Una de las últimas farolas madrileñas con la corona almenada de la República que se conservan en Madrid, a la entrada de la iglesia de San Fermín. FOTO JAZ. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
LAS FAROLAS REPUBLICANAS
DE LA IGLESIA DE SAN FERMIN
LA LAUREADA DE NAVARRA
Y UNA PLAZA EN LA HABANA
LAS FAROLAS REPUBLICANAS
DE LA IGLESIA DE SAN FERMIN
LA LAUREADA DE NAVARRA
Y UNA PLAZA EN LA HABANA
En julio de 2014 publicábamos una crónica sobre la última farola con simbología republicana que se conservaba en Madrid, concretamente y de forma paradójica, en los jardines del Palacio Real de Madrid (clic aquí para ir a la crónica) . Esta farola sería la única que habría sobrevivido en las calles madrileñas, tras la desaparición de otras similares, que de manera misteriosa iban siendo retiradas según se iba dando a conocer su ubicación. Un misterio compartido con la desaparición de otros vestigios de la época republicana, la propia Guerra Civil o la lucha antifranquista, como la singular pintada que se podía contemplar en la Facultad de Medicina hasta que en 2006, y tras una noticia publicada en la prensa, fue hecha desaparecer, siendo a día de hoy todavía un misterio quien ordenó su desaparición. También dedicamos una crónica a aquella legendaria pintada hoy desaparecida,. que pueden leer haciendo clic aquí
En aquella crónica dejamos de mencionar otro par de farolas con simbología republicana, ante el temor de que al conocerse su localización corrieran la misma suerte que sus compañeras desaparecidas. Aquellas dos farolas nos las dio a conocer el fotógrafo Mariano Mellado, autor de la mayoría de las fotografías que publicamos en aquel artículo, unas imágenes sin las cuales el artículo habría carecido de una importante base documental.
Han pasado cinco años y creemos llegado el momento de dar a conocer la ubicación de estas dos farolas. En todo este tiempo consideramos que se ha producido un cambio importante en la sensibilidad hacia estos vestigios históricos, entre otros motivos por la tarea de divulgación que asociaciones como Gefrema vienen realizando en los últimos años, sin olvidar la mayor atención que desde las distintas administraciones públicas se viene prestando a nuestro importante patrimonio. Además, pensamos que si estos vestigios son dados a conocer, será mucho más difícil que sean retirados, seguramente con nocturnidad y alevosía, como ha ocurrido en el pasado. Y por último, adelantar que estas dos farolas no son las últimas que se conservan, hemos encontrado otras en un lugar que muy pocos imaginarían, y que abren nuevas vías en la investigación del origen de estas singulares farolas, como podrán comprobar al final de este artículo.
Estas dos farolas se encuentran en un edificio singular de Madrid, aunque poco conocido, como es la Iglesia de San Fermín de los Navarros situada en la calle Eduardo Dato número 10 del madrileño barrio de Chamberí. Ambas farolas flaquean la entrada al templo.
Las dos farolas republicanas sobre dos placas conmemorativas que flanquean la entrada a la iglesia de San Fermín de los Navarros de Madrid. FOTO JAZ. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
La Real Congregación de San Fermín de los Navarros es una de las entidades de mayor solera de Madrid. Fue constituida por un grupo de ilustres navarros el día de San Fermín de 1683, bajo el reinado de Carlos II. La Congregación, más allá de su función religiosa, constituyó un punto de encuentro y consolidación de la importante e influyente comunidad navarra residente a lo largo de estos siglos en Madrid, entre los que podemos encontrar destacados miembros desde su fundación, como el ilustrado marqués de Goyeneche, personaje clave en la Guerra de Sucesión por su apoyo a Felipe V, y por ser el artífice de la construcción de Nuevo Baztán. Para más información sobre la rica historia de la Congregación hagan clic aquí.
Vista exterior del templo de San Fermín en la madrileña calle de Eduardo Dato. FOTO JAZ. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Tras su fundación la Real Congregación de San Fermín de los Navarros tomó como centro de sus actividades diversos templos en Madrid, hasta que 1744 adquirió la casa del Conde de Monterrey, entre la calle del Turco (actual Marqués de Cubas) y el actual Paseo del Prado, conocido entonces como Prado de San Jerónimo, donde en 1746 inaugurarían su nueva iglesia aprovechando elementos del anterior palacio. En 1884 se aprueba la construcción de lo que será la sede del Banco de España que hoy conocemos en el Paseo del Prado, por lo que la Congregación tendrá que abandonar el solar. La Congregación decidió trasladar su iglesia a unos terrenos en el Paseo del Cisne, actual Eduardo Dato, propiedad de Isabel de Borbón. Las obras se iniciarían en 1886 y se finalizarían en 1890, inaugurándose el templo el 7 de julio de ese año con la presencia de la propia Infanta Isabel.
Detalle de la fachada y verja de la iglesia. FOTO JAZ. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
El templo es obra de los arquitectos Carlos Velasco y Eugenio Jiménez Corera. Al proyecto se le concedió licencia de tramitación abreviada "por ser construcción de importancia". El exterior es de estilo neomudéjar, siendo una de las obras más destacadas que de este estilo se conservan en Madrid. El templo es de forma de cruz latina, y el interior está inspirado en el estilo gótico, con un destacado retablo obra de José Yarnoz. En 1995 el edificio sería declarado Bien de Interés Cultural (BIC)
Vista del interior del templo con la figura de San Fermín tras el altar. FOTO JAZ. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
A ambos lados del pórtico de entrada, presidido por una imagen en piedra de San Fermín, es donde encontramos las dos farolas con simbología republicana que son el objeto de este artículo. Pero la sorpresa no termina aquí, debajo de cada una de las farolas nos encontramos dos lápidas pétreas, con unas interesantes inscripciones relacionadas con la Guerra Civil.
Debajo de la farola que se encuentra a la derecha de la puerta, podemos leer la siguiente inscripción:
« 1936 – 1939
EN MEMORIA DE LOS MÁRTIRES
INMOLADOS POR LA SANTA CAUSA
DE LA RELIGIÓN Y DE LA PATRIA »
Y a continuación figuran los nombres de seis congregantes, es decir miembros de la Congregación, y de seis sacerdotes franciscanos que prestaban sus servicios en el templo.
Una de las placas conmemorativas donde aparecen los nombres de miembros de la congregación y religiosos muertos durante la contienda. FOTO JAZ. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Tras el golpe militar del 18 de julio de 1936 que desencadenaría la Guerra Civil, la iglesia de San Fermín de los Navarros continuaría celebrando misas hasta el día 23 con “cierta normalidad” pese a la situación que se vivía en la ciudad. Sin embargo «El día 23 sólo figuran dos misas: las de los padres Legarra y Amill, y éstas, por lo visto, las celebraron ya a puertas cerradas. Sin duda, el día 23 es cuando abandonaron los últimos religiosos la residencia, saliendo los que quedaban por la ventana de una habitación que daba a la galería de una casa contigua. Poco tiempo después, los milicianos se hacían totalmente dueños de San Fermín de los Navarros, en donde ya el día 28 tenían establecido un cuartelillo. ¿Y cuál fue entonces la suerte que corrieron los franciscanos de San Fermín de los Navarros? De trece que eran, siete consiguieron salvar su vida, refugiándose en varias Embajadas. En cambio, los otros seis desaparecieron, seguramente ya en agosto de 1936; pero, no se pudo averiguar nada concreto sobre la fecha ni el lugar y circunstancias en que desaparecieron» (1). Algunos objetos de culto y valiosas imágenes se perderían para siempre, aunque otras pudieron salvarse, como el "Niño del Dolor" o el “Libro de Asientos de la Real Congregación”.
(1) Clic aquí para página web de referencia
Placa conmemorativa en la que aparece la concesión de la Laureada a la provincia de Navarra, y algunas de las palabras que pronunció el general Franco durante la ceremonia de concesión de la misma. FOTO JAZ. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Debajo de la otra farola con simbología republicana, a la izquierda de la entrada a la iglesia, encontramos otra lápida con la imagen de una Cruz Laureada de San Fernando en lo alto y con el siguiente texto bajo ella:
«COMO RECUERDO A LA GESTA
HEROICA DE NAVARRA EN EL MOVIMIENTO
NACIONAL Y HOMENAJE A QUIEN TAN
RECIAMENTE ATESORA LAS VIRTUDES
DE LA RAZA CONCEDO A LA PROVINCIA
DE NAVARRA LA CRUZ LAUREADA DE
SAN FERNANDO QUE DESE HOY DEBERA
GRABAR EN SU ESCUDO»
FRANCISCO FRANCO
DADO EN BURGOS A 8 DE NOVIEMBRE DE 1937
«PUEBLO DE NAVARRA: ESPÍRITU
DE ESPAÑA: SOIS LA FLOR DE NUESTRAS
CONSTUMBRES SOIS EL HÁLITO DE
ESPAÑA EN LOS MOMENTOS DEL
MOVIMIENTO NACIONAL, LA SANGRE
DE VUESTROS HÉROES, EL ESPIRITU
DE VUESTRA RAZA, LA GENEROSIDAD
DE VUESTRAS MADRES QUEDARÁ
GRABADA EN MI CORAZÓN Y EN EL DE
TODOS LOS ESPAÑOLES, HOY ESPAÑA
OS RINDE EL HOMENAJE DEBIDO A
VUESTRO ENTUSIASMO, A VUESTRO
ESPÍRITU, A VUESTRA FE DE BUENOS
ESPAÑOLES Y VUESTRA GRANDEZA
DE CATÓLICOS.»
PALABRAS DE S.E. EL JEFE DEL ESTADO EN
PAMPLONA EL 11 DE NOVIEMBRE DE 1937
El general Franco durante un momento de la misa de campaña celebrada en Pamplona el 11 de noviembre de 1937 con motivo de la concesión de la Laureada de San Fernando a la provincia. FOTO BNE. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Esta placa hace referencia a la Laureada Colectiva que Francisco Franco otorgó a la provincia de Navarra en noviembre de 1937. El 14 de noviembre se publicaba en el BOE nº390 el Decreto 411 de fecha 8 de noviembre:
«En el resurgir de España se destacó Navarra de modo señalado por su heroísmo y sacrificio. Fue Navarra la provincia en que se fijaba la mirada de los españoles en los días tristes del derrumbamiento de la Patria; fue el crédito de sus virtudes el que la convirtió en sólida base de partida de nuestro Alzamiento, y fue su juventud en armas la que en los primeros momentos formó el nervio del Ejército del Norte. Durante toda la campaña los navarros, con su bravura legendaria, encuadrados en los Tercios de Requetés, en Banderas de Falange y en Batallones, rivalizaron en valor con las más distinguidas fuerzas del Ejército.
España entera rinde homenaje y simpatía a las virtudes y alto espíritu de un pueblo, en que no se sabe qué admirar más, si el valor de los que valientemente mueren en los frentes o la generosidad y patriotismo de quienes, alegres, entregan a la Patria lo más querido de los hogares.
Es la Cruz Laureada de San Fernando el más alto galardón de nuestras Milicias, el símbolo más destacado del valor y del sacrificio heroico. Por ello, nunca puede estar más justificada la ejecutoria que una la Cruz Laureada de San Fernando a las Cadenas gloriosas y simbólicas de su Escudo.
Fotografía del altar situado junto a la muralla de la Ciudadela de Pamplona. FOTO BNE. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Por todo ello dispongo:
Artículo único. Como recuerdo a las gestas heroicas de Navarra en el Movimiento Nacional y homenaje a quien tan reciamente atesora las virtudes de la Raza, concedo a la provincia de Navarra la Cruz Laureada de San Fernando, que desde hoy deberá grabar en su Escudo».
La concesión de esta distinción, la más alta condecoración militar española, a una colectividad, o en este caso a toda una provincia o región, solo tenía un antecedente en la Historia de España. El mismo reconocimiento le fue concedido a la ciudad de Zaragoza en 1838 por la reina María Cristina, en esta ocasión, y paradójicamente, por su heroico comportamiento precisamente contra las tropas carlistas en marzo de 1838.
El hecho de que Franco concediera en noviembre de 1937 la Laureada a Navarra tenía una profunda justificación. Apenas un mes antes, el 21 de octubre de 1937, las tropas de la IV Brigada de Navarra ocupaban Gijón y Avilés, los últimos bastiones republicanos en el Cantábrico, marcando un punto de inflexión determinante en el desarrollo de la guerra. Pero no era solamente por el importante papel que las unidades que tenían su origen en Navarra habían desempeñado en la Ofensiva del Norte, también entraban en consideración otra serie de importantes factores, tanto desde el momento de producirse el golpe militar de julio del 36, como anteriormente.
Grupo de requetés de Olite, Beire y San Martín de Unx en Tolosa, el 15 de agosto de 1936, horas después de la entrada de la Columna Tutor en la localidad. Foto: Lola Baleztena. Archivo Baleztena. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Según recoge Ramón Salas Larrazabal en su trabajo “Como ganó Navarra la Cruz Laureada de San Fernando”(2), que utilizaremos como base documental a partir de ahora, desde la misma proclamación de la II República el 14 de abril de 1931el carlismo comienza a mover sus fichas para organizar un levantamiento contra los republicanos, no hay que olvidar que la provincia tenía una larga tradición conservadora, baste el ejemplo de que en las elecciones de 1936 el Frente Popular apenas alcanzó el 20% de los votos. Ya en 1931 una delegación visita Italia para solicitar el apoyo de Mussolini a un levantamiento en España. Por su parte Manuel Fal Conde, Secretario General de la Comunión Tradicionalista Carlista, “encarga al entonces coronel Varela el mando supremo militar, y a los Tenientes coroneles Rada y Utrilla la Inspección Nacional y la de navarra Respectivamente” . Como resultado de todo ello “en 1935 ya estaban encuadrados en Navarra 5394 requetés en 899 patrullas, unidad similar a la escuadra del Ejército”.
(2) RAMÓN SALAS LARRAZABAL, «Como ganó Navarra la Cruz Laureada de San Fernando», Industrias Gráficas España, Madrid, 1980.
Los carlistas navarros comienzan a organizarse en ‘Requetés’, una unidad militar compuesta por unos 250 hombres, aproximadamente como una compañía del ejército español. Tres requetés formaban lo que se conocía como “Tercio” que agrupaba a unos 750 hombres. En la primavera de 1936, ya estaba constituido el “Tercio de Pamplona”, así como varios “requetés” en cada una de las merindades, llegando según Salas Larrazabal a agrupar a unos 8.400 boinas rojas, una fuerza impresionante aunque la mayoría careciera todavía de armas.
Un veterano requeté, seguramente combatiente de la última guerra carlista, posa con su uniforme y condecoraciones durante los actos de la concesión de la Laureada de San Fernando a la provincia de Navarra. FOTO BNE. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
También fue muy importante Navarra en los preparativos y organización del golpe militar de julio de 1936, como ya vimos en nuestra crónica “San Fermín 1936” ( clic aquí para ir a la crónica ). Pamplona, donde el general Emilio Mola Vidal desempeñaba el cargo de Gobernador Militar de Navarra, se convertiría en el lugar desde el que se organizaría y coordinaría el golpe de 1936. El general Mola fue el principal planificador y coordinador del golpe en toda España, lo que le valdría el sobrenombre de “el Director”. También sería desde Pamplona, donde dictaría sus célebres “directrices” que deberían ser cumplidas por los ejecutores del golpe, entre ellas la Primera, donde se indicaba que “la acción ha de ser en extremo violenta”.
Vista de parte del público que asistió a la ceremonia. FOTO BNE. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Consumado el golpe el 18 de julio, el apoyo de una parte muy importante de la población navarra fue inmediato y entusiasta, sin parangón en ninguno de los otros lugares donde la sublevación había triunfado. Los llamamientos pidiendo voluntarios se suceden, el propio pretendiente carlista D. Alfonso Carlos el 18 de julio se dirige a sus partidarios: «Alzarse en armas contra la República al grito de viva España, para salvar la Religión y la Patria, unidos a las tropas». Por su parte, ese mismo día el Teniente Coronel Utrilla, inspector jefe militar de los requetés navarros, quien el día 15 había puesto en alerta a sus hombres ante la inminencia del levantamiento, se dirige nuevamente a los mismos: «Cúmplase la orden del día 15, mañana en Pamplona a las seis». Además de los miles de requetés que ya estaban preparados y encuadrados en unidades con anterioridad, una avalancha de voluntarios acudió inmediatamente a los lugares de reclutamiento. Tal fue el número de hombres que acudieron a la llamada, que ya el mismo día 20 hubo que ordenar por radio que dejaran de acudir dado que no había armas para todos. Además de los requetés, y aunque en menor número, también hay que destacar la incorporación de numerosos falangistas.
Pero Franco no iba a premiar con la Laureada a Navarra solo por este apoyo y entusiasmos iniciales. La aportación de las unidades que tuvieron su origen en Navarra al desenlace de la guerra, así como el número de alistados de esa provincia, y el gran tributo de sangre que estas unidades tuvieron que pagar, serían determinantes en la concesión de este premio colectivo.
Dos imágenes de la masiva afluencia de público a la ceremonia de concesión de la Laureada de San Fernando a la provincia de Navarra. FOTO BNE. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
A la participación de los voluntarios navarros en diversos frentes al comienzo de la contienda tal vez no se le haya concedido la importancia real que tuvieron. Muchos de aquellos voluntarios se incorporarían a la Columna de Madrid mandada por García Escámez, que partiría desde Navarra hacia la capital, quedando frenada en la sierra madrileña, no sin antes haber contribuido a consolidar el golpe en otros lugares, como por ejemplo La Rioja. Y si bien es cierto que no pudieron continuar hasta Madrid, no es menos cierto que a su vez impidieron cualquier avance de las fuerzas leales hacia la meseta.
Vecinos de Olite durante el desfile celebrado el 11 de noviembre de 1937 con motivo de la concesión de la Laureada de San Fernando a la provincia. FOTO BNE. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Otro frente de interés sería el aragonés, donde nuevamente la participación de las unidades y voluntarios navarros contribuiría notablemente a consolidar las plazas donde la sublevación había triunfado, especialmente Huesca y Zaragoza, frenando el impetuoso avance de las bien nutridas columnas catalanas, en su mayoría de orientación anarquista, y fijando el frente pese a su supuesta inferioridad en armas y hombres.
Tres mujeres ataviadas con el traje regional en un momento de la ceremonia. FOTO BNE. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Pero seguramente donde mayor importancia y trascendencia tuvieron, fue en el Frente Norte, en especial en la frontera de Navarra con Guipuzcoa y Álava, una zona de especial importancia para la propia seguridad de la provincia Navarra. Este sería el frente que precisaría de mayor número de recursos humanos, y tras consolidar las posiciones e impedir una reacción del enemigo, las tropas navarras al mando del coronel Beorlegui conseguirían cerrar la frontera francesa, aislando por tierra a la zona cantábrica del resto de la zona republicana mediante su conexión a través de Francia. Una circunstancia determinante en el posterior desarrollo de la guerra en el norte, y por extensión en toda la guerra. Como podemos comprobar, la participación de estos voluntarios en los primeros días de la guerra, sería de capital importancia para el desarrollo de la misma. ¿Estaríamos hablando de otro desenlace en los primeros días de la guerra sin la presencia de los voluntarios navarros?, ¿cuanto contribuyó Navarra a la victoria final del general Franco?.
Arco del triunfo situado a la entrada de la Plaza del Castillo de Pamplona. FOTO BNE. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Pero no fueron solo los primeros días, a lo largo de toda la contienda continuaron las incorporaciones de voluntarios navarros, tanto carlistas como falangistas. Los requetés llegarían a componer 12 tercios de vanguardia exclusivamente navarros: Lacar, Montejurra, Navarra, San Miguel, Lesaca, San Fermín, Del Rey, Santiago, Abarzuza, Mª de las Nieves, Virgen del Camino y Roncesvalles. Muchos otros carlistas navarros se incorporarían en otras unidades del ejército o en tercios de otras provincias. Por su parte los falangistas navarros completarían 7 banderas. La casi totalidad de estas unidades obtendría la Medalla Militar, algunas conseguirían dos, y dos de ellas llegaron a conseguirla en tres ocasiones.
Dos instantáneas del desfile celebrado por las calles de Pamplona el 11 de noviembre de 1937 con motivo de la concesión de la Laureada de San Fernando a la provincia. FOTO BNE. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Para hacernos una idea de la movilización en la provincia de Navarra y el precio de la misma, volvemos al trabajo de Ramón Salas Larrazabal mencionado anteriormente y que nos sirve de referencia en este artículo. Salas Larrazabal toma como base un estudio preliminar de Julio Aróstegui (3) elaborado a partir de las fichas que se conservan en el Archivo de General de Navarra, y que cifra en 40.461 el número de navarros que tomaron parte en la contienda, sumando voluntarios, tanto carlistas (11.443) como falangistas (7.068), y soldados de los diferentes reemplazos (21.950). A partir de este y utilizando otra serie de variables e hipótesis (principalmente el número de voluntarios de Pamplona en proporción con otras localidades), Salas Larrazabal concluye que el número total debió superar los 43.000 efectivos. Todo ello sobre una población total de 345.000 personas en la provincia.
(3)JULIO ARÓSTEGUI SÁNCHEZ «La incorporación del voluntariado de Navarra al ejército de Franco, 1936-1939. Estudio socio-histórico cuantificado», comunicación Coloquio Internacional sobre la GCE, Barcelona, abril de 1979.
Durante la ceremonia se procedió a la jura de bandera de las nuevas promociones de tenientes y alféreces provisionales. FOTO BNE. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
El número de bajas mortales fue elevadísimo entre ellos, según un estudio de Rafael Casas de la Vega(4) citado por Salas, y elaborado a partir de un estudio elaborado pueblo a pueblo por la Jefatura Provincial del Movimiento al final de la guerra(5), sería de 4.545 navarros (1.074 falangistas, 1.700 requetés y 1.766 soldados de reemplazo, más 22 capellanes). En porcentaje de muertos sería el 13,2 por mil de toda la población de navarra, cuando la media nacional sería de 5,89 por mil, es decir, más del doble que en todo el resto de España. Entre los combatientes el 15% de los voluntarios carlistas morirían en combate, y un porcentaje similar se daría entre los falangistas navarros. En este cálculo no se incluye el número de heridos ni mutilados, que también debió de ser muy alto. El porcentaje de bajas entre los voluntarios navarros es superior al de cualquier otro colectivo militar en cualquiera de las dos zonas, incluyendo a las tropas mercenarias africanas, de la Legión, las Brigadas Internacionales, o del CTV o Legión Cóndor. Independientemente de las consideraciones personales que merezcan quienes apoyaron el golpe militar que desencadenó la guerra y el consecuente desastre humano y social que asoló España en los años posteriores, las cifras ponen de manifiesto la innegable entrega y espíritu de sacrificio de estos voluntarios navarros, en contraposición a otros que se subieron al carro cuando los vientos empezaron a ser favorables. Tampoco hay que olvidar que muchos carlistas se sentirían traicionados por el propio Franco cuando este aprobó el decreto de unificación de carlistas y falangistas en abril de 1937, que situaba a ambas organizaciones bajo su férreo mando.
(4)RAFAEL CASAS DE LA VEGA «Las milicias nacionales», Madrid, Editora Nacional, 1977.
(5)«1936-1939. Caídos por Dios y por España. Navarra», Jefatura Provincial del Movimiento, Pamplona, Editorial Gómez, 1951.
Cuadros del libro de Ramón Salas donde podemos ver el número de combatientes navarros que formaron parte del ejército franquista durante la guerra, así como las bajas totales y porcentaje de muertos de los mismos. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Para escenificar la entrega de la Laureada de San Fernando a la provincia de Navarra, se preparó una grandiosa celebración en Pamplona, que incluiría una solemne y multitudinaria misa de campaña, una jura de bandera de alféreces y tenientes, así como los habituales desfiles y demás parafernalia castrense. La ceremonia se celebró el 11 de noviembre de 1937, a partir de las fotos, y gracias a los participantes en grupo de Facebook de Gefrema, ahora sabemos que se celebró en un descampado que se encontraba frente a la entrada de la Ciudadela de Pamplona, entre la actual calle Catalina de Foix (hasta abril de este año Avenida del Ejército, como se volverá a llamar próximamente tras el cambio en el ayuntamiento)y la calle Padre Moret. Al acto asistirían miles de entusiastas personas que abarrotaron los espacios destinados al público, y entre las autoridades la celebración contó con la presencia del propio Franco, como no podía ser de otro modo, acompañado por destacados jefes militares, entre ellos los generales Martín Moreno y Espinosa de los Monteros, así como autoridades civiles y eclesiásticas.
Algunos de los mandos militares asistentes a la ceremonia. FOTO BNE.(Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Desde aquel momento la Laureada pasaría a formar parte del escudo de Navarra, rodeando al histórico de las cadenas, que forma parte a su vez del escudo de España. Tras la muerte del dictador y el regreso de la democracia a España, se modificarían los símbolos regionales tal y como se recoge en la Ley de Amejoramiento Foral de Navarra, aprobada en 1982, aunque el cambio en el escudo suscitó grandes y acalorados debates. Pero aunque oficialmente se produjo ese cambio, el antiguo escudo del franquismo se mantuvo en numerosos edificios públicos. Y así se mantuvo hasta anteayer como quien dice, cuando a partir de 2016 el Gobierno Foral de Navarra presidido por Uxue Barkos promueve la elaboración de un censo de símbolos franquistas en toda la Comunidad como paso previo a su retirada. De todos ellos, sin duda el que más polémica y debate ha suscitado, ha sido la retirada de la escultura que coronaba desde 1951 el Palacio de Navarra, actual sede del parlamento regional, una escultura obra el escultor navarro Fructuoso Orduna, que representaba a dos hombres, de la ribera y de la montaña, flanqueando a ambos lados el escudo de Navarra que incorporaba la Laureada.
En la fotografía superior podemos observar el grupo escultórico con el escudo de Navarra y la Laureada, obra de Fructuoso Orduna, que presidía la fachada del Palacio de Navarra. En las fotos inferiores podemos ver instantáneas del momento en que fue desmontado en 2016. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Navarra no sería la única provincia a la que Franco premiaría con la Laureada. Finalizada la guerra, esta distinción le sería concedida también a Valladolid. Si se había premiado a Navarra por su entusiasta y masivo apoyo al golpe de 1936, un reconocimiento que se podía atribuir mayoritariamente a los carlistas, Franco, un especialista en los “equilibrios”, no podía dejar sin premio a la contribución de los falangistas al comienzo de la contienda, y concedió la Laureada a la provincia de los “Leones de Castilla”. Todavía a día de hoy, y al contrario que en Navarra, la Laureada sigue formando parte del escudo de Valladolid. Y no solo eso, en el escudo de las camisetas de los jugadores del Real Valladolid Club de Futbol figura también la Laureda concedida por Franco en 1939.
Escudo de Valladolid con la Laureada, que también lucen los jugadores del Real Valladolid Club de Fútbol. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Pero volvamos a las dos farolas con simbología republicana ahora que ya conocemos la historia que está detrás de las dos placas conmemorativas que las acompañan.
Como comentábamos al principio, el dar a conocer su existencia puede contribuir a evitar su desaparición por la acción de algún posible justiciero nostálgico del antiguo régimen con alguna responsabilidad en el Ayuntamiento, como nos tememos que ocurrió con las otras farolas que desaparecieron en Madrid, además el edifico como hemos señalado, está declarado como Bien de Interés Cultural (BIC), lo que implica una serie de trámites y permisos previos a cualquier modificación.
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Caso aparte son las placas conmemorativas que encontramos bajo las farolas, ¿incumplen la Ley de Memoria Histórica?, ¿puede aplicarse una excepción por “razones artísticas, arquitectónicas o artístico-religiosas”?. Realmente es un tema delicado, yo personalmente en este caso concreto soy partidario de mantenerlas, creo que es mejor dejarlas donde están (dentro del recinto del templo y no directamente en la vía pública), y que se conozca bien la historia que hay detrás de ellas, que eliminarlas y dejar que este episodio de nuestra historia se olvide. La Historia puede ser un arma de doble filo y que se utilice como un bumerang. Sin ir más lejos, estoy seguro de que en estos momentos que muchos interpretan la historia adaptándola al presente, habrá políticos navarros a los que incomode que se conozca el apoyo muy mayoritario y entusiasta de gran parte de la población de la provincia al golpe de 1936, y prefieran hablar solo de la brutal represión en Navarra que comenzó en el minuto cero del golpe, siguiendo al pie de la letra las directrices de Mola. Sea como sea, las últimas farolas republicanas de Madrid son un “oxímoron patrimonial”, una de ellas se encuentra en el mismo Palacio Real de Madrid, y otras dos alumbrando dos inscripciones colocadas allí por el régimen franquista, una excepcional singularidad que debería animar a mantener todo el conjunto tal y como está.
Una tórtola sobre la corona almenada de una de las farolas de la Plaza de Armas de La Habana. FOTO JAZ. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Y queremos terminar este artículo dando a conocer un extraordinario descubrimiento que puede trastocar completamente las hipótesis que veníamos barajando sobre el misterioso origen de estas farolas. Visitando hace unos meses la maravillosa ciudad de La Habana, en la Plaza de Armas, una de las más bellas plazas de la Habana Vieja, pude contemplar con asombro que todas las farolas de la plaza tenían la misma simbología republicana que las que se conservaban en Madrid, y que si no eran completamente idénticas, eran muy parecidas. Además de las farolas de la Plaza de Armas, localicé otro par de ellas en la entrada de la casa-museo de Simón Bolivar también en la Habana Vieja, y es muy posible que existan algunas más en ese mismo distrito habanero, o en el de Centro Habana, los dos con más solera de la ciudad.
En la imagen superior vemos la farola republicana del palacio Real (I) junto a una de la Plaza de Armas de La Habana(D). En la imagen inferior vemos una de las farolas de la Iglesia de San Fermín de Madrid (I) y una de las que adornan la entrada a la casa-museo de Simón Bolivar en La Habana. FOTO JAZ. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Al regresar a Madrid pude comprobar comparando las fotografías que las farolas eran prácticamente idénticas, como si hubieran estado hechas con el mismo molde. Y es entonces cuando surgió la nueva hipótesis: si Cuba se independizó en 1898, las farolas muy probablemente fueran anteriores a esa fecha, y por lo tanto las de Madrid también podrían serlo, y podría tratarse concretamente del periodo de la I República Española (1873-1874).
Una farola junto a la estatua de Carlos Manuel de Céspedes en la Plaza de Armas de La Habana. FOTO JAZ. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Me puse en contacto con la Oficina del Historiador de la Habana (clic aquí para ir a su página web), una entidad creada en 1938 por el Dr. Emilio Roig Leuchsenring, cuya finalidad era la protección de la Habana Vieja. Desde 1967 la Oficina está dirigida con gran acierto por el Dr. Eusebio Leal Spengler, quien desde su cargo de Historiador de La Habana coordina y gestiona toda la ingente labor de restauración y recuperación de la Habana Vieja a partir de la implementación del Plan Maestro (clic aquí para conocer más sobre el Plan Maestro). Una ingente tarea que está llevando a cabo con notable éxito y acierto, pese a las delicadas condiciones económicas por las que atraviesa el país. Hay que recordar que el Centro Histórico de la La Habana fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1982.
Entrada a la casa museo de Simon Bolivar en la calle Mercaderes de La Habana Vieja, donde se observan dos farolas con la corona almenada. FOTO JAZ. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Desde la Oficina del Historiador de la Habana se puso inmediatamente en contacto conmigo el historiador del Plan Maestro, el Dr. Arturo Pedroso Alés, a quien desde aquí quiero agradecer públicamente su atención y amabilidad, aportando interesantes datos que ofrecían nuevas vías de investigación sobre el misterioso origen de estas farolas.
Una de las cuatro farolas múltiples que podemos encontrar en las cuatro esquinas de la Plaza de Armas de La Habana. FOTO JAZ. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Transcribo aquí parte del correo del Dr. Arturo Pedroso Alés:
«La historia del alumbrado público con gas arrancó en La Habana en el siglo XIX. En 1844 los señores James Rob, de Nueva Orleans y Miguel de Silva, de La Habana les fue otorgado por el ayuntamiento una concesión para construir una planta de gas. Ellos organizaron la Compañía Española de Alumbrado de Gas y contrataron el alumbrado de las calles, parques y edificios públicos por espacio de 26 años. En 1877 el ayuntamiento de La Habana otorgó una nueva concesión al señor Juan Domingo Stable para construir una nueva fábrica de gas. Ya existía la fábrica de Tallapiedra. Este señor traspasó sus derechos a la Havana Gas Light Co., corporación radicada en Nueva York que a la postre construyó la fábrica de gas de Melones. Esta empresa instaló un sistema de tuberías y maestras en las calles de La Habana y comenzó a distribuir gas en el año 1882. Esto es algo muy general y las farolas es algo muy específico. ¿Tengo mis interrogantes sobre las farolas? ¿Fueron fundidas en La Habana o vinieron de España?
Dos de las farolas con la corona almenada de la Plaza de Armas de La Habana, al fondo se distingue la fachada del palacio de los Capitanes Generales con la bandera cubana. FOTO JAZ. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
La farolas las colocaban estas corporaciones previo acuerdos con el ayuntamiento. Ahora mismo no tengo la fecha de colocación de las farolas de la Plaza de Armas. Habría que buscar en el centro histórico otros ejemplares de ese tipo de farolas. No creo que abunden muchas farolas de ese tipo. Tal vez en el municipio Centro Habana puede que haya alguna en alguna calle o edificio de con cierta prestancia. La misma evolución del alumbrado de gas a electricidad poco tiempo después termino por darle el tiro de gracia a muchas de estas farolas.»
Detalle de una farola de la Plaza de Armas de La Habana con la corona mural o almenada. FOTO JAZ. (Haga clic sobre la foto para verla ampliada)
Con estos nuevos datos cobra valor la hipótesis de que las farolas “republicanas” de Madrid son en realidad decimonónicas, y no del periodo histórico de la Segunda República Española como en un principio pensamos, y como debió pensar quien ordenó retirarlas del espacio público, supuestamente por supuesto. A la vez se abren nuevos interrogantes, como el lugar donde fueron fundidas, la fecha de su fabricación, si las farolas de La Habana fueron fabricadas en España y llevadas allí posteriormente, o bien fueron fabricadas en La Habana con el mismo diseño que las españolas. Tal vez una observación más cercana de las farolas permitiera conocer algún detalle más sobre las mismas, si quedara rastro de alguna fecha o nombre de la fundición. Mientras tanto seguiremos buscando respuestas, tanto en Madrid como en La Habana.
Florentino Areneros.