coinciden con las que se conservan en archivos, y que coinciden con lo publicado por numerosos autores e investigadores. Pero además de estas órdenes o directrices de “el Director”, en el libro de Pérez Madrigal encontramos transcritos otros documentos de extraordinaria importancia para el historiador. Seguramente el desconocimiento de este libro, o el hecho de que no se tomara en serio lo que el contenía, algo bastante razonable después de intentar leer el infumable texto que acompaña a la documentación, sean la causa de este olvido.
Además de lo ya conocido, el libro guarda alguna que otra joya, de la que no tenemos constancia documental en los archivos conocidos, pero teniendo en cuenta que la mayoría de la documentación recogida en el libro es real y se corresponde a lo que se custodia en los archivos, tenemos que aplicar el mismo criterio a otros documentos que aparecen recogidos en este singular libro.
De entre todos ellos destaca una directiva del general Mola, que suponemos dirigida a algunos de los implicados en la intentona golpista que se estaba gestando. Esta directiva desconocida hasta ahora para la mayoría de estudiosos de este periodo de nuestra historia genera más dudas que respuestas. Desconocemos la fecha en la que fue redactada, y también desconocemos su significado real, así como la transcendencia que pudiera tener. Todo parece indicar que se trata de un mensaje escrito con algún tipo de clave, o tal vez se trate de un ejercicio de desinformación de cara a crear confusión en el enemigo, en este caso las autoridades gubernamentales. O quizá lo que se pretenda sea gastar una especie de inocentada o broma a esas mismas autoridades, sabedor el remitente de que el escrito sería interceptado por los servicios de información del gobierno. Transcribimos aquí literalmente esta directiva en primicia para nuestros lectores.
DIRECTIVAS PARA CARCAGENTE
Las indiscreciones cometidas han dado por resultado que el Gobierno esté enterado de todo, y en su consecuencia es preciso cambiar radicalmente el plan inicial que va a desarrollarse iniciándose por CARCAGENTE.
A partir del EPIGASTRIO estarán ustedes dispuestos siempre y cuando las fuerzas estén en disposición de secundar en cantidad. A partir de la fecha indicada se cerciorará por NICOMEDES o enviado suyo que los PAJAROS están en el Puerto, y en ese momento pondrá un telegrama NICANOR diciéndole ALELUYA, lo cual indicará que debe emprender el viaje y presentarse en CARCAGENTE. Si a las cuarenta y ocho horas no lo ha hecho en ECIJA o UTRERA, lo iniciará desde luego, procurando rápidamente DORMIR, para OPORTO, OSLO u otro sitio apropiado. Esto es indispensable para causar impresión en los enemigos. ANASTASIO cree que OPORTO es lo indicado porque allí está todo dispuesto incluso CONDUCTORES. La presencia de amigos en EVORA será de una gran impresión. Yo creo seria conveniente hacerlo en uno de los puntos antes indicados y además en PEÑISCOLA. Pero es preciso el acuerdo entre GUTIERREZ y ANASTASIO.
Al iniciar el negocio debe ponerse un telegrama al director que diga: ROMUALDO. Este telegrama debe ponerlo GUTIERREZ.
Se dejarán pasar dos o tres días para ver como reaccionan los de la acera de enfrente y entonces será el momento de iniciar el asunto en COIN y LLAGOSTERA, que seguirá a ORGAZ y demás puntos. Es decir hay que cambiar completamente el plan.
La Orden a COIN la dará el director.
Dígale GUTIERREZ al portador cuál es el punto ACOTADO para tener allí enlaces que vengan a dar la noticia por si fallaran otros medios. Estos en-laces se encargará de ponerlos el mismo NICOMEDES, con personas de absoluta garantía y discreción. Estos enlaces tendrán por misión llegar por caminos extraviados a ORDUÑA con objeto de que el director esté enterado de que ya se ha puesto pie en BILBAO.
Desde luego hay que contar con que el Gobierno ha de emplear la radio para despistar y es necesario no hacer caso de cuanto diga.
Indispensable decirle a NICANOR que es precisa su presencia en CARCAGENTE y base primordial de éxito.
Enlace con todos los MANGANTES debe ser BEATRIZ quien dirá y pondrá en marcha a todos en el momento preciso. El director pondrá en marcha lo ya convenido o sea COIN, ORGAZ, ORDUÑA y demás inmediatas, pero BEATRIZ ha de poner a LLAGOSTERA, ITURBE, VILLAMEDIANA y ALORA.
Nada de decir a los MANGANTES el plan sino que Vd. va a tal sitio y se hace cargo de aquello tal día a tal hora. Tengan presente que una indiscreción puede hacer fracasar todo otra vez.
Que GUTIERREZ y BEATRIZ digan si quedan enterados y el primero si está conforme.
Tan pronto se inicie el asunto debe hacerse una demostración en el mayor número posible de puntos con fuerzas adictas. Urge que el asunto se haga lo más inmediato a EPIGASTRIO excluido esa facha. ¡VIVA ESPAÑA!
El general Emilio Mola Vidal, autor de la misteriosa directiva que aparece en el libro.(Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Leída la directriz del general Mola nos asaltan las dudas: ¿a qué lugar se refieren con CARCAGENTE “base primordial del éxito”?, ¿Quién es EPIGASTRIO? , ¿y NICOMEDES, GUTIERREZ , BEATRIZ, ROMUALDO o ANASTASIO?, estas son solo algunas de las incógnitas, seguramente nunca descifradas, que aparecen en el texto.
Más adelante en el apéndice documental del libro encontramos otro documento, no menos misterioso ni de menor valor, Se trata de una carta cifrada (en clave G) del teniente coronel Yagüe dirigida al general Mola, "el Director", y fechada el 14 de julio de 1936. Dejamos a nuestros lectores expertos en criptografía militar desentrañar los misterios de este singular escrito:
Marruecos, listo...
El director del movimiento salvador recibió del teniente coronel Yagüe la carta cifrada que textualmente transcribo:
Clave G
Terminadas las maniobras ha empezado la dislocación y si no hay orden en contra el día 16 estarán todas las fuerzas en sus bases.
El trabajo efectuado ha sido fecundo 65-15-22- 43-31-35-24-34-14-18-56-41-49-68-59-1 1-37-13-19 se encarga de todo en 25-17-28-44-36-51 y se pone Incondicionalmente a sus órdenes.
49-16-83-71-85.92 está también con nosotros; dice que el movimiento debe hacerse en España y nosotros a la espectativa como fuerza en reserva. Pide establecer contacto con usted.
72-68-57-91-86-85 también está con nosotros y opina lo mismo que 49-16-83-71-85-92 pero yo le lie dicho que no hay más que obedecer y está conforme.
49-41-59-73-78-13.98 como le digo incondicionalmente y donde se le necesite ofrece mandar si es necesario dos mil hombres a España para allí armarlos.
El resto de la Cir, que estaba desorientada, pero ya se han ido con órdenes terminantes; circularán Inmediatamente las órdenes a las distintas unidades con misiones concretas y estarán dentro de tres o cuatro días en disposición de ponerse en movimiento.
Todos y especialmente 49-41-59-73-78-13-98 dicen que deben venir 36-28-35-45-11-16 para hacerse cargo de la 35-17-34-41-42-16-84-14-18-41-28-44-68 y evitar trascienda el movimiento al campo.
Aquí todo está listo, solo necesitamos mando y barcos.
He recibido por una carta una orden de ponerme en movimiento el día 14 y otra al mismo tiempo aplazando la cosa. Si esta segunda se pierde se arma lío. Esto no puede ser, insisto en que el día y la hora debe mandarse a priori y traerlo en mano por dos personas de confianza, mejor que por una.
Tengo todo preparado, los bandos de guerra hechos. No dudo un momento en el triunfo. El espíritu de todos magnífico.
Mandos, barcos y adelante.
¡VIVA ESPAÑA!
14-7-36
El teniente coronel Juan Yagüe enviaría una enigmática carta cifrada a Mola que reproducimos en este artículo.(Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Y hasta aquí el repaso a esta enigmática obra encontrada al azar. Dejamos a los expertos en claves militares y en bromas o inocentadas, la interpretación de estas dos directrices desconocidas que seguramente tengan mucha historia detrás y puedan aportar alguna que otra pista a la historiografía de los primeros momentos de la guerra.