Los contenciosos de Gibraltar y Cataluña están más relacionados de lo que muchos pueden llegar a creer. Un grupo de catalanes colaboraría con las tropas británicas en la conquista del Peñón y en aquel conflicto global los catalanes acabarían perdiendo sus fueros y privilegios. En la imagen podemos apreciar la perfecta sincronía entre los dirigentes actuales de estos territorios: -“¿dos y una?” –“tres”. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
Finalizaba el verano con tres temas de candente actualidad acaparando los titulares de la actualidad informativa. Por un lado resurgía con inusitada intensidad el conflicto de Gibraltar, y por otro las grandes movilizaciones en Cataluña con motivo de la Diada del 11 de septiembre, ambas noticias serían eclipsadas por la dimensión de la que sin lugar sin lugar a dudas ha sido la noticia de este verano: el fichaje de Gareth Bale por el Real Madrid. Dejando de lado el fútbol, que es una cosa muy seria, nuestra crónica de hoy va a estar centrada en Gibraltar y los catalanes, que para sorpresa de algunos están curiosamente relacionados en la Historia, si buceamos en ella descubriremos como un puñado de catalanes ayudó a que el peñón pasara a manos británicas. Conoceremos así mismo como ambos contenciosos tienen su origen en un mismo episodio histórico, y también veremos como comparten algunos protagonistas, así como diversas curiosidades comunes.
En esta ocasión cedemos los tratos a nuestro reportero especializado en estas lides históricas Abilio Ovejero, que ya trató el apasionante tema de los Borbones en el Siglo XIX con sus crónicas “¿se está perdiendo la Raza? (1ª parte)” y “¿se está perdiendo la Raza? (2ª parte)”, o aquella titulada “el gen del asedio”, donde repasaba la importancia de los asedios en la Historia de España, lo que ha llevado a algunos científicos a especular con la hipótesis de la existencia de un gen específico en los pueblos de la península. También se encargó de cubrir la información de dos rutas de Gefrema, con dos oníricas crónicas tituladas “diario de un becario” y “domingo de carnaval”. Esperamos que en esta ocasión tampoco les defraude.
Por Abilio Ovejero
Para situarnos en contexto debemos trasladarnos a la España de finales del Siglo XVII. El Reino de España continua siendo una potencia pero ha dejado de tener la importancia y pujanza que tuvo en los siglos anteriores, los continuos conflictos en diferentes frentes, tanto internos como externos, han ido socavando el poderío de la que fue primera potencia mundial. En el trono encontramos a Carlos II, conocido como “el Hechizado”, un monarca con un penoso estado físico , muy enfermizo, raquítico y según decían las malas lenguas de no mucha inteligencia y además, y esto si que es muy importante para una dinastía, era estéril. Todos estos defectos seguramente eran debido a la consanguinidad, es decir a la manía que tienen los reyes de casarse entre ellos, primos con primos, tíos con sobrinos,... todo por no repartir con nadie. Pero esto de los peligros de la consanguinidad, que hoy nos parece tan evidente, en aquellos tiempo no lo era, sobre todo para la todopoderosa Iglesia que era quien bendecía, y en muchos casos promocionaba, aquellos matrimonios. Todos sabemos lo mal que se llevaban en aquella época Iglesia y ciencia (tampoco es que hoy haya cambiado mucho la cosa, pero bueno, ya no se quema a nadie) y tras los males del monarca muchos acabaron viendo la figura de “El Maléfico”, por lo que el pobre hombre tuvo que padecer diversos exorcismos a lo largo de su vida, como si de la película de “El Exorcista” se tratara. Para que se hagan una idea del estado del rey, recogemos la descripción que el Nuncio de su Santidad hizo de él en una carta enviada al Papa: « El rey es más bien bajo que alto, no mal formado, feo de rostro; tiene el cuello largo, la cara larga y como encorvada hacia arriba; el labio inferior típico de los Austria; ojos no muy grandes, de color azul turquesa y cutis fino y delicado. El cabello es rubio y largo, y lo lleva peinado para atrás, de modo que las orejas quedan al descubierto. No puede enderezar su cuerpo sino cuando camina, a menos de arrimarse a una pared, una mesa u otra cosa. Su cuerpo es tan débil como su mente. De vez en cuando da señales de inteligencia, de memoria y de cierta vivacidad, pero no ahora; por lo común tiene un aspecto lento e indiferente, torpe e indolente, pareciendo estupefacto. Se puede hacer con él lo que se desee, pues carece de voluntad propia», fin de la cita.
Retrato juvenil de Carlos II conocido como “el Hechizado”, como pueden apreciar realmente daba el perfil para una película de misterio y suspense. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
Carlos II accedería al trono a los cuatro años, tras la muerte de su padre Felipe IV, y los primeros años la regencia la ostentaría su madre, Mariana de Austria, una historia que nos recuerda mucho a la de Isabel II. Por si el chaval tenía ya poco con lo suyo, en Palacio tampoco le hacían mucho caso, la verdad es que nadie daba un duro por él y muchos pensarían que para que perder tiempo en darle una educación adecuada para lo que iba a durar, por lo que el joven quedaría en manos de los habituales sacerdotes de palacio, más preocupados en prepararle para la otra vida que para esta. Si el pobre venía ya mal de fábrica, esto de caer en manos de sacerdotes fanáticos era lo que le faltaba.
El desenlace de la historia estaba cantado, y como si de buitres sobrevolando a un animal herido se tratara, tanto en la corte española como en las de las naciones más poderosas comenzaron los movimientos para ocupar la “pole position” de la sucesión al trono de España. Sería muy largo de contar todos los movimientos que se hicieron durante aquellos años, pero finalmente el agraciado testamentario sería Felipe de Anjou (se pronuncia Anyú), nieto del todopoderoso rey de Francia Luis XIV, el “Rey Sol”. La posible unión de Francia y España constituyendo una alianza hegemónica no sentó muy bien al resto de potencias europeas, especialmente a británicos y holandeses. Carlos II terminaría falleciendo a finales de 1700 y a comienzos de 1701 ya teníamos al nieto del Rey Sol en España reinando con el nombre de Felipe V. En el resto de Europa estaban intranquilos, pero la situación permanecía en una calma tensa, cualquier chispazo podía encender la mecha.
Finalmente el agraciado con la pedrea del trono de España sería Felipe de Anjou, nieto del Rey de Francia, que reinaría con el nombre de Felipe V. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
A lo largo de la historia siempre nos han hablado de que si la patria, que si la soberanía, que si la defensa de nuestros valores, nuestras creencias, etc, etc, pero la verdad es que al final lo que prima son los intereses económicos, que habitualmente son los intereses de los mismos de siempre y el resto a hacer de carne de cañón, de esto tenemos innumerables ejemplos a lo largo de la Historia. Una de las primeras cosas que hicieron los franceses fue asegurarse una importante tajada del comercio con las posesiones españolas en América. El premio gordo de aquel negocio se lo llevaría la “Compagnie de Guinée” que se haría con el monopolio del comercio de esclavos con América, una compañía en la que casualmente Luis XIV y su nieto Felipe V tenían el 50% del capital. Para muchos historiadores aquello fue la causa del desencadenamiento de las hostilidades.
Británicos y holandeses se pusieron manos a la obra ,ya saben ustedes la tirria que nos tenían en los Países Bajos desde tiempos del Duque de Alba , y constituyeron la Gran Alianza, a la que se adhirieron Prusia y los principales estados alemanes, así como posteriormente Portugal y el Ducado de Saboya. La Gran Alianza acabaría apoyando las pretensiones del Archiduque Carlos, hijo de Leopoldo I Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, al trono de España, aunque en realidad este apoyo estaba supeditado a la consecución de sus intereses. La guerra estaba servida.
Retrato del todopoderoso Luis XIV de Francia, conocido también como el “Rey Sol”, uno de los protagonistas principales del conflicto. Aprecien el momentazo “Boris” que recoge el retrato, con esas piernas, esos tacones y ese pelucón cualquiera diría que estamos ante el hombre más poderoso del planeta. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
Con tantos actores en juego podemos hablar de una guerra europea, lo que en aquella época equivalía a hablar de una verdadera guerra mundial. Los primeros enfrentamientos y grandes batallas tendrían lugar en las fronteras de Francia con los países de la Gran Alianza, pero con el tiempo la guerra acabaría llegando a España. En vista de la dimensión global que estaba tomando el conflicto, uno de los objetivos de los aliados fue el disponer de una base naval en la zona del Mediterráneo donde franceses y españoles tenían superioridad. En julio de 1702 los aliados apoyados por una impresionante flota trataron de conquistar Cádiz, pero fracasaron tras más de un mes de asedio, ya saben ustedes como las gastan en la Tacita de Plata. Lo volverían a intentar en 1704, cuando quisieron tomar Barcelona, en esta ocasión esperaban contar con el apoyo de parte de la población de la Ciudad Condal que apoyaba al Archiduque. La sublevación en la ciudad que los aliados esperaban no se produjo, y aunque llegaron a desembarcar, las autoridades borbónicas consiguieron neutralizar el intento. En la defensa de la ciudad el virrey Velasco contaría con el apoyo de la milicia de gremios de Barcelona, también conocida como “La Coronela”. Los aliados, cabreados por el fracaso, decidieron bombardear la ciudad, y el virrey que descubrió que existía una trama entre las autoridades locales para apoyar el desembarco de los aliados, tomaría sus medidas represivas, que ustedes ya se podrán imaginar.
El Archiduque Carlos de Austria, el otro pretendiente al trono de España. Observen el contraste entre las vestimentas de los borbones, coloridas y glamurosas, en comparación con la austeridad y ascetismo de las prendas de los austrias. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
La imponente flota aliada al mando del almirante inglés Rooke y del Príncipe de Hesse-Darstadt (quien había sido virrey de Cataluña hasta que lo destituyó el recién llegado Felipe V ya que sospechaba que era partidario del Archiduque Carlos) compuesta por más de 60 navíos con 4.000 cañones, 9.000 infantes y 25.000 marineros puso rumbo al sur, concretamente hacia Gibraltar. La plaza tenía unos 5000 habitantes y una dotación de no más de cien soldados, con un número similar de cañones, la mayoría obsoletos. Los aliados rodean la población por mar, y un contingente de tropas desembarcadas con anterioridad se sitúa en el istmo que une el Peñón a tierra. Se invitó a los gibraltareños a entregar la plaza y ponerse a las ordenes del pretendiente Carlos, pero si ha leído nuestra crónica “el gen del asedio” ya sabrán que una proposición de esas características por estas tierras a alguien encerrado en unas murallas equivale a un “cuando quieras empezamos a atizarnos”.
Al poco comenzaron los bombardeos sobre la ciudad y los intentos de asalto, pero la aplastante superioridad de los aliados no conseguía doblegar la resistencia de los sitiados. Y es aquí donde entran en juego los catalanes. Un batallón de unos 350 soldados catalanes, mandados por el general Basset, desembarcan al otro lado de la bahía, a espaldas de la población, y mediante cuerdas consiguen sortear los acantilados y situarse sobre la ciudad de Gibraltar, amenazando a los sitiados por su retaguardia, por la zona menos fortificada, ya que la propia orografía del terreno ofrecía una protección natural, que en este caso había sido superada por la audaz operación de las tropas catalanas que se habían descolgado por los acantilados. La suerte estaba echada y tras dos días de intensos bombardeos y de una honrosa resistencia, las autoridades locales deciden negociar la capitulación.
Cuadro del pintor catalán Augusto Ferrer Dalmau de título “El Último de Gibraltar”, en el que vemos al Gobernador de Gibraltar, Don Diego de Salinas, tras abandonar el Peñón. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
Las fuerzas del Archiduque se hacen con el control de la población y de su puerto. Ya tienen la ansiada base en el Mediterráneo para que operen las flotas inglesa y holandesa. Parte de las fuerzas permanecen en Gibraltar y el resto de barcos y tropas se retiran para seguir actuando en otros frentes. Algunos catalanes se marchan también, aunque otros muchos se quedan, aproximadamente unos 200, entre ellos encontramos a Joseph Corrons, “el Pep” para los amigos, que sería nombrado Alcaide del Mar de Gibraltar. Aquella acción de los soldados catalanes no caería en el olvido, y todavía hoy podemos encontrar en Gibraltar una pequeña ensenada , en la parte del Peñón que mira a Málaga, que es la misma donde desembarcaron hace algo más de trescientos años, que se sigue denominando “Catalan Bay” en recuerdo de aquellos soldados y de su participación en la toma de la plaza.
La guerra comenzaba a pintar mal para los Borbones, pocos días después de la toma de Gibraltar los ejércitos borbónicos sufrirían una dura derrota en Blenheim, en Baviera, la supremacía militar francesa en el continente se venía abajo tras décadas de hegemonía. Pocos días más tarde, un flota francesa que había partido para intentar recuperar Gibraltar se enfrenta a la armada aliada en Málaga, finalmente los franceses se retiran. También en el mar la supremacía se inclina hacia las opciones del Archiduque Carlos. En aquel momento en cualquier casa de apuestas los pronósticos habrían estado claramente a favor del Archiduque Carlos.
Tras la Batalla de Blenheim en 1704, en la imagen, la guerra parecía inclinarse definitivamente hacia el lado de los austracistas. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
Pero volvamos a Cataluña. La rebelión que los austricistas esperaban en Barcelona no se había producido durante el asedio de la ciudad, pero continuaron los intentos de sublevar a la población, y así la reina de Inglaterra, por medio de un tratante de aguardiente británico afincado en Cataluña, cierra un pacto en junio de 1705 con algunos notables del Principado, conocidos como los vigatans, por el que estos se comprometen a apoyar al Archiduque Carlos, y a su vez los británicos prometen fuerzas para apoyar la rebelión. En cumplimiento de aquel pacto conocido como el “Pacto de Génova” (nada que ver con la sede del PP), una gran flota parte de Lisboa en octubre de 1705 con el propio Carlos al frente. La flota hace escala en Denia y Altea, y se desencadena la revuelta de los maulets en Valencia, liderada por el mismo Basset que ya conocimos en la toma de Gibraltar. En Cataluña los vigatans hacen los propio haciéndose con el control del Principado y en octubre Carlos entra en Barcelona y jura las Constituciones Catalanas. A finales de ese año, coincidiendo con el giro que está tomando la guerra favorable a las posiciones austracistas, prácticamente la totalidad del territorio de lo que fue la Corona de Aragón era partidario del Archiduque Carlos, la guerra que asolaba Europa había llegado a España en forma de guerra civil.
Los historiadores tienen diferentes teorías para explicar las razones de este apoyo. Algunos pueden ver cierto oportunismo al coincidir con el nuevo panorama bélico favorable al Archiduque y sus aliados, es decir apostar a caballo ganador, pero la teoría más extendida se apoya en la desconfianza de los habitantes de estos territorios en que Felipe V respetara sus fueros y privilegios, aunque el monarca borbónico había jurado los fueros del Reino de Aragón, así como las Constituciones Catalanas nada más acceder al trono en 1701. La desconfianza con la casa de Borbón podía tener su origen en la guerra de los Treinta Años y en la sublevación de Cataluña de 1640, en aquella ocasión Francia y España estaban enfrentadas dentro de otro conflicto generalizado en Europa, otra vez más, y los catalanes apostaron por el Borbón francés y sus promesas. Tras la Paz de Westfalia, el tema catalán pierde interés para el rey francés y llega a un acuerdo con el de España por el Tratado de los Pirineos. Francia se queda con la Cataluña transpirenaica, el Rosellón, y con la mitad de Cerdeña. La apuesta de los catalanes les ha costado muy cara, con el tiempo, en 1700, Luis XIV rompiendo lo prometido a los catalanes prohibiría el uso del catalán en su territorio y a día de hoy, trescientos años después, la presencia cultural catalana en el sur de Francia es prácticamente inexistente.
Pero volvamos a la Guerra de Sucesión. El conflicto está desangrando a las naciones enfrentadas y a sus economías, el desgaste es total y ninguno de los dos bandos se ve en situación de terminar la guerra como vencedor, se impone un acuerdo de paz. Además la situación ha cambiado en Europa, en 1711 muere José I Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, siendo su sucesor ni más ni menos que el Archiduque Carlos, pretendiente al trono de España, por otro lado también fallece Luis de Francia, padre de Felipe V, con lo que las opciones de este a ocupar el trono de Francia crecen. Ahora Carlos ha heredado un Imperio y Felipe puede optar a dos, estas fusiones estatales son vistas con mucho recelo por países como Gran Bretaña y Holanda, si la unión de Francia y España era mala, todavía es peor los intereses de esas naciones la unión de España y el imperio Austriaco. Mientras tanto la guerra en España ha dado un giro notable desde la conquista de Gibraltar en 1704, tras las derrotas de los austracistas en Almansa, Brihuega y Villaviciosa, la balanza parecía inclinarse en la península del lado borbónico.
La Batalla de Almansa en 1707, en la imagen, supondría un duro quebranto de las aspiraciones del Archiduque en España. La guerra en el territorio español se inclinaba hacia los borbones. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
En vista del nuevo escenario, las potencias europeas deciden realizar un intercambio de cromos y de esta forma finiquitar este interminable conflicto. Se firman los Tratados de Utrech en 1714 y se reparte el pastel, gran parte de los territorios europeos de España pasan a otras manos: los Países Bajos, el reino de Nápoles y el Ducado de Milán pasan a manos de nuestro conocido Archiduque pretendiente, convertido ahora en el emperador Carlos VI del Sacro Imperio Romano Germánico (aunque bien es cierto que Carlos VI tardaría algunos años más en firmar aquel acuerdo), y el Ducado de Saboya se quedaría con Sicilia. Gran Bretaña se haría con Gibraltar y Menorca, así como con otros territorios en América cedidos por la monarquía francesa, Y también se quedaría con el lucrativo negocio de los esclavos en las colonias españolas que como hemos visto, hasta ese momento estaba en manos de Felipe V y su abuelo, el Rey de Francia, por medio de la “Compagnie de Guinée”. Tal vez el mayor beneficiado de este apaño fuera Gran Bretaña, pero tanto Felipe V en España, como el Archiduque Carlos, habían conseguido hacerse con un imperio cada uno, y Francia conservaba gran parte de su hegemonía en el continente, contando a partir de ahora con la más que probable colaboración de España como aliado en futuros conflictos, todos contentos. Como siempre, al final los más perjudicados serían los habitantes de todas y cada una de las naciones que participaron en la guerra, que tuvieron que hacer grandes sacrificios y padecer las consecuencias de aquella crisis. ¿Y Cataluña?, ¿qué pasaba con Cataluña?.
El Archiduque Carlos había abandonado España para ser coronado Emperador, su esposa la emperatriz Isabel Cristina de Brunswick, quedó como regente en Cataluña. Durante las negociaciones de paz el asunto quedó en un segundo plano, Gran Bretaña se olvidó de ellos y del Tratado de Génova que había firmado, era mucho lo que se jugaba en el reparto y no tenía intención de comprometerse por un pequeño territorio, aunque consiguieron arrancar una promesa de amnistía general a Felipe V, pero no así el restablecimiento de los fueros, la respuesta de Felipe V a los británicos fue contundente: “Por esos canallas, esos sinvergüenzas, el rey no otorgará jamás sus privilegios, pues no sería rey si lo hiciera, y esperamos que la reina [de Inglaterra] no nos los quiera exigir. .... Sabemos que la paz os es tan necesaria como a nosotros y no la querréis romper por una bagatela”. Los austriacos por su parte evacuaron a sus tropas de Cataluña, y la emperatriz Cristina marchó junto a su marido a Alemania, dejando al mando al Príncipe Starhemberg como Virrey, con la misión de tratar de lograr una capitulación lo más honrosa posible. Al igual que había ocurrido en 1640 cuando los franceses abandonaron a los catalanes a su suerte tras quedarse con el Rosellón, ahora eran británicos y austriacos, los que les dejaban tirados.
La reina Ana de Inglaterra abandonaría a los catalanes a su suerte, pese a haber firmado un tratado con ellos por el que se comprometía a defenderles y apoyarles. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
Felipe V, que había jurado las Constituciones y Fueros catalanes, al llegar al trono de España, no estaba dispuesto a perdonar lo que para él había sido una traición de los territorios de la Corona de Aragón que se pusieron del lado del Archiduque Carlos, y por ello anuló los fueros y privilegios de los catalanes, cosa que si que hizo Felipe V con los territorios de Navarra y el País Vasco que se mantuvieron leales al monarca Borbón y pudieron conservar sus fueros y privilegios una vez terminada la guerra. Ante esta tesitura los catalanes deciden ofrecer resistencia, tal vez esperanzados en que algunos de sus antiguos aliados replantease su actuación y decidiera ayudarlos, o tal vez influidos por el ya mencionado “el gen del asedio”.
Grabado que representa el saqueo de la ciudad de Barcelona tras la entrada de las tropas de Felipe V al mando del Duque de Berwick. Pero pese a lo que refleja el grabado la ciudad no sería saqueada, ya que en los acuerdos de capitulación se acordó que la ciudad no sería sometida a saqueo por las tropas vencedoras. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
Barcelona sufriría un asedio de meses por tierra y mar, y finalmente el 11 de septiembre de 1714 comienza el asalto. Al frente de la ciudad se encuentran general Antonio de Villarroel y Rafael Casanova, las autoridades promulgan un bando llamando a la resistencia: «Ahora oíd, se hace saber a todos generalmente, de parte de los Tres Excelentísimos Comunes, tomado el parecer de los Señores de la Junta de Gobierno, personas asociadas, nobles, ciudadanos y oficiales de guerra, que separadamente están impidiendo que los enemigos se internen en la ciudad; atendiendo que la deplorable infelicidad de esta ciudad, en la que hoy reside la libertad de todo el Principado y de toda España, está expuesta al último extremo, de someterse a una entera esclavitud. Notifican, amonestan y exhortan, representando a Padres de la Patria que se afligen de la desgracia irreparable que amenaza el favor e injusto encono de las armas franco-españolas, hecha seria reflexión del estado en que los enemigos del Rey N.S., de nuestra libertad y Patria, están apostados ocupando todas las brechas, cortaduras, baluartes del Portal Nou, Sta. Clara, Llevant y Sta. Eulalia. Se hace saber, que si luego, inmediatamente de oído el presente pregón, todos los naturales, habitantes y demás gentes hábiles para las armas no se presentan en las plazas de Junqueras, Born y Plaza de Palacio, a fin de que unidamente con todos los Señores que representan los Comunes, se puedan rechazar los enemigos, haciendo el último esfuerzo, esperando que Dios misericordioso, mejorará la suerte. Se hace también saber, que siendo la esclavitud cierta y forzosa, en obligación de sus cargos, explican, declaran y protestan a los presentes, y dan testimonio a los venideros, de que han ejecutado las últimas exhortaciones y esfuerzos, protestando de todos los males, ruinas y desolaciones que sobrevengan a nuestra común y afligida Patria, y exterminio todos los honores y privilegios, quedando esclavos con los demás españoles engañados y todos en esclavitud del dominio francés; pero se confía, que todos como verdaderos hijos de la Patria, amantes de la Libertad, acudirán a los lugares señalados a fin de derramar gloriosamente su sangre y vida por su Rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España, y finalmente dicen y hacen saber, que si después de una hora de publicado el pregón, no comparece gente suficiente para ejecutar la ideada empresa, es forzoso, preciso y necesario hacer llamada y pedir capitulación a los enemigos, antes de llegar la noche, para no exponer a la más lamentable ruina de la Ciudad, para no exponerla a un saqueo general, profanación de los Santos Templos, y sacrificio de niños, mujeres y personas religiosas.
Y para que a todos sea generalmente notorio, que con voz alta, clara e inteligible sea publicado por todas las calles de la presente ciudad.
Dado en la casa de la Excelentísima Ciudad, residiendo en el Portal de S. Antonio, presentes los mencionados Excelentísimos Señores y personas asociadas, a 11 de Septiembre, a las 3 de la tarde, de 1714». Como ven la palabra España y españoles aparece en varias ocasiones en este bando, un hecho que no ha pasado desapercibido por los nacionalistas españoles que lo han utilizado para rebatir las teorías de los nacionalistas catalanes.
Una recreación del momento heroico en que Rafael Casanova, enarbolando el Pendón de Santa Eulalia, encabeza al mando de las tropas de la “Coronela” un contraataque contra las tropas que asediaban la ciudad. Casanova resultaría herido en este episodio, pero salvaría la vida, y tras ser amnistiado, moriría casi nonagenario. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
Tras una heroica resistencia la ciudad cayó. La represión fue muy dura, aunque bien es cierto que ni Villaroel ni Casanova serían pasados por las armas, también se llegó a un acuerdo de capitulación por el que la ciudad no sería sometida a saqueo por las tropas vencedoras. Casanova, herido en una pierna durante la batalla, sería amnistiado posteriormente y moriría casi nonagenario. Por su parte Gibraltar pasaría a manos británicas tras el Tratado de Utrech, y como se pueden imaginar el bueno de de Pep Corrons sería destituido de su cargo de Alcaide del Mar de aquella plaza. España trataría de reconquistar la plaza en diversas ocasiones, quizá la que estuvieron más cerca fue durante el asedio de 1779 que duraría hasta 1783. Nunca se consiguió, y a día de hoy Gibraltar continua siendo británico.
Tras los tratados de Utrech Gibraltar quedaría en manos británicas. Serian varios los intentos por recuperar el Peñón, todos infructuosos. En la imagen vemos una recreación de aquellos momentos que los turistas pueden ver en la actualidad en los túneles de Gibraltar. (FOTO JOSUA). (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
Han transcurrido trescientos años y nuevamente aquellos episodios históricos han pasado a ocupar un destacado lugar en la actualidad informativa y social, no estaría de más el repasar un poco la historia que tal vez nos haga ver el presente desde otra óptica, lejos de los apasionamientos tan frecuentes al tratar estos temas. No podemos resistirnos a la tentación de traer aquí las palabras de Miguel de Cervantes que nos sirven de entradilla en esta publicación: "...la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir."
En una próxima crónica volveremos a nuestra línea habitual y hablaremos de lo que ocurrió en Gibraltar durante la Guerra Civil Española, aunque en esta ocasión cederemos los trastos a Florentino Areneros, que es quien realmente sabe de estas cosas de la guerracivilmaquia.
Abilio Ovejero.
Finalizaba el verano con tres temas de candente actualidad acaparando los titulares de la actualidad informativa. Por un lado resurgía con inusitada intensidad el conflicto de Gibraltar, y por otro las grandes movilizaciones en Cataluña con motivo de la Diada del 11 de septiembre, ambas noticias serían eclipsadas por la dimensión de la que sin lugar sin lugar a dudas ha sido la noticia de este verano: el fichaje de Gareth Bale por el Real Madrid. Dejando de lado el fútbol, que es una cosa muy seria, nuestra crónica de hoy va a estar centrada en Gibraltar y los catalanes, que para sorpresa de algunos están curiosamente relacionados en la Historia, si buceamos en ella descubriremos como un puñado de catalanes ayudó a que el peñón pasara a manos británicas. Conoceremos así mismo como ambos contenciosos tienen su origen en un mismo episodio histórico, y también veremos como comparten algunos protagonistas, así como diversas curiosidades comunes.
En esta ocasión cedemos los tratos a nuestro reportero especializado en estas lides históricas Abilio Ovejero, que ya trató el apasionante tema de los Borbones en el Siglo XIX con sus crónicas “¿se está perdiendo la Raza? (1ª parte)” y “¿se está perdiendo la Raza? (2ª parte)”, o aquella titulada “el gen del asedio”, donde repasaba la importancia de los asedios en la Historia de España, lo que ha llevado a algunos científicos a especular con la hipótesis de la existencia de un gen específico en los pueblos de la península. También se encargó de cubrir la información de dos rutas de Gefrema, con dos oníricas crónicas tituladas “diario de un becario” y “domingo de carnaval”. Esperamos que en esta ocasión tampoco les defraude.
GIBRALTAR Y LOS CATALANES
Por Abilio Ovejero
Para situarnos en contexto debemos trasladarnos a la España de finales del Siglo XVII. El Reino de España continua siendo una potencia pero ha dejado de tener la importancia y pujanza que tuvo en los siglos anteriores, los continuos conflictos en diferentes frentes, tanto internos como externos, han ido socavando el poderío de la que fue primera potencia mundial. En el trono encontramos a Carlos II, conocido como “el Hechizado”, un monarca con un penoso estado físico , muy enfermizo, raquítico y según decían las malas lenguas de no mucha inteligencia y además, y esto si que es muy importante para una dinastía, era estéril. Todos estos defectos seguramente eran debido a la consanguinidad, es decir a la manía que tienen los reyes de casarse entre ellos, primos con primos, tíos con sobrinos,... todo por no repartir con nadie. Pero esto de los peligros de la consanguinidad, que hoy nos parece tan evidente, en aquellos tiempo no lo era, sobre todo para la todopoderosa Iglesia que era quien bendecía, y en muchos casos promocionaba, aquellos matrimonios. Todos sabemos lo mal que se llevaban en aquella época Iglesia y ciencia (tampoco es que hoy haya cambiado mucho la cosa, pero bueno, ya no se quema a nadie) y tras los males del monarca muchos acabaron viendo la figura de “El Maléfico”, por lo que el pobre hombre tuvo que padecer diversos exorcismos a lo largo de su vida, como si de la película de “El Exorcista” se tratara. Para que se hagan una idea del estado del rey, recogemos la descripción que el Nuncio de su Santidad hizo de él en una carta enviada al Papa: « El rey es más bien bajo que alto, no mal formado, feo de rostro; tiene el cuello largo, la cara larga y como encorvada hacia arriba; el labio inferior típico de los Austria; ojos no muy grandes, de color azul turquesa y cutis fino y delicado. El cabello es rubio y largo, y lo lleva peinado para atrás, de modo que las orejas quedan al descubierto. No puede enderezar su cuerpo sino cuando camina, a menos de arrimarse a una pared, una mesa u otra cosa. Su cuerpo es tan débil como su mente. De vez en cuando da señales de inteligencia, de memoria y de cierta vivacidad, pero no ahora; por lo común tiene un aspecto lento e indiferente, torpe e indolente, pareciendo estupefacto. Se puede hacer con él lo que se desee, pues carece de voluntad propia», fin de la cita.
Retrato juvenil de Carlos II conocido como “el Hechizado”, como pueden apreciar realmente daba el perfil para una película de misterio y suspense. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
Carlos II accedería al trono a los cuatro años, tras la muerte de su padre Felipe IV, y los primeros años la regencia la ostentaría su madre, Mariana de Austria, una historia que nos recuerda mucho a la de Isabel II. Por si el chaval tenía ya poco con lo suyo, en Palacio tampoco le hacían mucho caso, la verdad es que nadie daba un duro por él y muchos pensarían que para que perder tiempo en darle una educación adecuada para lo que iba a durar, por lo que el joven quedaría en manos de los habituales sacerdotes de palacio, más preocupados en prepararle para la otra vida que para esta. Si el pobre venía ya mal de fábrica, esto de caer en manos de sacerdotes fanáticos era lo que le faltaba.
El desenlace de la historia estaba cantado, y como si de buitres sobrevolando a un animal herido se tratara, tanto en la corte española como en las de las naciones más poderosas comenzaron los movimientos para ocupar la “pole position” de la sucesión al trono de España. Sería muy largo de contar todos los movimientos que se hicieron durante aquellos años, pero finalmente el agraciado testamentario sería Felipe de Anjou (se pronuncia Anyú), nieto del todopoderoso rey de Francia Luis XIV, el “Rey Sol”. La posible unión de Francia y España constituyendo una alianza hegemónica no sentó muy bien al resto de potencias europeas, especialmente a británicos y holandeses. Carlos II terminaría falleciendo a finales de 1700 y a comienzos de 1701 ya teníamos al nieto del Rey Sol en España reinando con el nombre de Felipe V. En el resto de Europa estaban intranquilos, pero la situación permanecía en una calma tensa, cualquier chispazo podía encender la mecha.
Finalmente el agraciado con la pedrea del trono de España sería Felipe de Anjou, nieto del Rey de Francia, que reinaría con el nombre de Felipe V. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
A lo largo de la historia siempre nos han hablado de que si la patria, que si la soberanía, que si la defensa de nuestros valores, nuestras creencias, etc, etc, pero la verdad es que al final lo que prima son los intereses económicos, que habitualmente son los intereses de los mismos de siempre y el resto a hacer de carne de cañón, de esto tenemos innumerables ejemplos a lo largo de la Historia. Una de las primeras cosas que hicieron los franceses fue asegurarse una importante tajada del comercio con las posesiones españolas en América. El premio gordo de aquel negocio se lo llevaría la “Compagnie de Guinée” que se haría con el monopolio del comercio de esclavos con América, una compañía en la que casualmente Luis XIV y su nieto Felipe V tenían el 50% del capital. Para muchos historiadores aquello fue la causa del desencadenamiento de las hostilidades.
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Británicos y holandeses se pusieron manos a la obra ,ya saben ustedes la tirria que nos tenían en los Países Bajos desde tiempos del Duque de Alba , y constituyeron la Gran Alianza, a la que se adhirieron Prusia y los principales estados alemanes, así como posteriormente Portugal y el Ducado de Saboya. La Gran Alianza acabaría apoyando las pretensiones del Archiduque Carlos, hijo de Leopoldo I Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, al trono de España, aunque en realidad este apoyo estaba supeditado a la consecución de sus intereses. La guerra estaba servida.
Retrato del todopoderoso Luis XIV de Francia, conocido también como el “Rey Sol”, uno de los protagonistas principales del conflicto. Aprecien el momentazo “Boris” que recoge el retrato, con esas piernas, esos tacones y ese pelucón cualquiera diría que estamos ante el hombre más poderoso del planeta. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
Con tantos actores en juego podemos hablar de una guerra europea, lo que en aquella época equivalía a hablar de una verdadera guerra mundial. Los primeros enfrentamientos y grandes batallas tendrían lugar en las fronteras de Francia con los países de la Gran Alianza, pero con el tiempo la guerra acabaría llegando a España. En vista de la dimensión global que estaba tomando el conflicto, uno de los objetivos de los aliados fue el disponer de una base naval en la zona del Mediterráneo donde franceses y españoles tenían superioridad. En julio de 1702 los aliados apoyados por una impresionante flota trataron de conquistar Cádiz, pero fracasaron tras más de un mes de asedio, ya saben ustedes como las gastan en la Tacita de Plata. Lo volverían a intentar en 1704, cuando quisieron tomar Barcelona, en esta ocasión esperaban contar con el apoyo de parte de la población de la Ciudad Condal que apoyaba al Archiduque. La sublevación en la ciudad que los aliados esperaban no se produjo, y aunque llegaron a desembarcar, las autoridades borbónicas consiguieron neutralizar el intento. En la defensa de la ciudad el virrey Velasco contaría con el apoyo de la milicia de gremios de Barcelona, también conocida como “La Coronela”. Los aliados, cabreados por el fracaso, decidieron bombardear la ciudad, y el virrey que descubrió que existía una trama entre las autoridades locales para apoyar el desembarco de los aliados, tomaría sus medidas represivas, que ustedes ya se podrán imaginar.
El Archiduque Carlos de Austria, el otro pretendiente al trono de España. Observen el contraste entre las vestimentas de los borbones, coloridas y glamurosas, en comparación con la austeridad y ascetismo de las prendas de los austrias. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
La imponente flota aliada al mando del almirante inglés Rooke y del Príncipe de Hesse-Darstadt (quien había sido virrey de Cataluña hasta que lo destituyó el recién llegado Felipe V ya que sospechaba que era partidario del Archiduque Carlos) compuesta por más de 60 navíos con 4.000 cañones, 9.000 infantes y 25.000 marineros puso rumbo al sur, concretamente hacia Gibraltar. La plaza tenía unos 5000 habitantes y una dotación de no más de cien soldados, con un número similar de cañones, la mayoría obsoletos. Los aliados rodean la población por mar, y un contingente de tropas desembarcadas con anterioridad se sitúa en el istmo que une el Peñón a tierra. Se invitó a los gibraltareños a entregar la plaza y ponerse a las ordenes del pretendiente Carlos, pero si ha leído nuestra crónica “el gen del asedio” ya sabrán que una proposición de esas características por estas tierras a alguien encerrado en unas murallas equivale a un “cuando quieras empezamos a atizarnos”.
Al poco comenzaron los bombardeos sobre la ciudad y los intentos de asalto, pero la aplastante superioridad de los aliados no conseguía doblegar la resistencia de los sitiados. Y es aquí donde entran en juego los catalanes. Un batallón de unos 350 soldados catalanes, mandados por el general Basset, desembarcan al otro lado de la bahía, a espaldas de la población, y mediante cuerdas consiguen sortear los acantilados y situarse sobre la ciudad de Gibraltar, amenazando a los sitiados por su retaguardia, por la zona menos fortificada, ya que la propia orografía del terreno ofrecía una protección natural, que en este caso había sido superada por la audaz operación de las tropas catalanas que se habían descolgado por los acantilados. La suerte estaba echada y tras dos días de intensos bombardeos y de una honrosa resistencia, las autoridades locales deciden negociar la capitulación.
Cuadro del pintor catalán Augusto Ferrer Dalmau de título “El Último de Gibraltar”, en el que vemos al Gobernador de Gibraltar, Don Diego de Salinas, tras abandonar el Peñón. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
Las fuerzas del Archiduque se hacen con el control de la población y de su puerto. Ya tienen la ansiada base en el Mediterráneo para que operen las flotas inglesa y holandesa. Parte de las fuerzas permanecen en Gibraltar y el resto de barcos y tropas se retiran para seguir actuando en otros frentes. Algunos catalanes se marchan también, aunque otros muchos se quedan, aproximadamente unos 200, entre ellos encontramos a Joseph Corrons, “el Pep” para los amigos, que sería nombrado Alcaide del Mar de Gibraltar. Aquella acción de los soldados catalanes no caería en el olvido, y todavía hoy podemos encontrar en Gibraltar una pequeña ensenada , en la parte del Peñón que mira a Málaga, que es la misma donde desembarcaron hace algo más de trescientos años, que se sigue denominando “Catalan Bay” en recuerdo de aquellos soldados y de su participación en la toma de la plaza.
La guerra comenzaba a pintar mal para los Borbones, pocos días después de la toma de Gibraltar los ejércitos borbónicos sufrirían una dura derrota en Blenheim, en Baviera, la supremacía militar francesa en el continente se venía abajo tras décadas de hegemonía. Pocos días más tarde, un flota francesa que había partido para intentar recuperar Gibraltar se enfrenta a la armada aliada en Málaga, finalmente los franceses se retiran. También en el mar la supremacía se inclina hacia las opciones del Archiduque Carlos. En aquel momento en cualquier casa de apuestas los pronósticos habrían estado claramente a favor del Archiduque Carlos.
Tras la Batalla de Blenheim en 1704, en la imagen, la guerra parecía inclinarse definitivamente hacia el lado de los austracistas. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
Pero volvamos a Cataluña. La rebelión que los austricistas esperaban en Barcelona no se había producido durante el asedio de la ciudad, pero continuaron los intentos de sublevar a la población, y así la reina de Inglaterra, por medio de un tratante de aguardiente británico afincado en Cataluña, cierra un pacto en junio de 1705 con algunos notables del Principado, conocidos como los vigatans, por el que estos se comprometen a apoyar al Archiduque Carlos, y a su vez los británicos prometen fuerzas para apoyar la rebelión. En cumplimiento de aquel pacto conocido como el “Pacto de Génova” (nada que ver con la sede del PP), una gran flota parte de Lisboa en octubre de 1705 con el propio Carlos al frente. La flota hace escala en Denia y Altea, y se desencadena la revuelta de los maulets en Valencia, liderada por el mismo Basset que ya conocimos en la toma de Gibraltar. En Cataluña los vigatans hacen los propio haciéndose con el control del Principado y en octubre Carlos entra en Barcelona y jura las Constituciones Catalanas. A finales de ese año, coincidiendo con el giro que está tomando la guerra favorable a las posiciones austracistas, prácticamente la totalidad del territorio de lo que fue la Corona de Aragón era partidario del Archiduque Carlos, la guerra que asolaba Europa había llegado a España en forma de guerra civil.
Los historiadores tienen diferentes teorías para explicar las razones de este apoyo. Algunos pueden ver cierto oportunismo al coincidir con el nuevo panorama bélico favorable al Archiduque y sus aliados, es decir apostar a caballo ganador, pero la teoría más extendida se apoya en la desconfianza de los habitantes de estos territorios en que Felipe V respetara sus fueros y privilegios, aunque el monarca borbónico había jurado los fueros del Reino de Aragón, así como las Constituciones Catalanas nada más acceder al trono en 1701. La desconfianza con la casa de Borbón podía tener su origen en la guerra de los Treinta Años y en la sublevación de Cataluña de 1640, en aquella ocasión Francia y España estaban enfrentadas dentro de otro conflicto generalizado en Europa, otra vez más, y los catalanes apostaron por el Borbón francés y sus promesas. Tras la Paz de Westfalia, el tema catalán pierde interés para el rey francés y llega a un acuerdo con el de España por el Tratado de los Pirineos. Francia se queda con la Cataluña transpirenaica, el Rosellón, y con la mitad de Cerdeña. La apuesta de los catalanes les ha costado muy cara, con el tiempo, en 1700, Luis XIV rompiendo lo prometido a los catalanes prohibiría el uso del catalán en su territorio y a día de hoy, trescientos años después, la presencia cultural catalana en el sur de Francia es prácticamente inexistente.
Pero volvamos a la Guerra de Sucesión. El conflicto está desangrando a las naciones enfrentadas y a sus economías, el desgaste es total y ninguno de los dos bandos se ve en situación de terminar la guerra como vencedor, se impone un acuerdo de paz. Además la situación ha cambiado en Europa, en 1711 muere José I Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, siendo su sucesor ni más ni menos que el Archiduque Carlos, pretendiente al trono de España, por otro lado también fallece Luis de Francia, padre de Felipe V, con lo que las opciones de este a ocupar el trono de Francia crecen. Ahora Carlos ha heredado un Imperio y Felipe puede optar a dos, estas fusiones estatales son vistas con mucho recelo por países como Gran Bretaña y Holanda, si la unión de Francia y España era mala, todavía es peor los intereses de esas naciones la unión de España y el imperio Austriaco. Mientras tanto la guerra en España ha dado un giro notable desde la conquista de Gibraltar en 1704, tras las derrotas de los austracistas en Almansa, Brihuega y Villaviciosa, la balanza parecía inclinarse en la península del lado borbónico.
La Batalla de Almansa en 1707, en la imagen, supondría un duro quebranto de las aspiraciones del Archiduque en España. La guerra en el territorio español se inclinaba hacia los borbones. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
En vista del nuevo escenario, las potencias europeas deciden realizar un intercambio de cromos y de esta forma finiquitar este interminable conflicto. Se firman los Tratados de Utrech en 1714 y se reparte el pastel, gran parte de los territorios europeos de España pasan a otras manos: los Países Bajos, el reino de Nápoles y el Ducado de Milán pasan a manos de nuestro conocido Archiduque pretendiente, convertido ahora en el emperador Carlos VI del Sacro Imperio Romano Germánico (aunque bien es cierto que Carlos VI tardaría algunos años más en firmar aquel acuerdo), y el Ducado de Saboya se quedaría con Sicilia. Gran Bretaña se haría con Gibraltar y Menorca, así como con otros territorios en América cedidos por la monarquía francesa, Y también se quedaría con el lucrativo negocio de los esclavos en las colonias españolas que como hemos visto, hasta ese momento estaba en manos de Felipe V y su abuelo, el Rey de Francia, por medio de la “Compagnie de Guinée”. Tal vez el mayor beneficiado de este apaño fuera Gran Bretaña, pero tanto Felipe V en España, como el Archiduque Carlos, habían conseguido hacerse con un imperio cada uno, y Francia conservaba gran parte de su hegemonía en el continente, contando a partir de ahora con la más que probable colaboración de España como aliado en futuros conflictos, todos contentos. Como siempre, al final los más perjudicados serían los habitantes de todas y cada una de las naciones que participaron en la guerra, que tuvieron que hacer grandes sacrificios y padecer las consecuencias de aquella crisis. ¿Y Cataluña?, ¿qué pasaba con Cataluña?.
El Archiduque Carlos había abandonado España para ser coronado Emperador, su esposa la emperatriz Isabel Cristina de Brunswick, quedó como regente en Cataluña. Durante las negociaciones de paz el asunto quedó en un segundo plano, Gran Bretaña se olvidó de ellos y del Tratado de Génova que había firmado, era mucho lo que se jugaba en el reparto y no tenía intención de comprometerse por un pequeño territorio, aunque consiguieron arrancar una promesa de amnistía general a Felipe V, pero no así el restablecimiento de los fueros, la respuesta de Felipe V a los británicos fue contundente: “Por esos canallas, esos sinvergüenzas, el rey no otorgará jamás sus privilegios, pues no sería rey si lo hiciera, y esperamos que la reina [de Inglaterra] no nos los quiera exigir. .... Sabemos que la paz os es tan necesaria como a nosotros y no la querréis romper por una bagatela”. Los austriacos por su parte evacuaron a sus tropas de Cataluña, y la emperatriz Cristina marchó junto a su marido a Alemania, dejando al mando al Príncipe Starhemberg como Virrey, con la misión de tratar de lograr una capitulación lo más honrosa posible. Al igual que había ocurrido en 1640 cuando los franceses abandonaron a los catalanes a su suerte tras quedarse con el Rosellón, ahora eran británicos y austriacos, los que les dejaban tirados.
La reina Ana de Inglaterra abandonaría a los catalanes a su suerte, pese a haber firmado un tratado con ellos por el que se comprometía a defenderles y apoyarles. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
Felipe V, que había jurado las Constituciones y Fueros catalanes, al llegar al trono de España, no estaba dispuesto a perdonar lo que para él había sido una traición de los territorios de la Corona de Aragón que se pusieron del lado del Archiduque Carlos, y por ello anuló los fueros y privilegios de los catalanes, cosa que si que hizo Felipe V con los territorios de Navarra y el País Vasco que se mantuvieron leales al monarca Borbón y pudieron conservar sus fueros y privilegios una vez terminada la guerra. Ante esta tesitura los catalanes deciden ofrecer resistencia, tal vez esperanzados en que algunos de sus antiguos aliados replantease su actuación y decidiera ayudarlos, o tal vez influidos por el ya mencionado “el gen del asedio”.
Grabado que representa el saqueo de la ciudad de Barcelona tras la entrada de las tropas de Felipe V al mando del Duque de Berwick. Pero pese a lo que refleja el grabado la ciudad no sería saqueada, ya que en los acuerdos de capitulación se acordó que la ciudad no sería sometida a saqueo por las tropas vencedoras. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
Barcelona sufriría un asedio de meses por tierra y mar, y finalmente el 11 de septiembre de 1714 comienza el asalto. Al frente de la ciudad se encuentran general Antonio de Villarroel y Rafael Casanova, las autoridades promulgan un bando llamando a la resistencia: «Ahora oíd, se hace saber a todos generalmente, de parte de los Tres Excelentísimos Comunes, tomado el parecer de los Señores de la Junta de Gobierno, personas asociadas, nobles, ciudadanos y oficiales de guerra, que separadamente están impidiendo que los enemigos se internen en la ciudad; atendiendo que la deplorable infelicidad de esta ciudad, en la que hoy reside la libertad de todo el Principado y de toda España, está expuesta al último extremo, de someterse a una entera esclavitud. Notifican, amonestan y exhortan, representando a Padres de la Patria que se afligen de la desgracia irreparable que amenaza el favor e injusto encono de las armas franco-españolas, hecha seria reflexión del estado en que los enemigos del Rey N.S., de nuestra libertad y Patria, están apostados ocupando todas las brechas, cortaduras, baluartes del Portal Nou, Sta. Clara, Llevant y Sta. Eulalia. Se hace saber, que si luego, inmediatamente de oído el presente pregón, todos los naturales, habitantes y demás gentes hábiles para las armas no se presentan en las plazas de Junqueras, Born y Plaza de Palacio, a fin de que unidamente con todos los Señores que representan los Comunes, se puedan rechazar los enemigos, haciendo el último esfuerzo, esperando que Dios misericordioso, mejorará la suerte. Se hace también saber, que siendo la esclavitud cierta y forzosa, en obligación de sus cargos, explican, declaran y protestan a los presentes, y dan testimonio a los venideros, de que han ejecutado las últimas exhortaciones y esfuerzos, protestando de todos los males, ruinas y desolaciones que sobrevengan a nuestra común y afligida Patria, y exterminio todos los honores y privilegios, quedando esclavos con los demás españoles engañados y todos en esclavitud del dominio francés; pero se confía, que todos como verdaderos hijos de la Patria, amantes de la Libertad, acudirán a los lugares señalados a fin de derramar gloriosamente su sangre y vida por su Rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España, y finalmente dicen y hacen saber, que si después de una hora de publicado el pregón, no comparece gente suficiente para ejecutar la ideada empresa, es forzoso, preciso y necesario hacer llamada y pedir capitulación a los enemigos, antes de llegar la noche, para no exponer a la más lamentable ruina de la Ciudad, para no exponerla a un saqueo general, profanación de los Santos Templos, y sacrificio de niños, mujeres y personas religiosas.
Y para que a todos sea generalmente notorio, que con voz alta, clara e inteligible sea publicado por todas las calles de la presente ciudad.
Dado en la casa de la Excelentísima Ciudad, residiendo en el Portal de S. Antonio, presentes los mencionados Excelentísimos Señores y personas asociadas, a 11 de Septiembre, a las 3 de la tarde, de 1714». Como ven la palabra España y españoles aparece en varias ocasiones en este bando, un hecho que no ha pasado desapercibido por los nacionalistas españoles que lo han utilizado para rebatir las teorías de los nacionalistas catalanes.
Una recreación del momento heroico en que Rafael Casanova, enarbolando el Pendón de Santa Eulalia, encabeza al mando de las tropas de la “Coronela” un contraataque contra las tropas que asediaban la ciudad. Casanova resultaría herido en este episodio, pero salvaría la vida, y tras ser amnistiado, moriría casi nonagenario. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
Tras una heroica resistencia la ciudad cayó. La represión fue muy dura, aunque bien es cierto que ni Villaroel ni Casanova serían pasados por las armas, también se llegó a un acuerdo de capitulación por el que la ciudad no sería sometida a saqueo por las tropas vencedoras. Casanova, herido en una pierna durante la batalla, sería amnistiado posteriormente y moriría casi nonagenario. Por su parte Gibraltar pasaría a manos británicas tras el Tratado de Utrech, y como se pueden imaginar el bueno de de Pep Corrons sería destituido de su cargo de Alcaide del Mar de aquella plaza. España trataría de reconquistar la plaza en diversas ocasiones, quizá la que estuvieron más cerca fue durante el asedio de 1779 que duraría hasta 1783. Nunca se consiguió, y a día de hoy Gibraltar continua siendo británico.
Tras los tratados de Utrech Gibraltar quedaría en manos británicas. Serian varios los intentos por recuperar el Peñón, todos infructuosos. En la imagen vemos una recreación de aquellos momentos que los turistas pueden ver en la actualidad en los túneles de Gibraltar. (FOTO JOSUA). (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada).
Han transcurrido trescientos años y nuevamente aquellos episodios históricos han pasado a ocupar un destacado lugar en la actualidad informativa y social, no estaría de más el repasar un poco la historia que tal vez nos haga ver el presente desde otra óptica, lejos de los apasionamientos tan frecuentes al tratar estos temas. No podemos resistirnos a la tentación de traer aquí las palabras de Miguel de Cervantes que nos sirven de entradilla en esta publicación: "...la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir."
En una próxima crónica volveremos a nuestra línea habitual y hablaremos de lo que ocurrió en Gibraltar durante la Guerra Civil Española, aunque en esta ocasión cederemos los trastos a Florentino Areneros, que es quien realmente sabe de estas cosas de la guerracivilmaquia.
Abilio Ovejero.